Bueno una vez más estamos aquí con estos locos músicos y su vida caótica. Esperamos que os guste el capítulo. Muchas gracias a todos los que nos apoyáis y leéis, y gracias por vuestros comentarios.
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Pasado el mediodía las puertas de Underground ya estaban abiertas, no porque el local estuviese disponible para el público sino porque Chanyeol, como acostumbraba a hacer, ordenaba y limpiaba el bar para dejarlo aceptable para el público. Le gustaba hacer todo eso solo, Underground era como su hijo, ese al que no puedes dejar de consentir y mimar. Desde hacía años aquel lugar dejado de la mano de Dios se había vuelto su segundo hogar y los miembros de Riot, su familia.
Pero Chanyeol no se olvidaba nunca de que todo aquello había comenzado para ayudar a su padre y hermano, para que ellos tuviesen la mejor vida que les podría dar. Podría tener temporadas, incluso a veces el bar le suponía un gasto excesivo, pero nunca lo cambiaría por nada. Dejó la última caja de cervezas en el almacén y se limpió el sudor de la frente con el antebrazo, todavía necesitaba limpiar la barra, recoger los utensilios y probar el nuevo aparato de sonido que había comprado esa semana. Salió del almacén y se sentó en el taburete de la esquina izquierda, siempre se sentaba ahí, respiró hondo y ojeó el escenario.
Todo había sido muy repentino, la vuelta de Yifan y Luhan, el comportamiento todavía más extraño de Yixing. Chanyeol tenía un mal presentimiento, Meinster les traería problemas.
Un ruido cerca de la puerta le trajo de nuevo al mundo real. Kyungsoo había dejado las llaves sobre la barra y caminaba hasta él con una sonrisa.
-Buenas, señor inquieto -bromeó acercándose una silla y sentándose frente a él-. ¿Por qué esa cara tan larga? Llevamos dos semanas con lleno absoluto.
Chanyeol suspiró, no quería hablar sobre Meinster, sobre Yifan, y mucho menos revolver en cosas del pasado. Borró algunos pensamientos absurdos de su cabeza y sonrió ampliamente.
-Si el aforo del local fuese el mayor problema, te aseguro Kyungsoo que hoy sería un hombre más feliz -confesó el batería.
Kyungsoo le miró sin comprender.
-Has estado muy raro desde el concierto. ¿Hay algo que me quieras decir?
-Yixing, debemos de tener cuidado -suspiró y se levantó, se acercó a Kyungsoo y le agarró suavemente el hombro-. Luhan es alguien que ejerce demasiada influencia en él, ¿no lo has notado distinto últimamente?
Kyungsoo resopló llevando la mano hasta la de Chanyeol. Cerró los ojos y se dio un momento para meditar antes de hablar.
-Tao me comentó algo sobre vosotros y Meinster -Kyungsoo volvió a quedarse en silencio luego elevó la vista buscando con los ojos a su amigo-. Pero quiero oírlo de ti, ¿por qué Luhan es tan peligroso para Yixing? ¿Por qué tú no haces más que escapar de Meinster?
Chanyeol abrió los ojos sorprendido y se soltó del agarre de su amigo, respiró hondo, mantuvo silencio por unos minutos, pensó qué debía contarle y qué debía omitir y entonces habló.
-Luhan y Yifan fueron los que le enseñaron a Yixing el mundo de la música, los tres vivieron demasiadas cosas juntos, cosas que yo no podría contarte, porque ni a mí me las han contado -suspiró y le miró-. Luhan está perdidamente enamorado de Yixing, y él... bueno, creo que está claro que algo siente, ¿no? Formamos Riot los cuatro juntos, pero ellos nos traicionaron -cerró los ojos, no habló más, prefería ocultar el resto de información, no porque no quisiera que Kyungsoo la supiera, sino porque hablar de ello provocaba que la herida en su pecho volviese a abrirse y estaba cansado de sangrar.
Kyungsoo comprendió lo que no decía en el silencio de sus palabras y el dolor que se reflejaba en lo más profundo de su mirada esquiva. Se levantó y caminó hasta él para abrazarle.
