[EXO/Sekailu] Delirium 1/3

Mar 26, 2014 22:35

Autor: joker_coker
Rating: PG+18, +R
Advertencia: NO APTO PARA MENTES SENSIBLES, ESCENAS DURAS.
Resumen: Delirium abre sus puertas, sean bienvenidos al fantástico mundo del BDSM, no todo el mundo aprecia estos juegos pero sí los más atrevidos logran disfrutarlos como es debido.
Comentarios: Este fic es totalmente para jaystomp_virus, es un regalo de cumpleaños muuuy atrasado >-<. En primer lugar quiero darle las gracias a Christina y a Ana ( mi @ontokkishi del alma) e Isa por ayudarme tanto y apoyarme en esta locura de fic. Y en segundo lugar espero que lo disfrutéis todos ( en especial Txi. Me he basado en tu idea desechada del SN 3.0 para hacerlo pero  lo he modificado un poco, >_< Aún así espero que te guste)



Dominant

Luhan observaba la aguja del  reloj colgado sobre la pizarra electrónica que su profesor de Literatura sobre la antigua China usaba en ese momento. El bolígrafo danzaba en sus labios y de vez en cuando resbalaba de su boca hasta el libro, abierto en una página al azar. Cuando el maestro le dedicó la tercera mirada perforadora, que sólo enviaba cuando algo le molestaba realmente, Luhan supo que su entretenimiento se había acabado. Después de darse por vencido en que esa maldita aguja sólo iba hacia atrás, decidió perderse de nuevo en ese mundo de sopor entre la clase y sus pensamientos, hasta que el ruido atronador del timbre que marcaba la finalización de clase le trajo de nuevo a la realidad.

Agarró la mochila beis y la sujetó en uno de sus hombros, sacó el teléfono móvil y comprobó que su amigo le estaba esperando en la cafetería como de costumbre, el mensaje con cientos de iconos se lo demostraba. Antes de salir de clase se detuvo a explicar un par de detalles a algunas de las alumnas que solían usarlo como consultorio personal después de las clases, la mayoría de ellas fingían que no habían entendido nada como excusa para estar con él, pero a Luhan le parecían adorables. Algunas veces quedaba con ellas después de clase para ayudarlas e incluso los fines de semana. Uno de los mayores fallos del chico chino era que no podía negarse a nada.

Corrió por los pasillos esquivando a todos los estudiantes de la facultad, era su segundo año en la Universidad, había ahorrado lo suficiente para viajar a Corea para perfeccionar el idioma, pero aún así no quería dejar de lado sus raíces chinas y toda la cultura del país central, por eso había escogido la asignatura de Literatura de la antigua China. Luhan se sentía cómodo hablando en aquella clase, a veces incluso el profesor le pedía que recitase alguna que otra obra antigua. A pesar de avergonzarse demasiado no se negaba porque, no podía hacerlo.

Arrastró la silla metálica de la cafetería que provocó un ruido espantoso y se sentó de frente a su amigo, que no había levantado el rostro de su teléfono móvil.

-Siento llegar tarde -se excusó y cogió aire antes de hacerle una señal a la camarera.

-Tranquilo, estaba hablando con Yifan -rió su amigo sin apartar la vista de la pantalla-. Te manda recuerdos.

-¿Qué tal le va por Canadá? La última vez que supe de él, estaba deseando volver -Yifan había sido compañero de Luhan en el instituto y gracias a él había conocido a su mejor amigo, Yixing. Juntos habían viajado a Corea a perfeccionar el idioma y estudiar lejos de la mirada controladora de sus padres.

-¡Genial! Me ha dicho que dentro de poco vendrá a visitarnos -Yixing se sonrojó después de sus palabras, Luhan rió divertido ante el comportamiento de su amigo.

-Creo que viene a visitarte ti, ¿no? -Yixing le lanzó una servilleta usada a su amigo pero Luhan la esquivó con facilidad-. Anda que enamorarte, nunca imaginé que Yifan y tú terminaríais siendo novios.

