Los ojos son como dos témpanos de hielo.
Claros, fríos, intangiblemente brillantes, un poco como la bruma marina y otro poco como el olor de esa bruma. Se mira en el espejo de la Sala -grande y ostentoso, posiblemente milenario- y sabe que son una herencia: un rasgo que él saca de su padre y este de su padre y este del suyo, y así con todos los
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