Título: Todos los movimientos correctos
Fandom: Sherlock Holmes (Movie verse)
Pairings: Holmes/Watson.
Rating: Future NR, Angst, Romance.
Dedicatorias: A las que han conseguido que no deje este fic. A la que hizo la captura para mi icono *babea*
Una revelación
¿En qué momento todo dejó de atender a razones?
Los reproches por nada, el recelo, las discusiones.
Él siempre insistía en que se trataba de la llegada de Mary a su vida. El Doctor Watson volvía a insistir - de nuevo - en que todo se reducía a su falta de sociabilidad con el resto del mundo.
¿Y? No es como si se hubiera descubierto ayer que una de las múltiples razones que dan lugar a su - vale, complicado - carácter es precisamente esa. De acuerdo, tampoco es que hubiera hecho mucho por solucionar ese pequeño...inconveniente. Sino al contrario. Además del conflicto claramente escrito en su - siempre lúcida, salvo en esos momentos a solas en mitad de todos sus trastos - lúcida cabeza, se le añadía esa especie de calma absoluta después del irrefrenable pulso en plena persecución. La cena de hoy no había salido exactamente como esperaba. Hoy, dicha sensación había dejado de existir. Se había extinguido.
De hecho, ahora estaba solo después de haberse comido el peor plato de carne en mucho tiempo. En un principio la idea pareció divertida. Entretenida, incluso, cosa que solía suponer mucho - que el hecho de salir fuera le resultara...ameno. Pero si se había ofrecido era por su amigo, por cuanto suponía para él todo este asunto de su relación con ella. Sin embargo los pasos que le habían llevado fuera empezaban a hacerle consciente de algo en lo que no había dejado de pensar en esos cincuenta minutos sin compañía, salvo la del rumor de las distintas personas que iban, venían y chismorreaban. Había caído en la peor bajeza. Le había decepcionado. Como persona. Como amigo. Como aliado. Ese peso, presionando sus entrañas, los pulmones, era cada vez mayor. Paró en seco, justo cuando había pensado que la mejor opción sería intentar enmendarlo cuanto antes mejor. Pero no. La solución que estaba buscando era otra bien distinta, aquélla que pudiera sustituir el genuino odio - No hacia Mary, ni hacia Watson o ellos como pareja - hacia su propia persona. No se sorprendió. Llevaba detestándose - En el fondo, aunque no lo admitiera - demasiado tiempo.
A fin de cuentas, confundirse entre la escoria e incluso acabar muerto como un mal bicho en ella parecía un final a la altura.
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El crepitar del fuego parecía un eco distante. Un elemento que no pertenecía al lugar en el que ahora mismo se encontraba. El cual francamente desconocía. O su cabeza, obnubilada, no le dejaba procesar toda la información necesaria. Sólo era consciente de la sensación familiar en ese olor a madera quemada. El agradable calor ascendiendo progresivamente. No se atrevía a abrir los ojos o a palpar ninguno de los puntos que ahora mismo estaban machacados por el combate. Sentía que todo su cuerpo era una masa homogénea en dolor y de alguna manera le satisfacía saberlo. No había tenido tapujo alguno en dejarse derribar o estampar los restos mortales de su cuerpo sobre la arena - posteriormente mezclada con sangre. O la leve visión que tuvo - ¿creyó tener?- de Irene Adler entre todo el mundo. Su pañuelo. La agria venganza. Dejarse caer al mismo tiempo que todo se volvía de un negro extremo. Aquello le había servido para tener su mente ocupada en otras cosas. Para no pensar en el daño infringido y los colaterales.
• Holmes
Era su nombre el que había escuchado tan cristalino como el agua de la botella que pudo captar la escasa apertura de sus ojos. Los músculos empezaban a despertar de su letargo, cosa definitivamente peor ya que cada golpe se las estaba pagando con justicia. Lo único que pudo hacer como toda respuesta fue exhalar un quejido e intentar moverse.
• Cálmese - La voz de su amigo sonaba cada vez más cercana, al igual que los colores que iban recibiendo sus retinas empezaban a serle familiares y a identificarse con ellos. Era su habitación, la de siempre - Y procure no hacer movimientos bruscos.
Sintió las manos sujetando sus hombros. Forzándole a quedarse en esa misma posición. Relajó el cuello, por fin teniendo una visión clara de Watson. Su aspecto denotaba cansancio. Sintió la claridad del día entrar por el ventanuco, dejando un pequeñísimo rastro de sol sobre la madera.
• Casi mediodía - Respondió este por él - Dios, Holmes, ¿Se da cuenta de lo que hace? Creo que no. - Concluyó, indignado, sentándose en la banqueta que parecía llevar ahí mucho tiempo.
La pregunta era apropiada, desde luego. La cuestión era, ¿cómo abordarla? ¿cómo dar una posible justificación a lo que para empezar todavía no tenía seguro del todo? Sobre todo, ¿se le puede confesar la verdad a la persona - la única o de las pocas que ha aguantado toda la cruzada- más importante de tu vida con la facilidad que demasiados años de compañerismo, amistad y confianza requerían o, sin embargo, aquello no podría hacer sino empeorarlo?
• Debió haberme dejado allí - Sentenció.
• Eso dígaselo a las señora Hudson, mejor. Aparentemente estaba en unas condiciones tan lamentables que se vio en la obligación de llamarme a las siete de la mañana. Tengo que saberlo: ¿Lo ha hecho a conciencia? ¿Todo esto? Lo de la cena, sus costillas posiblemente rotas. Al menos dos de ellas.
Sólo en ese momento se dio cuenta de lo que estaba hablando, ya que no había dejado de manipular una serie de vendajes que se continuaban por toda la línea de su torso a medio descubrir. Apretaba, pero las molestias no eran ni mayores ni menores que las del resto del cuerpo. Se camuflaban unas con otras. Estaban solapadas. Él siempre había sido un hombre de razón. Práctico. Eficiente.
• Quería luchar - Contestó con simpleza.
• Eso es todo. Quería luchar. ¿Sabe? Mary está muy disgustada y...francamente lo que se merece es que no hubiera venido.
• Pero lo ha hecho
• Watson alzó una ceja - ¿Y?
• Es un interesante cambio - otro quejido surgió de la presión ejercida en sus costillas - en el transcurso de los eventos, mi querido amigo.
Entonces Watson sonrió, permitiéndose un poco de relax en medio de la tensión innecesaria. Tras recostarse un poco dejando que su mente volviera a funcionar con normalidad, cayó en la cuenta.
Le había evitado. Había estado evitando todo este tiempo dar algún tipo de respuesta al motivo de su estado.
¿No se lo quería decir? ¿A él?
• Holmes, me está ocultando algo, ¿verdad?
Por primera vez, el gran detective no tuvo racionalización ninguna a su réplica.