[BDT: Admiral Cain] #086 - Elecciones (1/2)

Oct 26, 2008 22:26

Título: Volver a casa
Autor: arkady_
Universo: Battlestar Galactica
Parejas: Cain/Gina, Cain/Roslin
Spoilers: 2x12, Razor
Rating: PG-13
Palabras: 11.504
Nota 1: Cuando yo escribo Cain/Gina, como ya de por sí suele ser AU, no suelo pensar que Gina haya sido violada en ese universo (aunque tampoco suelo pensar en los detalles de lo que se le hizo y lo que no se le hizo). Lo digo porque repasando el fic me encontré con un diálogo que quizás resulte inapropiado para quien piense en el canon estricto.
Nota 2: Hay una referencia al fic Dosis, de forma que se podría pensar que ambos pertenecen al mismo universo (que este pasa después de aquel), aunque no tienen nada que ver, yo sólo me imaginaba una escena similar a la de Dosis al hacer el comentario.
Resumen: Cain y Roslin empiezan a salir. Todo va bien entre ellas pero entonces Cain se ve obligada a liberar a Gina y descubre que aún no había superado del todo lo suyo.
Tabla (BDT): Quiero más Cain.

Siempre se habían comunicado mejor en silencio.

Era la primera vez que la iba a ver desde que la encerraran allí, hacía ya muchos meses. No había querido visitarla oficialmente, aunque alguna vez la había mirado desde la sala de vigilancia, pero no quería mirarla a los ojos otra vez, como estaba haciendo ahora, ni tener que contener con los dientes apretados los escalofríos que a veces le recorrían la espalda al pensar en ella. Hacía meses que no la veía y ahora estaba allí, la tenía delante de ella, a un cristal de distancia, con sus ojos casi serenos, fijos en ella, y ya no era capaz de apreciar en ellos la pizca de odio, rabia, el fulgor que había visto aquella última noche, justo antes de encerrarla; ni dolor, lo había logrado mitigar, tapar con esa capa superficial que siempre le había costado arañar, aún sin saberlo; ni reproches, miedo o ninguna otra sensación de las que habría podido esperar. Sólo su mirada fija, casi suave, posada en ella.

La puerta se abrió y un perfume femenino llegó hasta ella, oyó unos pasos acercarse taconeando ligeros y sintió una mano rodearle la cintura con dulzura y unas palabras susurradas a su oído. Inclinó ligeramente la cabeza hacia la nueva presencia femenina sin apartar la vista del otro lado del cristal, donde los ojos verdes de su antigua amante parecían brillar por primera vez desde que la viera llegar.

Le dio unas instrucciones al marine y se volvió hacia la puerta, moviendo la mandíbula al volver a mirar hacia donde estaba sentada, en la misma posición que al llegar. Laura salió delante de ella de la estancia, a una distancia prudente, y una vez fuera se encaminaron sin una palabra al camarote de la almirante.

“¿Estás segura?”, fue todo lo que la presidenta respondió. Cain la miró con una seriedad que nunca había tenido con ella, ni siquiera para los asuntos coloniales. Claro que no estaba segura, cuando se lo oyó decir al Dr. Baltar le dieron ganas de estamparlo contra una pared pero en el fondo sabía que tenía razón. La cylon de Galáctica se había mostrado muy cooperativa e incluso estaba ejerciendo ahora funciones de oficial, por mucho que ella se hubiera negado a seguir con aquello.

Recordó cómo Laura se había acercado ella y le había hablado de su experiencia con Sharon, el disparo a Adama, su aversión por los cylon y cómo, aún así, la había convencido de darle una oportunidad. Su mano se había posado en aquel entonces en su hombro, igual que ahora la volvía a sentir allí, aunque esta vez sus ojos verdes almibarados la miraban de frente, a unos centímetros de su rostro, le acarició el uniforme a la altura del pecho y no pudo evitar sonreír.

