TÍTULO: Secretos del Alcoba.
CAPÍTULO: Décimo y último.
PAREJA: Draco / Ginny
RATING: NC-17
SUMARIO: Ups! ya saben que en los capitulos finales no pongo sumario =P Me perdonan verdad?
Capítulo 10
Aquella noche quedó ampliamente afianzado su matrimonio, los celos habían hecho estragos en sus emociones pero maravillas en su matrimonio. El hecho de que Ginny sintiera que la mirada de Fleur se posaba más de lo necesario en su esposo y la atrayente personalidad de su cuñada, hicieron que en su interior surgiera desde dentro el deseo y la necesidad de Draco, rompiendo con ello muchos tapujos que ella en realidad no había roto.
Los días que siguieron a aquella noche dieron comienzo a su verdadera “Luna de Miel”. Draco hubiera deseado tener los días libres como los tuvo después de la boda y que en aquellas circunstancias parecían eternos, pero ahora que realmente eran ideales ni siquiera podía pedirlos a causa de su reciente incapacidad.
El rubio se sentía más enamorado que nunca alimentándose cada noche con el cuerpo de su mujer, que lo hacía volar en las sensaciones mas sublimes; mientras ella por su parte, disfrutaba sintiendo en cada ocasión mayor confianza. Ginny pensaba que eso era todo lo que ella podría sentir, todo lo que ella era capaz de vivir y en realidad no creía necesitar más, la simple satisfacción de los incontables besos de Draco y verlo perdido de placer diciéndole todo lo que la ama, era suficiente para ella. Pero el deseo más grande de él era llevarla hasta donde él llegaba, quería que ella también sintiera lo que él vivía al explotar y no descansaría hasta lograrlo.
Cada noche ponía todo su esfuerzo y concentración en pausar y mediar su placer con el fin de prolongar el de ella y esperanzado en que ella en algún momento pudiera venirse con él, pero era inútil, ella nunca vibraba en sus brazos hasta ese punto.
Por otro lado, adaptados a su vida de siempre, el fin de semana pasaron la tarde del sábado en la Mansión Malfoy de Wiltshire y se prepararon para los acostumbrados domingos familiares con los Weasley. Estos inician temprano por la mañana y terminan hasta la noche. A Draco le agradaba mucho visitar a su madre los sábados y aunque al principio odiaba ir a la casa de los Weasley los domingos, no podía negar que se divertía mucho con ellos.
Ese domingo se reunieron absolutamente todos, la casa estaba llena. Ron, Luna, los gemelos, Bill, Fleur, Charlie, su novio, Percy, sus padres y ellos dos. Cuando La Madriguera se llenaba era como un pequeño manicomio, todos hablando al mismo tiempo, cada quien sobre lo suyo, ruido, risas, Molly tratando de mantener “el orden” sin lograrlo; Draco ya se había acostumbrado a eso.
Aquella tarde Ginny pensaba aprovechar la ida a la Madriguera para recoger algunas cosas que necesitaba y que aún estaban en la que fuera su habitación de soltera. Así que en un momento de la tarde aprovecho para ir a su dormitorio y buscar las cosas que ocupaba. Mientras buscaba en su cuarto, Draco empezó a buscarla después de estar un rato platicando con el novio de Charlie, entonces recordó que ella pensaba recoger algunas cosas y subió a buscarla a su habitación.
Draco nunca había pasado de la sala de la Madriguera y aventurarse a buscar la habitación de Ginny lo hizo recordar los enormes deseos que tenía de conocer esa habitación cuando ellos eran novios, las veces que deseó y soñó colarse por algún sitio y estar con ella a solas ahí. En ese momento le pareció sumamente excitante.
Subió por las escaleras a hurtadillas y entró casi sin hacer ruido sorprendiendo a Ginny que estaba verdaderamente concentrada hurgando en su baúl, la tomó por la cintura provocando que ella se incorporara rápidamente un poco sorprendida. A partir de ahí Draco tenía toda la intención de darle rienda suelta a aquellas fantasías. La volteó para quedar frente a él e inmediatamente la besó. Ginny hizo un intentó por retirarse para decirle que estaban en su casa, que podían verlos o buscarlos… pero fue inútil, no logró evadir su beso y después de unos momentos no deseaba hacerlo.
