De:
cloe2gsPara:
lexa_dartle_moo Título: Una ruptura, una noche y un comienzo
Personajes/Pairings: Blair/Serena. Insinuaciones de Blair/Chuck, Chuck/Nate y Georgina/Serena.
Longitud: 3.079 palabras, o lo que es lo mismo, 6 hojas
Rating/Advertencias: Ranting pg-13. Contiene Yuri (relaciones chica/chica) y slash (chico/chico). Es post segunda temporada o durante la misma, es indiferente mientras Chuck y Blair sean pareja.
Sinopsis: ¿Que hacer cuando lo que conoces resulta ser falso? Blair acaba de decubrirlo, afortunadamente Serena siempre parece dispuesta a acudir a su rescate. Lo malo viene cuando la noche no acaba como esperas y todas tus creencias se tambalean por un simple gesto, una confesion.¿Que hacer cuando tu mundo parece dejar de tener sentido y tu curiosidad empieza a gobernarte?
Nota de autor: El titulo es muy malo y el resumen peor; pero aun asi espero que te guste mi regalito ^,^ He intentado ceñirme lo mas posible a tus peticiones y como veras, aunque solo sea de pasada, te contente con algunas insinuaciones de algunas parejas que pediste.
Las manos le tiemblan mientras intenta marcar el número de Serena, la vista nublada por las lágrimas tampoco le facilita la labor, pero no puede evitarlo, no puede parar de llorar mientras en su mente rememora una y otra vez lo que acaba de ver.
Se había saltado las clases de ese día para poder ir al apartamento de Chuck y darle una sorpresa. Había ido a la peluquería y se había comprado un conjunto nuevo de lencería, había planeado tumbarse en su cama solo con la ropa interior, para que cuando Chuck volviera de ese viaje de negocios en Shanghái pudieran relajarse los dos con una intensa sesión de besos y caricias. La sorpresa se la llevo ella y no tenía nada que ver con lo que había planeado. Había entrado con su llave con una gran sonrisa que se le borro nada más cruzar el umbral y oír los gemidos que escapan de la habitación de su novio. Trago saliva y por su mente pasaron un millón de escusas para lo que oía.
”Una película porno, sí. Seguro que es eso” se decía a si misma mientras cruzaba el apartamento rumbo al dormitorio ”O a lo mejor es Nate. Chuck le deja venir cuando quiere”
Sin embargo, todas las excusas se desvanecieron cuando se asomo por la puerta entre abierta y les vio. Chuck se estaba follando a Nate en su cama, en la cama que tantas veces habían compartido, y lo estaban disfrutando, los gemidos de placer eran la prueba de ello. Blair retrocedió un par de pasos y salió corriendo de allí mientras las lágrimas empiezan a recorrer su cara. Se subió en su limusina y pidió que la sacara de allí.
Por fin consigue marcar el número de su amiga y espera en silencio a que esta le responda.
―¿Si? ―le pregunta la voz adormilada de Serena.
―Serena… soy Blair ―responde con la voz temblorosa.
―¿Blair? ―repite mas despierta al notar la voz temblorosa de su amiga―. ¿Qué te pasa? .
―Tengo que hablar con alguien. ¿Podemos quedar? ―contesta limpiándose el rastro de lágrimas.
―Claro, estoy en mi casa. Pásate cuando quieras
―Vale. Nos vemos ahora.
Le da a su chofer la dirección del apartamento de Serena y se recuesta en su asiento abrazándose a si misma mientras por la ventana ve como pasan por las calles de Nueva York.
El coche se detiene frente a un elegante edificio blanco. Aquí es donde su amiga vive. Ahora que tiene un trabajo no quería seguir viviendo con su madre y Rufus, quería demostrarles a todos que era capaz de ser una mujer responsable y el primer paso tras conseguir un trabajo, había sido conseguir una casa propia. Blair se puso las gafas de sol y entro en el edificio. Toco el timbre de la puerta de su amiga y espero a que esta le abriera. Cuando lo hizo no pudo evitar lanzarse a sus brazos y abrazarla mientras volvía a llorar como si no fuera capaz de hacer nada más.
Serena la hace pasar y las dos se sientan el sofá. La rubia deja que se desahogue mientras la acaricia el pelo, como cuando eran pequeñas y Blair iba a su casa llorando por algo que Nate le había hecho o porque había discutido con su madre. Quiere que saber qué es lo que la pasa, pero no quiere presionarla, la conoce demasiado bien como para saber que hablara cuando se haya tranquilizado.
―B ¿Qué ha pasado? ―le susurra cuando nota que los espasmos provocados por el llanto están disminuyendo.
―Chuck… Nate… ―intenta decir; alejándose un poco de Serena para poder mirarla― Ellos…
―¿Les ha pasado algo? ―le pregunta inquieta por esa posibilidad.