La camarera se acercó a los chicos sirviéndoles los platos que siempre pedían, eran clientes habituales por lo que ya tenían sus gustos más que conocidos en el local. Luhan le sonrió dulce e hizo que se sonrojase, aceptando el dinero que este le entregaba. Yixing aprovechó para cambiar el tema de la conversación, odiaba que Luhan siempre le picase con su relación a distancia con Yifan, estaba esperando a que él se enamorase para vengarse. Pero Luhan siempre decía que su corazón no estaba hecho para amar, disfrutaba de la vida sin los impedimentos de estar enamorado, y eso lo hacía libre.

-Esta noche Minseok y Jongdae nos han invitado a ir a ver una obra de teatro.

-¿Hoy? -la voz de Luhan sonó por encima de todas las de la cafetería-. Lo siento, me es imposible ir hoy, tengo planes -se disculpó, Yixing iba a replicarle pero Luhan utilizó su mirada de cachorrito y logró así que su amigo se olvidase del tema.

Después de una buena comida, una charla divertida entre bromas e historietas únicas de los dos, Luhan se despidió de su amigo para dirigirse a casa. Tenía mucho que hacer antes de poder salir por la noche. Como todo universitario, deseaba que el día tuviese más horas de las normales, pero no era así, por lo que se apresuró a llegar a casa y ponerse con las tareas pendientes.

Luhan vivía en un piso pequeño en una de las callejuelas de Seúl, tenía un baño, una habitación y una cocina con salón compartido. El joven era ordenado, todo lo que un universitario puede ser, y acostumbraba a lavar la ropa en la lavandería del final de la calle. El supermercado estaba a una manzana pero no le importaba caminar hasta él, de hecho muchas veces salía a correr por esa enorme calle para ejercitarse después de una tarde de estudio.

Aquella tarde pasó rápidamente entre apuntes, papeles y libros, Luhan se había sumergido de lleno en el estudio, tanto que las horas se le habían echado encima. Levantó los brazos y se estiró, lo que provocó que su espalda crujiese. Comprobó la hora en la pantalla de su teléfono y respiró hondo, dejó todos los apuntes y libros abiertos encima de la mesa y se dirigió al cuarto de baño.

Después de vaciar su vejiga y bostezar un par de veces mientras el agua de la ducha se calentaba, se metió bajo el agua, dejando que ésta lo empapase por completo, despertándole y regalándole un pequeño momento de paz. Se enjabonó con toda la calma que podía tener, aquella ducha era su momento, las noches de los jueves eran mágicas para Luhan y comenzaban con esa ducha. Sonrió ante la ligera caricia que le producía la espuma del jabón al deslizarse por su cuerpo cuando comenzó a enjuagarse y giró el grifo hacia el agua fría justo cuando iba a terminar. Ahogó un grito y tragó saliva aguantando unos segundos, le gustaba aquel cambio brusco de temperatura tan repentino, lo hacía despertar de ese estado de letargo que le producían las horas de estudio.

Salió de la ducha y se secó con la toalla que tenía apoyada en el lavabo, se acercó al espejo y se peinó todo el pelo hacia atrás, así evitaría que la camiseta se le mojase cuando se vistiera.

Vistió sus pantalones de salir, unos vaqueros algo holgados que se había comprado en las últimas rebajas, y una camiseta blanca con unas letras escritas en negro a la espalda, se calzó sus mejores deportivas y cogió su teléfono móvil y la cartera. Ya era hora, si se daba prisa podría coger el metro de en punto, corrió escaleras abajo sin importar molestar a los vecinos, y salió en dirección a la estación más cercana.

Como era de esperar, alcanzó a coger el vehículo, se subió en el último momento antes de que las puertas cerrasen, sonrió y se sentó en los asientos. Comprobó la hora en el móvil una vez más, abrió un grupo de chat conjunto que tenía y tecleó:

Delirium’s room chat:

鹿: Voy de camino.

Machine: Te espero.

