Título: Reverie.
Autora:
lumina_m Fandom: Supernatural
Pairing: Dean/Claire!Castiel (como lee), Gabriel/Sam, Claire Novak, , Bobby Singer, Balthazar.
Disclaimer: Los personajes son de Kripke; esta aberración es cosa mía.
Rating: NC-15
Spoilers: Toma como base los acontecimientos del 4x20 y luego se sitúa en la sexta temporada.
Sinopsis: ¿Qué cojones es eso?, pensó el humano sin dar crédito a lo que veía.
Soundtrack: Capítulo cortesía de The All-American Rejects y su tema The Wind Blows.
Nota: El nombre viene inspirado en la canción Reverie de la banda The Morning Of.
Reverie.
Capítulo 36.
-Bien, vamos -instó Dean tomándole de las manos. Castiel ladeó la cabeza enseguida.
- ¿Adónde? -Preguntó en voz baja.
-A la ducha -sonrió-. Es sábado, ¿recuerdas? -Le ayudó a ponerse de pie y luego le acarició el vientre con mimo-. Te toca control.
-Ah… -asintió ella, mirándose la panza con algo de tristeza antes de posar con cautela una mano en ella. Automáticamente otra patadita sobrevino-. Cierto -bisbisó para nada convencida.
- ¿Aún afectada por esa pesadilla? -Musitó su esposo deslizando el dorso de su mano por la mejilla. En respuesta Cas cerró los ojos. La sensación era tan real; podía reconocer la textura misma de la piel de Dean y su calor…
Él rió. Ese sonido infundió tanta paz en Castiel como cualquier alabanza a su Padre. La mano del hombre en su redonda barriga subió lentamente hasta acoplarse a su otra mejilla; Cas suspiró y sólo entonces los labios de Dean tocaron los suyos.
Había echado de menos ese sabor.
No. Alto.
Sus labios ahondaron en su exploración, frotándose con los de Dean de forma más entusiasta.
Algo faltaba. ¿Por qué su cuerpo no reaccionaba como siempre? ¿Qué era lo distinto?
Castiel viajó hacia sus memorias, hace una semana y media atrás.
Sam ya había hecho una costumbre pedirse un cuarto para él, asimismo Dean se había encariñado mucho con el tiempo de caridad a solas con Castiel, hasta el punto de que no había nada que no hicieran juntos. O, en su defecto, que él hiciera sin ser acompañado por el ángel. Aquella noche de jueves, Cas se sentó en el retrete mientras observaba a Dean cepillarse los dientes prolijamente. Hallaba fascinante estudiar el empeño que ponía en esa labor, además de los pensamientos que le embargaban mientras le contemplaba de reojo por el espejo del baño.
- ¿Puedo preguntarte algo, Dean? -Inquirió ella una vez vio que había escupido el dentífrico en el lavabo. El cazador giró el cuello aún con restos de pasta en sus labios y el cepillo de dientes la diestra.
-Dispara -dijo sin más, llevándose un vaso con agua en la boca para enjuagarse.
-Sé que lavarse los dientes es un acto de higiene -el Winchester cabeceó antes de ir por el segundo enjuague-. Se supone que quita todo rastro de alimento digerido.
-Seh -avaló con voz gangosa.
-También elimina cualquier sabor, ¿verdad?
Dean se secó la boca con la toalla una vez acabó. Volteó y se apoyó contra el lavabo, dándole toda su atención.
- Todavía no veo el punto, Cas.
Castiel arrugó los labios pensativa.
-Me refiero a que -vaciló por unos segundos- si te besara ahora, debería sentir el sabor del dentífrico, ¿no?
-Eh… sí -alzó las cejas confundido.
-El punto es que no lo hago -confesó-. De hecho, sólo hay un sabor que detecto en tu boca sin importar lo que comas o bebas o lo mucho que te cepilles los dientes.
- ¿En serio? -dijo sorprendido. Castiel meneó la cabeza en un sí-. ¿Y cuál es?
-Tus labios saben a whisky -indicó con simpleza. El humano sonrió al borde de la risa.
-Bueno Cas, eso explicaría porque cuesta tanto despegarte de mí -bromeó gratamente complacido-. Aún así, es la primera vez que me dicen algo de ese estilo. Ni expulsase etanol a propulsión -ella torció el rostro instantáneamente, a lo que Dean se le acercó a desordenarle los cabellos afectuosamente.