“Quizás sea lo mejor”, fue todo lo que pudo decir. Su vista se había vuelto a perder más allá de Laura, en el fondo de la habitación. Ella sonrió presidencialmente y se alejó para sentarse en el sofá, observándola desde allí. Cain dio un par de vueltas por la habitación haciendo como si arreglara unos papeles hasta pararse en medio, soltando una maldición, y dejar caer unos libros sobre la mesa, comunicándole sin mucho entusiasmo a su compañera la decisión de irse a la cama.

Ésta se levantó y se acercó a ella sin apenas cruzar dos palabras, procurando apaciguarla con gestos y sonrisas. Ella se dejó hacer, demasiado cansada para resistirse, y se acabaron acostando entre caricias y besos, pero esa noche no hubo sexo.

Al día siguiente al levantarse la sintió acurrucarse al dejarla sola en la cama, con un ronroneo en los labios que la hizo sonreír. Pero no podía quedarse allí más tiempo, ni la quería despertar, así que se vistió con rapidez y salió de allí sin dejarle ninguna nota - no hacía falta.

Otra reunión con Baltar, una con el comandante Adama, reunión privada con su segundo y una algo mayor con los principales oficiales de Pegasus. Unas horas después, había decidido concederle cierta libertad a la máquina que había tenido encarcelada durante los últimos meses. Aún con una sensación rara en la boca del estómago, ordenó los preparativos para su nuevo destino, sin dejar que eso la distrajera para seguir su agenda diaria como si nada extraordinario estuviera pasando. Y durante los siguientes días ni siquiera la vio ni supo nada de ella más que por los informes diarios que le llevaban los vigilantes.

Laura seguía durmiendo en su cama día sí, día no, pero durante la última semana la había distanciado de sí hasta que apenas se atrevía a preguntarle lo que sentía. Las cosas eran difíciles con una mujer como Helena pero no podía evitar preguntarse si esto sería de verdad temporal; nunca le había hablado abiertamente de su relación con la que llamaban Gina pero no estaba ciega.

Desde que saliera de la celda, Cain se había ocupado de saber en todo momento por dónde andaría Gina para así poder evitar cruzarse con ella. No sabía lo que pasaría, seguramente nada, pero no le apetecía encontrársela por ahí y tener que actuar como la almirante, tener que mirarla como a cualquier otro desconocido y saludar o hablar con los marines que la acompañarían, ignorándola.

Pero ese día no le había dado tiempo a leer detenidamente los informes que le habían dejado la noche anterior en el despacho y al salir del centro de mando con la intención de tomar un pequeño descanso en su camarote iba ensimismada en los problemas que estaban teniendo con el sistema de navegación cuando unos pies magullados aparecieron en el pasillo delante de ella. El corazón se le sobresaltó y subió la vista, temerosa, consciente de que los hombres la estaban saludando pero obviándoles, hasta ver los ojos de Gina pendientes de ella, sus labios entreabiertos y silenciosos y sus mechones limpios cayendo sobre su rostro. Hacía tiempo que no la veía así. Indicó a sus hombres que siguieran su camino, apartando la vista de ella, y se volvió hacia el frente sintiendo la mirada de la prisionera fija en ella hasta que la distancia la obligó a volverse.

Abrió la puerta del camarote absorta y se encontró con Laura sentada en su mesa, ocupada con varios papeles, con una pluma en una mano y la otra apoyada en su sien, por encima de la montura de las gafas. Al oír el sonido de la puerta alzó la vista y le sonrió sin mucho entusiasmo, dedicándole unas palabras de preocupación. Ni siquiera se levantó a darle un beso, como habría hecho en otro tiempo, pero Cain se alegró de que no lo hiciera. Llevaba un tiempo en que no estaba de humor para esas cosas.

- Escucha... Sé que te dije que podrías quedarte aquí siempre que quisieras y si necesitas el despacho lo puedes utilizar mientras estoy fuera pero creo que sería buena idea que te fueras unos días al Colonial One. Las cosas por aquí están muy liadas y...

Laura no la dejó continuar. Dejó escapar una suave carcajada contenida por la nariz al oír sus palabras y la cortó con un:

- Está bien. No te preocupes, en cuanto acabe lo que estoy haciendo recogeré mis cosas y me iré, si no te importa que me quede unos minutos más. - No era una pregunta. - De todas formas tenía que volver al Colonial a consultar unos libros y discutir unos asuntos con mis asistentes - dijo esto último sin alzar la vista de la mesa, donde había vuelto a concentrarse en los papeles que tenía frente a ella.

