Título: Paradox.
Autor:
hikari_worldFandom: Fairy Tail.
Personajes: Lucy Heartphilia & Natsu Dragneel.
Reto: Time traveling.
Resumen: Una paradoja puede llevar a otra. Y esta a otra. Y esta última puede ser la solución de todo.
Palabras: 3.154.
Notas: Es una paranoia increíble este fic. Está escrito de prisa y corriendo, porque me he visto desbordada estas semanas, así que no está beteado ni nada por el estilo. Espero, al menos, que cumpla con todos los requisitos que se piden en el reto. Hay algún que otro spoiler de la saga de Gray en la primera parte.
Paradox.
Cuando consiguió despertarse sólo podía sentir dos cosas. La primera era un frío infernal, que le arreciaba el cuerpo y la obligaba a encogerse, pero cuanto más lo hacía, más helada se sentía. La segunda era que le dolía todo el cuerpo, y no sólo porque las bajas temperaturas le estuviesen congelando, sino porque, seguramente, debía de haber aterrizado de cualquier manera, aunque la verdad era que el suelo estaba bastante mullido. Usó las manos para apoyarse y levantarse, sintiendo que todas las articulaciones le crujían y que la cabeza le daba vueltas, y si bien estuvo a punto de volver a desfallecer, hizo uso de toda su fuerza para erguirse y quedarse sentada. Abrió entonces los ojos, y sólo pudo percibir blanco por todas partes.
Desconcertada, miró en varias direcciones, y se encontró con que estaba en la ladera de una montaña nevada. A su lado había un cuerpo, y tardó un poco en procesar de quién se trataba, cosa que le demostró que sus capacidades mentales debían de haberse reducido con el golpe. Ese pelo rosa era inconfundible, a fin de cuentas.
Se puso a cuatro patas y le colocó la mano sobre el hombro, zarandeándolo varias veces para despertarle. Hasta que no le dio un capón en la cabeza, el muchacho no dio señales de seguir con vida.
-… Duele…
-¡Natsu, idiota! ¡Llevo media hora llamándote!
-¿Eh? - Se apoyó en un brazo y se elevó un poco, girándose para mirarla. - ¿Lucy?
-Sí. La misma.
-¿Dónde estamos?
La muchacha se sentó sobre sus rodillas y suspiró mientras él se aposentaba a su lado, frotándose el lugar del golpe. Hizo lo mismo: examinar la zona, aunque tras su análisis parecía tan desconcertado como ella.
-No lo sé. Es una montaña, pero no consigo identificar el sitio. Puede que estemos cerca de Magnolia, donde encontramos a Macao. O puede que estemos mucho más lejos. A saber dónde hemos acabado…
Se acordó, entonces, de que seguía llevando el colgante en el cuello y lo tomó en las manos sin quitárselo, mirándola con curiosidad. Esa piedra azulada con destellos grisáceos que era el objetivo de su misión, y que les había absorbido a ellos dos de pronto justo cuando pensaban que habían terminado de llevarla a cabo. No había rastro de Happy, ni Erza, ni Gray…
-¿Ese no es Gray?
Lucy se dio la vuelta para enfocarle, y en efecto, sus ojos se toparon con Gray. Pero uno mucho más bajito, menos musculoso y con el rostro mucho más aniñado, pero indudablemente él. No tenía el tatuaje del gremio en el pecho y parecía farfullar maldiciones contra la mujer que iba al frente de aquella curiosa procesión nudista, ya que su amigo no iba solo. A su lado, con el rostro sonriente y satisfecho, Lion corría con la vista puesta en la espalda de la que debía de ser su maestra.
La procesión se detuvo en cuanto les vieron, y ambos muchachos enrojecieron. Especialmente el moreno, que hizo intentos vanos por cubrirse tras el cuerpo de la adulta, ya que parecía no hacerle ninguna gracia que una chica joven mayor que él le viese en paños menores.
-¿Qué hacéis vosotros aquí? - preguntó la mayor, colocando los brazos en jarra y mirándoles con el gesto severo.
Lucy se apresuró en levantarse y hacerle una reverencia. Las bajas temperaturas le hacían tiritar, y estaba muy, pero que muy tentada, de aferrarse a Natsu el resto del tiempo que permaneciesen allí, ya que él parecía estar tan tranquilo con respecto al frío. Debía de ser por un dragon slayer de fuego, supuso.
