Sin derecho a quejas
No se va a levantar de la cama en lo que le queda de curso. O mejor, en lo que le queda de existencia. Está colada por James Potter, y eso, es, con diferencia, y mucha, lo peor que puede pasarle a Lily Evans.
Es una sensación extraña. Como una especie de explosión en el estómago, que siempre ha estado ahí, y que sin embargo, nunca antes se había dado cuenta de ello.
Al mismo tiempo, esa explosión la siente en el pecho, y cuando James sonríe, es como si todo lo que tiene por dentro bajase, reptando, sinuosamente, hacia un punto situado en la nebulosa que hay debajo de su ombligo.
Y lo peor de todo, es que no tiene derecho a decirle nada a James. Porque lo ha estado rechazando durante siete años, y siente que no puede pedirle nada. Porque él ha estado mucho tiempo tras ella, y la pelirroja cabezota que es, siempre lo ha rechazado.
Y ahora no puede tener nada con él, porque seguramente él no va a querer tener nada con ella; así que va a tener que joderse y quedarse sola para el resto de su puñetera vida.
Y tiene ganas de llorar. Pero es un orgullo. Ese jodido orgullo por culpa del que nunca se acercó a James, aun que más bien era miedo. Es lo único que le impide echarse a llorar como una nena.
-¿Quieres hacer el favor de levantarte?-Alice le tira de un pie, intentando, con todas sus fuerzas, quitarla de la cama.
-No, Alice, quiero quedarme aquí, para siempre…
-Mujer… o te levantas o haré que James venga; pero ten en cuenta que te vería con esos pelos y ese… pijama…-responde Alice poniendo esa molesta voz de sabihonda.
-Deja en paz a mi pobre pijamita.-dice Lily. Se permite el lujo de hablar con voz de niña pequeña, porque se siente como una de ellas; básicamente.
Una niña pequeña que quiere algo con todas sus fuerzas y que sabe que no lo va a poder conseguir.
-Vale… pues le digo a James que suba…-replica Alice, con una voz que, si Lily fuese un hombre la habría puesto cachonda.
-¿A James? ¿Por qué?
-Por que quiere verte, idiota…-dice con una sonrisa.
-¿Verme? ¿A mi?-Lily se sienta en la cama, y es plenamente consciente de que su pelo parece una jungla roja.
-No, es que va a hacer una inspección de las termitas de tu cama.-suelta como si nada.
Lily alza una ceja. Sarcasmos a ella no. Gracias.
-Bueno, pues siendo así…-suelta una risita.
Pero que conste, Lily Evans, que sigues siendo imbécil.