Autor:
hikari_world Fandom: Samurai Deeper Kyo
Claim: Kyo/Yuya
Tabla:
BásicaTema: #09 - Piano
Título: Pianissimo.
Resumen: Sabía que siempre le había gustado su brusquedad a la hora de tomarla entre sus brazos y hacerle el amor, pero en ese momento, no sabía por qué, quiere hacerlo despacio…
Advertencias: Lemon, +18.
Notas: Picante~ No todo lo que podría hacerse con un hombre así, pero bueno xD We have sex, ladies and gentlemen! La verdad es que cuando vi esta palabra por primera vez en la tabla me sentí perdida… ¿¡Cómo meter un piano en la época Tokugawa en Japón!? No queráis saber la crisis existencial en la que me sumergí.
Pero hoy, al releer la tabla, dispuesta a escribir un nuevo reto, mi cerebro interpretó la palabra de esta otra forma y nada, aquí lo tenéis. Espero que os guste y esas cosas =) que está hecho con mucho amor (y muchas ganas de escribir sepso xD), aunque ha quedado bastante más corto de lo que generalmente me queda, pero bueno, las cosas nunca son perfectas en esta vida. Además, es irónico que, teniendo en cuenta cómo utilizo la definición de "piano" la cosa sea tan... ¿rápida? xD Entenderéis al leer, supongo xD
¡Saludos!
PD: ¡¡Perdón por el retraso!! ToT
#09.
Pianissimo.
-Des-despacio…
Era la única palabra que había surgido de los labios de ella cuando la lengua de su amante había empezado a perderse más allá de la zona que cubría su kimono. Él se detuvo unos segundos y la observó sin moverse un ápice, tan sólo alzando los ojos lo suficiente para contemplar su rostro sonrojado, con el entrecejo levemente fruncido, como cada vez que le gusta lo que le está haciendo. Centró la mirada de nuevo en el retazo de piel blanca que brillaba bajo su saliva y cerró los párpados, aspirando el aroma que exhalaba su cuerpo, en ese momento nervioso, mucho más receptivo, y usó la punta de la nariz para acariciarlo con la lentitud que le había pedido.
-Así -su voz sonó ronca. No era una pregunta. Nunca es una pregunta. Era una indicación, la muestra de que es la velocidad mínima que pensaba adoptar.
Yuya asintió con la cabeza y se dejó recostar sobre el tatami, atrayendo su boca contra la de él, deleitándose, por una vez, con un beso lento, aunque no por ello menos fogoso.
Kyo apretó los nudillos sobre el suelo, arañándose con la fibra que lo recubría todo, ya que estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para no adoptar su brusquedad habitual y hacerle olvidar esa estúpida idea de la lentitud, que en ese momento resultaba un poco fastidiosa. Sabía que siempre le había gustado su forma de tomarla entre sus brazos y hacerle el amor, pero en ese momento, no sabía por qué, quería hacerlo despacio…
Pianissimo…
De modo que decidió adoptar la postura de asumirlo como un reto. Como si fuese una lucha a muerte contra su propia libido, y le daba igual que fuese contra sí mismo, no pensaba perder de ninguna de las maneras. Aunque vaciló un poco al sentir los dientes de la muchacha mordisqueándole el labio inferior con parsimonia. Emitió un gemido bastante gutural y se liberó de su agarre, haciéndola sonreír.
-Te ríes ahora -alzó una ceja al decirlo-. Te arrepentirás de haberme pedido lentitud.
-Tus amenazas no me dan miedo, Kyo.
-No -sonrió de una forma tan socarrona que la hizo temblar-. Miedo precisamente no te voy a dar…
-Eres un… -se había sonrojado, y había tenido predisposición a continuar la frase, pero los dientes de Kyo se habían cerrado en torno a su cuello y lo recorrían, despacio, deleitándose con su carne, por una vez.