-Nos hemos perdido. - La adulta alzó una ceja. - En realidad nos hemos despertado inconscientes aquí. No sabemos cómo hemos llegado.
-¿No sabéis cómo…? - los ojos de la maga se desviaron inconscientemente hacia el colgante, y pareció sorprendida por el hecho de que lo tuviesen. - ¿¡De dónde habéis sacado eso!?
-Oh…
-Teníamos que recuperarlo - intervino Natsu, aun en el suelo - y cuando nos marchábamos, eso nos tragó. - El dragon slayer giró el rostro, observando los alrededores, y luego enfocó a la versión niña de su compañero de equipo, frunciendo el ceño y cruzándose de piernas. Luego sonrió. - Jeh, por una vez soy más alto que tú, ojos caídos.
El pequeño Gray se erizó, completamente enfadado.
-¿¡Cómo que ojos caídos!?
Natsu empezó a reírse, pero Lucy le dio una patada y lo tumbó.
-No le hagas caso, Gray.
-¿Cómo sabes mi nombre? - replicó el niño, acercándose a ella con algo más de descaro.
-Ah… Bueno… Yo… Pues… resulta que…
-Conocemos a tu versión adulta. - Estúpido, estúpido Natsu. Lucy estuvo tentada de girarse y matarle allí mismo. - Y a la tuya - señaló a Lion, que pareció aún más perplejo de lo que estaba ya.
-¿Así que venís del futuro? - Ur comenzó a reírse a carcajada limpia. - Había oído hablar de este tipo de artefactos, pero nunca pensé que vería uno. - Se aproximó para examinarlo mejor del cuello de Lucy.
Lion, por su parte, se acercó a Natsu y se puso de cuclillas a su lado.
-¿De qué nos conocéis a Gray y a mí?
-Gray está en nuestro gremio.
-¡Natsu, cierra el pico!
-A ti te conocimos cuando intentaste resucitar al bicho ese… ¿Deliora?
Lucy desvió el rostro hacia el niño moreno, cuyo rostro se había desencajado considerablemente. Se acercaron ambos a Natsu, aunque con pretensiones claramente diferentes.
-¡Gray, no! - intentó sostenerle, pero el pequeño se zafaba de agarre.
-¡Déjame! ¿¿Qué sabes de Deliora? ¿¿Qué sabes de Deliora??
-¡Gray, ya basta! - consiguió tirarle al suelo y apartarle de la trayectoria de Natsu. Se sorprendió a sí misma por haber podido hacerlo, pero recordó que ahora mismo no se trataba más que de un niño. Con el sofocón se le había pasado el frío, incluso. - ¡Deja de obsesionarte con Deliora! ¡Si sigues así sólo vas a conseguir traer la muerte a tu alrededor! ¡Te lo digo por experiencia propia! ¡Ur podría morir por tu culpa!
El niño se quedó pálido y completamente estático sobre la nieve. Lion y Ur contemplaron la escena con total asombro e incomprensión, pero el pequeño del pelo blanco se acercó a su maestra y se abrazó a su pierna, sintiendo que se le hacía completamente insoportable la idea de perderla.
Natsu se levantó, acercándose a Lucy a tientas. La chica estaba tensa y de una sola pieza, con los puños apretados y el rostro inclinado. El muchacho temía que se echase a llorar. Pero no lo hacía.
-Deja de ser egoísta por una vez… El Gray en el que te convertirás sufrió mucho por tus impulsos, por ir detrás de ese monstruo… No lo hagas…
-Lucy…
-Vámonos, niños.
Ur los cogió a ambos de los brazos y los sacó de allí a rastras. Lion se giraba de vez en cuando para mirarles, incapaz de comprender la situación. Gray simplemente iba cabizbajo y pensativo.
-Natsu… - a los pocos minutos se giró hacia él con los ojos brillantes. - ¿Nos vamos a quedar aquí siempre?
-No lo sé…
-Quiero volver a casa…
Derramó una sola lágrima, que cayó sobre la piedra. Y entonces todo se volvió oscuro.
