Hoy, fic

Mar 14, 2007 03:09



Otros hombres

Tema 20: Algo de color (a bit of colour)

Demasiado viejo... demasiado pobre... demasiado peligroso...

Tampoco es que haya dicho nada nuevo. Se sabe el discurso de memoria. Busca a alguien joven y completo... Yo no soy lo que tú necesitas... ¿Y qué sabe él sobre lo que ella necesita? ¿Qué sabe nadie sobre lo que ella necesita?

No ha vuelto a verlo desde su explosión en la enfermería. No era el momento, dijo él. Y tal vez no lo es. Mañana entierran a Dumbledore, y nadie sabe qué pasará entonces con esta maldita guerra.

Son más de las 2 de la mañana, y Hogsmeade sigue despierto. Brujos y brujas del mundo entero pasean por las calles, el desfase horario y la preocupación ahuyentando el sueño. Visitantes tardíos cargan maletines de puerta en puerta, buscando habitación. No sólo los albergues están repletos, el pueblo entero ha acondicionado habitaciones de huéspedes y aún así no se da abasto. A ella misma le ha tocado compartir habitación con dos brasileras que no ha visto en su vida.

Podría Aparecerse en Londres, dormir en su propia cama y Aparecerse de nuevo mañana temprano, por supuesto. Probablemente la mitad de los visitantes podría hacer lo propio. Pero hay algo en la noche escocesa, en el lamento del fénix que aún se siente en el aire (si bien ya no se escucha)... Hay algo en esta pérdida compartida, un lazo afectivo, un sentimiento de confraternidad que fortalece el alma y envuelve el pueblo en un aura mágica fascinante. Si la ocasión fuera otra, se hubiera pensado que el pueblo celebraba la fiesta más grande de su historia.

Sospecha que no es la única que se apoya en esa fuerza, en esa magia, para llorar una pena distinta a la muerte de Dumbledore.

No le avergüenza pensar en Remus en un momento así. ¿Por qué tendría que haber un momento adecuado? Ella siente todo el tiempo, no sólo cuando a los demás les es 'conveniente'.

Siente la rabia acercarse. Conoce el ciclo a la perfección. La rabia, la negación, la esperanza, la explosión, el dolor, la rabia. Una y otra y otra vez.

Por lo menos la rabia es mejor que el dolor. Aunque esta noche... esta noche tal vez sea mejor dejar ser al dolor, dejarse sostener por la fuerza ajena y llorar por uno mismo y por el mundo. La rabia puede esperar hasta después del funeral.

Respira profundo y abre la puerta de Las Tres Escobas. No le sorprende encontrar las mesas llenas. Lo que sí le sorprende es encontrar a los gemelos Weasley, vestidos de dragón de pies a cabeza, sentados con sus compañeras de habitación.

"¡Oi, Tonks! ¡Siéntate con nosotros!"

Se niega en un primer momento, pero pronto descubre que no tiene sentido. Cuando se da cuenta está sentada entre los dos, con un Fénix Doble en las manos, riendo en voz alta por primera vez en semanas. Tal vez 'no es el momento' de reír de esa manera. Pero a Fred y George no parece importarles, y eso es increíblemente reconfortante.

"Nos contaron que audicionaste para Brujas Enamoradas en la enfermería," dice Fred de pronto.

El vaso se queda a medio camino hacia su boca.

George ríe entre dientes. "Fred, hermano, eso no fue nada educado. Uno no debe burlarse de la falta de visión ajena."

Entonces ríen los dos.

¿De la falta de visión ajena?

"Creo que es un poco tarde," dice fastidiada, "será mejor que me vaya a dormir."

"No te pongas así," dice George, cogiéndola del brazo, "es una broma."

"Sí," afirma Fred, con cara inocente, "una broma."

"Lo entiendo," dice ella, el peso de la realidad volviendo a sus hombros. "De todos modos ya es tarde. Tengo que irme. Que se sigan divirtiendo."

"Te acompaño," dice entonces George, y Tonks sabe que no habrá manera de evitarlo.

Fred se queda en la mesa, enseñándole trucos a las brasileras, y George se tambalea hacia la puerta con ella.

"Estás ebrio."

"Y muy orgulloso de haber pagado por cada trago."

Caminan un poco en silencio. Perdida en sus pensamientos, Tonks ni siquiera se fija por donde va hasta que llegan al otro extremo del pueblo.

"Este no es el camino."

"¿Adónde?"

"A mi habitación."

"Mmm..." George lo considera un momento. "Probablemente no. Pero como no sé dónde es eso, no puedo estar seguro."

Tonks se queda en blanco. Lo ha estado siguiendo todo el camino y nunca le dijo adónde iban.

"George... ¿qué hacemos aquí?"

"Tenía ganas de caminar, y no parecía que a ti te importe." Se estira con pereza y se sienta en el pasto de un jardín cercano.

