Milagrosamente, por fin me salió algo más acorde a lo que suelo escribir, con eso de que este par que siempre se me pone todo fluff...
Fandom: Harry Potter.
Pairing: Lucius/Narcissa.
Tabla Tormenta.
Habían muchas cosas que podían hacer sentir culpable a Lucius. Miles, de hecho. Nimiedades, caprichos, cosas que iban en contra de sus principios y todo lo relacionado con Voldemort. Desde la pérdida de respeto que sufrió su nombre, pasando por la situación postguerra, hasta las dificultades que Draco tuvo, tiene y tendrá.
Pero, cuando ve a Narcissa junto a la ventana o en el jardín, sentada y con la taza de té frío olvidada entre sus manos, es cuando en verdad se siente culpable y se odia a sí mismo. Sabe en dónde está la mente de Narcissa cuando su mirada se pierde en la nada y su gesto queda vacío, sabe en qué recuerdos se sumerge cuando se pone esa máscara impasible.
Y se siente tan miserable.
Había sido durante ése año que Voldemort estableció su cuartel general en la Mansión. Lo que hizo el Lord en su casa, y con su familia, le hizo desear, hacia el final, que Potter triunfara. Se hacía a la idea de cómo sería su posición al pertenecer al bando perdedor, pero sabía que sería aún peor si Voldemort ganaba. Ya no le importaba terminar en Azkaban, le importaba que Draco y Narcissa estuvieran bien.
Todos sabían que el Lord tenía gustos algo extravagantes, por ponerles un nombre, en cuanto a sus preferencias sexuales. Si eras listo, no decías palabra alguna; si salía tu espíritu noble y tratabas de defender al elegido de la noche, probablemente ocuparías su lugar. O peor.
Lucius no había puesto especial atención en ello. No le importaba lo que el Lord hiciera o dejara de hacer entre sus sábanas. Sin embargo, aparentemente, los apetitos del Señor Oscuro se habían refinado y eran un poco más exquisitos.
Usaba a Bellatrix cuando se le antojaba, era una Black y era Bellatrix, no hacían falta más palabras para explicar su preferencia. Cuando Bellatrix salió de Azkaban, tampoco hizo falta explicar por qué Voldemort no la volvió a llamar a su cama.
No había sido sólo Bellatrix, había tenido el gusto de conocer a gente más joven y vigorosa, como Rabastan o Regulus.
Ahora que las cosas habían vuelto a ser casi como antes, ciertas necesidades habían vuelto y un cuerpo tierno, joven y virgen era lo que le apetecía. Y que mejor si el cuerpo era del heredero de la mansión que habitaba.
Lucius se negó tajantemente y logró mantenerlo a raya un tiempo, gracias a uno que otro muggle rubio y joven que encontraba. El hecho de que ni siquiera volviera a ver el cuerpo del muggle en cuestión lo perturbaba, más porque sabía que no podría mantenerlo lejos de Draco por siempre.
Fue cuando Narcissa hizo un trato con el Lord sin que Lucius se enterara.
De pronto, Voldemort dejó de lanzar indirectas sobre las muchas utilidades que los adolescentes tienen y se concentró en alabar las cualidades de las mujeres maduras en la cama.
Eran noches lluviosas, justo como la de hoy, cuando Lucius se recargaba contra la puerta de la habitación del Lord y vigilaba que nadie lo molestara. Pasaba toda la noche en la misma posición, mirando hacia el frente y escuchando los golpes y los gritos ahogados de Narcissa. Sabía que ella no rogaría ni se quejaría, mucho menos gritaría de dolor, por eso cada gemido, por pequeño que fuera, lo estremecía.
Ella jamás habla de eso y siempre que él hace amago de una disculpa o toca el tema ligeramente, ella cambia el rumbo de la conversación.
Pero Lucius sabe lo que Narcissa piensa y lo único que puede hacer es abrazarla y pegarla contra sí cuando, en noches de tormenta, ella se aprieta contra su pecho y lo humedece.