Luhan sonrió para sí mismo y guardó el teléfono en el interior de su cazadora. Hacía dos meses que había encontrado ese lugar, Delirium. Era un lugar excéntrico, único, dónde podrías encontrarte a cualquiera personaje de ficción de un libro. Luhan había buscado algo nuevo en su vida, y Delirium lo era. A pesar de que el número de personas que visitaban el lugar era escaso, él adoraba estar entre esas cuatro paredes, sobre todo en aquella habitación. Había conocido allí a Machine, un chico coreano, demasiado especial para no acabar siendo el juguete preferido de todos en una casa como aquella.

Machine había sido su centro todas las noches de los jueves desde hacía dos meses, él había conseguido sacar cosas de él a la luz que nadie jamás pensaría. En realidad, el muchacho coreano tenía un nombre; Kim Jongin, se lo había confesado la última noche de sesión, después de cubrirse con el albornoz con el logo de Delirium dibujado en el pecho izquierdo. Luhan no olvidó su nombre, incluso lo escribió en una nota del móvil, en algunas esquinas de los apuntes y en varios libros. Kim Jongin, su droga de los jueves, su chico especial.

Bajó en la estación indicada y caminó entre la poca gente que allí se paseaba, cualquiera que conociese a Luhan negaría que pudiese estar merodeando aquel lugar, pero al joven chino le entusiasmaba todo aquel ambiente. Las personas que habitaban por las cercanías, estaban la gran mayoría sucias y destrozadas; drogadictos, alcohólicos, delincuentes de poca monta eran lo más numeroso de la zona, sumándose en locales oscuros y tascas en las que todo allí dentro estaba permitido. Pero después de todo aquello, estaba Delirium.

Delirium, un pequeño lugar donde todos sus visitantes cumplían sus fantasías, donde cualquiera podría hacer realidad sus sueños más eróticos. El lugar dónde Luhan liberaba sus más oscuros secretos. Dentro de Delirium todos podían ser dueños de todos, pero siempre con respeto, cuidado y prudencia. El lema del local coronaba la entrada para que sus visitantes lo tuviesen siempre presente: «El placer es nuestra arma, y con ella rozamos el cielo, pero no nos quedamos en él.»

La primera noche que había pasado allí se había grabado en su mente, Kim Jongin había sido suyo de todas las maneras posibles que le habían pasado por la cabeza en aquel momento, no había sido delicado, sino que toda su fuerza había sido desencadenada en un sinfín de ataques tremendamente seductores para el mayor y que el joven moreno aceptaba sin una queja. Cuando Luhan decía que Kim Jongin era especial, lo decía en serio.

El chino le había pedido perdón asustado al ver como su pecho sangraba después de los latigazos impartidos, pero el moreno había sonreído sin mostrar gesto alguno de dolor. En aquel momento Luhan supo que Jongin era importante.

Entró en Delirium mostrando al escáner el código que guardaba en su teléfono, dejó la cazadora a un lado y se dirigió al mostrador, un joven alto de piel tostada y mirada felina le sonrió.

-Buenas noches Luhan, es estupendo tenerte con nosotros un día más.

-Buenas noches Tao -sonrió dulce mientras tendía su mano para recibir las llaves que el chico llamado Tao le ofrecía-. Espero que hoy Jongin esté en buena forma.

-Eso ni se duda, sabes que es nuestra máquina -bromeó el alto saliendo de detrás del mostrador-. Sígueme, hoy tendréis una sala diferente, ¿vas a cambiarte para la ocasión?, tenemos modelos nuevos -le indicó y sacó un catálogo de una de las estanterías que adornaban una de las esquinas del local.

-Uhm… creo que sí, me animaré a cambiar hoy -sonrió observando uno de los diseños de las últimas páginas-. Creo que dejaré el cuero por una vez y elegiré algo más clásico.

-El traje me imagino -sonrió de medio lado Tao-. Es una buena elección.

El dependiente se detuvo delante de una de las puertas del final, Luhan se sorprendió, aquella era una de las salas VIP, sólo los socios más antiguos de Delirium podían usarla, y aquella noche se la habían ofrecido a él. Tragó saliva mientras observaba como Tao sacaba las llaves de su cinturón y se aproximaba a la puerta. No entendía muy bien ese cambio de lugar repentino por parte de Jongin pero lo aceptó deduciendo que el cambio a una sala de esas condiciones sería mucho mejor y agradable para ambos.