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Un fogonazo de luz les hizo retroceder a ambos, y Natsu tuvo que coger a Lucy por los brazos para evitar que se cayese al chocarse contra su pecho. El sol relucía brillante, y estaban en medio de una de las calles de Magnolia. La sorpresa no pudo ser mayor para ambos, que se quedaron completamente estáticos por la sorpresa. ¿Cómo demonios habían llegado allí…? Lucy miró el colgante, que estaba tranquilo sobre su pecho. ¡Maldito era el momento en que había decidido ponérselo para no perderlo!
-¡Lucy, Natsu! - la voz de Gray sonó a sus espaldas, y se acercó corriendo a ellos con una sonrisa. - Os están buscando desde hace un rato.
-Gray. ¿Dónde están los demás?
-Están todos en el gremio. Yo me voy a ausentar un rato, que Ur ha venido a vernos.
-¿Ur?
-Sí, Ur. Lion ya ha ido a buscarla. - Le puso la mano en el hombro a Natsu con toda la familiaridad del mundo. - Os veo luego, ¿vale?
-Aquí está pasando algo muy raro… - comentó la chica mientras lo observaba perderse a lo lejos.
-¿Pero su maestra no había muerto?
Lucy no pudo evitar sentirse la responsable de todo eso. Quizás al hablar con él le había hecho entrar en razón y no había ido a buscar a Deliora, y por eso, la maestra de los jóvenes seguía viva. Se alegraba de que Gray hubiese acabado en el gremio, de todos modos, pero se le había hecho muy extraño que tratase a Natsu con tanta familiaridad y cordialidad.
-¿Y si hemos cambiado el presente?
-¿Eh?
-Sí. Al ir al pasado y hablar con Gray. Quizás hemos cambiado el presente. Gray no fue a buscar a Deliora, Ur no murió, y Lion y él se hicieron amigos y vinieron al gremio. - Parpadeó.
-Ah. Bueno. Entonces no está tan mal, ¿no?
-No. Al menos Gray parece feliz. Así las cosas no parecen estar del todo mal - terminó por sonreír. - Vayamos al gremio, anda. Tengo algo de hambre.
-¡Buena idea! Además, estoy inquieto sin Happy.
Pusieron camino hacia la sede, y durante el trayecto, se fueron encontrando con varias personas que les saludaron amablemente. Sin embargo… nunca llegaron a poner los pies en el gremio…
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Se despertó tosiendo y cubierta de hollín. El aire demasiado limpio la mareó muchísimo, y tardó en levantarse muchísimo más que la vez anterior, porque el cuerpo no le reaccionaba. Aún sentía el calor golpeándole en oleadas, y el polvo también le cubría la piel como una segunda capa. Las imágenes de los últimos minutos se pasearon por su mente con tal rapidez que resultó abrumadora, pero no por ello eran menos claras. Y no pudo evitar echarse a llorar contra la hierba que estaba bajo su cuerpo.
El que hubiesen impedido que Gray fuese a por Deliora y que Ur no muriese sellándole, había permitido a la criatura seguir vagando libremente por su mundo, y eso había hecho que acabase llegando a Magnolia y destruyéndola. Tantos cadáveres. Tanta muerte y desolación. Tanta sangre…
-Natsu… - el chico había hecho de tapón para cubrirla de un ataque. Ahora lo recordaba. - ¡Natsu!
Al intentar levantarse de nuevo, se dio cuenta de que lo tenía a su lado, cubriéndole la cintura con un brazo. No tardó ni un segundo en lanzarse a averiguar si respiraba, y se sintió tremendamente aliviada al notarlo. Se dio el lujo de quedarse ahí, tumbada, sintiendo el calor del cuerpo de su amigo, a pesar de que el fuego de la destrucción aún la quemaba.
Cuando lo escuchó gemir se apartó un poco, y al verle abrir los ojos sintió un gran alivio.
-¿Lucy?
-La misma… - sonrió. - ¿Estás bien?
-He estado mejor… - le ayudó a sentarse. - ¿Dónde estamos ahora?
-No lo sé. Creo que el colgante ha vuelto a activarse… Creo… Creo que ya sé cómo funciona… - lo cogió con las manos. - Creo que cada vez que deseo estar en otra parte él lo concede… O algo así. Si no, no entiendo por qué no hacemos más que dar saltos en el tiempo cada vez que quiero cambiar de ubicación.
