Título: Doce cuentos para un príncipe.Fandom: EXO. Aparición de compañeros de la SM.
Parejas: Luhan/todos.
Ranting: PG.
Género: Crack y fantasía.
Resumen: Luhan tiene un extraño sueño en el que sus compañeros son personajes de cuentos. Su misión es conseguir que los cuentos tengan su final feliz o nunca podrá despertar.
Nota: Dedicado a mi compañera de EXOPlanetSpain, Bea. Espero que te guste este Amigo Invisible ^^. Son doce cuentos, este es el primero.
Parte I
El día había sido agotador. El único que parecía estar bien era Lay, pero su aguante era inhumano. Podía estar horas y horas bailando sin parar, pero en lo que a él le concernía, todos sus músculos pedían a gritos clemencia. EXO-M regresó a sus dormitorios en silencio de lo exhaustos que estaban. Llevaban bailando desde las ocho de la mañana y ya pasaba la medianoche. Sólo habían parado para hacer dos comidas o para ir al baño, lo demás había sido ensayar, ensayar y ensayar.
El tiempo corría en su contra, el comeback se acercaba y las coreografías debían estar pulidas para entonces. Las agendas se estaban programando y Luhan no quería saber la cantidad de programas y entrevistas que tendrían que realizar, aunque todo eso era mucho menos duro que las prácticas, dijeran los demás lo que dijesen.
Al llegar a casa cada uno se fue directamente a su cama sin dar las buenas noches siquiera. Luhan no fue menos, en cuanto llegó a su habitación se echó sobre su cama y se cubrió con la manta. A Kris ni siquiera le dio tiempo a apagar la luz antes de que Luhan se durmiese.
*
El camino bifurcaba en incontables rutas que volvían a separarse cada poco y se mezclaban entre ellos. Se trataba de un laberinto de árboles multicolor que no dejaban ver la luz del sol, pero no había oscuridad si no se alejaba de los caminos. La sensación de estar perdido ahondó en su estómago, y era paradójico porque había carteles con señales en todas las direcciones, cada uno con un nombre.
-¿Dónde estoy? -se preguntó.
Se acercó hasta el gran árbol que tenía delante y leyó las señales. Algunas estaban escritas con caracteres coreanos, otras en chino mandarín, pero ninguna de ellas contenía una dirección como tal. Palabras tales como «manzana», «zapato de cristal», «brújula» o «espada» se repetían cada poco tiempo.
Luhan trató de hacer memoria, recordar por qué estaba allí o cómo había llegado, mas fue imposible. De repente comenzó a sonar una canción con ritmo, una americana de las que estaban de moda últimamente, y Luhan buscó con la mirada hasta hallar el lugar del que procedía la melodía.
En la rama de uno de los árboles se encontraba uno de sus compañeros de compañía vestido con tonalidades rosa y lila muy chillonas, orejas de gato e incluso tenía una cola de gato.
-¿Kibum? -preguntó extrañado y se acercó a él para que le viera.
Se trataba de Key de SHINee, aunque detrás de las cámaras todos le llamaban por su nombre de pila. Estaba practicando para su solo del próximo concierto de su grupo como si no fuera consciente de dónde estaba subido.
-¡Kibum! ¡Key! ¿Qué haces ahí arriba? -le preguntó preocupado en coreano- ¡Baja, te vas a caer!
Key continuaba cantando y bailando sin escucharle, como si delante tuviese el espejo y estuviese en la sala de baile. Se paseaba peligrosamente por la rama, a veces incluso se quedaba sobre una sola pierna y balanceaba los brazos para hacer equilibrio.
-¡Key por favor! ¡No puedo subir! Me dan miedo las alturas, baja.
Con cada nota que cantaba Key, una zona diferente del bosque, que anteriormente había estado en penumbras, se iluminaba. Era espeluznante y Luhan sólo quería que parase.
-¡¡Key!!
La canción terminó y Key se giró a mirarle por fin, todavía subido a la rama del árbol.
-¿Es que no puedes esperar a que termine? ¡He desafinado por tu culpa!
-Lo siento, pero... ¿por qué estás ahí subido?
Key se echó a reír escandalosamente, primero arqueando su espalda y luego echando su cuerpo hacia delante. Luhan hizo ademán de cogerle porque parecía que se iba a caer.
-¿Subido a dónde?
-¿Eh? -su contestación le pilló desprevenido.
En un parpadeo, Key desapareció de la rama y apareció en su lado, sobresaltándolo, y continuó practicando su canción.