“No está tan mal” pensó, al sentir que los dedos finos y blancos de la chica se enredaba en su melena negra y tiraban hacia atrás con cada pequeño mordisco. Ni antes ni después, ni rápido ni despacio, al mismo ritmo en el que sus dientes hacían presión en su piel y la marcaban lentamente.
Pianissimo…
Despacio fue descendiendo hacia la clavícula y el escote, que pronto quedó de un tono rosado que contrastaba enormemente con el color pálido del resto de su piel, la cual fue tiñéndose lentamente conforme el kimono iba descendiendo por sus brazos hasta quedar revuelto en su cintura.
Le costaba mantener el ritmo que le había prometido tener, porque sus respuestas eran tan rápidas como lentas sus acciones, y su cuerpo se amoldaba al suyo buscando más como si estuviese amándola como siempre. Al parecer él no era el único que necesitaba acostumbrarse a ese cambio de situación.
De modo que decidió tranquilizarla -aunque en un principio no supo muy bien cómo debía hacerlo- e hizo que sus manos y su boca jugueteasen con lentitud por su cuerpo cada vez más sudado; sus muslos, cada vez más rojos; su vientre, cada vez más contraído; su pecho, cada vez más erizado; su pelo, cada vez más revuelto. Era contradictorio que se estremeciese y se relajase al mismo tiempo, casi, pero no por ello menos interesante o divertido, incluso.
Se dio cuenta de que no podía dejar de mirarla una vez más, y esa vez quizás más que nunca. Conocía perfectamente bien cada rincón de su cuerpo, cómo hacerla revolverse, pero nunca lo había explotado como en ese momento. Podía hacer que se arquease, que se encogiese; podía hacerla gemir y suspirar, chillar; podía volverla loca y hacerla contradecirse al querer más rapidez y al segundo pedirle que siguiese despacio. Yuya siempre había sido así, pero en ese momento se lo parecía muchísimo más que nunca.
-Kyo… -susurró, con su boca pegada a su hombro masculino, mordiéndolo como sólo ella sabía.
El hombre se detuvo un segundo, jadeando, y dejó que las manos pálidas y pequeñas de su amante le desanudaran el kimono y lo dejase caer deslizante hacia el suelo. Lo miró con los ojos brillantes, besando cada retazo de piel que quedaba a la vista. Su cuerpo era tan diferente al de ella, tan tosco, tan herido y heterogéneo con respecto al color. No había una uniformidad en absoluto y eso le encantaba.
Con movimientos lentos se quitó el kimono ella también y lo dejó caer sobre el tatami, moviéndose sinuosamente hacia él y sentándose en su regazo, comenzando ella también a entrar en aquella extraña danza de movimientos ralentizados y eternos.
Pianissimo…
Sin embargo, todo dejó de ir despacio en el momento en que entró en ella y se volvió rítmico, acompasado, y cada vez más y más intenso. Más y más apresurado. Más y más apasionado.
Voces, besos, caricias, movimientos, cuerpos, sudor… Todo se revolvió en una marea confusa que desembocó en un final en el que los movimientos volvieron a ser lentos, casi como medidos y premeditados, buscando, simplemente, acomodarse el uno junto al otro.
Yuya entrecerró los ojos y aspiró el aroma a mimbre del suelo sobre el que estaba recostada, mientras que Kyo seguía besuqueando sus hombros y su cuello, a pesar de que ella lo encogía e intentaba apartarlo porque le hacía cosquillas.
-Ya vale, Kyo.
-Tsk. Mira que llegas a ser aburrida a veces, cara de feto. Si acabamos de empezar.
-¿Cómo?
-¿No querías hacerlo despacio? -le dijo con voz desafiante, haciéndola girarse para mirarlo con esa expresión de superioridad que tenía en el rostro en ese momento.
-Sí.
-Pues entonces… déjame decirte que acabamos de empezar.
Yuya ahogó un gemido mientras volvía a recostarla en el suelo para comenzar a devorarla otra vez, diciéndose mentalmente que si todo acababa así siempre… no sería la última vez que le pediría algo en la vida que lo sacase de su patrón habitual…
Pianissimo...