-Es extraño, porque no tengo sentido del gusto -comentó ella casualmente. El humano frenó en seco.
- ¿No? ¿Y la vez que salimos a beber algo? -Interrogó saliendo hacia la habitación misma, deteniéndose a los pies de la cama para sacar el pijama y una máquina de afeitar del bolso-. Pensé que le sentiste el gusto a la Primavera.
-Lo hice pero fue muy tenue -contestó desde su lugar. En cosa de segundos Dean estaba a su lado sacándose la camisa y la remera y dejándolas en el gancho detrás de la puerta, quedando con el torso descubierto. Le tendió el pijama a Cas, quien lo dejo en sus piernas como si estuviese habituada a ello.
- ¿Hace cuánto que sientes los sabores? -Preguntó abriendo el envase de la prestobarba. Necesitaba afeitarse si no quería parecer un cavernícola de la edad de piedra. Comenzó a aplicarse loción para afeitar que para su suerte había en el estante pequeño a su izquierda; era mejor que usar jabón.
-Desde la primera vez que me besaste.
El Winchester quedó con la afeitadora a centímetros de su espumoso rostro. Sus ojos se clavaron en Castiel. Esa vez era la misma donde intimaron por primera vez. ¿Cómo olvidarlo?, pensó Dean sin dejar de mirarla intensamente, si estaba al borde de la demencia. Tragó saliva.
- ¿Qué otra cosa puedes hacer desde entonces?
-Captar olores -respondió sin cohibirse ante el implacable escrutinio del hombre-. En realidad, sólo tu olor -el cazador sonrió de un modo que hubiese puesto a arder toda una ciudad.
- ¿Y qué olor tengo? Imagino que aquí funciona igual sin importar si me ducho o no, ¿verdad? -Cas asintió imperceptiblemente antes de contestar.
-A un día lluvioso -Dean entrecerró los ojos y apretó los labios.
-No es muy… común, creo -habló al cabo de unos segundos, regresando la vista al espejo.
-Debe ser porque la primera vez que te vi estaba lloviendo -acotó el ángel para sí, no obstante, el humano le escuchó de todos modos.
-Pensé que eso fue cuando me sacaste del Infierno -dejó la gillette en el borde del lavabo, cerca de la llave del agua y le encaró.
-No -negó con la cabeza-. La verdad es que… me asignaron a ti desde que naciste.
-Oh… -exhaló y enfocó el suelo por unos cuantos segundos, meditabundo-. De ser así, ¿por qué no te apareciste antes?
-Órdenes -desvió la vista-. Destino. Mi intervención debió limitarse únicamente a sacarte del averno y explicarte lo que ocurría, el porqué de todo -hizo una pausa. Dean comprendió inmediatamente que lo que no estaba diciendo era Pero hice mucho más que eso; ahí fue cuando ella retomó el hilo-. Pero Zacariah cambió de parecer y me autorizó a bajar unos días antes de que el hellhound viniese a por ti -Dean torció los labios, aquellos recuerdos arremolinándose en su cabeza, sin embargo Castiel continúo relatando los hechos-. Esa noche estaba lloviendo a cantaros y tú esperabas a que Sam saliese del mini-market que estaba de paso en la carretera, apoyado contra el coche como si no te afectase el clima. Me acerqué un poco para verte bien y entonces… sentí el olor -Castiel alzó la cabeza, dando de lleno con los ojos verdes de él-. Me… sorprendió porque no estaba usando ningún recipiente, por ende, no era posible que lo sintiese. Y pese a ello, fue tan claro como ahora.
El Winchester bufó.
-Tal vez era tu propio sistema de GPS olfativo -ironizó.
-Puedo ubicarte con la noción del brillo de tu alma, no necesito los sentidos humanos para eso.
-Ya… -se cruzó de brazos-. Si te sirve de algo, yo también… siento tu olor. Pero imagino que eso no es nada nuevo -bromeó.
Cas le miró con ojos muy abiertos.
- ¿Me sientes olor? -Se puso de pie de sopetón dejando el pijama sobre la tapa del retrete, parándose frente al cazador. Éste parpadeó confundido.
