El poder del Wincest - capitulo cuatro

Nov 23, 2010 16:35


Esta vez es un poco más largo que lo habitual. Espero (como siempre) que guste y haya quedado bien (sin beta, por razones de ansiedad) pero si encuentras algún fallo y quieras que lo corriga, sólo házmelo saber.

Amo los comentarios, pero no me puedo dar todos los gustos, así que no importa si no me complaces!!!

Vimos un lado, ahora vemos el otro...
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A Bobby, pese a sacarle muchas canas verdes, le gustaba y disfrutaba tener a los Winchester en su casa; veía como interactuaban en sus largos paseos a través de los coches cuando ellos tenían días libres de cazar algunos de los tantos seres sobrenaturales y se pasaban días haciéndose los vagos en su casa.

Adoraba ver como Dean conocía y leía a Sam como un libro abierto y a Sam le ocurría lo mismo con Dean. Las charlas sobre nada en que se embutían, y la casi inexistente paciencia del pequeño ante las pesadas bromas al que lo sometía el mayor.

Pero todos los que habían compartido cierto tiempo en la dinámica relación entre los Winchester, ya sea durante la caza o planeando alguna estrategia para la cacería, podrían llegar a esa idea o que un lazo muy fuerte los unía como si a veces fueran una misma cabeza pensante. No era complicado para ellos entenderse, porqué se dedicaban a esto desde críos.

Pero la vida a veces se comporta como una perra y nos arroja de un lado a otro impidiendo que podamos reflexionar sobre los acontecimientos vividos recientemente, disparándonos en breves lapsos de tiempo innumerables cantidades de información, y cuando queremos rememorarlos perdemos ciertos detalles de ellos.

Eso es lo que le venía a la mente a Sam a medida que leía sobre las cacerías en las que se vieron involucrados desde que volvieron a estar juntos, y ciertos pasajes del libro le traen al Winchester menor muchos recuerdos, algunos dolorosos, otros nostálgicos como aquella vez en que se gastaban bromas (como la de hacer pegar a Dean la botella de cerveza…!).

Pero también le mostraban esas ocasiones en las que él se encontraba alejado de Dean, sea porque el trabajo ameritaba que cada uno haga cosas distintas (porque no hay quién le saque de la cabeza a Dean que si entra en alguna biblioteca se derretiría o dejaría de tener pelotas) o como aquella vez que él se encontraba obstinado en ir a California a encontrar a su padre y Dean se quedo en el pueblo para cazar el bicho de turno, que resultó una especie de Dios al que le servían viajeros para que sus cosechas sigan siendo fructíferas.

Parecía que en esos momentos en los que trabajaban separados afloraban en el cazador mayor todo lo que sentía hacía su hermano, ejemplo de ello tenía cuando leyó que Dean queriendo advertirles a esa pareja que estaba de paso que si se quedaban correrían peligro, obteniendo total desatención de dicha pareja provocando que Dean dijera que si su hermano hubiera estado allí, les pondría sus “ojitos de cachorro” e inmediatamente aceptarían el consejo y se irían. Por como estaba descripta la escena a Sam se le lleno el pecho de orgullo, porque a pesar de discutir con él y abandonarlo en medio de la noche, Dean no sentía ningún tipo de rencor hacía él, y sintió que ese comentario hacia esos extraños lo realizaba con añoranza.

Como ese, encontró muchas otras ocasiones en las que Dean dejaba salir a la superficie cosas que sentía por su hermano pequeño, pero siempre a terceras personas y cuando él no se encontraba cerca. Sam sabía que Dean lo quería, pero leerlo en todos los libros era como demasiado. Él también quería a su hermano, mucho. Pero en los libros se resaltaba en muchas ocasiones que el afecto que sentía Dean hacía su hermano menor no tenía fronteras, y eso es algo que le estaba calando mucho, y más aún luego de casi leerse todo lo que fue la primer veintena de libros.

Bueno, no era que se los había leído detenidamente, las partes en las que él aparecía las saltaba porque era algo que él ya sabía y no importaba como lo adornara Chuck, LO HABIA VIVIDO. Pero las otras partes si le prestaba mayor atención.

