Nombre: "Gula"
Tabla: de Pecados Capitables para
retos_a_lacarta Categoría: Drabble
Palabras: 408
Género: Drama
Personajes: Anne Bradshaw.
Advertencia: Ninguna, sólo posibles referencias a cortarse, porque... bueno, es Anne.
2)"Gula"
Anne Bradshaw miró por la ventana, no pudiendo evitarlo. Tal vez estaba en su naturaleza después de todo. Sabía que la hacía daño, pero aún así no podía hacer nada por ello, le gustaba mirar, le gustaba hundirse en su propia miseria y auto-compadecerse lo suficiente, hasta sentirse aunque sea un poco poderosa, porque si algo era mejor que el desprecio, era la lástima. Y eso era lo mejor a lo que podía acceder.
Era otro de esos días. Cualquiera habría dicho que después de trece años de lo mismo se habría acostumbrado, que el dolor se habría adormecido, que habría aprendido a no mirar por la ventana, a cerrar su mente a las risas, al gozo ajeno, a la dulce cháchara familiar a la que no estaba acostumbrada. Pero seguía pasando lo mismo. Seguía siendo igual, y ella seguía mirando por la ventana en aquellos días de visita, contemplando sonrisas que jamás podría llegar a ofrecer, oyendo anécdotas de un mundo distinto al suyo y observando a familias, padres, hermanas, madres, que jamás podría llegar a tener.
Cualquiera habría dicho que ya debía de estar acostumbrada. Pero no era así. A Anne Bradshaw le gustaba sangrar. A Anne Bradshaw le gustaba comer. Y mientras sentía a su corazón encogerse, mientras veía a su alrededor toda la dicha que no compartía, el dulce casero que Bridget le hacía especialmente en aquellas ocasiones se convertía en su aliado y su único amigo contra el mundo.
Observaba a través del cristal, masticaba, intentando escapar del dolor, intentando borrar el abandono que sentía en su corazón, saboreaba el azúcar deshaciéndose sobre su lengua. Y cuando cada uno de aquellos minutos insoportables le decían que el día no se había acabado, y el caramelo se acababa, se encontraba a sí misma contemplando el vacío, hundiéndose en la oscuridad, observando su propio reflejo en el ventanal sucio de Spence. Viéndose tal como era. Una huérfana, un ser olvidado del mundo, una criatura abandonada por Dios y sus hombres, un espécimen feo, horrible. Una niña, una chica, que jamás tendría lugar en el mundo, que jamás tendría una familia a la cual acudir, una fortuna que recibir, o una compañía que le aliviase aquellos días terribles, teñidos de rojo y con sabor lo suficientemente dulzón para adormecer la detestable realidad.
Y era entonces cuando sus lágrimas se habían ya secado, sus brazos se llenaban de sangre y el azúcar ya no era suficiente.