-Espera, espera... -le interrumpió antes de que tomase carrerilla de nuevo y ya no parase hasta el final- hay muchas señales pero no sé qué camino tomar.
-Bueno, eso depende de a dónde quieras ir -continuó sonriendo Key sin parar de bailar a su alrededor.
-No importa, tú sólo dime por dónde ir.
Key volvió a romper a reír.
-Si no vas a ningún sitio, tampoco importa el camino que escojas -se desternilló y continuó bailando en círculos en torno a él.
Cuando bailó a su espalda, en el tiempo en que Luhan tardó en girar la cabeza de un lado hacia el otro para poder continuar mirándole sin darse la vuelta, Key volvió a desaparecer pero en su lugar aparecieron unas huellas de gato que caminaron hacia el frente y de repente se detuvieron. Key volvió a aparecer entonces subido a la rama de otro árbol.
-Se me olvidaba, si quieres saber por dónde se fue el conejo, fue por allí -le dijo, señalando con la mano izquierda hacia la derecha por encima de su cabeza, y con la mano izquierda hacia la derecha por debajo de la barbilla.
-¿Qué? -Luhan frunció el ceño- No persigo ningún conejo.
-¿Qué conejo? -cuestionó mientras se miraba al espejo de mano que había sacado del bolsillo. Continuaba bailando en el sitio, sin dejar nunca de moverse.
-El conejo blanco que acabas de mencionar.
-Se fue por allí -volvió a señalar en ambas direcciones.
-¡Me da igual! -perdió los nervios Luhan.
-¿El qué te da igual? -cuestionó de nuevo arreglándose el flequillo mientras se miraba al espejo.
-¡Por dónde se haya ido el conejo!
-¿Qué conejo? -le miró con curiosidad, sin perder en ningún momento la sonrisa.
-¡Mira, déjalo, es igual! -se giró para darle la espalda- Ya encontraré el camino yo solo.
-¿A que tú no puedes hacer esto?
Luhan se giró a ver qué era a lo que se refería y Key le enseñó un complicado paso de baile. Como no quería entrar en su juego, dio una respuesta negativa.
-Sin embargo, si yo fuera un príncipe me daría prisa, no falta mucho para que se coma la manzana.
-¿Qué pasa si se la come? -cuestionó sin comprender.
-¿El qué? -Key había vuelto a retomar su baile.
-¡La manzana! -le gritó, de nuevo perdiendo los nervios.
-¿Cuál manzana?
Luhan soltó un pequeño grito de frustración y siguió el cartel de la manzana refunfuñando cosas sobre Key en chino.
-¡No te olvides del beso! ¡El hechizo sólo se romperá con el primer beso de amor verdadero! -le gritó Key a lo lejos.
*
No sabía cuánto tiempo llevaba caminando por esos pasillos largos y oscuros, pero nunca lograba encontrar la salida. Tampoco se había topado con nadie en lo que caminaba y eso se le hacía extraño. Sabía que estaba en un castillo porque había visto el resto de las torres desde las ventanas, y por más que descendía, parecía que siempre estaba al mismo nivel. Ni siquiera era capaz de asomarse demasiado por el cristal porque tenía vértigo. No recordaba cómo había llegado al castillo pero poco importaba; lo que urgía ahora era encontrar la salida.
Retrocedió sobre sus pasos al encontrarse con un pasillo que en realidad era un puente que conectaba dos torres. Caminó con cuidado de no mirar hacia abajo y se asomó por la rendija de la puerta entreabierta, entonces vislumbró una figura femenina. Iba ataviada con una largo y elegante vestido y una capa negra de terciopelo. Llevaba también un elaborado tocado y una corona de oro. Estaba muy maquillada y su porte era la de toda una reina.
Al estar parada delante de un enorme espejo de cuerpo entero con un elaborado marco, Luhan pudo verle el rostro y descubrió que se trataba de Jessica de SNSD. La reina Jessica.
-Esclavo del espejo, sal de la oscuridad, vuelve de la eternidad -la reina Jessica extendió los brazos mientras el viento se arremolinaba en torno a ella-. A través del viento y del fuego yo te invoco, muéstrame tu rostro.
El espejo dejó de reflejarla a ella para mostrar unas llamas y a continuación, un rostro se vio reflejado en él. Luhan pudo reconocer a una de las estilistas como el espejo encantado.
-¿Qué deseáis saber, majestad? -preguntó el espejo.
