¡Aquí dejo los fics para el reto!
Título: Cuando el dolor es demasiado reciente.
Autor:
hikari_world Fandom: Original. Tercera parte de la saga.
Personajes: Kaito Monroe / Melisa Standford / Claude Thibault
Reto: Jeux à troix. ¿Quién es este?
Resumen: Claude alzó una ceja, escéptico ante la revelación. Sin embargo, no tuvo más remedio que aceptar que era verdad en cuanto vio con qué entusiasmo le introducía la lengua en la boca a la chica, y ella no se quejaba.
Palabras: 578.
Notas: No sé si podía considerarse exactamente un AU por el hecho de que he cambiado un poco la historia. En la original, Kaito y Melisa no empiezan a salir tan pronto como aquí, pero no conseguía englobar esta frase en ninguna otra parte xD Por lo demás, el cannon está intacto, promised. Tiene alguna que otra frase de contenido racista, pero porque en esta historia los japoneses están muy mal vistos. No pretendo ofender a nadie xD
Cuando el dolor es demasiado reciente.
-¿Quién es este?
Melisa sintió cómo un escalofrío le recorría la piel de la espalda cuando escuchó esa voz, y prácticamente como un resorte se separó del muchacho que la estaba sujetando por la cintura. O al menos lo intentó. Los brazos de él eran demasiado fuertes como para dejarla escapar por una chorrada semejante como el susto que la pobre se había metido, y provocando el efecto contrario al que ella había querido, la apretó todavía más contra sí de una forma que se le asimiló bastante posesiva.
“Es como un animal marcando territorio.” Pensó, rodando los ojos y poniéndole las manos sobre el pecho para establecer una cierta distancia entre ellos, y poder girarse.
Se sorprendió mucho al toparse con los ojos azules de Claude, el hermano pequeño de su amiga Monique. Tenía el ceño fruncido y parecía disgustado con algo. Al mirar el rostro de Kaito y ver la expresión de superioridad que tenía dibujada en él, no tardó en averiguar de qué se trataba. Fastidiada, le dio un golpecito en el vientre para que dejase de comportarse como un idiota y se dirigió sonriendo hacia el muchachito, cinco años menor que ellos.
-¡Claude! ¡Qué sorpresa! ¿Qué estás haciendo aquí?
El joven se cruzó de brazos y continuó con la vista fija en Kaito, quien seguía sonriéndole de forma desafiante.
-Paseaba. ¿Y vosotros?
-Dando una vuelta también. ¿Vienes?
Claude sonrió al ver la cara de desconcierto del acompañante de la muchacha, quién le dio un codazo y pareció susurrarle algo entre dientes.
-Sólo si me dices quién es él.
-Creo que es bastante evidente, ¿no es así, canijo? Soy algo así como su novio.
-… Claro…
-Claude, no deberías…
-Bueno, siempre hay formas de demostrarlo.
Claude alzó una ceja, escéptico ante la revelación. Sin embargo, no tuvo más remedio que aceptar que era verdad en cuanto vio con qué entusiasmo le introducía la lengua en la boca a la chica, y ella no se quejaba. No pudo evitar, siquiera, poner cara de idiota, al ver qué ella se sonrojaba y le apretaba los brazos con fuerza. Algo parecido a la rabia - sino la ira misma - nació dentro de él, y estuvo muy tentado a ir hacia ellos y separarles, romperle la cara a ese japonés engreído y llevársela a un sitio donde pudiese estar a salvo de ese pervertido. Melisa siempre había sido su objeto de adoración, desde muy pequeño, pero nunca había querido decírselo. Prefería observarla y admirarla con silencioso pasmo desde un punto externo, porque no se creía lo suficientemente bueno para ella. Tampoco podía pensar de otra forma, cuando su padre no paraba de recordarle lo inútil y torpe que era.
Sintió algo de alivio, no obstante, cuando vio que, al separarse, Melisa le dio un cachete - aunque no demasiado fuerte - a Kaito en el rostro, reprochándole lo brusco que era siempre para todas esas cosas. Un nudo se le formó en el estómago. ¡No era justo! ¡Ella se merecía a alguien mucho mejor que esa basura amarilla que no parecía tenerle respeto por nada!