-Sí, pero es normal. Para eso los humanos tenemos nariz, ¿vale?
-Yo no tengo olor -rebatió ella con énfasis-. Ningún ángel posee olor, al menos no que los humanos puedan percibir.
-Anda, entonces es idea mía que hueles a tierra húmeda y canela -dijo con sarcasmo inherente. Castiel quedó rígida.
- ¿Lo sientes? -balbuceó con voz ahogada.
-Vengo diciéndolo hace dos minutos, Cas.
- ¿Y tengo sabor para ti? -Apremió el ángel.
-Pues… -un sutil calorcito le templó las mejillas-. A tarta de manzana -Castiel le admiró embelesada-. He de suponer que tampoco tienes sabor… -ella cabeceó afirmativamente-. Bueno, sólo se me ocurre que cada raro con su pareja. O algo así.
-No entiendo lo que dices -terció ella, las cejas mimetizándose con sus ojos. Dean exhaló y le quitó importancia al cabecear en un no, se adelantó para besarle pero luego recordó que tenía espuma por toda la cara y que inevitablemente iba a ensuciarle.
-No me importa eso -le atajó Cas empinándose una vez leyó en su cabeza-. Tampoco me molesta tu barba -indicó picándole un pómulo con dos dedos; ya no había rastro de la loción, mas la barba seguía intacta.
-Espero que digas lo mismo cuando me vea como Steve Carell en Evan Almighty -el ángel ladeó la cabeza-. Olvídalo -sonrió antes de besarle.
Cas volvió al "ahora".
Este Dean no sabía a whisky ni olía a un día lluvioso. Era insípido e inodoro. Vacío.
Ella se apartó con algo de rudeza mirando al hombre como si no le conociera. Su marido quedó a cuadros, sus manos colgando en el aire como cuando le abrazaba.
- ¿Cassidy?
-No es mi nombre -replicó cortante.
-Cariño… -dio un paso hacia ella, pero Castiel retrocedió.
-Mi nombre es Castiel -dijo con voz grave carente de los tonos dignos de una mujer.
-Pero qué dices -contrajo el entrecejo por segundos intentando acercarse nuevamente, pero la embarazada dio dos zancadas hacia atrás imponiendo una mayor distancia entre ellos-. Cas, por favor.
-Tú no eres Dean -ignoró la súplica del hombre frente a ella-. No el que yo amo.
-Cas…-su rostro se tornó apesadumbrado-. Soy yo -ella sacudió la cabeza-. Nos conocemos desde los seis años, éramos vecinos e íbamos en misma escuela y hasta fuimos a la misma universidad con Sam.
- ¡No! -Exclamó-. ¡Nunca he vivido nada de eso porque no soy humana! -Él le observó atónito. Ella suspiró, contemplándole taciturna-. He vivido por casi dos mil años pero nada ha sido más memorable ni más valioso para mí como el día en que te vi por primera vez, Dean.
-Cassidy…
-Soy un ángel del Señor -le cortó.
-La película que vimos ayer te pasó la cuenta, nena.
-Y tú eres un cazador.
- ¿Un qué? -tosió él.
-Toda tu vida has salvado a los demás -prosiguió el ángel- incluso arriesgando tu vida por ello -sus labios se arrugaron-. Pero por tu hermano Sam aceptaste ir al infierno.
-Ok, esto es bizarro -esta vez no hizo amago de aproximarse pero echó las manos al aire perdiendo la templanza-. Si fuera cierto todo lo que me dices, -indicó con cuotas de ironía- ¿cómo es que no tienes alas? Mejor aún, ¿dónde están tus poderes de chica súper poderosa?
Castiel entrecerró los ojos concentrándose, una nebulosa oscura fue acumulándose tras su espalda paulatinamente hasta ir tomando forma y desplegarse como un majestuoso par de alas; Dean quedó boquiabierto.
¿Qué cojones es eso?, pensó el humano sin dar crédito a lo que veía.
-Son mis alas, Dean -contestó Castiel con voz impersonal-. ¿Es suficiente prueba para ti?