-¿Y por qué acabamos donde Gray? ¿En qué pensaste?
-En irnos lejos de allí. Y creo que lo interpretó a rajatabla. - Suspiró.
-¿Qué has deseado ahora?
-Lo mismo. Irnos lejos. Y seguramente habrá hecho lo mismo.
-Al menos no estamos en el mismo lugar… - Cerró los ojos y olisqueó el ambiente, intentando dar con algo conocido. De pronto frunció el ceño y separó los párpados, levantándose. Salió corriendo de allí a duras penas antes de que Lucy pudiese decirle nada.
-¡Natsu!
Se levantó con dificultad y fue tras él. Escuchó unos golpes y unos aullidos de animal, y vio que varios lobos salían corriendo, pasando por su lado, bastante maltrechos. Al llegar al lugar en el que estaba su amigo, se fijó en que había un niño pequeño en el suelo tras unos arbustos. Lloraba. Tenía el pelo rosa.
-No puede ser…
Su Natsu estaba de pie frente a él, observándolo con perplejidad. Tras unos segundos de incertidumbre, lo cogió en brazos y lo meció con una suavidad que Lucy jamás hubiese esperado en él, y salió de los matorrales tras los que se había escondido para huir de los animales. El dragon slayer miró a su amiga, que parecía no tener palabras, y le indicó con la cabeza que lo siguiese de nuevo.
-Natsu, ¿qué vas a hacer?
-Recuerdo este día. Recuerdo este olor.
-¿Cómo?
-Yo mismo… Es mi propio olor. La persona que me encontró… Me encontré a mí mismo… - con forme iba hablando, aceleraba el paso. Lucy no entendía nada y le costó un poco seguirlo.
Al final terminaron corriendo con el niño a cuestas hasta un enorme claro de hierba verde y alguna que otra flor rosada. Natsu miró en todas direcciones y depositó el cuerpecito en el suelo; su versión diminuta se había dormido con el paseíto. Cogió a Lucy de la mano y la obligó a retroceder hasta esconderse tras unos árboles en los que se apoyaron para contemplar la escena.
-¡Uagh! - Lucy había aplastado algo con la mano al ponerla sobre la corteza. ¿Una mariposa? - Menudo asco.
-¡Mira! - la voz de Natsu sonó extrañamente queda y emocionada.
Cuando Lucy pudo contemplar la escena que se sucedió ante sus ojos, lo comprendió todo. Del cielo descendió, majestuosamente, un enorme dragón de piel parda que se posó sobre el prado como si nada. Replegó sus alas y anduvo unos metros, hasta que dio con algo en el suelo. Con alguien. Con Natsu. Agachó el morro y le dio algo de calor al tiempo que le olisqueaba. Miró hacia un lado y hacia el otro.
Natsu no pudo contenerse más y salió corriendo de su escondite, posicionándose frente a Igneel, que lo observó con sus impresionantes ojos. Lucy no había podido ni reaccionar, demasiado impresionada por la presencia del dragón, y cuando se quiso dar cuenta, estaba a su lado.
-Igneel…
-¿Te conozco, chico?
-Soy Natsu. Soy él… - señaló al niño. - Eres… serás… fuiste mi padre… Yo…
-Natsu… - Lucy le cogió de la mano.
El dragón les miró a ambos durante unos segundos.
-¿Seré tu padre?
-Fuiste mi padre. Tú me criaste…
Si hubiese sido humano, Lucy estuvo segura de que habría fruncido el ceño. Igneel estuvo contemplando al niño unos minutos, hasta que lo tomó con una de sus enormes garras y salió volando de allí. La muchacha desvió el rostro hacia Natsu, que estaba completamente perdido y parecía al borde de la desesperación. Queriendo salir de allí, pensó en volver a su casa. Pero también pensó en Natsu. En estar juntos. Y todo se volvió negro de nuevo.
