HAGO ENTREGA A USTEDES DE LA TERCERA PARTE Y LES DIGO QUE ESTOY TRATANDO DE CONVENCER A LOS CHICOS PARA UNA BUENA ESCENA QUE LAS DEJE CONTENTAS A USTEDES (PARTÍCIPES NECESARIAS DEL FIC)
SIN MÁS LES AGRADEZCO CUALQUIER TIPO DE COMENTARIO YA SEA PARA QUE ME ANIME A SEGUIR CON ESTA LOCURA O LO DEJE DE UNA VEZ POR TODAS!!
GRACIAS!!
"Habiendo abandonado el cuarto quiso golpearse contra el primer muro que se le pusiera delante, por suerte tenía el mejor hermano del mundo que sabía interpretar todo lo que salía de su boca. Volviendo a pensar en Sam se le dibujó una gran sonrisa en el rostro y emprendió el camino hacia algún bar, ya que había conducido todo el día para llegar al pueblo de no sé donde para el caso de turno y, si a eso le sumaba lo acontecido hacía un momento, tenía un hambre voraz (vale que cualquier cosa le abría el apetito, pero los nervios que le invadieron al pensar en la reacción de Sam, ahora le pasaban factura)
Intuía que Sam estaría en su laptop buscando más información, así que se apresuró en comprar la hamburguesa más grande que encontrara y pensar si el beso podía ser el inicio de algo más entre su hermano y él o dejarlo en una simple anécdota.
Desde pequeño su mundo giraba en torno a Sam, era su deber principal el cuidarlo y asegurarse que no le pasara nada malo.
¿Cuando ese amor fraternal pasó a ser algo más grande? No lo sabe con exactitud. Pero tampoco le iba a dar muchas vueltas porque hasta ayer era un sentimiento no compartido, y él era de guardar sus sentimientos en un baúl. Por eso se sorprendió cuando Sam no se apartó y le correspondió el beso. Creyó que lo había soñado pero cuando abrió los ojos y vió a su hermano con un brillo especial y expectante en los ojos dejó de llegarle sangre al cerebro y dijo lo que dijo.
No solamente le pertenecía en cuerpo y alma, por eso le había dado tiempo para que lo asimilara. En ese momento decidió que iba a dejar de perder el tiempo y seguir para adelante.
Cuando por fin encontró un bendito bar, entró y se acercó a la barra para hacer su pedido.
Algo había hecho click en su cabeza, estaba decidido a iniciar algo con Sam, no le importaba como se lo tomara el resto de la humanidad; al fin y al cabo serían ellos dos hasta el fin del mundo (o lo que sea que eso significara)
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Entró dispuesto a darle a Sam la sorpresa de su vida, ya que esa mañana había decidido ser creativo. Recorrió el pequeño camino que lo separaba hasta la tienda más cercana (la muy maldita cerraba a la friolera hora de las 6 p.m. dejándolo sin su deseada cena).
En la tienda, que parecía más un mini centro comercial, recogió todo lo que podría llegar a servirle para su plan sin olvidarse, claro está, del desayuno.
Una vez pagado todo, gentileza de Robert Smith, emprendió el camino de regreso al hotel.
Le recorrió un calorcito agradable al ver la enorme sonrisa que Sam mostró cuando apenas entró y le mostró lo que traía.
Pero no se lo iba a poner fácil, así que solo extendió el brazo donde traía el desayuno y le apuró a que se lo tomara y le comentara si había podido encontrar algo más sobre el caso.
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La primera golosina que le dio a Sam fue cuando estaban dispuestos a salir para empezar los interrogatorios, pero ni bien se la dio, salió pitando hacia el Impala.
La reacción de Sam había sido de total desconcierto porque iba pensando en el caso, cuando Dean, desde la puerta le arrojó algo al grito de ¡Sosténlo! mientras abría la puerta. Así que solo pudo coger eso que venía directo a su cara. Sus ojos se abrieron al tiempo que se quedaba sin aire, y cuando volvió a mirar hacia la puerta donde momentos antes estaba su hermano, solo quedaba un espacio vacío. En ese momento escuchó el sonido del vehículo y Dean apurándolo a subir.
No tuvo otra que dejarlo pasar, la música se escuchaba desde el otro estado.
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La segunda vez que lo hizo, fue cuando estaban recolectando pruebas en la casa de la última víctima. Con un procedimiento similar al de la primera vez le dijo que no perdiera por nada del mundo lo que iba darle, que era una prueba sustancial.
Al ver lo que tenía en la mano, sin querer hizo un gesto de exasperación por el continuo infantilismo de su hermano, pero este gesto pasó desapercibido para Dean. No entendía el juego que estaba llevando a cabo su hermano, pero se había prometido darle su tiempo, dejaría que terminara el día y cuando lo tuviera cercado trataría de sacarle alguna explicación sobre su conducta.
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Todo el día fue igual, en el momento menos esperado Dean se las arreglaba para hacerle llegar de alguna forma las golosinas que había traído de la tienda. Sam no sabía en que parte del auto las había guardado o si las tenía encima no quería imaginar si los guardaba en algún bolsillo o quién sabe donde, porque la ropa que llevaba puesta no disponía de muchos bolsillos.
Pero a pesar de eso, recuerda que llegó un momento en que adoraba esa situación, la de Dean esperando el momento menos oportuno para entregarle alguna golosina, y él recibiéndola de la manera más inverosímil, las mismas situaciones en las que Dean se aseguraba que Sam no pudiera besarlo para “cumplir” la tradición; porque o bien el Winchester mayor “huía” o luego de darle la golosina, inmediatamente le asignaba algo para hacer quitándole la ocasión para que Sam pudiera besarlo.
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Una vez más, el caso que tenían entre manos se resumía a quemar huesos. Sabían donde se encontraba enterrado el cuerpo y como ya casi era medianoche no había tiempo que perder. Así que ahí estaban de nuevo, en mitad de la noche los hermanos Winchester con palas, linternas, bolsas de sal, gasolina y el inseparable encendedor, Dean cavando y Sam fuera.
Todo transcurrió casi sin contratiempos, y si bien Sam tuvo que lidiar con un fantasma furioso que quería evitar la incineración de sus restos, lo mantuvo ocupado mientras apuraba a Dean con la quema.
Una vez quemado el cuerpo comenzó a recoger todo para guardarlo en el baúl, fue aquí donde Sam encontró una de las golosinas que Dean había comprado, dentro de uno de los tantos bolsillos donde guardaban las armas, le pareció raro que esta estuviera sobresaliendo, así que intentó hacerla entrar hasta el fondo pero algo no se lo permitía. La quitó para revisar que otra cosa había dentro cuando encontró uno de los tantos “aperitivos” que Dean había comprado; de reojo, miró por donde estaba su hermano para ver si le daba tiempo de continuar revisando, pero al verlo tan cerca lo único que atinó a hacer fue guardar lo encontrado, hacer como si nada y sorprenderlo antes de que cayeran rendidos.
Trató de actuar como si nada, esta vez sería él el que daría la sorpresa.
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Al acabar de bañarse, Dean abrió la puerta del baño, pero algo enorme le impedía la salida. Allí, como un armario empotrado se encontraba Sam, firme en su posición, evitando que fuera a ningún lado. Con una media sonrisa comenzó a decirle que estaba en deuda con él y que como él no quería ser moroso estaba allí para saldar cuentas. Deuda que Dean estaba gustoso de recibir.