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Day 9. Move
No es una de esas mañanas en las que se despiertan juntos y Stiles se aprieta contra su pecho, acariciando la piel desnuda con dedos perezosos, los ojos apenas abiertos, y es tan fácil tocarse y colarse bajo la piel del otro que no pueden evitarlo. No es una de las tardes en las que Stiles llega del entrenamiento de lacrosse agotado y dolorido, oliendo a hierba y al sudor fresco sobre su piel, las feromonas cegándole lo suficiente como para que Derek sienta la necesidad de empujarle contra la puerta del baño antes de dejarle ir a darse una ducha. Ni siquiera es una de esas noches de reunión de la manada, que Stiles se pasa lanzándole miradas y rozándole la nuca con la yema de los dedos cuando piensa que nadie se va a dar cuenta, sólo para que Derek le clave contra el colchón en cuanto los demás salen por la puerta.
Es simplemente un domingo a media tarde.
No han hecho gran cosa en todo el día. Stiles se presenta en casa de Derek por la mañana, en cuanto su padre se va a trabajar, Jackson e Isaac se pasan a la hora de comer, dispuestos a ganarse el afecto de su Alfa con una cazuela de pollo guisado, y en cuanto se marchan Stiles pone una cafetera a calentar y saca los libros del instituto y los deja sobre la mesa del comedor. Derek ocupa la tarde en poner al día sus finanzas, como el hombre adulto y responsable que es, y él trata de acabar un trabajo de Literatura y termina leyendo en la Wikipedia sobre los Boy Scouts, que es realmente mucho más interesante que Henry Miller. Y es todo tan doméstico que Stiles quiere ponerse un delantal y hacer limonada casera, porque es ese tipo de persona a la que le gusta llevar las cosas al ridículo. Y entonces recuerda que hay helados en el congelador.
-¿Quieres un helado? -le pregunta a Derek, levantándose de la silla y estirando los brazos sobre la cabeza.
-No. ¿Quieres follar?
A Stiles le pilla tan desprevenido que no puede hacer más que reírse en una especie de ladrido corto.
-Wow. Derek, ¿en serio? -exclama-. Todos esos que decían que con el tiempo se perdía la pasión... qué equivocados estaban.
-¿Quién dice eso? -es su contestación, dejando un par de facturas sobre el montón a un lado de la mesa.
-La Cosmopolitan.
-Así que es un no -dice, con un ligero tono interrogativo que le hace sonar como si la respuesta ni siquiera le interesara.
-Es un sí, claro que es un sí. ¿Cuándo he dejado yo pasar una oportunidad para mojar? Pero, tío, en serio. Trabaja en tu romanticismo -le reprocha-. Deja que acabe esto y vamos a la habitación.
-Trabaja tú tu espíritu aventurero -replica, haciéndole un gesto para que se acerque.
-¿Qué se supone que significa eso? -dice, pero aún así obedece. Derek aparta un par de montones de papeles con cuidado antes de levantarse de la silla y quitar el resto de la mesa con un manotazo, haciendo volar los tickets y los resguardos del banco por los aires, y parece tan satisfecho consigo mismo. Stiles se ríe y deja que Derek le siente sobre la mesa-. Eso ha molado.
-¿Te ha gustado?
-Ha estado bien. Ha sido un poco el intento lamentable de un cincuentón barrigudo de parecer sugerente y sexualmente salvaje, ¿sabes? Pero ha estado gracioso.
Derek gruñe, enseñando sus colmillos humanos, y le roba un beso lánguido.
-No me apetece moverme hasta allí arriba -dice, apretando los muslos de Stiles bajo sus manos y arrastrándole hasta el borde de la mesa.
-Así que eso es lo que pasa.
-Te lo voy a hacer aquí, sobre la mesa. Eso es lo que pasa.
-¿Y ahí sí te vas a mover, o voy a tener que hacerlo yo todo? Derek, en serio -dice, fingiendo un tono desilusionado en su voz-. Hay veces en las que ni siquiera te reconozco -bromea, y se le escapa una risa ridícula cuando él le empuja, la espalda contra la mesa, y vuelve a tirar de él dejándole con el culo en el aire, obligándole a enlazar las piernas en torno a su cadera para no caerse-. Joder.
-Eres un idiota -gruñe, inclinándose sobre él, con la cara a apenas unos centímetros de la suya, y de alguna manera ha conseguido atrapar las muñecas de Stiles e inmovilizarlas con una sola mano sobre su cabeza.
Stiles se estira todo lo que puede para tratar de besarle, sabiendo de antemano que Derek se va a apartar en el último segundo porque odia cuando hace eso, odia cuando intenta tomar el control sin que él se lo permita. Deja descansar sus labios contra la mandíbula de Stiles, los baja hacia su cuello, buscando el punto en el que sabe que le va a hacer estremecerse y muerde con los dientes ligeros, una línea fina de marcas rojas hasta su clavícula.
Stiles no puede evitar un jadeo, y tensa las piernas alrededor de su cuerpo buscando más contacto. Porque es un adolescente y no tiene vergüenza. Y Derek va a hacerle sufrir a propósito, sólo para demostrar que puede.
Recorre su cuello con la punta de la lengua, dejando rastros húmedos de saliva que se enfrían al contacto con su respiración y le erizan la piel. Mete la mano bajo su camiseta y clava las uñas en la fina piel entre los huesos de su cadera. Roza sus labios con los de Stiles, dejando que la lengua asome ligeramente, lo justo para que la de Stiles le imite.
-Ya no es gracioso -dice, respirando erráticamente, revolviéndose bajo él con desesperación. Trata de liberar sus manos y Derek le deja, deja que le tome de la nuca y junte sus bocas con demasiada fuerza, que le clave los dedos en el nacimiento del pelo y gima contra sus labios cuando Derek busca su lengua. Y se presiona contra él a través de la tela de sus vaqueros.
Stiles clava los talones en la espalda de Derek y trata de atraerle más, de tenerle más cerca. Su erección late dentro de los pantalones y cada vez le queda menos para perder el control, para suplicar por ello. A Derek le encanta cuando suplica, cuando se muerde los labios y se sonroja y amenaza con matarle si no lo hace ya. Pero los dedos de Derek comienzan a orbitar alrededor del botón de sus vaqueros, y eso es aún mejor, esa sensación de que en cualquier momento va a sentir la presión de la mano de Derek rodeándole, esa necesidad que le nace en el fondo del estómago, espesa y caliente.
-Joder -dice, y sus caderas se disparan hacia arriba hasta que la mano de Derek le cubre, traza su forma a través de la tela, y lo necesita tanto que eso es casi suficiente, el calor que irradian sus dedos y la manera en la aprieta su mano y en ese momento Stiles le pertenece. Le vuelve a besar, empujándole sobre la mesa hasta que casi acaba tumbado sobre él, aún con medio cuerpo fuera, los pies apenas apoyándose precariamente en el suelo-. Voy a tener que quitarme los pantalones en algún momento -jadea Stiles, cogiendo el bajo de la camiseta de Derek en sus manos, clavándose las uñas en las palmas.
Derek sonríe, todo dientes afilados, y Stiles sólo quiere borrarle la sonrisa a golpes, pero se lame los labios y vuelve a tenerle allí, colando entre ellos la lengua ansiosa y hambrienta.
-No veo cómo va a pasar eso. Tus pantalones -aclara-. A lo mejor hago que te corras con ellos puestos.