Blair aprieta los puños mientras niega con la cabeza con tanto énfasis que termina de despeinarse.
―¿Entonces?
―¡Me han engañado! ―grita cogiéndose con fuerza el pelo― He… he ido a casa de Chuck para darle una sorpresa y… y… ¡les he visto!
―¿Visto? ¿A quién? ¿De qué hablas?
―¡A Chuck y a Nate! ¡Estaban retozando en nuestra cama! ¡Nuestra cama!
Serena no sabe que decirle porque ¿Qué es lo que se dice en estos casos? El “se veía venir” que cruza por su mente no parece una buena idea, así que simplemente no dice nada y la consuela como puede, susurrándole que todo estará bien mientras le acaricia el pelo y espera a que se calme.
Llevan todo el día encerradas en el apartamento y Serena agradece estar de vacaciones, porque no cree que la situación que está viviendo valga como excusa para faltar al trabajo. Hace una media desde que empezaron a ver Desayuno con Diamantes, la siguiente película en el maratón de Audrey Hepburn que hacen siempre que Blair se encuentra mal y, nunca había estado tan mal. Es por eso, porque su mejor amiga está destrozada que Serena lo propuso, porque da igual que la hayan visto doscientas veces y que sean capaces de recitar los diálogos de memoria, Audrey siempre conseguía animar a Blair. O al menos lo había hecho hasta ahora. Serena mira a su amiga por el rabillo del ojo y sabe que su idea no está funcionando tan bien como debería, porque ella debería estar moviendo los labios recitando cada frase de Holly Golightly y no abrazada a sus rodillas mirando la pantalla pensativa. La rubia suspira y se pasa la mano por el pelo antes de apagar la película y girarse para enfrentarse a la otra.
―Blair… no deberías seguir torturándote con lo que ha pasado.
―¿Cómo no voy a hacerlo? ―le pregunta dolida― Tú no lo entiendes. No es tu novio el que estaba en la cama con su mejor amigo. ¡Un hombre!
Serena frunce el ceño eligiendo muy bien las palabras que va a decir a continuación, lo que menos necesita es que Blair la malinterprete y acaben discutiendo.
―Realmente ¿Qué es lo que te molesta? ¿Qué te haya engañado, haberlo descubierto o que sea con Nate, otro hombre?
Blair parpadea confusa sin saber a dónde pretende llegar su amiga.
―Qué me haya engañado, por supuesto.
―Recuerdo vuestro jueguecito de los engaños.
―Eso era diferente ―le contesta mirándola fijamente―. Nunca fue cierto y nunca fue con otro hombre.
―Recuerdo el incidente con aquel chico. Al que le ofreciste a Chuck para dar ese discurso. El también era un hombre.
―Te digo que no era lo mismo ―le repite empezando a enfadarse mientras aprieta con rabia las mantas con las que se están tapando―. Aquello era un juego y esto es muy real. Chuck se estaba acostando con otro hombre sin conseguir ningún beneficio para ninguno de los dos. Y ese otro hombre era Nate
―¿Estas segura de que lo que te molesta es únicamente el engaño y no tiene nada que ver con hecho de que haya sido con hombre? Porque no paras de repetir ese dato.
Blair abre y cierra la boca como si fuera un pez fuera del agua, sin saber que responder a su mejor amiga. Claro que le molesta que haya sido con un chico, pero el motivo de todo su enfado es que haya sido una cornuda y Chuck todavía le haya dicho que la amaba.
―No pasa nada si eso también tan bien te enfada ―le dice en un tono conciliador la rubia mientras le coge de la mano―. Es normal.
―¿Por qué lo ha hecho? ―le pregunta apoyando la cabeza contra las rodillas― ¿Por qué Nate?
―No puedo contestarte a eso. Los únicos que conocen la repuesta a esa pregunta son ellos.
―Pero… un chico… no lo entiendo. No me malinterpretes, ya sabes que mi padre es gay y que me encanta verle tan feliz con Roman, pero… no entiendo porque prefiere a alguien de su mismo sexo.
―Bueno… se siente diferente.
Blair levanta la cabeza y se queda mirando a Serena procesando lo que esta acaba de decir, intentando decidir si realmente ha insinuado lo que ella ha entendido. La rubia nota su mirada fija en ella y siente cierta incomodidad que la hace ponerse de pie.
―Es hora de irse a la cama ―le dice caminando hacia su dormitorio sin voltear para mirarla.
―Serena ―la llama Blair poniéndose de pie y andando tras ella.
La rubia acelera su paso y se mete en su dormitorio cerrando la puerta; pero tras años de ser su mejor amiga ya debería haber descubierto que una puerta cerrada no es ningún impedimento para Blair Waldorf.