-No es…
- ¿Posible? -Atajó ella con una sonrisa rota-. Lo es. Esta es la verdad, Dean -confirmó retrayendo sus alas-. Lo que ves aquí, esta vida normal, mi embarazo… -se tocó el vientre con ambas manos- son las cosas que deseas -él entornó los ojos-. Lo que no podemos permitirnos porque muy en el fondo estas seguro de que no encontraremos una solución y yo regresaré al Cielo para nunca volver…
- ¿Qué…? -Se pasó una mano por el rostro-. Esto es increíble, tengo que estar soñando.
-En realidad, este es tu subconsciente -explicó ella-. Te han atrapado aquí y he venido a liberarte.
-Cas, en serio, corta el mal rollo -pidió con tono exigente-. No es gracioso y si Sam está en algún sitio escondido grabando esto te juro que lo mato.
-Créeme, por favor -rogó. Dean le arqueó una ceja, escéptico.
En ese momento los ojos azules de Castiel vagaron raudos por la habitación hasta detenerse en una fotografía. En ella aparecían una radiante Cas con vestido de novia abrazada a un sonriente Dean quien lucía un traje de novio cuya corbata realzaba el color de sus ojos verdes, y a cada lado de ellos estaban Sam y Bobby sonriendo animadamente a la cámara. Fue el estímulo necesario para que los engranajes del ángel comenzaran a trabajar.
-Bien -dijo Cas resignada-. Si soy yo quien está errando, ¿cómo se llaman mis padres?
-Eh, pues ellos son… -Dean miró hacia el techo y luego rodó los ojos, como si de pronto hubiese olvidado algo sumamente esencial.
- ¿Tengo hermanos? -Siguió sin darle un respiro-. ¿Cuántos son y cómo se llaman?
-Tus hermanos… -sonrió nerviosamente-. Son…
- ¿Qué día nos casamos y dónde?
-Eso es fácil -indicó con el dedo índice-. Fue en… y…
-No recuerdas nada de eso, ¿cierto? -Concluyó Cas luego de unos minutos, acercándose al Winchester quien no emitió palabra. Una vez estuvo cara a cara, le acarició las sienes con sus dedos-. Despierta, Dean. Por favor -susurró contra su boca-. Tienes que volver conmigo…
El humano cerró los ojos en cuanto el ángel le besó tiernamente. Miles de imágenes le asediaron en cosa de segundos y en todas estaban latentes un par de ojos azules, primero en un hombre y luego en una mujer rubia. En cuanto ambos abrieron las alas de la misma singular forma comprendió que eran el mismo ser, un ángel.
Castiel resonaba por su cabeza con apremio.
Cas.
Dean…
Se sumergió en las profundidades del torrente de memorias y antes de saberlo ella, Cas, se adueñó de todo.
Siento la demora, Dean.
No hay nada que no me guste de ti, Dean.
Lo que de verdad me importa es estar contigo…
¿Esto significa que ahora soy tu novia?
Te quiero Dean.
Pase lo que pase… Has de saber que te amo y eso no cambiará, ni siquiera en el día del juicio final.
Dean, quiero cumplir todos tus deseos…
Te quiero a ti Dean, por completo.
¡Prefiero caer a verte muerto!
Sólo… Sólo hay una cosa que sé con certeza en este mundo, Dean. Te amo. Cada segundo a tu lado ha sido el más feliz de toda mi existencia…
No… No puedo concebir un mundo donde no pueda tocarte, Dean.
Ya te lo dije antes, Dean. Haré lo que sea por salvarte.
Desde el principio te he dejado atraparme sin saberlo, pero ahora que estoy consciente de ello descubrí que quiero que lo hagas.
No sientas celos, Dean. Quiero mucho a Sam pero a quien amo es a ti.
Te amo…
Castiel… Cas…
Dean abrió los ojos y cuando la vio frente a él, en ese camisón azul, en esa pantomima de vida, recuperó todas sus vivencias.
-Cas… -susurró acunando su rostro entre sus manos como si no le hubiese tocado en años-. Te ves horrible con esa ropa -bromeó antes de estrecharle.
-Dean, Dean -musitó recibiéndole sin demora, embriagándose en el aroma de su piel, apresando el olor de la lluvia misma. El verdadero Dean estaba con ella ahora, el cazador, el soldado y el hombre. El abrazo no duró tanto como le hubiese gustado al ángel, pero la cara del Winchester cuando vislumbro la causa del porqué no podía aferrarse a ella como quisiera fue todo un bonus.
