-Fanfiction-Mutados

Feb 14, 2014 17:58

Titulo: Mutados
Personajes / Parejas: Paraboli
Advertencias: homo.
Pedidos: de cherriku, mutantes y este par. Al menos el primer capi.

Toque
Martín se había ido temprano a trabajar, como siempre. Sebastián tenía clases universitarias durante la mañana ese semestre; por lo que Daniel se encontraba con la casa para él…más o menos.

Le gustaba tener la casa para sí, era un bonito cambio para el ambiente de “tengo un secreto” que generalmente se respiraba en esa casa.

Apenas despidió a Martín, caminó rápidamente hacia el refrigerador, tomando un pedazo de carne roja y cruda, y luego subió las escaleras hacia su habitación.

-¿Julio? -llamó Daniel en un susurro al entrar a la habitación, cómo si no confiara que sus primos estuviesen lo suficientemente lejos. Cerró la puerta y llamó más alto-. ¡Julio!

-Arriba -fue la respuesta.

Daniel alzó el rostro para ver al muchacho de apariencia demoniaca colgando encima suyo, agarrándose con su delgada, pero fuerte cola a algo que no lograba identificar por causa de la perspectiva.

-Bueno, ahora sé que el azul no le quedaría bien a mi techo -comentó Daniel, sonriendo-. Pero más importante, ¿Cómo carajos estás colgando? No eres spiderman.

Julio sonrió, mostrando unos afilados colmillos. Era cómo el hijo perdido de rondador nocturno. Si no fuera porque ser mutante -mutado para el vulgo- fuese tan riesgoso en esos tiempos, Julio seria la estrella del cosplay.

-Clavé una agarradera a tu techo. Así puedo esconderme fácil si entra uno de tus primos. Ingenioso, ¿verdad?

-No comentaré sobre las modificaciones ilegales y el depósito de esta casa. Te traje algo de carne.

Julio se soltó, girando sobre sí mismo mientras caía para aterrizar sobre sus pies. Apenas tocó el piso y se abalanzó sobre el plato que Julio le extendió, empezando a devorarlo, dejando en claro que realmente no le importaba lo que el paraguayo pensara de sus modales.

Daniel ya estaba más que acostumbrado a la falta de modales de mesa por parte de su amigo, así que fue a sentarse en su cama, mirándolo comer.

Hacía casi un año que Julio se escondía en su habitación. Cuando lo pensaba, la rareza no era la apariencia de Julio, sino que aun no los hubiesen descubierto. Eran putos suertudos, debía decir.

Julio pasaba el día escondiéndose de habitación en habitación y las noches desaparecía entre las sombras, disfrutando de algo de libertad. Eso cuando la calle estaba algo tranquila. O sea, sin robots del gobierno, salidos de una historieta, que patrullaban mientras al mismo tiempo instruían a la población de que los mutantes debían ser entregados al gobierno, por su propio bien.

Los mutantes cómo Julio, aquellos que no podían pasar desapercibidos, eran los que las pasaban peor. Su destino era ser arrestado, sino es que antes era linchado por la comunidad. Y la apariencia demoniaca no ayudaba.

La sociedad los veía como una amenaza. El gobierno como un arma. ¿Y Daniel? Daniel sólo tenía a Julio cómo referencia. Alguien que una noche le rogó que por favor no dijera nada, que se iría en cuanto pasase el robot de turno y que terminó siendo parte de su vida. Fue ahí que Daniel dejó de ver a los mutantes cómo extraños con poderes de fantasía para verlos como gente asustada que estaba siendo perseguida. Daniel nunca había entendido el punto de vista de un mutante hasta que se topó con Julio.

Y por otro lado, su tolerancia por cosas grotescas subió bastante. Ahora le era natural verlo arrancar la carne con sus colmillos delanteros. O que anduviese con el pecho desnudo de aquí para allá. O imaginarse frotándose contra ese musculoso cuerpo y…espera, ya eso era aparte.

-Recuerda que hoy saldrías conmigo -le dijo Julio de pronto, chupándose los dedos-. Me ibas a llevar a ese nuevo centro comercial.