―¿Serena que has querido decir? ―le pregunta abriendo la puerta.
La joven Van der Woosen la mira a traves del reflejo de la ventana.
―Ya lo sabes.
―¿Tu… tú has besado a una mujer? ―la única respuesta que consigue es un asentimiento de cabeza como afirmación― ¿Quién? ¿Cu… cuándo?
―Fue hace mucho. De los tiempos en que salía con Georgina ―responde mientras busca su pijama, pero sin atreverse a mirarla a la cara, porque no está preparada para ver el rechazo y el asco que debe de tener Blair.
―¿Fue con ella?
―Sí. Fue una noche que salimos de fiesta y unos chicos muy pesados no nos dejaban en paz, así que Georgina dijo que éramos novias. Ellos no se lo creyeron y para demostrárselo, y que nos dejaran tranquilas, me beso ―relata recordando aquel día.
Blair no dice nada. Se queda en silencio con la cabeza agachada durante unos segundos antes de dar media vuelta y entrar en la habitación libre que Serena tiene. Se pone el pijama que tiene allí guardado, el que dejo por si acaso algún día tenía que quedarse a dormir en casa de su amiga, y en silencio se metió entre las sabanas.
Mira el reloj de la mesilla de noche y ve que han pasado dos horas desde que se metió en la cama. Suspira con resignación y se da la vuelta incapaz de conciliar el sueño. Demasiadas emociones para un día; primero Chuck y ahora Serena ¿Por qué nunca se lo había dicho? Se suponía que ellas eran las mejores amigas y sin embargo nunca, ni una sola vez le dijo que había besado a Georgina, que había juntado sus labios con los suyos, que había dejado que su lengua vagara libre por su boca; porque seguro que había habido lengua, Serena no se lo había dicho, pero conocía bien a Georgina Sparks, con ella los besos eran BESOS en mayúscula. Desde que escucho esa pequeña gran confesión no ha dejado de darle vueltas al asunto, en su cabeza ese escenario se ha formado una y mil veces, de tantas formas distintas que ya ni siquiera es capaz de diferenciar la historia de Serena de las que su mente ha creado. Además hay algo que la molesta, algo que la enfada y a lo que no puede, ni quiere, ponerle nombre, algo que no la deja en paz y que la impulsa a levantarse y a reclamarle a Serena por ese beso que ocurrió hace tanto tiempo.
Serena tiene el sueño ligero desde que vive sola, por eso cuando la puerta de su dormitorio se abre ella se despierta. Bajo el marco de la puerta abierta hay una figura que la observa.
―¿Blair? ―pregunta adormilada mientras enciende la luz de la mesilla y cierra los ojos unos segundos para acostumbrarse a la claridad― ¿Ocurre algo?
―¿Cómo fue? ―le pregunta en voz baja.
―¿El qué? ―dice sin saber de qué le está hablando.
―Besar a Georgina.
Serena se deja caer contra la cama y estira la mano para apagar la luz y poder seguir durmiendo.
―Olvídalo Blair. Vete a dormir.
Pero Blair no se marcha. Tiene esa duda. Quiere saber lo que se siente al besar a otra mujer y no piensa irse de allí hasta que no lo averigüe. Cruza el espacio que la separa de la cama y se sube en ella hundiendo el colchón bajo su peso, metiéndose bajo las sabanas y quedando frente a frente con su amiga.
―Serena, por favor.
―¿Tan importante es para ti saberlo? ―pregunta tras soltar un largo suspiro y abrir los ojos.
Blair asiente con la cabeza y le mira con esos ojos azules implorándola por una respuesta. La rubia sabe que ha perdido, porque no hay nada que pueda negarle a Blair, nunca lo ha habido. Así que se incorpora un poco y posa sus labios sobre los otros unos segundos.
―Ya está. ¿Podemos seguir durmiendo por favor?
―Eso no ha sido un beso ―le replica la castaña sentándose en la cama―. Me niego a creer que hagas eso cuando un chico te pida que le beses, porque esos no son los tan famosos besos de Serena Van der Woosen que dejan babeando a todos los chicos del Upper East Side.
La aludida pone los ojos en blanco antes de sentarse en la cama e inclinarse sobre Blair y darle el beso que esta tanto le está pidiendo. Sus labios se juntan y entreabre un poco la boca, lo justo para que su lengua pase y poder recorrer con ella los labios de Blair pidiéndole permiso para entrar. La otra lo hace, abre la boca dándole paso mientras inclina ligeramente la cabeza. Serena enreda sus dedos en los mechones castaños mientras su lengua juega con la de la otra, recorriendo su boca con placer. Blair se deja hacer, no se da cuenta de que ha cerrado los ojos y de que se está perdiendo en un mar de sensaciones nunca antes vividas, lo único que le importa es que ese beso no acabe nunca. Un pequeño gemido se oye en la habitación haciendo que se separen. Se miran con la respiración agitada y las mejillas sonrojadas, demasiado cerca la una de la otra.