-Estás… -dijo casi sin voz, apuntando el vientre abultado.
-Este es tu subconsciente, Dean. Aquí todo lo que deseas se hace realidad -detalló ella con voz apagada. Él le miró a los ojos choqueado-. Yo… -sus ojos clavados en su vientre-. Quisiera poder darte una familia…
-Cas… -reposó su frente contra la de ella-. Es sólo un pensamiento.
-Pero…
-He aprendido que hay cosas de las que puedes prescindir y otras que no -habló contra su boca contemplándole a los ojos, su aliento acariciándole-. Esto… puedo prescindir de esto pero no de ti, Cas.
-Yo tampoco -confesó recorriendo su tez con las manos, absorbiendo sus formas-. Pero queda tan poco tiempo y… -calló abruptamente.
-No lo digas… -resolló antes de besarle. Castiel gimió en su boca ante la voracidad con que le acariciaba y le correspondió con igual intensidad. El paisaje cambió y con ello el vientre del ángel se tornó plano y liso, suave; el viento adquirió potencia y le desordenó el cabello y la camisola, llevándose con él la calidez de Dean.
- ¿Dean? -Le llamó cuando se halló sola en medio de la nada-. ¡Dean! -Apretó los ojos concentrándose en ubicarle. No tardó en encontrarle y valiéndose de su Gracia abrió sus alas volando hacia el Winchester a toda velocidad al darse cuenta de que no estaba solo.
OoO
- ¿Joshua? -Dean se encogió de hombros superado-. ¿Qué haces aquí? ¿No se suponía que Cas construyó una muralla china para que nadie violase mi privacidad?
El ángel sonrió cándidamente.
-Lo hizo -aseveró-. Pero ante el poder de nuestro Padre esa muralla parece de cartón -señaló con facciones serias. Dean sintió que sudaba a borbotones de súbito.
-Te refieres a- ¿Dios? -Casi se atora con la mención del gran Jefe.
-He venido a darte un mensaje de Su parte, Dean -zanjó Joshua afablemente-. Esa es la razón por la que nuestro Padre intercedió.
-Vaya forma de hacerlo -espetó-. No tiene métodos muy considerados, ¿seguros que no lo vanagloriaron demás cuando escribieron la Biblia?
-Dios y nosotros estábamos felices de dejar de oírte blasfemar a diestra y siniestra en Su contra -replicó el humilde ángel luciendo por primera vez molesto con el cazador-. Lamento escucharte.
-Ok, me callo -se disculpó Dean a su manera-. ¿Cuál es el mensaje de todas maneras?
-"Nada es al azar" -recitó el ángel solemnemente.
- ¿Eso es todo? -El cazador alzó las cejas instantáneamente.
-Así es -afirmó Joshua-. Espero que comprendas el real significado de todo lo que acontece a tu alrededor.
- ¿Podrías descifrarme el código? -El sarcasmo entró en escena-. La verdad es que estoy sobrepasado con estos cambios de humor de tu Padre, sin ánimo de ofender -aclaró cuando notó como Joshua fruncía el ceño-. Al principio me hace creer que soy el hijo de puta más grande del mundo, el que no merece perdón alguno por estar, ehm, corrompiendo a uno de sus hijos -el ángel iba a objetar pero el Winchester le detuvo-. Entonces, cuando nos embarcamos en una cutre parodia de Romeo y Julieta, el Jefazo te manda a ti diciendo que "todo fue dispuesto para que estuviésemos juntos" y que Él me ayude porque me da la impresión que es más bien lo contrario ya que el tiempo sigue corriendo y no veo una jodida salida a esto…
- ¡Dean! -Castiel se materializó a su lado de súbito, chequeando con la mirada de que estuviese bien. Reparó en Joshua luego y su cuerpo se tensó inevitablemente-. Hermano…
-Hola, Castiel -saludó amigablemente el otro ángel-. Descuida, no he venido a hacerle daño a Dean ni a ti, solamente he venido a entregar un mensaje.
- ¿Qué mensaje? -Quiso saber ella cubriendo inconscientemente a Dean. Sin embargo, el Winchester le cogió de un brazo y le miró de manera breve pero clara, como diciéndole "tranquila, no pasa nada". Ninguno de los dos advirtió la sonrisa de Joshua ante aquella intima forma de comunicación.