-Si -respondió Daniel, volviendo a la realidad-. Acerca de eso… ¿Seguro que en pleno día es buena idea?

-De noche son más estrictos con la vigilancia, créeme -dijo Julio-. Y hasta paranoicos. Una vez vi a la policía dispararle a un tipo porque tenía el cabello verde.  Uno pensaría que verlo acabado de salir de una peluquería, les daría una idea de la causa del pelo verde.

-Oh…

Daniel se dio la vuelta para que Julio no viese los nervios reflejados en su rostro. Eso de que le dispararan en caso de que el plan fallase no sonaba agradable. Quizás porque no lo era.Necesitaba idear un plan B en caso de ser descubiertos porque…

-Julio…  -llamó Daniel de pronto, tratando de controlar el tic nervioso que ahora había en su ceja.

-¿Si? -respondió este, sonando casi en su oreja. Eso era porque básicamente, Julio lo estaba abrazando por detrás, y hablándole al oído.

-Saca tu cola de mis pantaloneso te la arranco.

-Jeje, no finjas que no te gusta -fue la respuesta, aunque Julio terminó obedeciendo la orden, soltando a Daniel y caminando hacia el closet.

-A ver que tienes que me sirva -comentó animado mientras lo abría de par en par-. ¡Joder, no he salido de día en siglos!Ahora tengo que recordar cómo se luce decente en una cita.

Daniel se volteó para verle registrar su ropa, suspiró y negó con la cabeza, aunque sonreía.

Julio siempre había dicho que lo suyo fue flechazo a primera vista, y vivía insinuándosele en tono bromista. Pero quizás se habían vuelto demasiados cercanos, porque Daniel le dejaba manosearlo por todos lados. Era cómo el adorable perro que siempre vive tratando de cogerse tu pierna; luego de un tiempo, te acostumbras a ello.

-¿Recuerdas cómo lo vamos a hacer? -quiso saber Daniel.

-He estado viendo el video que gravaste en los baños -dijo Julio, mientras revisaba unos pantalones-. Tú entras, yo me acerco lo más que puedo, me imagino el baño y ahí aparezco. Um…

Julio se volteó a verlo, con una chaqueta pegada al pecho.

-¿Qué te parece esto? -preguntó.

-Eh…quizás algo que te cubra mas.  ¿Seguro que puedes esquivar los sensores?

-Descuida, mientras no me acerque a las puertas, no tendré problemas con esos, ¿no?

-Puertas de entrada, detectores de metales Y mutantes… no -Daniel se cortó a si mismo para negar rápidamente al momento en que Julio le mostraba otra prenda-. Busca algo que te tape más.

-¡De acuerdo! -Julio buscó más a fondo, tomando una sabana y dando una vuelta mientras se envolvía en ella-. ¡Ya está! Todos menos los ojos, ¿Así está bien?

Daniel rió de buena gana.

-Si quieres mi ayuda, solo tienes que pedírmela.

‘’’’’’’’’’’’’’’’’’

El nuevo centro comercial había sido inspirado en el coliseo romano. Era en una forma circular, con las tiendas a los lados. El techo era de cristal ahumado, por lo que se podía ver el sol sin lastimarse los ojos.

Julio vestía pantalones anchos, subidos hasta arriba, tapando la cola enrollada en su cintura. Con una franela de mangas largas y guantes negros.  Su cara estaba vendada completamente, dejando solo los ojos que estaban cubiertas con gafas.

Ahora, el asunto sería sospechoso si no fuera porque a Daniel se le ocurrió colgar el siguiente letrero en la espalda de Julio: “Sufrí un accidente y me estoy curando de quemaduras. Y deberías sentirte mal por creer que soy mutante”. Era un mensaje ridículo, pero vaya que funcionaba. Ni la seguridad del centro comercial los miró dos veces.

En el primer nivel se encontraban los comestibles, y Daniel tuvo que darle muchos empujones a Julio para que este  dejara de mirar la sección de carnes con pura lujuria.

En el segundo nivel estaban diversas tiendas de moda. Y Julio disfrutó probarse toda la ropa posible en el enorme mostrador.