-Lo siento-le dijo mientras hundía su rostro en el pecho del más alto-. Sé que no te van nada estas cosas, pero a veces no es tan bueno ser fuerte. Mira Chanyeol, puede que yo no sepa mucho de esto, que no haya estado desde el principio, pero no voy a dejar que nadie, venga del pasado o de donde sea, estropee esto por lo que todos nosotros hemos estado currando.
El batería estrechó fuerte a su amigo, hundiéndolo en su pecho. Kyungsoo sabía cómo hacerle sentir bien, siempre había tenido ese don. Chanyeol rió suavemente y asintió, disfrutó unos minutos más de la calidez que Kyungsoo le proporcionaba.
-Sé que debería de ser más concreto, que debería de hablarte de todo lo que ha pasado, pero entiéndeme -rió para quitarle importancia al asunto-, no es que me guste recordar el pasado.
-No tienes por qué hacerlo, háblame de lo que quieras, las cosas entre nosotros no van a cambiar-Kyungsoo sonrió con tranquilidad y se apartó de Chanyeol cruzando al otro lado de la barra- ¿Quieres probar el nuevo combinado en el que he estado trabajando?
Chanyeol soltó una carcajada, Kyungsoo siempre tan dulce, aquel cantante de ojos enormes atravesó la línea de amistad hace mucho tiempo y cada vez que necesitaba hablar él era al único que podría ser su confidente. Asintió y se sentó en el taburete de siempre.
-Venga manitas, hazme alucinar con ese combinado -bromeó el batería.
-Me parece fatal, bebiendo combinados y ni un mensaje para avisarme de esta fiesta, ¿eh? -bromeó Tao, sigiloso como siempre.
-¡Tao! -exclamó emocionado Kyungsoo cogiendo la coctelera-. Era un secreto, conspirábamos en contra tuya -rió el vocalista escogiendo los licores.
-¿Conspirar en contra mía? -rió y se sentó al lado de Chaneyol-. Vaya, con lo que me gusta a mí conspirar -bromeó mirando de reojo hacia Kyungsoo-. Venga camarero, dos copas de ese nuevo combinado.
Chanyeol soltó una carcajada y observó a Tao, como siempre llamaba la atención con su vestimenta extravagante. El tema de ese día era Inglaterra, el nombre de los Sex Pistols adornaba su camiseta hecha girones, decorada con algunas tachuelas e imperdibles, sus pantalones rasgados estaban unidos a una especie de falda improvisada con una vieja bandera del país. El maquillaje de esta vez no era muy recargado, sus ojos estaban perfilados y la sombra era apenas una mancha ahumada que los hacía todavía más felinos.
-Es demasiado temprano para que te tomes un combinado, Tao -añadió Chanyeol, que recibió una mirada fulminante del menor- ¿Por qué no dejas las borracheras para más tarde?
-Soy consciente de la hora que es, mi querido líder -bromeó Tao-. Pero si también tuvieses que aguantar una noche de gemidos y jadeos descontrolados por parte de Yixing y ese estúpido fotógrafo de pueblo, estarías pidiendo cualquier combinado desde primera hora de la mañana.
-¿Qué?-Kyungsoo no fue consciente de que su tono de voz había sido más alto de lo que acostumbraba a ser- ¿Qué Yixing y Baekhyun se han pasado toda la noche a ello? -el cantante no sólo no había bajado la voz, sino que también había dejado que la coctelera se escurriese de sus manos.
Chanyeol soltó de nuevo una carcajada.
-Vamos chicos, ni que fuese algo nuevo -se levantó del taburete, entró tras la barra y ayudó a Kyungsoo a recoger el estropicio que había formado al dejar caer la coctelera-. Yixing siempre ha sido un vive la vida, ¿de qué os sorprendéis?
-No me sorprendo, Chanyeol -bufó Tao algo molesto-. Acostumbro a escuchar las aventuras nocturnas de Yixing, pero precisamente la de ayer fue demasiado molesta. "Oh sí, déjame ser tu musa" "Ah, Yixing me gusta así" -comenzó a burlarse Tao poniendo una voz demasiado graciosa-. Imposible de soportar, os lo aseguro.