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Al separar los párpados vio que estaba en penumbra. Se encontraba sobre algo mullido y blandito, y hacía un calorcito muy agradable debajo de aquella fina sábana. ¿Sábana? En ese caso debían de estar en casa. Se acurrucó contra la almohada, pensando que todo lo que había vivido había sido un simple sueño, y se giró para dormirse mejor, con una sonrisa de oreja a oreja. Pero al hacerlo, se topó con un cuerpo intruso. Con un cuerpo cálido y un olor conocido.
Se separó de él sin pensárselo.
-¡Natsu!
El muchacho tardó unos segundos en separarse y sonrió tontamente al verla. Y a Lucy se le puso la carne de gallina, porque aquellos ojos que la estaban mirando eran los ojos de alguien enamorado. ¿¿Natsu?? Se sintió horriblemente extraña cuando el corazón le dio un vuelco al ver que se acercaba peligrosamente a ella y hacía ademán de besarle.
-¡¡Quita!!
-¿Qué pasa, Luce?
-¿¡Qué va a pasar!? ¿Te has vuelto loco?
-¿Loco?
-¡Sí! ¡Ibas a besarme!
-Pero si es normal.
-¿Normal? ¿¡Normal!? ¡Si tú no me has besado en tu vida!
Se bajó de la cama y empezó a rondar por la habitación, nerviosa, intentando descubrir qué estaba pensando. Recapacitó sobre lo que le había surcado la mente antes de salir de allí, y palideció al darse cuenta de que la magia del colgante había interpretado el estar con Natsu de otra manera, y había influido en él de otra forma. Porque si no, no tenía explicación que siguiese contemplándola de ese modo tan… tan…
-Ay. Natsu, deja de mirarme así… - Parecía que se la quería comer viva.
-Vuelve a la cama, anda, Luce…
Sintió un escalofrío, y su única reacción fue salir por piernas de la casa dando un portazo. Se dio cuenta, entonces, de que no estaba en Magnolia, sino en una ciudad que no conocía. Y al mirarse el dorso de la mano, se fijó en que el símbolo del gremio no estaba.
-¿Qué demonios…?
-Es lo que pasa por coger cosas que no se debe.
Dio un respingo, y al girarse para dar con el origen de la voz, se topó con un hombrecillo que no había visto en su vida. Era muy bajito, con una chepa, calvo y unas enormes gafas que se estaba colocando debidamente mientras se acercaba a ella a examinarla. De la nada surgieron otros tantos sujetos, pero eran más altos y estaban muy uniformados y engalanados. Todos llevaban un collar parecido al suyo.
-¿Qué demonios…?
-Somos… cómo decirlo… Una especie de guardianes del tiempo.
-¿Guardianes del tiempo? - no disimuló para nada el matiz escéptico de su voz.
-Nos encargamos de recolectar todo tipo de artilugios que pueden modificar la corriente del tiempo y eliminamos los errores más graves causados por los mismos. Como el incidente que ocasionaron con el monstruo de Zeref. - Sonaba extremadamente enfadado con respecto al tema, y Lucy decidió relajarse un poco. - Deme el que posee en estos momentos y nos encargaremos de devolverla a casa.
Dudó unos segundos. Quizás quería robárselo. Pero en esas condiciones no sabía cómo regresar a casa…
-Está bien…
Se quitó el colgante y se lo tendió. El hombrecillo sonrió, satisfecho, y empezó a toquetearlo y a escribir cosas con el dedo.
-Disculpe.
-¿Sí?
-Ha dicho las cosas graves. Entonces… ¿es verdad que Natsu se ayudó a sí mismo?
La expresión misteriosa que adoptó su gesto no le gustó demasiado, porque le dio la impresión de que la estaba llamando estúpida con todas las de la ley. O al menos, ignorante.
-No vuelvan a acercarse a este tipo de amuletos, señorita. Por cierto, no tendrá goma de mascar, ¿verdad?
-¿Cómo dice?
El tipo negó con la cabeza y soltó una risilla, secundada por las de sus seguidores.
-Buen regreso a su casa.
-¡¡Espere!! ¡Aún tengo muchas preguntas que hacerle! ¡¡Espere!!
Mientras todo se tornaba oscuro de nuevo, tuvo la certeza de que jamás conocería la verdad, y que todo se vería limitado a unas series de hipótesis que nunca serían corroboradas. Sólo esperaba despertar junto a Natsu y nada más.