-Espejo mágico, dime una cosa, ¿quién es en este reino la más hermosa?
Luhan no podía creerse lo que estaba viendo, sabía que la belleza era muy importante para Jessica, pero no sospechaba que hasta ese punto.
-Pst, pst -le llamó alguien desde atrás.
Luhan dejó de asomarse a la puerta y se giró hacia atrás para descubrir otro rostro familiar asomado en la esquina del pasillo, pasando el puente.
-¿Jinki hyung? -se extrañó al verle.
-¿Qué haces, insensato? -le susurró tras mirar hacia los lados para asegurarse de que no venía nadie- ¡Como te pille la reina ordenará extirpar tu corazón!
-¿Qué haces tú aquí? ¿Dónde estamos?
-¡Ven, ven! ¡Cielo santo, ven! -le hizo gestos para que se acercara.
Luhan volvió a cruzar el puente, no sin menos dificultad que la primera vez debido a la altura, y una vez llegó al lado de Onew de SHINee, éste le cogió de la muñeca y tiró de él para ponerse en marcha a paso ligero.
-¿Cómo osas espiar a la reina? ¿Es que quieres morir?
-¿Morir? No, yo sólo... -trató de explicarle pero Onew no le dejó.
-Vamos, vamos, no hay tiempo que perder -le urgió y apretó el paso-. Todas las reinas son iguales, están obsesionadas con algo. Esta colecciona corazones, la mía degolla cabezas, ¡hum! Menos mal que las princesas no son tan sádicas.
-¿Qué princesas? -frunció el ceño. Onew continuaba tirando de él por pasillos por los que Luhan no había estado caminando anteriormente.
-¡Las princesas de los doce reinos! -se volvió a impacientar porque no comprendía nada- Por tu culpa voy a llegar tarde, más te vale no volver a perderte.
Mientras caminaban para salir del castillo, Luhan pudo fijarse en su ropa. Llevaba unos pantalones grises, un chaleco amarillo con una pajarita negra y una chaqueta roja. De su mano libre le colgaba un paraguas negro y sostenía un reloj de bolsillo. Parecía tener mucha prisa porque caminaba muy rápido y prácticamente tiraba de él. Lo que desentonaba con su atuendo era las orejas de conejo que tenía sujetas en la cabeza gracias a una felpa que se camuflaba con su cabello.
Llegaron al patio exterior y Onew cogió dos caballos que habían sin vigilancia, quedándose con el negro y entregándole a él el blanco. Se subieron como si llevase toda la vida haciéndolo y se apresuraron en salir del castillo, pero bordearon la muralla. Entonces, Luhan escuchó una melodía familiar y se distrajo.
-Hyung, ¿oyes eso? -le preguntó, pero para cuando miró a donde debía estar Onew, éste había desaparecido.
De nuevo solo, decidió ir a comprobar de dónde venía la melodía y se encontró con un patio interior en el que había un pozo. Fregando las escaleras reconoció a Kris, quien iba vestido con harapos mugrientos. Era él quien estaba cantando, o más bien, quien rapeaba su parte de Machine. Cuando terminó su estrofa, Luhan entró en el patio interior y se bajó del caballo mientras cantaba la siguiente parte.
Kris se sorprendió al verle y en seguida comenzó a retroceder avergonzado por haber sido descubierto. Las palomas que habían estado escuchando la canción en el patio alzaron el vuelo cuando Kris echó a correr y se encerró en su torre.
-¿Pero qué...? ¿Kris? ¡Kris espera!
Luhan corrió hacia la puerta pero ésta estaba cerrada desde dentro, así que salió al patio para buscar a Kris en el único balcón que había.
-¡Kris! ¿Por qué te escondes?
-¿Cómo sabéis mi nombre? -preguntó desde el interior.
Luhan miró a su alrededor por si Onew había vuelto, pero continuaba solo.
-¿Qué quieres decir? ¡Claro que sé tu nombre! -se echó a reír- Baja, os he estado buscando por todas partes. Duizhang...
Kris se asomó al balcón y le dedicó una sonrisa. Alzó el brazo para que una paloma se posara en sus dedos y le dio un beso en el pico. La paloma echó a volar hacia Luhan, a quien no le dio más remedio que ofrecer sus dedos como rama en la que posarse y la paloma le transmitió el beso de Kris.
-¿Qué mariconada es esta? -se burló Luhan entre risas- Baja aquí ahora mismo.
Kris volvió a sonreírle y retrocedió hasta echar las cortinas.
-Pst, pst -volvieron a llamarle.