Kyungsoo se tapó la boca para ocultar la risa, más que evidente, y luego terminó de recoger el desastre, apartando y excusándose con Chanyeol.
-Esos celos Tao, esos celos -bromeó el cantante.
Tao clavó una mirada de odio en Kyungsoo, chasqueó la lengua y se levantó de su asiento.
-No digas bobadas, Kyungsoo -se alejó camino a los servicios.
Chanyeol observó la escena y suspiró, al menos aquellos dos chicos le daban algo de alegría a su día a día y se olvidaba de los problemas por un rato. El teléfono móvil comenzó a vibrar en el bolsillo de su pantalón, Chanyeol se sorprendió y se alejó de Kyungsoo para comprobar la notificación.
«Te necesito, ahora»
Chanyeol no se esperaba ese remitente, Wu Yifan. Tragó saliva y se guardó el teléfono en el bolsillo intentando disimular su asombro y nerviosismo conjunto. Volvió junto a Kyungsoo.
-Ehm... Soo -llamó la atención del cantante que había vuelto a preparar el cóctel-. Me ha surgido un problema en casa, ¿puedes encargarte tú de preparar todo para la noche?
-Claro-le respondió sin perder la sonrisa-. Pero, ¿qué ha pasado? ¿Está bien tu hermano?
-Sí, sí-sonrió para evitar que Kyungsoo se preocupara-. No es importante, estaré de vuelta en cuanto pueda, no creo que tarde mucho -se excusó y se colocó la cazadora de cuero sobre su camiseta vieja-. Despídete de Tao por mí -salió del local camino hacia donde Yifan le había indicado en el segundo mensaje.
++++
Yifan estaba apoyado en uno de los postes de luz mirando su teléfono móvil. No se encontraba de humor, había recibido un mensaje de la policía aquella madrugada, y despertarse así nunca era agradable. Se había desperezado apartando a las fans que le habían proporcionado una noche interesante y había chequeado el mensaje con calma. Se sorprendió al ver que no se trataba de Luhan, pues al levantarse lo encontró en la sala principal viendo la televisión, o más bien haciendo que la veía, porque parecía más centrado en otra cosa.
Era Sehun, aquel crío se la había cargado, siempre acababa por meterse en líos. Había salido sin llamar la atención, no quería preocupar a Minseok. Pero una vez que salió a la calle se había dado cuenta de que no sabía en dónde estaba la estación de policía. Aquello le había dado una excusa para intentar hablar de nuevo con Chanyeol. Le había mandado un mensaje y había estado esperando, sabía que aquel guitarrista predecible no le habría borrado de su lista de contactos ni habría cambiado de teléfono móvil.
Recibió un «voy a ahora, dime dónde estás», casi al momento. Sonrió al leerlo, se imaginó la voz de Chanyeol pronunciando esas palabras, corriendo a su encuentro y un suave cosquilleo a añoranza le corrió por dentro. Jamás había entendido por qué había tenido que distanciarse, por qué aquel muchacho desgreñado insistía una y otra vez en negar lo evidente, que ni podía olvidarle, ni quería hacerlo.
Le divisó a los pocos minutos saliendo de un autobús público; se colocó bien las gafas de sol y levantó la mano para llamar su atención. No podría regañar como le gustaría a Sehun, después de todo, su travesura de adolescente le había proporcionado más tiempo con Chanyeol.
Chanyeol corrió cruzando la calle cuando comprobó que no venía ningún coche en cualquiera de las dos direcciones. Cogió aire al llegar al lado de Yifan y le miró serio. No entendía el porqué de que le hubiese pedido encontrarse otra vez, creía que había sido claro en cuanto a que no quería verle de nuevo.
-¿Ha pasado algo? -le preguntó tajante, no quería irse por las nubes, conocía bien a Yifan y su extraña habilidad para entablar conversaciones que acababan liándole y provocando que hiciera lo que él quería.
-Tengo un problema, uno de los chicos de mi grupo está en comisaría y no sé llegar -quería ser claro, quería ganarse la confianza de Chanyeol de nuevo, así que se dejó de tonterías y le dijo la verdad con una sonrisa clara y sincera en los labios.