-Puedes preguntárselo a Dean, es hora de que me retire -se excusó algo apenado-. Oh, antes de que lo olvide -rememoró de pronto-. No olviden que Él les escucha… -se detuvo en Castiel-. Sabes a lo que me refiero hermana -sonrió y se disolvió en el aire. Ella giró el cuello interrogando al cazador en silencio.
-Dijo "nada es al azar" -citó haciendo comillas-. No me preguntes que significa eso, trataba de sonsacárselo a tu hermano antes de que te aparecieras.
-Sé lo que significa -le ahorró el ángel- Quiere decir que todo ocurre por algún motivo, que nada es gratuito.
-… Creo que sigo perdido -se hundió de hombros-. Como sea… -exhaló-. Imagino que es tiempo de retornar a casa, ¿no? -Castiel asintió-. Bien… -musitó cabizbajo.
- ¿Por qué estas dudando? -Preguntó tomándole de las manos.
-Por… nada.
-Dean -exigió ceñuda.
-Vale, ya caigo -inspiró con ahínco-. A veces pienso que… -sus ojos verdes se opacaron en segundos- lo único que he hecho ha sido aumentarte el yugo, Cas. Que quizás serías feliz si nunca me hubieses conocido… que estarías… aleteando en alguna nube libre de toda mi mierda -el ángel se mostró tremendamente ofendido.
-No te atrevas a pensarlo de nuevo -ladró ella rodeándose de un aura peligrosa y amenazante, tentando al cazador con huir- ¿Cómo has podido siquiera concebir esa idea?
- ¿A cuántas cosas has tenido que renunciar por mí? -ignoró lo intimidado que se sintió ante Castiel en modo bersek.
-He renunciado a ellas por voluntad propia, no has intervenido en mis decisiones.
-Claro que sí -rebatió-. Indudablemente lo que sientes por mi te ha llevado a tomar esas decisiones. Cas, no tienes que defenderme en esto porque también es mi culpa -el ángel bajó la cabeza, leyendo entre líneas. Su cara se bañó en pánico cuando una cruenta ocurrencia se le cruzó.
- ¿Ya… Ya no me amas? -Su voz estrangulada y los ojos vidriosos. Dean le observó horrorizado.
-No seas boba -evadió su mirada.
-No me has respondido -refutó el ángel estrujándole las manos.
- ¡Por supuesto que lo hago! ¡No tienes razones para dudarlo! -Aseguró mirándole abrumado. Jadeó-. Y ese es el jodido problema, es por eso que no puedo ni quiero dejarte ir aún cuando sé que es lo correcto.
-No quiero que hagas lo correcto. -susurró aliviada.
-Esto es la ostia, un ángel diciendo que no haga el bien -ironizó.
-Dejé de ver las ver las cosas con la rigidez de antes, Dean -dijo con ojos brillantes-. Estoy convencida de que todo lo creado por mi Padre es maravilloso y si me he enamorado de ti no veo como puede ser malo…
Dean suspiró abatido.
-No hay caso contigo, ¿verdad? -Meneó la cabeza rodeándole la cintura con los brazos-. Soy solamente un ser humano Cas, deja de ponerme en un pedestal.
-El que no quieras ver tu valía no implica que yo no la veré -terció Castiel hundiéndose en su confortable cuerpo-. Es la humanidad residente en ti lo que te hace tan hermoso, Dean.
-… Como quieras -se rindió deslizando los labios por su mejilla. Dos dedos se posaron con gentileza en su sien y un blanco puro y acogedor devoró todo.
Dean abrió los ojos. El techo del cuartucho de motel le dio la bienvenida; un peso añadido en su pecho le hizo incorporarse con cuidado. Cas yacía laxa tendida encima suyo.
- ¿Cas…? -Su voz rasposa como si nunca la hubiese usado.
-Es placer volver a verte, Dean -saludó Balthazar levantándose del sillón situado a un costado de la cama matrimonial.
- ¿Qué putas haces aquí? -Reclamó el Winchester visiblemente cabreado.