Luhan esperó a que Tao abriese la puerta para asomar la cabeza y contemplar lo que la habitación guardaba. En el centro una cama roja con dosel, a su izquierda una estantería de pared adornada con numerosas, fustas, látigos y juguetes varios, y a la derecha un enorme trono en lo alto, a su lado un pequeño artefacto que simulaba un columpio y al lado contrario un pequeño potro. El joven chino abrió los ojos sorprendido por las numerosas joyas que había en aquel lugar, simplemente era perfecto, Jongin una vez más no le había defraudado.

Tao sonrió cediéndole el paso a Luhan, cuando entró, cerró la puerta y dejó la llave en el buzón que estaba pegado en ella.

-Espero que os lo paséis bien -habló desde detrás de la puerta con un tono cómico.

Luhan rió suave ante la broma del chico, caminó despacio contemplando bien aquella habitación, olía a canela, seguramente por algún incienso que habían quemado antes, deslizó las manos por la superficie de ese potro de juguete y tragó saliva. Estaba excitado con tan sólo pensar en todas las cosas que podría hacer con Jongin toda la noche. Miró el reloj de la pared y se apresuró, se acercó al armario que había al lado izquierdo, junto a la estantería, y se cambió la ropa por un elegante traje, camisa y corbata. Cuando terminó se sentó en el trono a la espera de que Jongin entrase.

No pasó demasiado tiempo hasta que el moreno hizo acto de presencia, como acostumbraba, vestía con un pantalón ceñido y un collar con detalles de plata, ambos de cuero, plata y su color de piel bronceada en pecho y pies. Luhan abrió  los ojos, disfrutó de la presencia de Machine como si nunca antes lo hubiese visto, sonrió y se lamió los labios, lo observó durante varios minutos y acto seguido le indicó que se acercara con un dedo.

-Buenas noches, Machine -habló sereno Luhan mientras cruzaba las piernas-. Hoy estás impresionante.

-Gracias -sonrió suave Jongin agachándose delante de él.

-He estado esperando esta noche toda la semana, y ahora que me encuentro con esta sorpresa creo que se presenta mejor  de lo que esperaba -le avisó mientras se inclinaba en el sofá y lo agarraba del mentón para besarlo después.

Jongin dejó que la lengua de Luhan entrase en sus labios sin mostrar recelo, Luhan aprovechó la sumisión de Jongin para ejercer presión en el agarre de su mentón, obligándole a levantarse. Cuando Jongin estuvo delante de Luhan, éste pasó las manos por su cadera y lo atrajo hacia él besándole suavemente el abdomen. El moreno le miraba impasible, a Luhan le gustaba que Jongin no se inmutase ante sus besos o caricias, pero sobre todo le encantaba que gracias a él había descubierto algo de su forma de ser que estaba dormido.

Luhan se levantó y se acercó a la estantería, escogió entre todos los objetos disponibles y al final decidió que una pequeña fusta de cuero con el mango de piel marrón sería el objeto para esa noche. Jongin seguía allí en pié, observándole sin apartar la mirada de él, no se movió hasta que Luhan se lo ordenó, caminó despacio hacia su lado.

-A cuatro patas Machine -murmuró golpeándose la mano con la fusta.

El moreno se arrodilló, colocó las manos en el suelo y estiró la espalda, provocando que sus nalgas se marcasen bajo los pantalones de cuero. Luhan alzó la fusta y le golpeó fuerte el trasero,  notando como el muchacho seguía como si nada. El chino se mordió el labio y sonrió inclinándose hacia delante.

-Quítate los pantalones, Machine -le ordenó al oído para después lamérselo.

Jongin, obediente como siempre comenzó a quitarse poco a poco la prenda, deslizó la tela algo rígida por sus muslos hasta que aterrizó en sus rodillas, levantó el rostro y tragó saliva, esperó a que Luhan diese el visto bueno a su acción. Ya que en aquel juego el mayor era el que tenía el mando.