Sabía que Chanyeol era una buena persona, así que no le negaría su ayuda y menos cuando le sonreía, porque estaba seguro de que nunca pudo resistirse a sus encantos.
-Ya… -sonó un poco decepcionado-. No hay problema, por suerte queda cerca de aquí -se lamió los labios y le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera-. Aunque con tu fama igual prefieres coger un taxi -bromeó el batería, y por primera vez desde que se encontraron le dedicó una mirada a Yifan.
-No exageres, más bien es Luhan quien tiene que esconderse, yo sé camuflarme muy bien con el ambiente.
Yifan iba vestido de negro, con gabardina y gafas de sol incluidas. La verdad es que no parecía un cantante, sino más bien una especie de mafioso. Se acercó a Chanyeol y posó su enorme mano sobre el hombro del chico. Bajó las gafas para mirarle directamente a los ojos y volvió a sonreír.
-Gracias por venir, pensé que no lo harías, y te necesitaba.
-No me des las gracias -bufó Chanyeol, giró el rostro y aceleró para que la mano de Yifan ya no estuviese en su hombro-. Tómalo como algo que me deberás en un futuro -añadió divertido, y caminó con las manos en los bolsillos en dirección a la comisaría.
-Sabes… -comenzó a hablar Yifan muy cerca de él-… que yo ya te debo muchas cosas Chanyeol.
El miembro de Meinster sintió como el pelo en la nuca de Chanyeol se erizaba nervioso y el joven componente de Riot avanzaba un paso más allá, para alejarse de él. Estaba convencido que tanta frialdad con él sólo era un muro para mantener alejados unos sentimientos que nunca podría hacer desaparecer.
Chanyeol no le contestó, no quería enredarse en las conversaciones atrevidas y llenas de indirectas de Yifan. Se dedicó a guiar al batería de Meinster hasta la comisaría, escuchó como Yifan le hablaba de cosas, pero no le prestó atención, su cabeza estaba centrada en no dejarse llevar por recuerdos y sentimientos del pasado.
Se paró en seco antes de cruzar la calle, la comisaría estaba en frente y para Chanyeol su tiempo ahí ya había terminado.
-Es ahí -señaló el músico y miró de nuevo hacia su reflejo en las gafas de sol de Yifan.
-¿No te quedas? -le preguntó con voz profunda, sin añadir ningún matiz con segundas.
Yifan realmente quería estar más tiempo a su lado. Pero no era necesario ser un componente de un grupo de éxito para entender que Chanyeol no podía; las heridas del pasado continuaban sangrando con fuerza aún en su corazón. Yifan lo sabía, y entendía que con cada indirecta rasgaba más y más la cicatriz que podía estar formándose, pero aún así no podía evitarlo. Ambos veían en el mismo suceso dos puntos de vista opuestos y el batería de Meinster no quería perder a Chanyeol para siempre.
Chanyeol suspiró, asintió con la cabeza y cruzó sin decir nada, Yifan lo siguió. Cuando el más alto de los dos iba a abrir la puerta para entrar se topó con una mano desconocida que cogía el mango a la vez que él. El muchacho apartó la mano rápidamente y les miró a través de sus gafas de sol translucidas. El chico era alto, no tanto como ellos, delgado, con el pelo más largo de lo normal, castaño como sus ojos, sus labios eran gruesos y rosados y su piel blanca. Vestía ropa cara y por su apariencia se podía entender que era un muchacho pudiente, tanto o más que Yifan.
-Lo siento -la voz del joven era suave, bañado con un tono de preocupación-. Pasad vosotros primero.
-No tenemos tanta prisa -explicó Yifan abriéndole la puerta para dejarle pasar-. Puedes ir delante.
El joven entró antes que ellos agradeciendo el gesto con la cabeza; Yifan se giró para mirar a Chanyeol.
-Muchas gracias, ya te llamaré para quedar y agradecértelo como es debido.
Su voz sonaba seria y sus ojos continuaban fijos en la figura del muchacho que acaba de pasar delante de ellos.
