Revolución (ASOIAF)

Dec 08, 2012 03:39

Nombre: Revolución 
Fandom: ASOIAF/Game of Thrones
Categoría: Drabble/One-shot
Palabras: 948
Género: Drama, angst y dolor?
Personajes: Asha, Alannys y Balon Greyjoy. Porque tengo Greyjoy ~~feels.
Notas: Posiblemente spoilers, aunque nada muy grave. Ésto está situado unos cuantos años antes de los libros/la serie... más o menos un poco después de la fallida rebelión de los Greyjoy contra los Stark. Escrito para la tabla "Revolución" para sopadepalabras. No sé, siempre me pareció curioso que el lord de una sociedad tan machista como los de las Islas del Hierro pensase en su hija como su completa heredera, así que quise explorar eso un poquitín...

Asha no recordaba la última vez que había visto a sus hermanos mayores. Sólo recordaba la silueta solitaria de su padre aquella vez que había vuelto, derrumbado entre sus ropas grises, sus dedos aferrándose al mástil de su barco, su voz rota clamando con rabia que los iba a destrozar, los iba a destrozar a todos.

En cuanto Balon Greyjoy tocó la arena de la orilla, sus rodillas cedieron bajo el peso de su alma. Asha nunca lo había visto maldecir de aquella manera. Su padre siempre había sido una figura compuesta, un pilar de miradas reprobadoras y ocasionales sonrisas. Su padre siempre había sido el símbolo estoico del mar constante. Hoy Balon Greyjoy no era su padre, sino el de un par de niños perdidos entre revoluciones y clamores de sangre.

Fue en ese momento, al ver a su padre escupir espuma, luchar contra las olas del océano que se había tragado a sus hijos, la sal en sus ojos, que Asha se dio cuenta de lo que había pasado.

“No.” Suspiró, no creyéndoselo por unos segundos. Sin poder imaginarse un mundo donde no escucharía a Rodrik y a Maron pelear nunca más, donde no oiría sus risas retumbando por Pyke, donde no la fastidiarían con la idea de ella y Tristifer Botley.

Su primer instinto fue ir hacia su padre. Él nunca la había mirado más de una vez, cuando había nacido y la había visto mujer. En toda su infancia, no recordaba haberle oído palabras bondadosas dirigidas hacia ella, no recordaba alguna ocasión en la que su padre la hubiese visto de verdad.

Pero aún así Asha sabía que su padre la necesitaba, mientras luchaba contra el agua, mientras se rebelaba por una vez contra todo lo que había sido. Ella sabía que después de aquello, que en aquel momento ya no habría vuelta atrás. Sin embargo, su madre la retuvo a su lado, cuando sus brazos buscaron el único agarre que le quedaba en su cuerpo pequeño y enjuto.

Alannys había comenzado y más nunca dejaría de sollozar. Especialmente cuando se llevaron a Theon, ella entendió que su madre no volvería a ser la misma.

Su madre se había consumido del dolor después de aquello. Asha había querido abrazarla y había intentado hablar con ella después de aquello, pero ahora era como un animal salvaje. Nunca había sido una mujer fuerte. Por mucho que lo hubiese querido, la sal del mar no corría por sus venas, en sus ojos no había trazos del hierro, su piel no se sentía viva en aquella tierra baldía y maldita por la que Asha lo habría dado todo.

Habría querido decirle que todo estaría bien, que el pequeño Theon volvería algún día y sería un príncipe esplendoroso, tal como sus hermanos, ahora cadáveres en el fondo del mar, ahora regalos para el Dios Ahogado que cenaba con ellos en las profundidades.

Pero ella ya no escuchaba.

“Soy tu hija.” Una vez le había dicho. No al borde de las lágrimas, porque ella nunca lloraba.

“Estoy aquí, ¿no lo ves?” No gritando, porque ella nunca sería capaz de gritarle a su madre.

“Ellos ya no están y yo soy lo último que te queda.” No rogando, porque los de las Islas del Hierro nunca rogaban. Sólo tomaban lo que era suyo.

Su madre sólo había contemplado por la ventana, había fijado la vista en aquel océano gris y traicionero que una vez le había dado todo y ahora se lo quitaba. Asha nunca más había intentado hacerle entender que la necesitaba. Que ella no era más que una niña y que lo único que habría querido más que tener a sus hermanos de vuelta habría sido no encontrarse con sus fantasmas en cada esquina, no oír el llanto de su madre, que su padre por una vez abriese las puertas de su recámara.

Balon Greyjoy ya no sentía dolor.

Había gente que decía que ya no sentía absolutamente nada excepto humillación.

Y sin embargo ella sabía la verdad. Rodrik, Maron y Theon habían sido Harlaw de cabo a rabo, con sus juegos, sus llantos y sus bromas, pero Asha había sido una Greyjoy, su madre siempre lo había dicho. Aquella manera que tenía de tragarse la furia, las palabras grises que salían de su boca. Siempre había estado curtida por la fuerza del agua, por la mierda de las gaviotas. Sus labios eran salados por la rudeza, sus ojos estaban inundados de revolución.
Asha era la única Greyjoy y sabía lo que pasaba por la mente de su padre. No era pérdida. No era vergüenza. Era sed de venganza.

Ella había sido la que había abierto la puerta.

“Padre.” Lo había llamado, intentando rescatarlo de la tormenta, como debió de haberlo hecho tantos meses atrás cuando había vuelto del mar sin sus hijos.

Su padre la había mirado. No como una niña, no como un bebé berreante, no como una mujer, sino como Asha. Sus ojos la habían acercado y ella se había encontrado por primera vez a su lado. Sintió su fría mano posarse sobre su cabeza y aquella fue la única vez que quiso llorar.

“Asha.” Había respondido Balon, con la voz rasgada. Sus ojos fríos y grises la miraron, su cabello corto, su ropaje gris, su cutis lleno de pecas, sus ganas de valer. Sus dedos encontraron la frente de Asha, como si así pudiese leerla por completo, como si así pudiese ver que ella valía mucho más que cualquier hijo que hubiese perdido o dejado perder, como si así viese en ella el futuro, la reina de hierro que algún día sería.

“Mi único hijo.” Murmuró, y el salitre de sus lágrimas fue la sentencia.

fanfiction: asoiaf

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