No le importa, la verdad. Se sienta junto a él y respira el aire cargado de magia.

"Así que les contaron mi escena en la enfermería."

"Pues sí. Personalmente, creo que si hubieses llorado hubieras tenido más opciones de conseguir el papel... Y necesitas un mejor representante. Llámame la próxima vez." Tonks ríe a su pesar. "Aunque hay que tener en cuenta que era un papel difícil... ¿Lupin, Tonks? ¿En qué estabas pensando?"

"¡Hey! ¿Qué hay de malo con Remus? Es el hombre más honesto, más valiente, más leal..."

"... más gay..."

Tonks se queda de piedra por un momento.

"¿P-perdón?"

"No te hagas la inocente, tú también te dabas cuenta."

"¡Claro que no! ¿Cuenta de qué?"

George la mira con un gesto que dice claramente "nadie es tan inocente, Tonks", y todas las ideas terribles que el Velo del Departamento de Misterios se había llevado, vuelven para perseguirla.

"Si no lo hubieras sospechado no reaccionarías así. Me gritarías 'imbécil' y eso sería todo."

Sirius y Remus. Por supuesto que lo había sospechado. Era un poco torpe para algunas cosas pero, por Merlín, era un Auror. Estaba entrenada para notar detalles. Por supuesto que lo había sospechado. Es sólo que... el Velo... los labios suaves de Remus... esa noche, antes de volver con los licántropos... Se dijo a sí misma que estaba equivocada tantas veces que se lo creyó.

La realidad le oprime el pecho, y le cuesta respirar.

"No te pongas así. Hay otros hombres en el mundo. Demasiados, de hecho. Tenemos que pelearnos por las chicas lindas."

A Tonks se le escapa una sonrisa triste.

"No sé si todavía califico como una de las chicas lindas." No se siente como una, eso seguro. Se siente cansada, desgastada, descolorida.

"No te vendría mal un poco de color," dice George, tocando su cabello. "Tu pelo rosa era espectacular. Pero todavía calificas," agrega con un guiño.

"Gracias," responde ella sin muchas ganas, y se estira cansada. "Es tarde. Deberíamos ir a dormir."

A George le cuesta un par de minutos andar derecho. Pero el aire fresco de la madrugada parece sentarle bien.

"Yo saldría contigo," dice de pronto.

¿Qué?

"¿Perdón?"

"Yo saldría contigo." Sus ojos no enfocan del todo, pero suena bastante sobrio.

"George... tú eres un niño."

"No lo soy. Tengo 19 y mi propio negocio."

"Está bien, está bien, no eres realmente un niño. Pero lo eres para mí. El año pasado estabas en el colegio, te escondías detrás de las puertas con orejas extensibles y tú madre te regañaba delante mío."

"Siempre supe que esa mujer me traería problemas..." sacude la cabeza. "¿Así que estás esperando un hombre serio y maduro, que pueda ofrecerte estabilidad y haga juego con tu nuevo cabello?"

"No..." Tonks se lleva una mano a la cabeza inconscientemente. "Está bien, tienes razón..." Demasiado pobre... Demasiado viejo... "lo de la edad es injusto."

"¿Eso significa que tengo oportunidad?" Los ojos caramelo la miran divertidos, con un brillo de aventura, de atrévete a romper las reglas conmigo, que despierta su propio espíritu rebelde.

Pero el peso de Remus sigue allí, anclándola al mundo.

"No lo creo," responde ella, mirando al piso. "No sé qué tendría que pasar para que vuelva a interesarme en alguien de esta manera."

"¿Y por qué tiene que ser de esa manera? ¿Que tal si fuera algo diferente? Algo que te encendiera el cabello en lugar de apagarlo."

Algo que te encendiera el cabello... Tonks suspira cansada.

"George..."

"Relájate, que no te estoy pidiendo matrimonio. Sólo digo que si un día quieres salir a divertirte y olvidarte de Lupin... la diversión no se me da mal." Sus ojos brillan con malicia, y a Tonks empieza a incomodarle la desfachatez. ¿Qué cree que está haciendo este niño y quién le hizo pensar que podía hacerlo?

"Lamento decírtelo, pero para despertar mi interés romántico hay que hacer bastante más que entretenerme."

"¿Qué hay que hacer?" pregunta. Y parece interesado.

Se ha detenido y la mira directamente, con ojos que parecen más oscuros de pronto, más intensos. Pero la sonrisa lo delata. Es un niño jugando a ser adulto.

"Fulminarme," responde Tonks con furia. "Quiero alguien que me queme. Que me estrelle contra la pared y me atraviese el pecho. Que me rompa en pedacitos y me arme de nuevo. ¿Lo entiendes?" La rabia ha llegado finalmente. "No me importa que Remus me duela. Quiero que me duela. Quiero perderme. Puedes decirme las veces que quieras que eso no es sano... sigue siendo lo que yo quiero."