Chanyeol se sorprendió del comportamiento de Yifan, antes de que se encontraran con ese chico el mayor quería que le acompañase, pero sus palabras parecía que le invitasen a irse. No rechistó, en el fondo no quería estar ahí, estaba siendo algo confuso y a la vez molesto.
-Está bien, nos vemos -se despidió con un gesto de cabeza y vio como Yifan entraba en comisaría.
Pasó la puerta principal y se paró en recepción, le explicaron donde podría encontrar a Sehun y los papeles que tenía que rellenar, así como la cantidad a pagar. Se dispuso a hacerlo observando que el muchacho que acaba de entrar parecía estar haciendo lo mismo en la otra esquina del mostrador. Yifan no le dijo nada más, simplemente le observó con atención, estaba seguro de que le sonaba de algo, aunque no sabía decir de qué.
Terminó de hacer todo el papeleo y de pagar y uno de los guardas le guió hasta la celda en donde estaba su compañero de grupo. Resopló colocando sus manos en los bolsillos y mirándole de arriba a abajo sin quitarse las gafas de sol.
-Te habrás divertido al menos, ¿no?-le preguntó con ironía.
Sehun alzó la vista del suelo con el semblante serio, como siempre solía tenerlo. Se encogió de hombros y se levantó del asiento, le dirigió una mirada a su acompañante y sonrió débilmente, para después acercarse a las verjas de la celda.
-Podría haberme divertido todavía más -confesó mientras miraba fijamente a Yifan.
El más mayor de los dos agarró los barrotes desde el otro lado.
-¿Cuándo aprenderás que así no vas a conseguir más atención? -movió la cabeza negativamente y dejó paso al carcelero para que abriese la puerta-. Sal, tenemos que irnos al hotel antes de que los demás se den cuenta.
En el momento en que Sehun salió de la celda el muchacho joven entró en la habitación, llamó la atención de todos con el tono de enfado en sus palabras.
-Kim Jongin, es la última vez que te salvo el pellejo.
Sehun y Yifan observaron al muchacho y como el chico que estaba dentro de la celda con Sehun se levantó y se acercó a los barrotes con una sonrisa dulce en los labios.
Sehun asintió y se lamió los labios antes de contestar.
-Es el chico que estaba conmigo cuando la poli nos cogió -confesó sin darle importancia.
El muchacho bufó ante el comentario sarcástico del moreno, sin hacerle caso a los otros dos que cuchicheaban a su lado. Le mostró al policía los papales de la fianza y éste dejó que Jongin saliese también de la celda.
-Cuando lleguemos a casa discutiremos de esto, me debes una buena suma de dinero -confesó y le dirigió una mirada de enfado.
-Ok, ok , como tú quieras.
El joven moreno parecía no darle importancia a las palabras del chico con el pelo largo. Caminó siguiéndole y al pasar justo al lado de Sehun le susurró.
-Nos veremos pronto.
Yifan les observó y apartó la vista aburrido, revisó su teléfono móvil otra vez y le dio un golpecito a Sehun.
-Llegaremos tarde, ve a recoger tus cosas.
Sehun no dijo nada, como de costumbre y se acercó al policía que amablemente le entregó sus objetos personales. Cuando volvió a la sala donde le esperaba Yifan, Jongin y su acompañante ya se habían ido.
-Podemos irnos -llamó la atención de Yifan que estaba centrado en su teléfono móvil-. Creo que sería prudente salir por detrás para evitar a los paparazis, me avisó el poli de que ya estaban en la puerta.
Yifan resopló.
-Algún día de estos las cosas dejarán de salirte bien y aprenderás la lección por las malas -caminó en dirección a la puerta trasera que un policía les había señalado y añadió-. Ya sabes lo mucho que le va a doler esto a Minseok.
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Jongin caminaba justo detrás de Taemin. Que éste le sacase del calabozo en la cárcel era algo bastante común, tanto que ni se tomaba en serio sus cabreos. Jongin sabía que Taemin le adoraba, lo había sabido desde el día en el que, tiempo atrás, habían cruzado miradas en un concierto.