-Ahora, con cada golpe de la fusta quiero que chilles, que chilles muy alto como si te doliese -sonrió Luhan  antes de levantar la fusta para comenzar el castigo.

-Pero eso es imposible -protestó Jongin, alzando las manos del suelo y sentándose sobre sus pies-. Sabes que no puedo sentir dolor, ¿cómo voy a saber que lo estoy haciendo bien?

-De eso ya me encargo yo -le tranquilizó Luhan-. Cuando lo hagas bien mis labios tocarán una zona al azar de tu cuerpo.

El moreno asintió, volvió a su posición inicial y se preparó para  ser golpeado. Luhan asestó el primer golpe en las nalgas duras de Jongin, no fue muy fuerte, de hecho le hubiese gustado empezar más fuerte de lo que lo había hecho pero tenía que mostrarle la diferencia. El moreno chilló suave, algo cortado,  seguramente aquello le resultaba ridículo a la par que excitante. Luhan volvió a golpearle esta vez más fuerte, marcando una línea casi imperceptible en la nalga derecha, y como respuesta, Jongin chilló, ligeramente más alto. Esta vez el amo se inclinó y besó la espalda del sumiso, que le arrancó un suspiro placentero.

-Eres increíble -susurró Luhan y volvió a golpearle, obteniendo un chillido del moreno como respuesta-. Puedes sentir placer, pero ni una pizca de dolor, eso es maravilloso, dicen que sufres una enfermedad pero para mí tienes un enorme privilegio.

Jongin cerró los ojos mientras Luhan hablaba y le golpeaba, el mayor disfrutaba con cada golpe y le regalaba al moreno un beso como premio a su actuación perfecta. Cuando las nalgas de Jongin estaban completamente sonrojadas, soltó la fusta y se agachó para comenzar a lamerlas. Jongin se revolvió unos centímetros intentando esquivar la húmeda del mayor, que saboreaba las pequeñas gotas de sangre que algunas de las fustigadas le había provocado. Luhan estaba demasiado excitado, tanto como para no detenerse ahí, deshizo el nudo de su corbata, deslizó la fina seda por la espalda del moreno y sonrió.

-Date la vuelta Machine -le ordenó.

Jongin se giró despacio, intentando no parecer apurado, su miembro estaba erecto y palpitaba entre sus piernas. Luhan sonrió y se relamió al verlo, aquella imagen era tremendamente excitante, se inclinó y lo besó. Las lenguas de ambos se abrazaron y comenzaron una danza increíblemente sensual, dejando al moreno casi sin respiración. Luhan se detuvo y lo observó unos segundos, volvió a coger la corbata, la deslizó por su pecho y acto seguido envolvió la base del miembro del moreno con ella, apretando lo justo para retener un poco más el clímax.

Subió por su pecho, lo besó, arañó y mordió sin mostrar ningún cuidado, Jongin estaba excitado pero sus gemidos eran casi inaudibles. Luhan se levantó y volvió a la estantería, recogió uno de los dildos preferidos para sus sesiones y un bote casi minúsculo de lubricante. Cuando regresó al lado de Jongin, éste le miró y tragó saliva.

-Todavía no me he recuperado del todo del jueves pasado -Jongin miró hacia Luhan con súplica en su mirada.

-¿En serio? Entonces usaré el doble de lubricante, pero sólo por esta vez -sonrió y dejó que escurriera el líquido viscoso por la longitud del dildo-. Abre las piernas Machine.

Jongin abrió las piernas y levantó despacio la cadera como a Luhan le gustaba, la última vez se lo había dejado muy claro, cuando pasó cinco minutos obligándole a mantenerse con la cadera en alto sin poder moverse y sujetándose únicamente con la fuerza de sus piernas.

Luhan se relamió, sujetó el aparato por la zona más gruesa y se lo acercó a la entrada. Colocó la punta suavemente en el centro y después presionó sin reparo, adentrando toda la longitud en el interior de Jongin. El moreno se tensó ante la intrusión pero no protestó ni lloriqueó, Luhan estaba emocionado, cada reacción invisible del moreno le cautivaba todavía más. No se detuvo, e impresionado por la resistencia del joven, movió el dildo sin pausa, hacia dentro y hacia fuera, acelerando suavemente, saboreando la visión que se encontraba ante él.