Cuando sintió a la bibliotecaria avisarle que ya estaban por cerrar recién ahí se percato de que se había pasado toda la tarde en la biblioteca. Miró su reloj, eran casi siete y media. Dean iba a matarlo, no se había comunicado con él en todo el día y le extraño que su hermano no le haya vuelto a llamar ni siquiera le envió un solo mensaje. Se apuró a recoger todo y emprender el regreso al hotel, una vez que se encontraba en camino lo llamaría para avisarle que estaba regresando.

Eran pocas las cuadras que le separaban del hotel, pero no quería llegar y encontrárselo en plena faena con alguna camarera, de última si no se encontraba en la habitación de igual forma le avisaría que él estaría llegando a la misma en contados minutos. Estaba aguardando que le atienda, mientras escuchaba que daba el tono de llamada cuando al doblar la esquina lo ve venir por la cuadra de enfrente con una expresión en el rostro pocas veces vista. Guardando su celular y verificando que no pasen vehículos por la calle cruzó velozmente para acercarse a su hermano, el cual ni siquiera teniéndolo al lado se percato de su presencia, le llamó por su nombre preocupado, pero su hermano mayor parecía no escucharlo seguía caminando como autómata.

- ¡Hey hey hey! ¡Dean!, ¿que te ocurre? Dice Sam al tiempo que lo toma de los hombros frenando su caminar casi sonámbulo y haciendo que quede frente a él para que lo vea a la cara.

Dean se dejo hacer como si fuera una marioneta, pero seguía como en estado catatónico, le costo enfocar su mirada en Sam, y cuando lo hizo pudo ver en los ojos de su hermano una enorme preocupación. Luego recorrió con la mirada el lugar que lo rodeaba y la confusión fue total. Lo último que recordaba era el estar camelando a una exuberante morena e iban camino a su casa, luego nada. Todo en blanco. Sam volvió a hablar.

- ¡Dean! Despierta. Dime que te ha ocurrido!! Dice chasqueando los dedos frente a él para que termine de regresar de donde sea que estaba.

- ¡Sam! ¿Que sucedió? ¿Dónde estamos?

- ¡Hey Dean, tranquilo! Estamos a la vuelta del hotel. En cuanto a que sucedió, no lo sé, dímelo tú. Estaba volviendo de la biblioteca y te encontré caminando como si estuvieras fuera de este mundo, tenías una expresión que jamás creí ver en ti.

- No lo sé con exactitud Sam. Recuerdo que por la mañana hablamos, tú estabas en la biblioteca recalando información del caso así que opté por volver al lugar de los hechos y ver si encontraba alguna otra cosa que hayamos pasado por alto útil para el caso.

No encontré nada de nada. Hice algunas otras preguntas a testigos y víctimas. Nada útiles por cierto. Mi día fue un completo desgaste de esfuerzo sin resultados positivos.

Y como me habías dicho que no sabías cuanto te tomaría eso que estabas haciendo en la biblioteca me fui a un bar para distenderme un rato. Estaba por llamarte cuando choqué accidentalmente con una bella morena que no tardo en caer…

El tono de voz era completamente neutro, sin emociones; como si estuviera recitando, lento pero firme. A medida que iba contando su día, Dean rememoraba los hechos quedando mudo con eso último

- ¿Y luego…? Corto el silencio en el que se había sumido Dean

- No recuerdo - le dice con la voz cortada y con la esperanza de que Sam le crea, pues no quería decirle que no pudo llegar al final con esa mujer por un recuerdo de un sueño que tuvo, que lo tenía a él como protagonista principal

- OK Dean. Lleguemos al hotel así te relajas. Además tengo algo que contarte sobre el caso.

Una vez que ambos entraron en la habitación, Sam deja caer en su cama el bolso al tiempo que Dean se deja caer sobre la suya y mirando hacia el sitio en el que Sam se había sentado le pregunta:

- ¿Y bien? Que has averiguado, algo que sirva para acabar de una vez por todas con este caso.

- Bueno, respecto a eso tengo que contarte que ya solucione el caso. Sam sabía que una vez dicha esta frase su hermano mayor se le echaría encima por el solo hecho de hacer algo sin consultárselo.