―¿Ya estas contenta?
Blair no sabe que decir o hacer. Lo único que sabe es que quiere más. Quiere más de esos besos, mas de esos labios, quiere sentir que el placer la desborda, justo como segundos antes; quiere que Serena vuelva a enredar sus dedos en su pelo, quiere… quiere volver a besarla y que solo ella pueda hacerlo. Eso aparece como una revelación que le hace abrir los ojos con sorpresa. Quiere besar a Serena, a su mejor amiga, y quiere ser la única con ese derecho.
―Serena
―¿Si?
Y sin responderla Blair la besa, acostándola sobre la cama con cuidado, disfrutando del control que tiene sobre la rubia, jugando con su lengua para hacerla perder la razón. Serena la coge del pelo para acercarla más a ella, disfrutando del momento que tanto ha anhelado. Blair se siente sobre las caderas de Serena deseosa de aumentar el contacto entre ellas, esperando con ello aumentar el placer que está sintiendo. Pero alguien tiene que mantener la cordura y evitar algo de lo que puedan arrepentirse. Es Serena la que lo hace, es ella la que con reticencia sujeta los hombros de Blair y rompe el contacto. Ha esperado mucho tiempo a que ocurriera algo así, pero no podría soportar que después de ello Blair la despreciara, que le diera palabras malsonantes o la hiriera con sus actos, después de todo, si hay algo que Blair siempre ha sabido hacer es herir a los demás.
La castaña no se da por aludida e intenta deshacerse de su agarre para seguir besando esos labios rojos; pero Serena afirma su agarre y no se lo permite. Forcejean un poco hasta que al final se rinde derrotada y la mira con el ceño fruncido.
―No podemos hacer esto Blair ―le responde Serena a la pregunta que se refleja en sus ojos.
―¿Por qué no?
―En cuanto lo pienses fríamente te arrepentirás de lo que pase en esta habitación.
―No es cierto ―replica colocándose a su lado de rodillas.
―Te conozco desde siempre y sé que lo es ―le señala sentándose en la cama.
―A lo mejor no me conoces tan bien como crees.
―Mira ―empieza a decir la rubia haciéndose un improvisado moño con una goma que había en la mesilla de noche―, sé que ahora estas dolida por lo de Chuck, que querías saber lo que se sentía al estar con alguien de tu mismo sexo y que yo soy la que tienes al alcance; pero no puede ser. No quiero perder tu amistad por algo como esto, ya discutimos lo suficiente sin tener que añadir los remordimientos por un poco de sexo.
―Reconozco que todo empezó como has dicho; pero ―Blair se detiene intentando buscar las palabras para lo que va a decir a continuación― nunca me había sentido así. Hacer el amor con Chuck es increíble, es algo que sabe medio Upper East Side, todas las masajistas de la ciudad, las trabajadoras del Palace y cientos de mujeres más; pero nunca había hecho que me sintiera así, como… como si el mundo girara sin control y tú fueras lo que me ancla a él.
―¿Qué… que intentas decir? ―pregunta con inseguridad sin querer imaginarse nada para no darse falsas esperanzas.
―Creo… oh, dios no puedo creer que vaya a decir esto, creo que me gustas Serena.
La cara de la rubia se ilumina cuando sonríe y Blair solo puede pensar que es aun más guapa de lo que ya es. Alarga la mano por encima de la colcha y coge la de su amiga antes de dejarse caer tumbada sobre la cama.
―¿Duermes aquí?
Blair asiente y se hace un sitio junto a la otra. Sus manos no se sueltan y sus cuerpos se acercan buscando el calor humano. La rubia aun tiene esa sonrisa en la cara y la joven Waldorf no evita la tentación de volver a besarla. Sus ojos se entrecierran por el sueño y cuando están a punto de dejarse llevar al mundo de los sueños, Blair rompe el silencio de la habitación.
―Serena ―la llama en un susurro.
―¿Qué? ―la pregunta abriendo un poco los ojos utilizando su mismo tono de voz.
―No has dicho nada.
Serena podría fingir que no sabe de lo que le está hablando, pero con solo mirar esos ojos marrones llenos de inquietud sabe que no puede hacerle eso.
―Tú también me gustas.
Blair sonríe y se acerca un poco más a Serena quedándose dormida escuchando los latidos de su corazón.
Allí, en esa cama, su nueva vida está empezando, una vida que derrumbara todos los cimientos que habían construido hasta entonces. No lo tendrán fácil, tendrán muchas cosas que enfrentar, empezando por ellas mismas, pero no piensan acobardarse. Lo que tenga que venir vendrá y ellas lo estarán esperando.