Cain la sopesó durante un momento, todavía cerca de la puerta, y cuando decidió que las cosas estaban bien así se dirigió al camastro que yacía a oscuras, en la habitación contigua, para echarse a dormir media hora. No mucho después la despertó el sonido de la compuerta cerrándose pero volvió a cerrar los ojos y dormirse unos minutos más.

La siguiente vez que se vieron habían quedado para una reunión oficial. Cain había convocado también a Adama pero todavía no había llegado la hora citada cuando Laura apareció por allí.

Al principio, se comportó de una forma estrictamente profesional pero después de un rato dejó el maletín que se había traído a un lado y se acercó a ella, preguntándole si todo estaba bien.

- Todo está bien.

Pero lo decía desde la distancia. Todo iba bien, sí, sólo que había algo que no se había podido quitar de encima desde que sacaran a la cylon de la celda. Le hizo una caricia en el brazo, dejando la mano apoyada en él un segundo más de la cuenta, y Cain la miró impertérrita. Entonces oyeron la puerta y entró Adama.

Cuando acabó la reunión, Laura se demoró recogiendo, como de costumbre, y una vez el comandante se había ido se despidió de Helena con un beso, remoloneando un poco antes de marcharse, esperando que ella hiciera algo o dijera algo pero nada de eso llegó y la voz de la Presidenta se oyó a través de la sala cuando ya estaba en la puerta, con una despedida que rehusaba sonar demasiado a despedida.

Cerró la puerta y Cain se quedó allí sola de nuevo, con un millón de cosas en la cabeza y sin volver a pensar en Laura, prefería evitar el tema de momento. Al otro lado de la puerta, ésta se iba algo decaída, sin saber muy bien lo que significaba todo aquello, lo que sería de ellas... Y lo que pasaría ahora que habían sacado a Gina de la celda. Gina. Por primera vez pensó en ella por su nombre.

Entró en el CIC y la vio ya allí, madrugadora como siempre, trabajando en una de las computadoras secundarias con dos técnicos y dos marines vigilando cada uno de sus movimientos. Pareció no darse cuenta de que había entrado en la sala hasta que los hombres la saludaron y alzó brevemente la vista. Sus miradas se cruzaron un segundo pero la cylon en seguida volvió a mirar lo que estaba haciendo.

Cain le preguntó qué tal les iba con la prisionera al oficial encargado del turno, y la respuesta de éste - que no anunciaba ningún problema hasta el momento - no pareció satisfacerle del todo. Durante un par de minutos no le quitó los ojos de encima, pudiendo comprobar por sí misma que parecía tan aplicada en su nueva tarea que se olvidaba de lo demás, sólo preocupada por hacerlo bien - esta vez. Pero Cain ya había aprendido la lección, no se dejaría engañar con facilidad. Podía oír los engranajes dentro de ella planear su próximo movimiento. No se dejaría engañar. No esta vez.

Su segundo se le acercó con unos arreglos de última hora que tenía que aprobar y se pasó el resto de la mañana de un lado para otro, comprobando papeles y supervisando misiones, acercándose hasta el hangar o el almacén, pero volviendo siempre al centro de mando. Y cada vez que lo hacía la volvía a encontrar a ella en la misma posición - o una muy parecida -, en la misma pantalla o en otra cercana, rodeada por su séquito de técnicos y marines. En un momento de debilidad se llegó a preguntar si no se habría pasado con tanta seguridad, recordando a la chica dulce que había conocido sólo ella, pero en seguida se sacudió la idea de la cabeza y volvió a verla como la máquina despiadada y asesina que sin duda era.

Esa mañana Gina apenas dio señales de querer establecer contacto visual con ella, sólo un par de veces la miró de reojo cuando pensaba que no la verían.

- ¿Qué tal van las cosas con la prisionera cylon? - No quiso decir su nombre, sabía que a ella no le gustaría y tampoco es que estuviese deseando tratarla como a una persona o hablar de ella como si fuera alguien cercano.