Draco la besaba apasionadamente, y en cosa de un par de minutos se habían convertido en dos adolescentes quinceañeros que se estrujan en algún rincón oscuro y prohibido. En alguna parte del cerebro de Ginny había una voz que le decía “detenlo, deténganse!” pero, se oía tan lejana…
Las manos de Draco se movían pesadamente por el cuerpo de Ginny, tan viscosamente como el aceite mas espeso que exista, acariciaba su cadera, y más tarde sus dedos repasaban cada una de sus costillas hasta llegar a las pecosas curvas superiores de Ginny que Draco insistía en modelar como si fueran plastilina.
La puerta se abrió de golpe.
-HHH… EERRRR… eeh vamos a jugar quidditch. Ginny vas con nosotros, los esperamos abajo… ¡NO SE TARDEN!
Bill, su hermano más prudente, y en este caso menos oportuno, había sido el que se había topado con la afiebrada imagen de los lunamieleros regalándose un esplendido agasajo de adolescentes. Ginny sentía arder su cara y una vergüenza que la hizo no sostenerle la mirada a su hermano mayor, mientras que Draco había roto tan abruptamente su sueño que aún tenía una mano adherida a una parte non santa de su querida esposa y respiraba con la boca abierta y los labios hinchados. Bill había salido con una pícara sonrisa, pero Ginny moría de vergüenza.
Unos minutos más tarde estaban en juego; de un lado Bill, Ron, Ginny y Draco; del otro Charlie, su novio, y los gemelos; sin faltar por su puesto la divertida narración de Luna que tenía a los espectadores orinándose de risa. El juego estaba terriblemente reñido y también algo agresivo, los ánimos y la emoción del juego los estaba haciendo olvidarse de que el patio de la Madriguera es muy pequeño y que eso sólo era un juego para entretenerse y no una verdadera competencia.
De pronto, en un momento del juego, Charlie le cerró el paso a Ginny en una posibilidad muy clara de anotación, el choque fue bastante fuerte, tanto que Ginny tambaleó y cayó de su escoba. Draco, Ron y Fred salieron disparados hacia ella tratando de evitar que cayera al piso desde 8 metros de altura, al tiempo que su padre había convocado una gran burbuja de aire para suavizar la caída. Draco logró tomarle un brazo e inmediatamente llegó Ron a ayudarlo a subir a Ginny a su escoba. El juego lo ganaron ellos finalmente.
Al llegar a casa más tarde Ginny se sentía molida, hacía bastante tiempo que no se enfrascaban en un juego tan reñido y tan largo y desgastante. Probablemente desde que jugaba para su casa en Hogwarts, eso sin mencionar el pequeño susto que se llevó cuando se sintió volar sin escoba directamente al suelo.
Cuando entraron a la habitación Ginny se dejó caer sobre la cama con visibles muestras de gran agotamiento. Ya que para variar, aunque tuviera a Fleur y Luna como flamantes cuñadas, Ginny es quien espera su madre con ansias desde la mañana para que le ayude con todo dado que es la única que realmente lo hace. Esperar algo de Luna es perder el tiempo, y no porque no desee hacerlo, sino porque si empieza a exponer sus teorías y técnicas personales sobre cada cosa no acabarían nunca. Y Fleur… Fleur no acostumbra.
A eso, debemos agregar ser la mediadora de la mitad de las peleas que se suscitan entre sus hermanos, ayudarle a su madre a dejar lo mas recogido posible antes de irse, ya que a Ginny no le gusta que su madre se quede con una carga enorme después de que todos se van; y por supuesto, el clásico partido de Quiddtch. Cuando Draco salía de darse un rápido regaderazo la encontró aún sobre la cama.
-¿Cansada?
-¡Mucho!! Estoy molida… Charlie me golpeó durísimo en el hombro.
-A ver…- dijo Draco acercándose interesado a ver el golpe que no se percibía sobre la piel pero al tocar hacía a Ginny quejarse -¿te duele?
