exo. kai-centric. 1.5k. Un rostro le viene a la mente, una sonrisa, un brazo en el hombro y unas manos que se agarran con fuerza mutuamente.
nota mental: no escribir más fics con límite de tiempo. tipo de desastre sin definir o sin terminar, idk.
Lo sentía en sus venas.
Unos lo llamaban veneno, él lo llamaba poder. Esa corriente eléctrica, adictiva,que le recorría cada centímetro de piel, que se deslizaba hasta las puntas de los pies y le envolvía en un abrazo, en un aura sólo perceptible durante el segundo que tardaba en realizar el Salto.
Vacío, fugaz, una negrura que pasa rápida delante de sus ojos oscuros, anticipo del frío que se aloja en su cuerpo antes de llegar a su destino.
Cuando sus pies pisan tierra, hierba, la punta afilada de una roca, su cuerpo tiembla, se estremece. No puede más que dejarse caer al suelo, débil, sin fuerzas, falto de aire pero con la suficiente voluntad de levantar los ojos hacia la inmensidad que hay encima de él.
En el cielo, dos lunas brillan con el color de la sangre y la noche lo traga vivo.
*****
Confusión. Irrealidad.
Dos síntomas que le asolan nada más abrir los ojos. ¿Dónde estoy?, pregunta su mente al despertarse, al ver las paredes de metal, la manta gris, fea, deshilachada, que cubre su cuerpo; al sentir el frío en los brazos y un desagradable pinchazo en la cabeza.
Transcurren unos segundos, prolongando la confusión que, poco a poco, va disipándose.
El Salto, recuerda por fin.
-Luhan -pronuncian sus labios.
******
Luhan.
Un rostro le viene a la mente, una sonrisa, un brazo en el hombro y unas manos que se agarran con fuerza mutuamente.
Luhan, le llama sin voz buscando un hilo fino que sólo él puede percibir.
Luhan. ¡Luhan! Insiste, buscando, tirando.
No oye nada al otro lado de su grito mental.
Frustración, impotencia.
Se levanta, golpea la pared con un puño y su cuerpo se queja, refrena un grito que pugna por salir de su interior.
¿Kai?
Se queda quieto, receptivo.
¿Luhan?
Kai…
Una respuesta. Leve, muy leve, preocupante. Tiene que darse prisa.
Te sacaré de aquí.
*****
El lugar le es conocido. Una copia alterada del lugar que dejó atrás, una versión que recorre con pasos silenciosos, precavidos. Se había encontrado la puerta de la habitación abierta, nadie en el pasillo al que salió con los pies descalzos. Un cambio notable, risible, teniendo en cuenta que en la otra realidad intentaba escapar de ese lugar. Romper los barrotes, el escudo que le tenía atrapado, para no volver a saltar.
-Estás loco -recuerda que le dijo aquel que siempre había sido su compañero hasta el último adiós.
Loco. Lo estaba, no podría volver. Su cuerpo, su mente, sus pasos no tan seguros, se lo decían.
Aquel había sido su último Salto y tendría que aceptar lo que eso significaba. De la imposible vuelta, de la cuenta atrás sin número en su cabeza.
Por ahora, debía de darse prisa antes de que se perdiera a sí mismo.
*****
Luhan.
Le llama de vez en cuando, pero no tiene respuesta.
El lugar es grande, demasiado, pero lo conoce, lo ha recorrido palmo a palmo en su versión Cero. Sin embargo tiene pasillos nuevos, puertas que no sabe a dónde llevan, salidas que terminan en un mundo yermo y lleno de silencio.
Sigue sin cruzarse con alguien. El lugar está inhóspito, diríase que abandonado, pero hay luz, agua y no hace frío. Sus pies se mueven sobre suelo templado, sus manos se posan sobre paredes metálicas sin marcas del desgaste con el que ataca el pasar del tiempo.
Luhan. Vuelve a insistir, intentando sentirlo dentro de él.
Sólo le responde el eco de su propia mente.
*****
-Por favor, no cometas un suicidio.
Kai centra la mirada en su interlocutor. Cierra las manos en sendos puños, intenta respirar pausadamente.
-Ya estoy muerto, Kyungsoo. Apenas puedo moverme.
Sus pasos son torpes, su cuerpo reacciona con retraso, sus manos, antes ágiles, maniobran con dificultad.
-No voy a dejar que vayas tras él. Eres mi responsabilidad.
-No pueda dejar que muera.
No. Tenía que salvarle, traerlo de vuelta.
-¡Basta! No vas a salir de aquí. ¡Te sedaré si hace falta!
Kai lee el miedo oculto tras el enfado aparente del chico moreno. Sus grandes ojos están más abiertos de lo normal, una vena se le marca en el cuello, sus manos tiemblan de manera apenas perceptible. Está en el fondo desesperado. Él también.
-Lo siento, Kyungsoo. Puede que en la dimensión a la que vaya seamos mejores amigos.
-Ya lo somos, Kai, y como tal no voy a dejarte ir, no puedes salir de la Dimensión Cero. Es una orden. -Su tono es serio, sin lugar a discusión.
