Mar 20, 2008 23:03
Bueno, he tardado una eternidad en publicar un vicio de mi tabla, por eso no he podido esperar a publicar este. Espero me disculpen la demora.
Piel.
Había muchas cosas que a Seiichi Yukimura le molestaban de sí mismo. Tales como su maldita enfermedad, su terrible sazón, su apariencia delicada y femenina y ese diente chueco en el medio de su boca; Pero, si había algo que realmente odiaba, eso era su piel. Era tan delicada que le molestaba.
Otra razón más por la cual creerse una desvalida mujer.
El sol, aun en un día medianamente nublado, le quemaba al grado de hacerle arder. Por ello, y por histeria de su madre, antes de salir de casa debía colocarse bloqueador solar para evitar el daño. Y si, de pura casualidad olvidaba hacerlo (u osaba tener la dignidad para sentirse hombre y revelarse a su madre, fingiendo que olvidaba hacerlo), eran requeridas varias sesiones tirado en cama para que su madre pudiera aplicarle el molesto Aloe Vera para apaciguar los dolores y el ardor, mientras no dejaba de parlotear y regañarle.
Otro problema que presentaba eran los vistosos moretones que se formaban. Bastaba con un liguero pellizco para amoratar completamente una buena parte del área. Era por ello que evitaba lo más posible ser golpeado por la pelota y los juegos rudos entre sus compañeros.
Lamentablemente esas evasivas le habían hecho ganar más la fama de marica y miedoso.
También era alérgico a la picadura de insectos. Sólo era necesario el pequeño piquete de un mosquito hambriento y perdido para provocar en él una de dos reacciones (y muchas veces, hasta ambas).
Uno: Una horrible roncha del tamaño de su puño.
Dos: Una mancha purpúrea comúnmente conocida como hematoma, bastante notoria.
Una de las vergüenzas más grandes de su vida había sido a causa de un piquete que dejó como consecuencia la segunda reacción y un Niou que corría, saltaba y bramaba como gacela por todas las canchas de tenis, pregonando que su capitán tenía amoríos con una mujer tan tonta como para dejar un chupetón por arriba de la marca imaginaria trazada para la discreción, dícese también, una parte en el cuello donde la camina del uniforme no podría cubrir u ocultar.
Aparte de eso, tenía piel de chica. Tendía a resecarse con facilidad, cosa que le disgustaba. Suficiente tenía con el ardor del sol, los moretones, las ronchas y los piquetes, como para aparte, sentirla agrietada. Por ello también debía usar cremas corporales de las que usaban en la tele y que sólo había visto en la farmacia y el súper mercado, siendo compradas por chicas.
Además, su piel era tan pálida que le amargaba. En la escuela, por algo así de un mes y medio, fue apodado como Goopy luego de aunque alguien le viera en las canchas sin camisa durante el vitoreo acalorado de un triunfo bien merecido contra una escuela vecina. No le molestó hasta que se enteró que la razón era porque, a contra luz, se les podían ver las viseras a esos peces a causa de su piel tan transparente.
El olor que despedía le mareaba, y eso era horrible, pues es algo que llevas pegado al cuerpo. El aroma combinado de bloqueador, repelente y esa crema que repudiaba, algunas veces hasta el punto del vómito.
Recordaba con pesar como en una ocasión en la que se decidió a usar solo el bloqueador (mala elección de por sí), confundiéndose para colmo con el de uso diario con el de coco, con el que no pudo sacarse a Marui de su lado en todo el día, o al menos hasta las duchas en el club.
Y a pesar de todo eso, también agradecía por ella, por el hormigueo travieso que sentía cuando Genichirou le tocaba con el pulgar, o el calor que se presentaba cuando, al caminar, sus dedos cepillaban levemente.
También amaba esa sensación de carne de gallina cuando el agua de las duchas le tocaba, precisamente al tomar el cubículo continuo al que tomaba Sanada.
Pero, mas que nada, adoraba el cosquilleo en su espalda mientras la lengua juguetona de su vice-capitán exploraba por las sensibilidades de su oreja y la sensación de cada uno de sus poros erizarse al mismo tiempo ante las suaves caricias que el Kendoka colocaba sobre su ser.
Sí, aunque odiase todas esas cosas de su piel, jamás dejaría de amar la hipersensibilidad que esta mostraba al plegarse entera contra la desnudez de Sanada.
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Muchas gracias a Hally, por ser mi beta y editora. Te amo niña n_n
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