-Si.
-Ve a darte un baño y te voy a dar un masaje que te va a dejar como nueva- Dijo Draco tranquilamente mientras le daba una ligera palmada en la espalda. Ginny se sonrió un poco incrédula.
-¿Me vas a dar un masaje?
-Si, ¿no quieres?
-Si, pero…
-¡Anda vé!
Mientras Ginny tomaba su baño Draco se puso a buscar por toda la casa algo con lo que pudiera darle un masaje, pero resulta que en su casa obviamente no había ningún tipo de tónico erótico o aceites afrodisíacos ni cosa parecida, lo único que había eran las cremas corporales que usaba Ginny, pero eso no era lo que quería usar. No para lo que en la mente de Draco comenzaba a cocinarse. Entonces al rubio se le ocurrió buscar en el maletín de preparaciones de su mujer, donde gracias a una desconocida potencialidad para pociones medicas se encontró una botella de aceite de almendras. No era lo que estaba buscando pero era suave, aromático y relajante.
Unos minutos más tarde Ginny salió sonrosada de un cuarto de baño anegado de vapor y envuelta en un blanco albornoz buscando su camisón, prenda que Draco había guardado previamente mientras ella se bañaba.
-Oye, ¿no puse aquí mi camisón?
-No sé pero, ¿para qué lo quieres? Se te va a manchar con el aceite, no te pongas nada.
-¿Aceite?
-Si, es para relajar los tejidos.
-Ah.
Fue todo lo que Ginny acertó a decir, se desajustó el cinto del albornoz y sencillamente se dejó caer sobre la cama boca abajo, mientras Draco se sentía extrañamente con nervios de adolescente. En su mente comenzaba a trazarse un plan que de ser efectivo podría ayudar mucho a que Ginny se relajara y tal vez se permitiera una entrega mucho más completa, pero eso implicaría mucha paciencia y autocontrol de su parte. La sola idea le hacía temblar las manos.
El cabello de Ginny caía sobre la blancura de su bata de baño con un color tan impresionante que parecía que esa blancura quedaría teñida de sangre como simulaba su cabello. Mientras ella estaba acostada sobre la cama, Draco apagó todo dejando una luz muy suave para iluminar la habitación. Se acercó a ella con la botella de aceite y su varita, desafortunadamente por primera vez en su vida tenía las manos frías y sudorosas.
-Quítate la bata-.
Ginny levantó un poco el torso mientras Draco arrastraba la bata por todo su cuerpo hasta retirarla por completo. Draco, quien únicamente vestía los pantalones de su pijama no encontraba la manera de iniciar, tenía claro su plan pero no sabía exactamente cómo llevarlo a cabo. Se hincó a un lado de ella y con un poco de aceite comenzó a frotar sus manos para calentarlas al tiempo que inevitablemente como atraído por una fuerza magnética dejaba que sus ojos recorrieran una y otra vez la silueta de Ginny. Nunca se cansaba de verla y admirarla cuando estaba desnuda.
Cuando sus manos alcanzaron una temperatura adecuada las puso sobre su espalda haciendo una muy fina presión sobre sus yemas. Ginny estaba realmente relajada, era cierto que le había parecido extraña la idea del masaje pero la encontró muy buena y después de lo agotador de su día estaba con la mejor disposición de relajarse y disfrutar de el.
Draco sin técnica alguna pero con la mejor voluntad intentaba hacer movimientos de masaje sobre sus hombros y espalda, pero estos movimientos irremediablemente se convertían en caricias sin que Draco pudiera distinguir la diferencia. Se distrajo un momento de su tarea para recogerle el cabello y poniendo un poco más de aceite en sus manos continuó hacia la segunda mitad de su espalda poniendo especial interés en contar los visibles huesitos que sobresalían en la columna vertebral de Ginny.