-¡Joder, ya vámonos! -exclamó Daniel finalmente-. ¡Tengo hambre!

-¡¿Y qué hay de la parte en que te cuelas en el mostrador y lo hacemos ?! -se quejó Julio, luego soltando una sonrisa.

Pero subieron al tercer piso de todas formas, ordenando una pizza grande mas tres refresco,  y una oferta de un pedazo y un refresco. Daniel sospechaba que la verdadera mutación de Julio era tener estomago de ballena.

Julio usaba tenedor y cuchillo para cortar y comer la pizza, por clase. Pero por la fuerza aplicada, cualquiera diría que degollaba una vaca.

-Come despacio -le dijo bajamente, mirando de reojo a los lados -la gente nos está viendo.

Daniel había logrado contener sus miedos la mayor parte del viaje, porque habían estado en movimiento o en posición para salir corriendo. Pero allí, sentados, sentía que todas las cámaras de vigilancia apuntaban a ellos.

Julio, por otro lado, no podía oírse más relajado.

-Nah, no son gente. Son unas adolescentes que creen que estás bueno -dijo Julio, sin darle importancia. Aunque cuidándose de no bajar demasiado su bufanda de todas formas-. Por desgracia para ellas, te gusta morder almohadas y aparte de eso, también morder mi lindo culo azul. Que no me engañas… acabo de guiñar el ojo, por si no pudiste verlo con estas gafas.

-Ah… ¿De verdad crees que les gusto? -preguntó Daniel, ahora girándose un poco hacia la otra mesa.

-Oh si -dijo Julio, oyendo las risitas provocadas por apenas una fugaz mirada de Daniel, apuntándole al paraguayo con un tenedor-. Me pegas el cuerno y te mato.

-Sabes, a veces pienso que haría Martín de oírte hablar -comentó Daniel, tomando el sorbete de su bebida y doblándolo en dos ante la vista de Julio-.  Esta sería una buena representación.

-¡Ja! Que sepas que tu primo pervertido que ve pelis pornos cuando cree que todos están durmiendo no me asusta. Más me asusta su historial de Internet.

-Um, no me gusta hacia dónde va esta conversación -comentó Daniel, desviando la mirada algo incomodo y volviéndola a posar en Julio en un segundo-. Continúa por favor.

-“primo cogiéndose a primo”, “primo mamando a primo”, “primo, cogida, primo” -Julio enumeró un par de las que había visto a Martín teclear gracias a que era un el mejor y puto espía de todos los tiempos. Notó con agrado como los colores se le subían a Daniel en el rostro.

-Wow…

-Wow, ¿eso es todo lo que vas a decir?

-Creo que necesito mas refresco, espera aquí -dijo Daniel, visiblemente azorado, levandandose y caminando en busca de algo que tomar, a pesar de que su vaso estaba medio lleno.

-¡Me pegas el cuerno con él y te mato! -le gritó Julio. Porque, ¿qué era tener recato?

-“Lo que daría por un dardo venenoso ahora mismo” -pensó Daniel, haciéndose el sordo y caminando nuevamente hacia la máquina registradora.

Tan concentrado estaba que no notó que la fila era mas larga de lo que creía, y terminó chocando con la última persona.

-¡Perdón! -soltó por pura reacción, y sólo le tomó un segundo fijarse de que era una de las chicas de la mesa cercana a la suya, de las que creían que estaba bueno.

-No, está bien -dijo ella, sonriendo tan bonito que Daniel sonrió de vuelta.

-¡Camila! -se presentó ella, extendiéndole la mano.

-Daniel -respondió este, estrechando la de la chica.

Daniel la estaba mirando al rostro, por lo que pudo ver cómo los ojos de la chica se fueron hacia atrás, mientras ella empezaba  a desplomarse. Luego él empezó a ver recuerdos que no eran suyos pasar por su mente, y mientras esto pasaba, Daniel apenas oyó a la gente gritar.

personajes frecuentes (votados), bolivia, !castellano, paraguay, !eventomoneditas 2013, shounen-ai, fanfiction

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