Luhan se giró y vio a Onew a la puerta del patio montado en su caballo negro, sujetando el suyo blanco.
-¡Ven aquí, insensato! -le apresuró en un susurro, mientras miraba asustado hacia otra de las ventanas.
Luhan miró por última vez al balcón de Kris pero éste no parecía tener intención de volver a salir, así que regresó junto a Onew y se montó en su caballo.
-¡A galope! ¡Vamos! -picó espuelas y su caballo echó a correr en dirección al bosque. Luhan le siguió.
-¿Qué ocurre? No puedo irme sin Kris.
-Ya te reencontrarás con tu princesa, ahora será mejor que escapemos de la reina. Te ha visto, Romeo. No estamos a salvo aquí.
No permitieron a los caballos detenerse hasta que no hubieron dejado el castillo lo suficientemente atrás como para no verse.
-¿Se puede saber qué es todo esto? -quiso saber Luhan tan pronto pararon.
-Eso mismo podría preguntarte yo -le espetó Onew, visiblemente enfadado-. ¡Voy a llegar tarde por tu culpa!
-¿Tarde a donde?
-Mira, ¿ves ese camino? -señaló hacia el este- Te llevará a las minas de los enanos, ellos te guiarán hasta tu princesa de nuevo. Ahora me voy.
-¡Espera!
-¡No puedo, tengo prisa! ¡Nos vemos! ¡Adiós!
Onew volvió a picar espuelas y desapareció engullido por el bosque. Luhan se quedó un momento quieto, acariciando a su caballo para mantenerlo tranquilo. No podía volver atrás porque seguro que se perdía, además ya estaba muy lejos del castillo, así que decidió seguir su consejo e ir a las minas de los enanos.
El bosque fue tornándose cada vez más oscuro y tétrico, y los carteles con las señales volvieron a aparecer cada vez con más frecuencia en el camino, de nuevo con palabras escritas sin sentido alguno. En algún momento comenzó a repetirse la palabra «diamantes», pero nunca señalaba hacia el mismo lugar.
-Genial, he vuelto a perderme... ¿dijo por el este o por el oeste? -se preguntó a sí mismo mientras miraba a su alrededor, pero todos los caminos le infundían la misma desconfianza.
Una música familiar fue sonando cada vez más cercana y Luhan tranquilizó a su caballo que de pronto se había asustado.
-¡Mírate! ¡Ya eres todo un príncipe!
Key volvía a estar subido a la rama de un árbol y se meneaba de un lado a otro, cambiando su peso de pierna a un ritmo constante.
-Otra vez tú -frunció el ceño-. Deja de llamarme príncipe.
-¿Entonces por qué vistes como tal? -se mofó.
-¡No visto...! -Luhan echó un vistazo a sus ropas-... como un príncipe. ¿Qué? ¿De dónde ha salido esta ropa?
No se había dado cuenta hasta ese momento de que llevaba unas mayas grises, un jubón azul sobre una camisa blanca de mangas holgadas y una capa roja, además de llevar una espada colgada del cinto.
-Da igual -prefirió no buscar explicación a su atuendo-. Estoy buscando a Kris, ¿me darás una respuesta clara esta vez?
-¿No te ha dicho el conejo por dónde ir? -sonreía mientras hablaba, y Luhan no sabía si era una sonrisa feliz o cargada de burla. Posiblemente las dos cosas.
-La mina de los enanos.
-Aihoooo, aihoooo, la hora ya llegó -comenzó a cantar y de pronto se convirtió en humo, desapareciendo rumbo al norte.
-¡Espera!
Luhan puso su caballo en marcha para ir tras Key, o el humo que ahora era Key, que se movía a gran velocidad. No tardó mucho en perderle de vista, así que aminoró la marcha y continuó cabalgando en esa dirección un poco más, hasta que comenzó a escuchar un llanto colectivo.
Encontró a un grupo de personas en un claro del bosque llorando sobre lo que parecía ser una superficie de cristal. Bajó de su caballo blanco, ató la cuerda a la rama baja de un árbol y se acercó con cautela hasta el grupo de niños que lloraban. Los reconoció en seguida: eran los trainees más jóvenes de la SM, el mayor de ellos no pasaría los doce años.
-¿Qué ha pasado aquí? -preguntó preocupado.
Eran siete en total y todos lloraban sin excepción. Levantaron la vista para contemplarle y la reacción de sorpresa fue unitaria. Ninguno respondía, así que Luhan se acercó más y comprobó que la superficie de cristal era en realidad un ataúd. Al asomarse, vio a Kris tumbado en su interior, parecía dormido.