Helena, echada a su lado, se levantó de un salto y se puso una camiseta para ir al baño a refrescarse. La estaba viendo venir, lo había visto desde hacía varios días y no le apetecía tener esa conversación. Contestó con evasivas y tardó algo más de lo normal en volver a su lado. Desde la puerta del servicio podía distinguir su silueta dibujándose desnuda en la oscuridad. Se acercó a ella y la besó con una mano apoyada en el colchón. Laura no se resistió ni intentó seguir con la conversación. Dejó que cayera sobre ella y la besó conteniendo la respiración, con la palma de la mano sujetando su mejilla, sintiendo el calor debajo de ella, deseando que eso valiera para mantenerla cerca.

Rodaron por la cama y Laura le hizo el amor como si fuera la última vez, temiendo que así pudiera ser pero sin querer aceptarlo. Helena sólo quería olvidarse de todo por unos minutos, no ver más allá de su piel ni oír otra cosa que sus gemidos, perderse en su olor. Al acabar se quedaron reposando con la cabeza de una apoyada en el pecho de la otra, sólo que ninguna hizo comentarios como solían hacer, ambas estaban ocupadas en sus pensamientos.

Se abrió la puerta y la vio esperando de pie al otro lado, delante de los marines que la acompañaban armados, uno de los cuales le sujetaba las manos detrás de la espalda. El otro le tendió un informe que había estado esperando; parecía que Gina sería la que se lo iba a presentar. No le sorprendía por la falta de personal que tenían esos días, aunque había esperado que no la mandaran a ella.

La hizo pasar junto con uno de los marines para que la vigilara durante la conversación. Estudió los papeles unos minutos antes de hablar y fue entonces cuando se dio cuenta de que no la oía hablar desde aquella noche en que... Un escalofrío le recorrió la espalda, sintió frío y tuvo que contenerse para no removerse en el sitio de la que escuchaba lo que le decía. Parecía que estaban haciendo un buen trabajo con el software que previamente ella misma había dañado.

- Está bien. Puede retirarse, soldado - le dijo al marine sin dirigirse a ella una vez acabaron de discutir el asunto.

- ¡Espere!

El grito de Gina los pilló a todos por sorpresa, tanto que el marine ya la estaba apuntando con el arma cuando Cain se la hizo bajar.

- Déjela hablar. Quiero saber lo que tiene que decir esta sucia máquina mentirosa - dijo remarcando las últimas palabras.

Gina tragó saliva y la miró fijamente, intentado alcanzarla, recordar lo que utilizaba antes cuando quería que la escuchara... Pero eso ya no valdría, Helena estaba ahora protegida contra todo eso.

- Sólo quería que supiera, almirante, que lo estoy haciendo lo mejor posible y que si me pusieran más trabajo también lo haría. Cuando... - Su vista se había perdido en el suelo, dispuesta a relatar lo que sentía respecto a lo que había pasado antes de su encarcelamiento.

Pero Cain la paró con un gesto y unas palabras.

- Está bien. Puede retirarse. Hará lo que se le ordene y nada más. Y como intente tocar a uno solo de mis hombres, no dude ni un momento en que será la próxima. Y esta vez no habrá naves resurrección que la salven.

Cain se dio cuenta demasiado tarde de que la había vuelto a tratar como a una mujer. Gina le había sonreído. Era una sonrisa tímida, triste, nada parecido a lo que recordaba de antes del abordaje, pero era una sonrisa suya y pudo apreciar con exactitud la reacción que provocaba en ella el trato que le había dado.

Salieron los dos por donde habían entrado dejando el informe en manos de Cain para estudiarlo más detenidamente. La puerta se cerró a sus espaldas con un sonido metálico que hacía eco en el vacío de la habitación.