Lo enfrenta, desafiante, pero George no dice nada. La mira con ojos oscuros, la coge por la nuca -¿pero cuándo le crecieron tanto las manos?- y se estrella contra ella, con labios y dientes y lengua... Y Tonks, que en un principio intenta resistirse, termina por ceder al calor de ese cuerpo que contagia el suyo.

El peso de George -¿siempre fue tan grande?- la empuja contra la pared. Se pega a su cuerpo, la aplasta, no la deja ir. Dos brazos bajan por su cadera y la levantan sin esfuerzo. Son brazos fuertes, de bateador, que recorren sus piernas -¿cómo pueden ser estos los brazos de George Weasley?-  y la amarran a la cintura masculina, mientras el resto del cuerpo la inmoviliza contra la pared. La lengua invasora no da tregua... húmeda, demandante. Sabe a hidromiel y whisky de fuego. A irreverencia y rebeldía. No sabe cuándo empieza a gemir contra esos labios, pero nota el cabello rojo entre sus dedos, y los músculos a los que se aferra con todas sus fuerzas.

George se mueve entre sus piernas y -¿cuánto tiempo ha pasado desde que sintió tanto calor?- el calor sube por su cuerpo... la despierta, la revive. George se frota con más fuerza, besa más profundo, toca más piel... y Tonks se ahoga, se pierde, se diluye en el aire de la madrugada, piensa por un segundo que va a morir de asfixia y no le importa. Se llena los pulmones de aire cuando George suelta su boca para bajar por su cuello, mordiendo, quemando. No sabe cómo le ha estirado tanto el escote ni le importa que estén parados en la mitad de la calle... cuando George se mete el primer pezón a la boca echa la cabeza hacia atrás y grita, y se pierde en el calor y se desarma. No hay lógica, no hay sentido. No hay Remus, ni Sirius, ni guerra, ni ella misma. Siente el calor palpitar entre sus piernas y se aferra a ese único punto de tierra firme, sostenida por los brazos de bateador de George Weasley.

Cuando no puede perderse más, la boca la libera y dos ojos casi negros se clavan en los suyos. La mirada se vuelve intensa, el movimiento rítmico y el ritmo desesperado. Siente cada molécula de su cuerpo acelerar hasta explotar. Luego el universo se vuelve blanco, y ella se derrite, se desvanece, se rompe contra el cuerpo masculino.

Todavía respira con dificultad cuando sus piernas temblorosas tocan el suelo, y una voz entrecortada le susurra al oído "ahora hay que volverte a armar."

La frente pecosa se apoya en la suya, una mano gigante le acaricia el rostro, los labios se acercan, suaves, dulces... y un calor completamente distinto le recompone el cuerpo.

Le cuesta un poco volver a tierra y abrir los ojos. Cuando lo consigue, la recibe una sonrisa luminosa.

"Espectacular," dice George pasándole una mano por el cabello, y sus ojos brillan divertidos. Luego señala la puerta y hace una reverencia. "Vuestros aposentos, bella dama." Están parados en la puerta del hospedaje, y Tonks piensa vagamente que mañana va a sentirse muy avergonzada. George guiña un ojo y se despide diciendo "cuando necesites algo de color..."

Un niño. Sólo un niño jugando a ser adulto.

Abre la puerta confundida y se mete directamente al baño. ¿Qué es lo que acaba de pasar? piensa mientras se moja la cara, a ver si eso le refresca las ideas. Cuando levanta la mirada, se encuentra con una cabeza de un rosa fulminante en el espejo.

Cuando necesites algo de color...

La sonrisa le parte el rostro, y las pocas horas de sueño que le quedan las duerme como un bebé.

*

"Tu cabello es rosa," dice Remus sorprendido, cuando la encuentra a la mañana siguiente, camino a Hogwarts.

"Lo sé," responde ella, simplemente.

Caminan un rato en silencio.

"Quería pedirte disculpas," dice Tonks de pronto.

"¿Disculpas?" pregunta Remus, confundido.

"Sí, disculpas. Por no respetar tus decisiones." Le toma la mano. "Eres uno de mis mejores amigos, y si tienes razones para no querer ser algo distinto, lo entiendo."

"¿Lo entiendes? Porque eres una persona muy importante para mí, y lo último que quisiera es hacerte daño."

"Lo entiendo."

"Esto no tiene que ver contigo..."

"Lo entiendo," dice, y aprieta la mano cansada con una sonrisa.

Entran a Hogwarts todavía de la mano. Como dos buenos amigos.

No es que Remus ya no le importe, razona. No es que se haya enamorado de George Weasley, ni nada parecido. Es sólo que...

"Remus..." dice despacio.

"Dime," responde él en voz baja. El funeral ya ha empezado.

"Hay otros hombres en el mundo," susurra ella en su oído.

Y es que un secreto como ése hay que compartirlo con los amigos.

101 besos, george/tonks, harry potter

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