-¡Kris! -exclamó y golpeó el cristal con las manos- ¡Kris! ¿Me oyes? ¡Despierta!
-Es inútil, príncipe... -dijo uno de los enanitos- Krisnieve ha...
-¿Krisnieve? -Luhan le escrutó con la mirada durante unos segundos mientras las piezas comenzaban a encajar en su cabeza: la reina y el espejo, los enanitos, y ahora esto.- ¿La manzana?
Uno de los enanitos se la mostró, era de un rojo muy llamativo y tenía una mordedura.
-¿Está muerto? -preguntó con un nudo en la garganta.
-Me temo que sí, príncipe... -rompió a llorar el enanito.
-Le encontramos tendido en el suelo de la casa cuando regresamos de las minas... -trató de explicarle otro.
-¡Ha sido la reina! ¡Esa bruja! -maldijo uno con cara gruñona.
-Siempre le ha tenido envidia -explicó el anterior-. Tuvo que huir del castillo porque la reina envió a un cazador a matarle. Era la persona más hermosa del reino, con sus labios rojos como el carmín, su cabellera dorada...
“¿Blancanieves no tenía el pelo negro como la noche?”, no pudo evitar pensar Luhan.
-... y su piel, libre de imperfecciones -finalizó el enano, y Luhan no pudo evitar que le recordase a un anuncio de crema facial.
“No me extraña que no tenga imperfecciones con todos los potingues que se echa cada noche...”, añadió Luhan en su mente.
-Él siempre hablaba de vos, príncipe -le dijo otro de los enanitos, colocándose a su lado, mirando con una profunda tristeza a Krisnieve-. Soñaba con estar junto a vos.
-Os amaba con todo su corazón -añadió otro.
En su fuero interior, Luhan se echó a reír. “Qué poco conocen los trainees a Kris...". Se acordó entonces de las palabras de Key durante su primer encuentro: “¡No te olvides del beso! ¡El hechizo sólo se romperá con el primer beso de amor verdadero!”. Había dos problemas para cumplir eso: primero, se les había acabado el amor verdadero, y segundo, ni se lejos era el primer beso de Kris.
Sin embargo, la angustia de los enanitos y su profunda tristeza calaron hondo en el corazón de Luhan, quien acabó contagiándose de sus emociones. Veía a Kris tumbado en ese lecho con la expresión tan serena de su rostro... si pensaba que nunca más volvería a abrir los ojos, a Luhan le entraban verdaderas ganas de llorar.
-Es como si estuviese muerto -murmuró mientras se arrodillaba a su lado-, pero no lo está -dijo con determinación.
Los enanitos se miraron entre ellos y acordaron en silencio quitar la superficie de cristal con la que preservaban el cuerpo. Luhan se inclinó sobre Kris, observando la perfección de su rostro, y no pudo evitar pensar que verdaderamente era muy guapo. Ellos dos habían tenido la máxima popularidad en EXO-M, y el líder era completamente necesario, sin él, ellos no era nada.
“Más te vale despertar, Duizhang...”, le riñó en su mente antes de inclinarse sobre él y darle un suave beso en los labios.
Luhan se apartó y esperó, mas no ocurrió nada. A su alrededor, los enanitos comenzaron a murmurar entre ellos.
-¿No ha funcionado?
-¿Por qué no? ¿Acaso no es el príncipe?
Luhan rodó los ojos y pellizcó a Krisnieve en el brazo.
-Vamos perezoso, levántate ya.
Kris abrió un ojo, le miró, y luego fingió que despertaba con un sonoro bostezo. Los enanitos, al verle con vida de nuevo, soltaron gritos de júbilo y comenzaron a saltar de la alegría y a abrazarse entre ellos.
-Has tardado mucho en llegar, príncipe -le sonrió Krisnieve.
-Me he perdido en el bos... ¿cómo sabes que he tardado? ¿Acaso tú...? -Luhan miró la manzana con el ceño fruncido, pero Kris no le dio tiempo a decir nada más pues se levantó del ataúd y comenzó a abrazar a los enanitos.
-¡Krisnieve ha despertado!
-¡El príncipe lo ha logrado!
-¡El beso ha roto el hechizo!
Los gritos de júbilo comenzaron a llegarle como un eco lejano y las imágenes se volvieron borrosas hasta que todo fundió a negro.
*
Continuará...