#2. Paso a paso. (Kai y Luhan)
Agosto era el mes más caluroso en Seúl. El clima continental y la humedad no ayudaban a soportar las altas temperaturas, pero dentro del Two Moons, el aire acondicionado funcionaba en cada habitación y los mantenía frescos todo el tiempo. Kai sólo llevaba dos meses allí, pero él no notaba el cambio de las estaciones, así como tampoco muchas otras cosas. Había una neblina que le turbaba la mente y su tiempo para prestar atención era limitado.
Contemplaba los labios de Luhan moverse sin parar, explicándole algo que sin dudas necesitaría saber en el futuro, pero le era imposible concentrarse en lo que le decía cuando su mente no dejaba de reproducir los sucesos de la noche anterior, y la anterior a esa, y la otra. Porque llevaba una semana acostándose con él y tres noches durmiendo a su lado en la cama.
Se encontraban en la despensa, donde guardaban las cajas que contenían las botellas de alcohol y los refrescos. Los labios de Luhan no paraban de emitir sonidos que llegaban de forma vaga a los oídos de Kai.
-Primero tienes que... -Su boca era pequeña y se redondeaba cuando hablaba; sus labios parecían ser más gruesos cuando los movía.- Y segundo se le...
Gesticulaba mucho y paseaba su mirada de un lado a otro en poco segundos. Sus ojos tenían las pestañas largas para ser asiático y el cabello teñido parecía que era su color natural, incluso si éste era atípico. El rosado le hacía verse delicado como una muñeca de porcelana, pero Kai sabía perfectamente que no lo era. Quien le subestimara estaría cometiendo un grave error.
-Y por último... -Luhan se interrumpió dejando escapar un suspiro- No te estás enterando de nada, ¿verdad?
Escuchó lo último de milagro, porque se había girado por completo hacia él, demandando una respuesta de vuelta.
-Nunca fui buen estudiante -dijo en su defensa, sin variar la expresión.
-Si no te interesa, al menos no me hagas perder el tiempo a mí -se cruzó de brazos, poniendo una mueca de molestia.
-Tampoco tienes nada mejor que hacer -respondió, girándose hacia la puerta.
Se alejó de él en dirección a la salida mientras le escuchaba replicar.
-¿Has dicho algo sobre la puerta? -le interrumpió, colocando una mano sobre el pomo.
-¿Eh?
-La puerta -le miró Kai-, que si se puede abrir desde dentro.
-Claro -contestó, no comprendiendo a dónde quería llegar.
Kai la cerró y se acercó a él con ese brillo nuevo que había en su mirada cuando dejaba de mostrar su expresión habitual de indiferencia. A Luhan le ponía nervioso, porque no podía predecir lo que haría a continuación. No se dio cuenta de que estaba retrocediendo hasta que su espalda chocó contra la pared, pero no podía dejar de mirarle a los ojos, como si se viese preso de un hechizo.
-Es tu culpa que no pueda concentrarme, así que no me regañes -le dijo innecesariamente cerca de su rostro, mientras le acariciaba la cintura suavemente.
-¿Mi culpa? -se sorprendió, mientras una de sus manos se colocaba sobre su pecho, supuestamente para hacer de barrera entre ellos, pero no lo estaba consiguiendo- ¿Se puede saber qué he hecho?
-Poner morritos mientras hablas.
A continuación le besó, sin darle oportunidad de decir nada más o de apartarse. Pese a que llevaba una semana correspondiendo a sus besos, todavía se extrañaba cuando los iniciaba porque no era algo a lo que estuviera acostumbrado. Se sentía torpe e inexperto, y él era de todo menos eso. Por orgullo propio, se esforzaba por hacer danzar su lengua acorde al compás que marcaba Kai, quien disfrutaba de sus reacciones. En lugar de insistirle como había tratado de hacer durante los primeros meses, Luhan esperaba que fuera él quien se acercase cada día y diera el primer paso para que se fuese soltando poco a poco. Kai aprendía rápido y le gustaba hacerlo lento, explorando su cuerpo como ninguno de sus clientes se detenía a hacer, y temía que descubriese cada uno de sus puntos débiles. Cuando pasaba los labios carnosos por su cuello, Luhan tenía que aferrarse a sus cabellos para soportar los escalofríos que le sacudían el cuerpo.
Cuando Kai se separó de él, casi emitió una queja en forma de gruñido; si no llegó a hacerlo, fue porque la puerta se abrió desde fuera y uno de sus compañeros entró cargando con nuevas cajas, avisando de que el camión del reparto había llegado y pidiendo su ayuda. Kai le había escuchado acercarse por el pasillo gracias a sus oídos entrenados. Alzó la comisura izquierda de sus labios en una sonrisa que se le antojó demasiado atractiva y se marchó primero. Luhan le siguió al poco, soltando un suspiro de resignación.
- Fin -