La respiración de la pelirroja comenzaba a ser mas profunda y se dejaban escapar algunos sonidos que sus labios liberaban manifestando agrado al amoroso masaje que recibía. La respiración de Draco por el contrario era una lucha constante porque no se le escapara el corazón por la garganta. Sus manos se movían extendidas apreciando como si fuera un reconocimiento nuevo sobre el cuerpo de su mujer, acariciando la fina esbeltez de su torso y la fina capa de gotas sonrosadas que cubrían toda la superficie de su piel. No podía creer que aunque fuera con finísimos puntos, las pecas le llegaban hasta los pies.
Los ojos cerrados y un relajamiento que pocas veces había sentido en su vida la hacían sentir una curiosa somnolencia, una somnolencia que extrañamente la invitaba a no dormir y dejarse consentir por las pesadas caricias que recibía a pesar de que no recordaba haberle comentado a Draco que también sentía cansadas sus nalgas. Las manos de él habían bajado y seguían bajando hacia sus piernas. Modeló sus piernas como si su cuerpo fuera de un material que se ajustara a las formas que creaban sus manos. Después de dedicar un esmerado masaje a sus piernas llegó a las plantas de los pies en donde ocupó principalmente los dedos.
Unos momentos después hizo circular un poco sus tobillos para luego tomándola de las pantorrillas indicarle que se volteara. La chica obedeció casi sin pensar, como si lo hubiera estado esperando. El rubio volvió hasta ella y sintió como si fuera su propio cuerpo el que estuviera siendo frotado con aceite, pero con un aceite de canela que le hiciera arder el cuerpo. Volvió a llenar sus manos de aceite y la recorrió en orden inverso iniciando por los pies y siguiendo con sus piernas.
Para cuando se acercaba a su cadera, aquella respiración profunda de Ginny se había convertido en jadeos suaves que no eran otra cosa que muestra de que los planes de Draco parecían ir ‘viento en popa’. Lo que probablemente resultara un gran inconveniente era que Draco estaba controlando con dificultad las ganas que lo impulsaban a lanzarse sobre ella y devorarla a besos haciéndola suya en ese preciso instante.
Saltó el área de la cadera acariciando apenas sus costados y se fue hasta sus hombros los que masajeó con intensidad y firmeza para luego colmarla con el contraste de caricias muy suaves que hacían circular rápidamente la sangre de sus pechos, en donde se detuvo por largo tiempo con caricias tiernas pero que no acaban y la llevaron a empezar a removerse con la respiración agitada. Ginny ya tenía la clara sospecha de que eso había dejado de ser un masaje pero no pudo coordinar palabras hacer algún comentario al respecto.
Pero para ese momento Draco ya no pudo controlarse más y permitió que sus labios fueran al encuentro de los de ella desesperados por sentir su calor, a sus labios le siguió poco a poco, lentamente toda la piel de su cuerpo, mientras a medida que arrastraba los labios, Ginny se entregaba a él más intensamente, con una inquietud ansiosamente placentera. Las sensaciones para ambos eran plenas e intensificadas a comparación de lo que habían vivido. La forma en la que estaban entregándose esa noche los hacia tener muchas sensaciones encontradas: amor, deseo, relajación, ansiedad, locura, plenitud, lujuria, generosidad, etc.
Cuando la única prenda que cubría al rubio estuvo fuera de su cuerpo, su deseo más acuciante era unirse. Ginny se miraba desesperada, perdida, confundida entre una cantidad de sensaciones que no había experimentado y que la hacían sentir que el mundo acabaría en ese instante, que algo muy grande estaba a punto de suceder en su mundo, que su cuerpo no podía ser más feliz y que explotaría sin remedio. Su cabeza no podía pensar, no podía recordar, no podía mantener ni un solo pensamiento; si en ese momento Narcisa hubiera llamado a la puerta jamás hubiera sido escuchada…
De pronto su cuerpo se volcó aferrándose en un abrazo tan intenso a Draco que sus dedos le quedaron marcados en la piel. Draco después de haber visto lo que acababa de suceder y de escucharla llegar al clímax más puro se permitió llegar con ella al cielo fundiéndose él también en ese abrazo, deseando ser uno solo siempre.
FIN
La Comadreja
N/A: Mi agradecimiento a todos los que siguieron esta historia, a los que pude conocer por medio de los reviews y a los que no. Un beso y gracias.