Sentía sus labios bajar por su piel y su pelo rubio haciéndole cosquillas, cayendo en suaves ondas a su alrededor. Le dijo algo antes de subir hasta sus pechos pero no lo pudo entender. En vez de preguntarle, la sujetó por la cintura y dio la vuelta sobre ella, quedando encima, rozando su piel con su cuerpo, sonriendo feliz antes de lanzarse a saborearla, a acariciarla... No sentía el vacío, no recordaba lo que era el vacío. Enterró la cabeza en su cuello y cuando ella se arqueó y dejó escapar un gemido, alzó levemente la cabeza para dejarla caer otra vez sobre su cuerpo, abrazándola con una sonrisa en los labios. Entonces ella le volvió a decir algo que no entendió y empezó a bajar hacia su sexo... Sólo que en ese momento se despertó.

Estaba sola, en su camarote, y tardó un segundo en recordar que Gina no vendría. Hacía semanas que no soñaba con ella; casi desde que habían encontrado a Galáctica y su flota, se había perdido un poco en sus nuevos deberes, dejando de lado el odio, mitigando el rencor. La política que había llevado la otra parte de la Humanidad le había hecho replantearse algunas de sus decisiones e incluso preguntarse si todavía ahora estaba haciendo bien las cosas.

Y Laura. La llegada de Laura había sido un bálsamo para sus cicatrices. La había cogido por sorpresa pero pronto se había acostumbrado a sus caricias, su voz dulce que podía ser a la vez lo más duro que oyera en todo el día, sus faldas y sus tacones tirados por la habitación, sus reuniones clandestinas cinco minutos después de las oficiales. Incluso sus ojos verdes. La primera vez que se fijó en ellos un escalofrío le había recorrido la espalda pero se obligó a no ver allí más que a la mujer que tenía delante y ahora sólo veía dulzura, amor... A Laura. Se durmió con una sonrisa pensando en ella.

Había oído que casi siempre estaba acompañada por su marido pero esta vez estaba ella sola en la sala de estrategia, manejando las maquetas y explicando los detalles de la misión que había diseñado junto a Starbuck. Su CAG no había podido ir así que había decidido acercarse hasta Galáctica con uno de sus oficiales. Adama también estaba en la habitación, junto con otro de los estrategas de la nave, pero Helena no podía apartar la vista de la teniente que tenía los ojos fijos en la mesa iluminada del centro de la habitación. La veía trazar trayectorias sin vacilar, con voz segura, en su uniforme azul de la flota colonial. Allí de pie, sin cadenas ni marines custodiándola, libre de movimientos y habiéndose ganado la confianza de casi todos los presentes en la habitación, le resultaba una visión ilusoria. Veía los circuitos y placas metálicas en su interior, bajo la superficie suave, y se preguntaba el mundo en que se había convertido este. Y no podía evitar pensar en Gina. Ahora debía estar en las computadoras periféricas, con un marine armado a cada lado y un técnico supervisando lo que hacía a cada segundo. Se preguntó si algún día podría llegar a confiar en ella hasta ese punto, si debería hacerlo. Sacudió ligeramente la cabeza y atendió al plan.

Al despedirse en el hangar de los oficiales que les habían escoltado hasta allí, la observó rígida, en la posición exacta de saludo, con la vista al frente traspasándola y los músculos tensos esperando su saludo. Respondió con una mezcla de desgana y respeto y se dirigió al raptor sin volver la vista atrás.

Laura se despertó al sentirla moverse a su lado. Tenía una mano apoyada en el vientre de Helena y lo sentía moverse arriba y abajo. Le hizo una pregunta antes de darse cuenta de que ella seguía dormida y entonces se acabó de despertar y la miró con atención: Parecía... ¿Estaba gimiendo? No quería oír la respuesta, sabía muy bien cómo se movía Helena cuando estaba excitada y si estaba teniendo un sueño erótico dudaba que fuera con ella - a ella la tenía allí. Dejó resbalar la mano que aún la tocaba por el lateral de su cuerpo, alejándose un poco sin saber muy bien qué hacer. Debería de haberla excitado el verla así pero sospechaba las razones, llevaba días sospechándolo, y no quería verlo.

