Título: El caballero andante
Autora:
arkady_Universo: Battlestar Galactica
Personajes, parejas: Samuel T. Anders, Kara/Anders, Anders/Lee, Anders/otros, (Kara/Lee), Kara/otros
Rating: PG-13
Spoilers: 3ª temporada (Algae)
Palabras: 428
Resumen: La mayoría del tiempo Sam necesita algo más, alguien que le dé lo que no encuentra en casa.
Tabla:
Sentimientos 100% BSG. Casilla #10 Necesidad.
¿Crees que fuiste el primero? ¿Crees que no conozco a mi mujer?
A veces estar con Kara se hacía demasiado difícil, demasiado solitario. Y cuando ella no volvía de noche o entre partido y partido de pirámide o cuando se alejaba - corriendo, a ratos - del asentamiento, a veces buscaba un cuerpo con el que conectar; y a veces lo encontraba. Otras sólo era sexo, sexo malo, un polvo rápido, demasiado sudor y alguien que gritaba más de la cuenta, un tío del partido, una madre joven, un antiguo militar que no resultaba todo lo duro que uno pensaría.
Pero a veces, cuando tenía suerte, podía salir de la tienda, cruzar la plaza y chocar por el camino con una mujer pelirroja, con el deseo desbordando de sus labios y un cuerpo que le haría enloquecer poco después, montada sobre él en alguna tienda abandonada, cabalgándole y arrancándole el jugo de muy adentro; o podía sentir una mano desconocida acariciarle la cintura de la que pasaba detrás de él durante un discurso, una piel morena y unas curvas voluptuosas que le pedirían marcha durante toda la noche, unos ojos verdes - como los suyos - que desenterrarían sus más oscuros secretos durante unas horas; a veces, conocería a alguien como Lee, y se resarciría con él, estarían a punto de pelearse por cualquier tontería, pero entonces todo cobraría otro sentido y se encontrarían magreándose contra algunas cajas, el primer árbol que encontraran, contra el suelo... y el sudor, los músculos en tensión, el aliento caliente sobre su oreja no sería suficiente y acabarían follando como animales hasta que se corrieran, entonces Sam se abrocharía el cinturón y se iría de allí sin una palabra, con un brillo distinto en la piel, sin querer mirar atrás al hombre con el que acababa de tener la relación que quería con su mujer.
A veces, a Samuel T. Anders no le hacía falta nada más que Kara. Pero entonces recordaba que la mitad de los días ella desaparecía para no volver hasta media noche - si volvía. Recordaba los rumores, las miradas, cómo más hombres de los que quisiera parecían ver debajo de la ropa de su mujer cuando paseaban cogidos de la mano por Nueva Caprica. Y cuando recuperaba la memoria - perdida durante unos segundos, perdida en la piel, los labios y el pelo luminoso de Kara - salía a buscar a alguien, cualquiera, un hombre o una mujer con los que conectar, durante un minuto, nada más, pero alguien que le hiciera sentir que no era sólo el jugador de pirámide deseado por todos.