-¿Ves? No somos amigos, Kyungsoo -miente, porque lo son en realidad. Siempre ha estado ahí para él, llevando su progreso, evitando que se consumiera antes de tiempo-. Los amigos no obligan a otros a hacer algo que no quieren.
-Los amigos intentan proteger a sus amigos.
*****
Proteger.
Kyungsoo ha quedado atrás, a miles de dimensiones de distancia de la que se encuentra. A salvo, protegido, él nunca ha sabido lo que es el Salto, el quedarse atrapado. No sabe lo que es notar cómo te pierdes a ti mismo a cada minuto que pasa una vez pasas el Límite.
Seguramente le odia, por desobedecerle, por responder con esa rebeldía que le ha poseído poco a poco, viaje a viaje, alterando alguna parte de su cerebro que ya no tiene remedio.
Está loco, sí. Es un suicidio lo que ha hecho, también.
Pero él también quiere proteger a alguien.
******
En su camino por las instalaciones, oye un eco, un susurro que llega a sus oídos con mayor claridad a medida que se va acercando a su origen. Es una repetición, un par de frases que una voz dice una y otra vez.
Cuando entiende las palabras, sabe que le ha encontrado.
-Luhan.
******
El aludido levanta la mirada y unos ojos enrojecidos, enmarcados por mechones alborotados de pelo negro, se encuentran con los de él.
Kai se acerca, lentamente, con el ritmo que le pide su cuerpo apenas con energía. Se pone de rodillas sin romper el contacto visual con Luhan.
-Ka... i -se oye escapar de unos labios cuarteados. Las marcas en su piel hacen pensar que lleva mucho tiempo ahí, pero según sus cálculos no ha debido de pasar más que unos días en los que él estuvo durmiendo.
-Luhan -responde. Parece estar bien pero sus ojos... Sus ojos reflejan que ha cruzado el Límite.
-¿Q-qué haces aquí? -pregunta como si le costara pronunciar las palabras. Cierra los ojos, se muerde un labio con fuerza como si acallara un grito interior mientras una mano se entierra en su pelo sucio.
Kai reconoce lo que le está pasando.
La Voz le está intentando ganar.
-¡Luhan! -grita en un intento de llamar su atención, de olvidar aquello que le está atormentando y ganando terreno poco a poco en su mente
Luhan le mira con ojos desenfocados, murmurando de nuevo palabras que intentan hacerle recordar quién es, el protocolo que todos los Saltadores han aprendido de memoria.
-No deberías de estar aquí -dice de repente, enfocando la mirada-. No... ¡no deberías de estar aquí! -repite agarrándose a su camisa con fuerza-. Kai... ¡Kai, dime que no estás aquí! -le zarandea y sus ojos se enrojecen más.
Quiere decirle que no está para que se tranquilice, para que recupere la calma que siempre le ha caracterizado. Siempre manteniendo el control, siendo la figura a la que recurrir en los momentos importantes. Ahora es sólo una mera sombra de ello, el Límite le está rompiendo.
Tiene que hacer que vuelva cuanto antes. Para él, todavía hay tiempo. Una oportunidad, un viaje más.
-Debemos movernos, tienes que volver -habla sin responder a su súplica.
Luhan baja la mirada y niega con la cabeza. Sus dedos se agarran con más fuerza a la camisa, hundiéndose levemente en la piel.
-No... No lo entiendes. No se... -levanta la mirada de nuevo-. No se puede salir de esta dimensión -termina, repitiendo el movimiento de cabeza. Sus manos se relajan, el agarre en la tela desaparece.
-Pero eso no es posible. Todas las dimensiones tienen una alteración, un Agujero -replica. Es como ha sido siempre, viaje tras viaje, la paradoja del agujero de gusano.
-Esta no -se pasa una mano por el pelo, apartando los mechones que le caen sobre los ojos-. Ya lo he intentado. Es como una cárcel. La única alteración que he podido observar son esas dos lunas rojas.
Kai frunce las cejas, intenta entender a qué se refiere. Entonces recuerda los dos astros suspendidos en el negro cielo, uno al lado del otro con el color de la sangre.
Su planeta sólo tenía una. Una luna ambarina. Tenía que ser la alteración, el Agujero por el que habían entrado.
Su atención vuelve a Luhan cuando lo ve encogerse, a tirarse del pelo, a murmurar un ¡Vete, déjame en paz! que por un momento cree que es dirigido hacia él.
La consciencia del Luhan de esa dimensión le está atacando de nuevo. Kai recuerda la dimensión en la que se quedó tiempo de más, la otra persona que intentaba abrirse paso en su mente, la pérdida gradual de recuerdos, de su yo a medida que prolongaba su estancia. Había sido peligroso, demasiado. Un descuido que casi había pagado con la muerte de su consciencia.
Puede que Luhan crea que no se puede salir de ahí, pero si ha habido una entrada, habrá una escapatoria. Esas dos lunas tienen que significar algo.
El qué. Lo averiguará sea como sea.