Algo cayó haciendo ruido al otro lado de la habitación y Cain abrió los ojos de repente, desubicada. Miró a la oscuridad que tenía sobre ella y entonces se percató de la presencia de alguien a su lado. Era Roslin. ¿Qué hacía...? Tardó un poco en recordar que el sueño no había sido real pero a Laura le dio tiempo más que de sobra para darse cuenta de cómo la había mirado, que ni siquiera se acordaba de ella... Se dio la vuelta hacia el otro lado de la cama sin decir nada y se hizo la dormida. Detrás de ella sintió a Helena dejarse caer de nuevo sobre la almohada.

Cain se movía nerviosa por la habitación. Ya habían cambiado a la iluminación nocturna y antes de darse cuenta estaba volviendo a vestirse y dirigiéndose con paso seguro a las celdas de máxima seguridad.

Para darle cierta sensación de privacidad había mandado que el marine que solía estar apostado al otro lado del cristal se quedara fuera de la habitación, aunque la cámara que retransmitía en la sala de vídeo seguía conectada 24 horas al día. Al sentirla entrar la cylon rubia se incorporó en la cama y se volvió hacia ella.

Estaba harta de esa situación, de tantas miradas y tanto silencio y tanta tensión entre ellas cuando no debería haber más que la clásica relación comandante-prisionero. Así que se acercó al extremo del cristal y cogió el teléfono que colgaba de allí, sin cortar la mirada dura que mantenía fija en ella. Gina la miró sorprendida y se acercó lentamente hasta el auricular. Lo descolgó esperando oír una voz fría y distante, una sentencia quizás. Pero en lugar de eso escuchó la voz cálida y familiar que le decía:

- Esa luz no te favorece nada.

Cain había querido preguntarle qué se proponía esta vez pero no pudo evitar fijarse en el toque etéreo que le daba la luz del fluorescente al perfil de su cuello.

La rubia bajó la guardia y se relajó por primera vez en muchos meses. ¿Volvía a verla como una mujer? ¿La podría perdonar?

- Ya sabes que siempre me he visto mejor a oscuras - intentó bromear, con media sonrisa tímida sin saber lo que esperar del otro lado del cristal.

Cain sonrió agriamente y le preguntó por sus intenciones. Pero Gina negó con la cabeza antes de responder:

- Sólo estás dispuesta a oír tu verdad. Y yo no te voy a decir eso.

La almirante se levantó furiosa, colgando el auricular de golpe, dispuesta a salir del cuarto, pero tras un par de zancadas oyó su nombre a sus espaldas. Parpadeó un segundo y se volvió para ver a la prisionera de pie, con una mano apoyada en el cristal y la otra sujetando todavía el auricular a un lado de su cuerpo. Se odió por ello pero volvió a su altura y se paró frente a ella esperando lo que tenía que decir. La cylon movió la mano que sujetaba el teléfono suplicándole con la expresión que lo cogiera y ella estiró el brazo rígidamente y se lo acercó a la oreja, sin hacer un gesto de más.

- Están haciendo una formación - dijo el CAG colocando las naves en miniatura sobre la mesa. - Esta configuración es muy segura tal y como está ahora pero si conseguimos que la rompan... - Cogió uno de los escuadrones de vipers del estante. - Podemos amagar un ataque por aquí y hacer que esta estrella base nos siga y luego entrar por aquí...

- ¡No! - Se oyó a sus espaldas.

Todos se giraron y vieron a la prisionera cylon tensa, con dos armas de fuego apuntándola a la cabeza. Cain les hizo un gesto a los marines para que bajaran las armas.

- Habla.

- Eso es precisamente lo que están esperando, que disperséis las defensas. Después se alejarían obligándoos a seguirlos y cuando la flota estuviera casi indefensa saltaría otra u otras dos estrellas base a la posición. Lo hemos hecho antes.

La almirante la miró fijamente.

- Pero, entonces... Esto debe de ser buena parte de su flota - comentó el oficial.

Gina asintió.

- Calculo que un tercio de las naves que les quedan deben de estar implicadas en la misión.

- Pero no tienes forma de saber cuántas naves tienen exactamente y dónde - interrogó la almirante, incrédula.

- No. Desde el momento en que me hicieron prisionera los demás cortaron las comunicaciones conmigo. Pero puedo deciros que eso es una trampa - dijo señalando la mesa. - Si puedo... - se intentó acercar a la mesa pero paró al ver que los marines la volvían a apuntar, hasta que Cain le dio permiso para enseñarles su plan.