- ¿¡¡¡Qué lo que!!!? - se levantó como un resorte para ubicarse junto a Sam y ver si tenia alguna herida. ¿No se supone que somos un equipo…? A que te has arriesgado tú solo y ¡porque no me llamaste! ¡Algo pudo haber salido mal y yo no estaba allí para evitarlo!, soltó Dean completamente exasperado y al borde de un colapso.

-¡Dean, no te exaltes! Mírame, estoy bien. Sin un rasguño, dice al tiempo que se levanta y gira sobre si mismo para que su hermano mayor verifique su aspecto.

Siéntate y te explico porque me he mandado solo y no te llame para terminar.

Dean hizo lo que le ordenaba Sam pero sin bajar completamente la guardia. En su rostro el enfado y preocupación continuaban reflejados.

Sam desde que entro a la habitación no había podido dejar de observas todas y cada una de las reacciones que se dibujaban en Dean por lo que le iba relatando. No era que antes no lo hacía, pero con la reciente lectura todo tomaba otra dimensión y ya no sabía si lo que se le venía a la mente lo hubiera pensado de no haber leído esos benditos libros.

Los Winchester se sentaron frente a frente, cada uno en su cama y Sam le contó detalladamente cómo había llegado a la conclusión de que acabaría con el monstruo de turno destruyendo determinado objeto maldito, que casualmente estaba en el monumento de la plaza principal. Como fue hasta allí y sin problemas concluyó el caso.

Dean no quedó muy conforme en que Sam se haya aventurado así, por lo visto no corrió peligro alguno. ¿Pero y si no hubiera sucedido así? ¿Si algo le pasaba y él no se encontraba allí para prevenirlo?

Enojado por ese impulso estúpido de valentía le hizo saber a Sam, todos y cada uno de esos miedos que le invaden cuando siente que puede perderlo. Luego afloja un poco su actitud al ver un sincero rostro de disculpa en su pequeño hermano; cerrando su discurso con una severa advertencia de que no se atreva a hacer alguna otra estupidez como aquella.

Lo siguiente que acordaron era sobre quien tomaba la ducha primero, por el estado en que encontró Sam al mayor le cedió el primer puesto.

Cuando Dean se encontraba en el baño, disfrutando que el agua cálida le relajaba los músculos de tanta caminata para nada. Sam se encontraba fuera del baño y su cabeza era un hervidero de ideas que el menor nunca en su vida había tenido antes.

Desde fuera se escuchaba el agua correr y la imaginación de Sam se había dado por trabajar en esos momentos.

De repente la puerta del baño se abrió dejando paso a que el ocupante saliera, únicamente envuelto en una toalla, provocando que el menor no pudiera despegar los ojos de él, comience a recorrer con la vista cada milímetro de ese cuerpo y deseando ser esas gotas que caían del cabello y hacían un camino desde el pecho hasta fundirse en la toalla que les cortaba el recorrido.

No sabe como, se levanto y llegó hasta Dean quedando muy cerca de su rostro, más cerca de lo que nunca había llegado. El mayor no se molestó por ello, tampoco hizo movimiento por frenarlo; solo se quedo estático. Sam creía que su cuerpo había sido poseído por algún ente ya que no había creído en hacer lo que hizo, tenía a su hermano semi desnudo frente a él, rostro con rostro, separado por escasos milímetros y no había sido rechazado.

De repente sintió que Dean inspiraba profundamente el aroma de su cuello, ¿Cuándo retrocedieron hacia la cama? No lo sabe ni le importa, eso que le hacía sentir Dean era más importante. Rodeo con sus manos el cuerpo del mayor, alzando un poco las caderas para que su hermano este en igualdad de condiciones, que él solo no podía empalmarse, ¡no señor!

El mayor comenzó a desabotonar el pantalón, para dejar expuesto el miembro del menor y comenzaba a masturbarlo lentamente; como si fuera la cosa más delicada del planeta.

Sam se dejaba hacer, obteniendo infinito placer y gimiendo bajito.

- Sam, ¡Me hubieras avisado así te hubiera dejado el baño a ti primero!

Estas palabras hicieron que Sam abriera los ojos en shock y vislumbrara a Dean, completamente vestido… recién saliendo del baño.

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