Título: Linger
Autor:
hoomygothFandom | Pairings: Gossip Girl | Chuck/Dan
Spoilers: Basado en mi universo Ya no somos invencibles, ¿así que supongo que spoilers de eso?
Longitud: ~800
Rating | Advertencias: T | Menciones a sexo.
Notas: Uh, ¿qué me pasa últimamente, que escribo cosas tan inconexas? Creo que me voy a echar una power nap.
Si hay algo que echa de menos es la manera en la que olía Chuck cuando aún no vivían juntos. Dan no sabe exactamente qué era, si el detergente con el que le lavaban las camisas en el Palace, o su gel de ducha, o que simplemente la gente rica está hecha de un material de mejor calidad que los de clase media como él, pero Chuck siempre había olido distinto a todo el mundo. Mejor. Incluso por las mañanas, recién levantado y antes de ducharse y usar su Eau D’Orange Verte, hundía la nariz en su cuello y trataba de identificar qué era lo que lo hacía tan maravilloso, por qué siempre olía a limpio y a ropa caliente y a lluvia.
Luego empezaron a compartir lavadora y cama y, en general, toda la vida, y ese olor especial se diluyó. Puede que sólo sea que Dan se ha acostumbrado a él, o que también él ha comenzado a oler así, o que Chuck ha cambiado de tintorería, pero ahora huele un poco a ‘ellos’. A café y a la tela del sofá y a perro recién lavado, mezclado con crema antiarrugas y pastillas para el ardor de estómago. Y es cotidiano, y a Dan le gusta porque es lo que le recibe cada día al llegar a casa y lo que siente a su lado en la cama por la noche cuando se acurruca contra él y respira en la camiseta de algodón que usa de pijama, y significa que Chuck sigue ahí y es una parte de él, pero hay momentos en los que llega a odiarlo.
A veces Chuck se marcha de casa. A veces discuten tan fuerte que se dicen cosas que realmente ninguno de los dos siente, y se echan en cara asuntos que quedaron enterrados hace muchísimo tiempo, y Chuck decide que no puede soportarlo y se va. No se va muy lejos ni durante mucho tiempo, y los dos saben que va a volver, porque en algún momento se tragarán su orgullo y pedirán perdón, porque ya no saben vivir el uno sin el otro, pero hay un par de noches, a veces hasta una semana, que Dan tiene que dormir solo y la cama huele a él. Huele a ellos, y Dan no puede evitar pensar que, a lo mejor, si cambia las sábanas y él no vuelve nunca más va a poder oler de esa manera. Pega la cara al colchón y abraza la almohada y por un momento casi puede imaginarle allí, pero enseguida se da cuenta de que no es ni remotamente parecido a dormir con él, y que no puede aguantar todo lo que le echa de menos. Y entonces odia ese olor, porque le recuerda las noches en las que comen sentados en el suelo del salón viendo una peli, o a la copita de whiskey que Chuck se bebe algunos viernes antes de ir a la cama, en la que Dan siempre se moja los labios un par de veces, y cómo luego hacen el amor y Dan nota el sabor en su boca y podría jurar que está un poco borracho, aunque Chuck le diga que es imposible.
Cuando hacen las paces y Chuck vuelve a casa ya no huele a ellos. Huele como solía hacerlo, aunque un poco más profundo, más maduro, y Dan frunce los labios según le ve dejando el maletín junto a la puerta y se acerca para rodearle con los brazos.
-Lo siento -dice, porque casi siempre es su culpa, y encaja su cara en el recoveco entre su cuello y su hombro y roza los labios contra la piel caliente y le respira hasta que le duelen los pulmones.
-¿Me pones al día mientras me ducho? -susurra él, aunque tarda un momento en separarse y sus manos aún se demoran en soltar su cintura. Dan le acompaña al baño y se sienta en el sobre de mármol de la encimera mientras él se enjabona y se deshace del olor del viejo Chuck, y le cuenta eso tan gracioso que hizo Ernest en el parque la tarde anterior, o las últimas páginas de la novela nueva que ha escrito, o cómo se tiró encima todo el café ardiendo la otra mañana, y no está seguro de que Chuck le escuche, pero vuelve a sentirse parte de algo otra vez y es maravilloso.
Muchas veces aún está chorreando agua cuando le arrastra hasta la cama y le besa mientras le quita la ropa, murmurando contra sus labios.
-Eres un gilipollas, ¿por qué te he echado tanto de menos?
Y Dan respira contra su piel.
-Yo a ti también.