Jongin era lo que la gente suele llamar rompecorazones, pero en el caso de Taemin él había sido algo más que eso, y lo sabía muy bien. Vivir de la fama del chico era algo a lo que se había acostumbrado y no pesaba dejar de hacerlo. Jamás daba un paso sin asegurarse de a dónde iba a ir el siguiente, nunca había sido un idiota.
El joven de pelo castaño y largo se giró para dedicarle una mirada que pretendía ser penetrante y de odio, pero Jongin podía leer más allá de esos ojos furiosos, leía un futuro próximo en el que el muchacho famoso se retorcía en la sábanas bajo su cuerpo. Le devolvió una sonrisa y Taemin le giró la cara volviendo la vista al frente, pero Jongin no dejó de sonreír. Habían sido su descaro y su astucia lo que le habían enamorado y no sería eso mismo lo que le separaría de él.
Taemin era una persona predecible, un niño al que el talento le sobraba, un buen amigo y una máquina en la cama. Lamentablemente también era muy mimado, caprichoso y manipulable, aunque aquellas cosas a Jongin le venían de perlas. Y así había sido desde antes de que Taemin hubiese sido consciente de que ya se conocían.
Se subieron a un coche de lujo, uno de esos extranjeros que tan poco se ven por esas zonas de Seúl. Taemin conducía, por supuesto, nadie dijo nada; ninguno de los dos, y con el único sonido de su antiguo éxito musical, ambos chicos regresaron a casa, en el último piso de uno de los rascacielos más caros de la ciudad.
Taemin fue el primero en hablar y sus palabras, habían sido exactamente las mismas que Jongin pensó que diría.
-Estoy cansado, Jongin -suspiró y tiró la cazadora al sofá y las llaves en el bol de la entrada- ¿A qué vino el numerito de esta noche? Me prometiste que ibas a dejar de comportarte como un imbécil, ya no me creo tus promesas, siempre hablas y hablas y al final esas palabras se las lleva el viento -habló molesto mientras caminaba hacia la enorme, lujosa y moderna cocina del apartamento-. Explícate, porque si no tienes una buena razón para esto empieza a hacer las maletas.
Pero antes de que pudiese seguir hablando Jongin se había colocado a su lado, tan cerca, que podía sentir su respiración acariciándole la piel. No parecía molesto, ni nada alterado, sonreía tranquilo, como si aquello que Taemin acaba de decir no sonase a ultimátum.
-Taemin -comenzó a decir con un tono de voz agradable-, créeme si esta vez te digo que yo no he tenido nada que ver. No te niego que podía haberme ido, pero ya sabes cómo soy, si no hubiese sido así jamás nos habríamos conocido.
Taemin separó a Jongin de su lado y abrió la puerta de la nevera dejando al moreno al otro lado de ella.
-Me da igual quién tuviera la culpa o no -suspiró y cerró la puerta para mirarle enfadado a los ojos-. Estoy cansado Jongin, y últimamente estoy pensando que igual habría sido mejor no haberte conocido -confesó triste mirando hacia el suelo y apretó entre sus manos la lata de refresco que había sacado de la nevera antes y la dejó sobre la mesa.
Jongin no había estado preparado para eso, se acercó a su novio y le abrazó con ternura por la espalda.
-No digas eso Taemin, por favor, no vuelvas a decirlo. Sabes que es mentira, sabes lo mucho que te he ayudado, estabas encerrado en un mundo que ni te comprendía ni quería hacerlo. ¿Recuerdas lo que me dijiste el día que nos acostamos por primera vez? -le preguntó hundiendo su cabeza entre el hueco del hombro y el cuello depositando un beso tierno.
Taemin cerró los ojos aguantando la rabia interna que le revolvía las tripas. Jongin siempre sabía cómo manejarle, sentir los brazos del moreno a su alrededor le reconfortaba. Sabía que por muy enfadado que estuviera no podía alejarse de él, había sido su todo desde que abandonara su estilo de vida.
-Me duele, Jongin -suspiró y se giró para mirarle a los ojos-. Me duele que me hagas esto.
-No volveré a hacerlo, te lo prometo, esta vez de verdad-Jongin le miró directamente a los ojos-. No quiero perderte, sabes que eres lo único que tengo.