Cuando la molestia en los finos pantalones del traje fue más que insoportable, Luhan detuvo su juego y se levantó para bajarse los pantalones y la ropa interior.

-Mira lo que has conseguido Machine -anunció mientras comenzaba a acariciar su propio miembro con esmero-. Creo que tu juguete tendrá un nuevo compañero -Luhan fingió que se había olvidado del estado en el que se encontraba el trasero de Jongin y se colocó entre sus piernas, sin retirarle el dildo, comenzó a penetrarlo disfrutando de la presión que los músculos del moreno y el aparato ejercían sobre su miembro- esto es genial -gimió ronco antes de comenzar con las embestidas.

Jongin respiraba acelerado, se movía tal y como Luhan le había enseñado, jadeaba despacio y con pasión, su amo le penetraba con violencia y cada vez que su cuerpo se movía al compás el dildo, que todavía seguía en su interior, se clavaba más profundo junto al miembro duro de Luhan. Perdió la cuenta de cuántas veces habían castigado su zona sensible, pero cuando Luhan salió de su interior y se derramó encima de él, notó como le presionaba el miembro con la planta del pie, esperando a que le suplicase para que le dejase terminar.

-Por favor 鹿, permíteme acabar -le suplicó cumpliendo su cometido como buen sumiso.

Luhan le observó unos segundos, levantó el pié de su entrepierna y le soltó el agarre que la corbata ejercía.

-Ahora mastúrbate para mí -le ordenó y se sentó en el trono disfrutando de la escena.

Jongin cumplió los deseos de Luhan, agarró su miembro y se masturbó, hasta que al final se derramó en el suelo de la estancia. Su respiración era acelerada y su cuerpo sudaba tal vez por el calor que se había concentrado, aunque él no pudiese sentirlo.

-Perfecto -premió Luhan y le lanzó el albornoz que colgaba de la parte izquierda del trono-. Vístete Jongin, antes de que te coja el frío.

Jongin se enfundó el albornoz, cerró el cinturón de tela a través de su cintura y respiró hondo. Se acercó a Luhan y se sentó a su lado, en el suelo, apoyó la espalda en el asiento y esperó a que el chino hablase, siempre era así. Después del sexo y los juegos, venían las palabras, los dilemas y los sentimientos ocultos. Luhan hablaba sinceramente con Jongin y este le escuchaba.

-Últimamente me siento vacío -comenzó Luhan mientras jugueteaba con el pelo de Jongin-. Siento como si en toda mi vida me faltase algo, como si te encontrase a ti y a Delirium por alguna razón, pero cuando salgo de aquí, cuando estoy en mi casa… No consigo entender a la perfección ese sentimiento.

-¿Siempre te ha pasado? -preguntó Jongin curioso mirando hacia Luhan-. Esa sensación de la que hablas, ¿siempre ha estado ahí?

Luhan se detuvo unos segundos, meditó sobre ese vacío interno. Su familia le hacía feliz pero por las noches sentía que su cama era demasiado grande, sus amigos siempre lo animaban pero aún así nadie compartía todos sus gustos al cien por cien, Jongin lo escuchaba, le dejaba desahogarse, pero aún así él no podía entender el dolor que podía llegar a sentir. Luhan suspiró y miró hacia Jongin, que lo contemplaba atento esperando una respuesta.

-Sí, siempre ha estado ahí.

-Luhan -Jongin le agarró de la mano y se levantó del suelo-. Creo que puedo ayudarte. Creo que puedo encontrar lo que falta para completar tu felicidad.

Luhan miró sorprendido a Jongin, no entendió muy bien lo que el moreno le decía pero su corazón comenzó a latir rápidamente. Desde el primer momento en el que conoció a Jongin supo que ese moreno insensible terminaría por solucionarle la vida.

-Sí, Jongin, confío en ti.

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