-Qué maneras son esas -se quejó el ángel-. Después de que fui considerado y ayudé a Cassie a infiltrarse en tu sesera…
- ¿Qué? -El hombre se crispó-. No sé de qué mierda me hablas.
-Dean… -le admiró tristemente-. Papá te tenía cautivo y Cas aquí estaba de luto porque no podía llegar a ti, así que Gabe y yo le ayudamos a demoler la prisión.
- ¿Por qué me ayudaste? No te agrado y créeme que por mi parte es mutuo -espetó acomodando a Cas en sus brazos.
-Sí, bueno -Balthazar se mostró avergonzado-. Me disculpo por ello.
-Estás de coña, ¿cierto?
-No tonto, estoy sincerándome -arrugó el entrecejo y se dejó caer a los pies de la cama-. No entiendo a Cas y creo que no podré hacerlo nunca, pese a ello… tú… -carraspeó un poco- la haces feliz y me basta.
-Ya… -cerró un ojo- No te compro nada, tío.
-Bueno, yo cumplí con decir la verdad, tú verás lo que haces…
Dean reparó en Castiel, ida en sus brazos.
-Si estás diciéndome la verdad, ayuda a Cas -pidió el humano despejándole la frente al ángel de algunos mechones de pelo.
-Sólo está exhausta - Balthazar se acercó y tomó la mano de su hermana-. Dio todo de si por auxiliarte, incluso le ofrecí acompañarle pero no me dejo… -sus ojos se anclaron a los del cazador-. Tal vez todavía desconfía de mí y teme que quiera hacerte algo.
-Tus intenciones no fueron muy transparentes en ese entonces… -apostilló el humano manteniéndole la mirada.
-Sí, ya me lo has dicho -sonrió-. No estoy sordo, ¿sabes? -Sus ojos bajaron a Castiel-. Gabriel, te necesito aquí -canturreó ante la cansada mirada de Dean-. Después sigues haciendo arrumacos con tu humano.
- ¡Hey! -Se quejó el Winchester sonrojándose ante la mención de Sam enrollándose con el Trickster. Que lo supiera no aminoraba la sensación de que su pequeño hermano era visto como un comestible.
-No es un secreto que Gabe y tu hermano se ven a escondidas, Dean -señaló socarrón el cuestionado ángel-. Aunque claramente no se menciona a viva voz porque nuestro líder es algo… mezquino cuando le tocan a tu pequeño hermano.
-Te arrancaré unas cuantas plumas si sigues hablando así de Sammy, Balty -amenazó Loki una vez se hizo visible, situándose a un costado de Dean. El cazador rodó los ojos-. Hola, Dean-o -saludó con una amplia sonrisa. En ese momento la puerta de la habitación se abrió trayendo consigo a Sam. Gigantón se iluminó en cuanto vio a su hermano mayor despierto
-Dean, ¿estás bien? -Inquirió lanzándose a abrazarle. El aludido le palmeó cariñosamente en la espalda.
-Todo en orden, Sam -respondió en cuanto éste le dejo respirar-. Cas es quien me preocupa ahora -Samuel clavó su mirada en el ángel que yacía dormido en el regazo de Dean.
-Gabriel, ¿qué es lo que tiene? -el arcángel le dedico una mirada tranquilizadora; Dean flipó ante el afecto implícito en la forma babosa en que miraba a su hermanito.
Oh, puta mierda… gimió Dean en su fuero interno.
-Calma, Sammy -sonrió-. Necesita recargar baterías, nada más. ¿Tengo razón Balthazar? -Su hermano asintió desganadamente viendo de hito en hito a la parejita, una vez observó a Dean unas ganas irrefrenables de reír le inundaron.
-Bien, creo que puedes encargarte del resto, Gabe -le picó Balthazar-. Yo necesito ir por un tequila.
-No hay problema, Balty -aceptó el cabecilla del Paraíso-. Gracias por tu ayuda.
-Sí, como sea -miró a los humanos-. Nos veremos pronto hermanitos Winchester -sonrió maliciosamente antes de irse.
Los cazadores se relajaron de inmediato; Gabriel se carcajeó ante esa reacción.
- ¿Qué es lo gracioso, Gabe? -Gruñó Dean. Sam a su lado le codeó con énfasis ensanchando así la sonrisa del Trickster.