Jongin bajó la mano acariciando el rostro de Taemin muy lentamente, sin apartar la vista de sus ojos, lamiendo sus labios casi inconscientemente.
-No convirtamos esto en un drama-le susurró al oído abrazándole y acercándole todavía más a él- ¿Me quieres?
-Claro que te quiero -susurró Taemin mientras abrazaba fuerte a Jongin-. No lo dudes nunca.
-Pues entonces olvidemos esto y disfrutemos el uno del otro-continuó hablando Jongin acariciándole la nuca y besándole con ternura en los labios.
Taemin dejó que la fuerza de Jongin le abordase con ese beso. Siempre era igual, disgusto, susto o cualquier mala noticia seguida del paraíso que el moreno le otorgaba. Cerró los ojos y lamió los labios de Jongin, deseoso de poder entrar a encontrarse con su amiga favorita.
Jongin le giró con habilidad consiguiendo tumbar parcialmente su espalda contra la pared cerca de la enorme cristalera. Recorrió con su lengua los labios carnosos y rosados de Taemin, degustando el sabor que tan bien conocía y adoraba. No pudo evitar sonreír cuando el otro muchacho fue incapaz de reprimir un gemido al bajar los labios por su cuello y acariciar con sus manos la piel que se escondía debajo de su camiseta.
Jongin sabía dónde besar, sabía perfectamente a dónde dirigir las manos para provocar que Taemin cayese cada vez más en su juego. El mayor de los dos pasó sus brazos por el cuello del moreno, agarró la camiseta y tiró de ella hacia arriba. Jongin se alejó un par de segundos para que Taemin consiguiese deshacerse de la camiseta, pero rápidamente volvió a apoderarse de los labios de su pareja. No quería que Taemin llevase el control esta vez, tenía que ser él, de este modo le era más sencillo que el mayor olvidase lo sucedido la noche pasada.
Jamás hacía las cosas sin disfrutarlo y aquella era la mejor de sus bazas. Porque al sentirlo, al saborearlo y vivirlo, Jongin conseguía transmitir esa energía en cada uno de sus movimientos. La manera en la que le desnudaba, en la que recorría cada parte de su cuerpo con sus dedos, acariciando zonas que jamás mostraría a nadie, que jamás había mostrado a nadie más que a él. La sutileza en la que sus labios, sin perder un segundo, pasaban de un boca a boca, a medir su cuerpo a besos. Jongin era el amante experto, el diablo pintado de bronce, un pecado del que estaba seguro que Taemin jamás prescindiría.
Bajó sus manos de dedos hábiles hasta la hebilla del cinturón en sus pantalones vaqueros de 1000 dólares, antes de que Taemin pudiese terminar de ahogar sus leves gemidos mordiéndose los labios ya se había deshecho de ellos y se hacía paso, por debajo de la tela roja de sus boxers, camino al premio gordo. Sabía que Taemin sentiría frío al contacto, y lo cercioró cuando comprobó que su cuerpo se curvaba sin reprimir la gloria del placer que le estaba dando. En el fondo siempre supo que era una buena persona. Si no, ¿qué clase de persona sería aquella que da más placer del que recibe?
Jongin sonrió con picardía, pero Taemin no le miraba, le agarró con sus brazos y lo levantó hasta la encimera de la cocina. El joven de pelo largo volvió a gemir, Jongin recorría con su mano, enroscando los dedos en el grosor de su miembro, subiendo y bajando, percibiendo el palpitar intenso de sus venas, hasta llegar a su punta. Jongin sabía que Taemin no podía controlarse, aquello siempre le había gustado demasiado. Y el momento fue peor cuando dejó sus labios para bajar, lamiéndole lentamente, por su cuerpo, sin dejar de mirarle, sin dejar de escucharle, sin dejar de acariciarle.
Taemin sabía qué era lo que iba a hacer Jongin, sabía todos sus trucos de memoria, pero al contrario, en vez de sentirse asqueado por la monotonía, descubría que aquello le gustaba más y más, y que extrañamente siempre se sentía diferente.
