La espalda le arde a líneas rojizas, miles de cosas que pueden dibujar entre los arañazos. Algunos son antiguos, la mayoría de esa misma madrugada. Jason no sabe contenerse, pero ahora lo que acaba roto es su mobiliario, su piel. Mantienen las costillas en su sitio, la sangre a raya, a pesar de que Tim la note hirviendo bajo cada trazo, bajo cada roce contra Jason. Rascan, arañan con los dientes. Jason no, no sabe contenerse, no se contiene incluso cuando Tim tiene que atarle las manos al cabezal de la cama o agarrarle del cuello desde atrás, le cubre la boca con el antebrazo y nota dientes desgastándole el pulso. Pero sigue dando igual, las uñas de Jason se le clavan en la cadera y Tim embiste contra él lento, todo lo lento que puede, quiere catalogar cada grito que evita en Jason, cada palabra que se traga su brazo.
Sobre el colchón todo él arde, el sudor se les pega en las sábanas y los dedos de Jason trazan sus arañazos. Marcas, son marcas. Se lo repite sin llegar a creérselo. Se han marcado mutuamente, han grabado sus señas de
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Jason no, no sabe contenerse, no se contiene incluso cuando Tim tiene que atarle las manos al cabezal de la cama o agarrarle del cuello desde atrás, le cubre la boca con el antebrazo y nota dientes desgastándole el pulso., esto, todo esto.
Sobre el colchón todo él arde, el sudor se les pega en las sábanas y los dedos de Jason trazan sus arañazos. Marcas, son marcas. Se lo repite sin llegar a creérselo. Se han marcado mutuamente, han grabado sus señas de ( ... )
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Jason no, no sabe contenerse, no se contiene incluso cuando Tim tiene que atarle las manos al cabezal de la cama o agarrarle del cuello desde atrás, le cubre la boca con el antebrazo y nota dientes desgastándole el pulso., esto, todo esto.
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