Era arriesgado, aún cuando fuera cierto lo que ella decía. Pero decidió darle una oportunidad, dejándose una salida para el caso de que les estuviera intentando engañar otra vez.

A una orden de la almirante, los marines salieron del camarote, dejando a la mujer rubia allí. Uno de ellos la miró receloso antes de cerrar la puerta tras de sí. Ni siquiera Cain estaba segura de seguir pensando que fuera una buena idea pero ya no podía cambiar de idea, y tampoco quería.

En otro tiempo ella habría sido la primera en hablar, se le habría acercado y la habría besado aún con las manos esposadas a la espalda, le habría dicho todo lo que ardía por decirle. Pero las cosas ya no eran como antes y ahora todo lo que quería era recuperar su confianza. Así que se quedó allí, quieta, mirándola con serenidad, dispuesta a obedecer cualquier orden que le diera. Cain la observó durante un momento y a una parte de ella le costó reconocer a la mujer que tenía delante. Pensaba que lo que había conocido había sido un disfraz, que este seguramente sería otro y que quizás debajo de todas esas capas sólo hubiera una cáscara metálica llena de circuitos y placas.

No habían estado solas en la misma habitación (sin cámaras, sin cristales) desde la noche anterior al abordaje cylon. Recordaba con dolor cómo se había portado ella esa noche, consciente de lo que pasaría el día siguiente, y casi podía soñar que lo había sentido, que había sido su forma de despedirse. El sexo ya no volvió a ser lo mismo para ella desde entonces. Ni siquiera con Laura. Pero eso ahora ya no importaba. Apartó todos esos pensamientos de su cabeza y se centró en lo que haría ahora.

Caminó hasta la mesa del despacho y cogió un dispositivo del tamaño de un llavero que había sobre ella. Se volvió, enseñándoselo, y empezó a recordar el día en que se lo había regalado.

- Me dijiste que era uno de los últimos avances en memorias portátiles. Y no mentías. Sólo que se te olvidó mencionar que también tenía instalado un dispositivo de transmisión inalámbrica de datos. - Hizo una pausa esperando una respuesta pero ésta no llegó. - Y ahora nos ayudas a ganar una batalla contra los cylon y, ¿qué? ¿Esperas que te perdonemos? Lo único que eso demuestra es que estás dispuesta a traicionar a cualquiera con tal de salvar el pellejo - acabó Cain, con los ánimos algo más calentados que al principio.

- No necesariamente.

La almirante se irritó visiblemente ante la forma de hablar de la cylon, pero la dejó continuar.

- No has tenido en cuenta la razón por la que se hacen la mayoría de las cosas, Helena. El amor.

- No me llames así. - Dijo irritada nada más oír su nombre. - ¿El amor? ¿Tú te atreves a hablar de amor? - Arrugó una hoja de papel que tenía en la mano, conteniéndose para no tirarla a cualquier esquina ni descargar su ira de otra forma. - ¿Qué sabes tú del amor? - dijo en voz baja, con un deje cansado.

- Yo te quería, Hel... Y todavía lo hago. Pero eso no me impidió llevar a cabo mi misión. Y no me arrepiento de ello, no me arrepiento de haber cumplido con mi deber, sólo del daño que te hice, que le hice a la gente de esta nave, y quizás por un ideal que estaba equivocado.

La almirante la miró fijamente durante lo que parecieron minutos.

- No te conozco. Sólo eres un prisionero cylon que ni siquiera debería estar aquí. Debería haberte matado hace mucho tiempo, - “sólo que mi parte masoquista quería tenerte aquí y verte sufrir” evitó continuar.

- Déjame... - “ayudarte” había querido decir, pero se paró a la mitad porque sabía lo que ella pensaría de su ofrecimiento. Tenía razones para no confiar en ella y esa no era la forma de acercarse de nuevo a Helena.

- ¿Qué? - Dijo Cain desdeñosa.

- Ponme a prueba - dijo Gina con los ojos fijos en ella, seria, convencida.