La magia que Jongin desprendía en cada roce era adictiva, desde la primera vez que sus manos lo abordaron, sus besos lo probaron y su alma lo inundó, Taemin supo que Jongin tenía que estar a su lado. Acarició la espalda del moreno y enredó sus dedos en el cabello oscuro del joven. No se reprimió, gimió alto, disfrutando del perdón que Jongin le regalaba.
Daba igual si después de aquel momento Jongin volviese a comportarse como un imbécil porque Taemin adoraba a ese imbécil y la manera que tenía de sacarlo de sus casillas. Era adicto a sus lametones, succiones y posesiones, su cuerpo entero mostraba las marcas de la seducción del moreno, y Taemin orgulloso las mostraba sin pudor.
Tembló bajo la invasión helada de los dedos del moreno rozando su entrada, Taemin se movió sensualmente contra Jongin, lo abrazó y jadeó en su oído.
-Jongin... -susurró antes de morderle el lóbulo de la oreja-. Te amo...
Jongin sonrió, alzó la cabeza de los hombros del mayor y le respondió con un beso apasionado. Taemin se apretó y gimió indicándole al menor que estaba preparado para que le regalase más de ese placer prohibido.
Jongin se apartó y abrió el cajón que había justo debajo de la encimera. Era un lugar raro para guardar aquello, pero ellos no se cortaban en su casa y cualquier sitio era bueno para disfrutar el uno del otro, así que siendo precavidos, habían dejado algunos botes de vaselina en lugares más o menos estratégicos. Lo sacó con una mano, sin detener las caricias con la otra y sin dejar de besarle. Se untó algo en los dedos y bajó hasta la entrada del otro.
El cuerpo de Taemin lo recibió con entusiasmo y apurado, le preparó bien, primero con un dedo y casi seguidamente con un segundo y un tercero. Permitió que aquella entrada golosa se alimentase de las caricias circulares de sus dedos y cuando lo consideró oportuno le bajó un poco para situarlo entre sus caderas y penetrarle.
Jamás se cansaba de aquella sensación, de sentirse dentro de Taemin y de perforarle, de escuchar cómo controlaba aquella voz y la hacía gemir con su cuerpo, de escucharle pedir más con cada embestida y cada apretón de sus dedos en sus piernas para impulsarse. Buscaba sus labios con los suyos, y pasaba de besos torpes a apasionados mordiscos, de lametones y chupones en el cuerpo a desear de nuevo recorrer sus labios con la lengua.
Ambos muchachos gemían, sus respiraciones abordaban la cocina y sus cuerpos se movían al compás. Taemin clavó las uñas en los hombros de Jongin, presionó suavemente al principio, pero cuando Jongin lo penetró y golpeó su zona sensible el mayor apretó su agarrare. Jongin soltó un quejido molesto, pero no se detuvo, el interior de Taemin era perfecto, adoraba cómo se contraía y palpitaba junto a su miembro.
El clímax llegó, Jongin llenó el interior de Taemin de su esencia y Taemin se derramó entre los dos, sin importarle a ninguno de ellos. Una vez más los labios se encontraron y las lenguas se dieron un último abrazo de despedida hasta la próxima vez. Taemin jadeó y miró fijamente hacia Jongin que le sonreía de forma tierna.
-Se que lo volverás a hacer, maldito moreno seductor -bromeó Taemin mientras se bajaba de la encimera.
Jongin sonrío seductoramente a la vez que intentaba recuperar el aliento.
-Eso no quiere decir que haya dejado de quererte-añadió buscando de nuevo sus labios, pero esta vez con algo más de ternura.
Taemin sonrió y empujó suavemente a Jongin con una mano que colocó en su pecho.
-Voy a darme un baño y tú recoge todo este estropicio -le ordenó bromeando.
-A sus órdenes-bromeó el moreno mientras miraba como Taemin se alejaba hasta el cuarto de de baño.
Jongin limpió y ordenó las cosas con rapidez, después, y asegurándose de que Taemin aún no había salido de la ducha, se dejó caer en la enorme cama de su dormitorio y abrió su ordenador portátil. En la pantalla, centelleando, una foto de Sehun le saludó indiferentemente.
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