-Nada -sacudió la cabeza-. Balthazar tendrá que esforzarse más si quiere subir su porcentaje de popularidad -bromeó soltando la mano de Castiel-. Bien, Cas tendría que despertar dentro de un par de horas -dijo mirando a Dean-. Te aconsejo que no le muevas mucho para no hacer de su sueño de belleza algo turbulento -rió.
-Capullo -adjudicó su cuñado favorito.
- ¿Qué fue lo que pasó Dean? -Sam cambió de tema, viendo de soslayo al arcángel de un modo que era puro reproche; Dean fingió demencia ante el intercambio ocular entre estos dos.
-Joshua haciendo de recadero otra vez -respondió en tono cansado.
- ¿Qué es lo que Papi mandó a decir?
-"Nada es al azar" -esta vez no usó los dedos para imitar las comillas-. Y algo de que tu Padre tiene oído biónico -se abocó al Trickster.
-No parece algo que mereciera encerrarte bajo siete llaves, Dean -comentó Sam al cabo de unos segundos.
-Sí -suspiró el otro Winchester-. Pero ya ves…
Gabriel se percató del anhelo explicito con que Dean contemplaba a Castiel, inclusive notó bordes de amargura en sus ojos. Disimuladamente sus dedos se rozaron con los de Sam, atrayendo su atención. Por la fuerza de la costumbre, Sam miró donde Gabriel le indicó y sin tapujos entendió el panorama.
-Dean, quizás quieras ducharte o comer así que… -vio de reojo al arcángel y éste asintió enérgicamente-. Te dejaremos un rato. Cualquier cosa, estaremos en mi habitación.
-Lo que pasa que queréis ir a refugiaros en vuestro nidito de amor -acusó Dean sin contemplaciones produciéndole un furioso sonrojo a Sam.
-Ya me gustaría, Dean -el Trickster fingió dramatismo-. Pero Sammy es tan parco y poco cariñoso conmigo que comienzo a pensar que sólo me usa para sacarme información -sollozó.
- ¡Gabriel! -Graznó el joven cazador; giró un poco para ver a su hermano mayor y descubrió que éste estaba lívido, seguramente sufriendo alguna visión erótica de él con el arcángel en actitudes guarras. Sam expulsó humo del coraje-. ¡Tú! -Apuntó con un dedo a Dean- ¡Deja de mezclar el porno con la realidad! -El dedo se dirigió a Gabe-. ¡Y tú! -Las fosas nasales se le hincharon-. ¡Deja de victimizarte o te juro que hoy te saco volando de una patada en el culo!
-Al menos sé quién domina fuera del catre -dijo Dean con retintín. Loki correspondió a su sonrisa pervertida con una de similar calibre. La venita de Sam explotó.
- ¡Dean! -el pequeño Winchester rugió cual bestia.
-Ok, Nessie -se disculpó-. Baja las revoluciones o vas a despertar a Cas -interpeló cubriéndole los oídos a su novia.
-Dean tiene razón, Sammy -apoyó el arcángel enseñando las manos en son de paz-. Puedes enfadarte conmigo lejos de aquí; Cas debe descansar.
-Lo… lamento -se excusó observando avergonzado al dormido ángel. Se puso de pie y le hizo un gesto a Gabriel para que le siguiese-. Volveré más tarde a ver cómo se va todo.
-Vale -Dean asintió. En cuanto la puerta se cerró tras Gigantón y su payaso novio Dean se dejó caer con cautela en el lecho, azorado por los frescos acontecimientos-. Joder… -masculló-. ¿Hasta cuándo estaremos así, Cas? -Susurró abstrayéndose en sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos; y como si ella le hubiese escuchado desde la inconsciencia se arrimó más a su pecho, arrugando la colcha entre sus manos.
-Dean… -ella musitó entre sueños. El humano sonrió débilmente y se empinó un poco para tirar de las mantas y taparle.
Su mente voló lejos de ahí, hacia la visión de Cas y él viviendo una vida normal, criando el hijo que él proyectó en el laberinto de su mente. No había mentido al decir que podía vivir sin ello, pero no quitaba que lo deseara…
Aunque, lo que más deseo, se reiteró sin trabas y sin pausas, es a Cas a mi lado sin límites.
No hubo ángel en el universo que no le escuchase.