- Ya he tenido demasiadas pruebas.

Llamó a los marines y ordenó que la llevaran de vuelta a la celda.

Esa noche Laura se quedó a dormir. No se lo había pedido pero cuando dejó reposar la cabeza en su vientre se sintió en casa. Le había contado brevemente lo que había pasado con la prisionera - “Gina” la había llamado, por primera vez - pero cuando empezó a recordar su conversación con ella se paró bruscamente y Laura sintió su cuerpo tensarse. No habría podido decir si lo que había en su voz eran lágrimas contenidas, rabia, nostalgia, miedo o una mezcla de todo ello, pero lo que tenía claro era que su Helena lo estaba pasando mal. Le acarició la cabeza, respirando profundamente a unos centímetros de ella, y la dejó dormirse así, sin más palabras de las necesarias.

A la mañana siguiente, al abrir los ojos, vio que Cain seguía apoyada en ella. Y estaba despierta - lo podía decir por su respiración - aunque mirando a otro lado. En cuanto la sintió despertarse anunció que aún quedaban unos minutos para que sonara el despertador.

- ¿No te gustaría desayunar conmigo? - Preguntó Laura. La idea de que se separara de ella no le gustaba pero aún le gustaba menos que cuando por fin lo hiciera fuera para irse corriendo, sin apenas un beso de despedida ni más que unas palabras rápidas.

- ¿Qué cree que diría la prensa de eso, Señora Presidenta? - Cain quería sonar burlona pero no fue capaz de desprenderse de los restos de la noche anterior de su voz.

- A estas alturas ya se habrán aburrido del tema - sonrió Roslin, sin moverse ni un ápice de su posición.

Un beso rápido, volvió a sentir sus labios húmedos acariciar los suyos con urgencia, suavemente, sin lengua, sin furia, sin manos, aunque sintió que apoyaba los nudillos en su pecho levemente. Entonces se alejó, igual que se había acercado. Bajó las manos esposadas a la altura de la cintura y se deshizo en disculpas por su comportamiento, diciendo que sólo había querido volver a recordarla pero que no debía haberlo hecho.

Cain se dio la vuelta, confundida, intentando mantenerse entera ante ella.

- No tenías derecho a hacer eso - sus palabras sonaron oscuras, guturales.

La cylon entendió su deseo de quedarse a solas y picó a la puerta para que le abrieran los marines. Volvió la vista atrás antes de salir de allí y se fue por el pasillo hasta su cuarto.

- ¿Cómo van los avances con su prisionera cylon, almirante? - Adama la miraba preocupado, la prensa amarilla no había tardado en airear los trapos sucios de la Pegasus, incluidos los líos amorosos de la almirante.

- De momento parece que responde a las mejoras en calidad de vida introducidas por el Doctor Baltar. Veremos si sigue así...

- ¿Ha pensado en darle más libertad? - Preguntó la presidenta, cautelosa. Era el único momento en que se le permitía preguntar por la cylon pero no quería forzar mucho la situación.

Cain la miró, pensativa, antes de contestar.

- No creo que eso sea una buena idea, al menos a estas alturas. Comandante Adama, me gustaría que me hiciera llegar todos los informes referentes a la teniente Agathon que tenga, en cuanto le sea posible.

Adama asintió. Se despidieron respetuosamente y Cain salió disparada por la puerta, dejando al comandante despedirse de la presidenta con más calma antes de salir por el otro extremo de la habitación hacia su transporte.

Poco antes de entrar en el hangar, la almirante oyó su nombre y sintió una mano tocándole el brazo. Se giró a tiempo para ver el rostro de Roslin mientras le preguntaba qué tal estaba. Se desembarazó suavemente de la mano y contestó en tono frío, diciendo que debía volver a su nave. Pudo ver cómo una imperceptible sonrisa volteada surgía en los labios de la presidenta pero no le hizo caso, sólo se volvió y siguió su camino con apenas una palabra de despedida.

***

La segunda parte se puede encontrar por aquí.

longitud: más de 10.000, bsg: cain/gina, bdt: cain, bsg: cain/roslin

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