Frustrado, introdujo las manos en los bolsillos y se dio la vuelta, dispuesto a marcharse. En realidad, no había tenido ninguna intención de caminar junto a ellos desde un principio, sólo quería asegurarse de que su temor no era cierto.
“Ojalá no lo hubiese hecho.”
-¡Claude! ¿A dónde vas? - preguntó Melisa.
Él siguió andando mientras contestaba.
-A ninguna parte.
“Mientras esté lejos de vosotros, estaré bien.”
Título: Las incógnitas del amor.
Autor:
hikari_world Fandom: Original. Tercera parte de la saga.
Personajes: Kaito Monroe / Melisa Standford / Claude Thibault
Reto: Jeux à troix. ¿Por qué a mí?
Resumen: Le recorrió la espalda con los dedos, deteniéndose justo en su cuello, donde depositó un suave beso. Aún había veces en las que no podía creérselo.
-¿Por qué me escogiste a mí, rubia? - susurró, sin querer despertarla.
Palabras: 582.
Notas: Situada al final de la historia. Perdón por el título de novela rosa xD ¡Algunos spoilers!
Las incógnitas del amor
Era de noche y no hacía demasiado frío, porque todavía septiembre era joven y no tenía más de tres o cuatro días. Despierto y sentado en la cama, Kaito contemplaba la ciudad de Londres desde la ventana de su habitación. En ese momento respiraba paz. Sus dedos se encontraban en otra parte, no obstante, perdidos en la melena rubia de Melisa, que estaba desparramada sobre su espalda desnuda y blanca, ya que dormía con la cara enterrada en la almohada, como siempre.
No hacía demasiadas semanas que había terminado todo, y prácticamente la muchacha ya vivía con él y con sus padres, porque pasaba más tiempo en su pequeño apartamento que en su propia casa; y es que su relación no era demasiado buena desde que habían empezado a salir, cosa que le entristecía. Melisa había tenido la suerte de tener a su padre durante toda su vida, mientras él se había visto obligado a despegarse de su lado cuando no era más que un niño. Y se sentía plenamente culpable de ello.
De hecho, desde que había aparecido en su vida, lo cierto es que las cosas para su rubia no habían sido nada fáciles. Sus amigos prácticamente le habían terminado dejando de lado por paranoica; su madre había muerto por protegerles; su padre ahora ni le hablaba; y había estado a punto de morir en varias ocasiones. Al recapacitar un poco sobre ello, frunció el ceño. ¿Exactamente por qué había empezado a salir con él? Le recorrió la espalda con los dedos, deteniéndose justo en su cuello, donde depositó un suave beso. Aún había veces en las que no podía creérselo.
-¿Por qué me escogiste a mí, rubia? - susurró, sin querer despertarla-. No lo comprendo…
-Porque fuiste horriblemente pesado.- Murmuró ella, con voz adormilada, mientras se giraba hacia él con una sonrisa perezosa en los labios.
Kaito dio un pequeño respingo en el colchón y apartó la mano de ella, moviendo el rostro hacia la ventana en la que había estado centrado todo el rato.
-Más bien fui tremendamente convincente, diría yo, rubia.
-Ya, claro, convincente. - Se apartó el pelo de la cara y se dio la vuelta.
-¿Entonces por qué a mí? ¿Por qué no a mi queridísimo hermanito, tan bueno, amable y calmado?
Melisa se quedó mirándole unos minutos, cubriéndose el cuerpo con la sábana blanca de la cama de su pareja, casi sin parpadear. Aquello le puso algo nervioso, ya que, aunque no la estuviese mirando, sabía que ella a él sí. Cuando sintió sus labios cálidos sobre la piel de su hombro se estremeció, y entonces no tuvo excusa para no mirarla.
-Porque no estaba buscando a un chico bueno, amable y calmado. Buscaba a un sinvergüenza y a un niño de mamá, que es capaz de hacerme estremecer con una sola mirada. - Repitió el beso-. Buscaba al mayor idiota que jamás he conocido, y que se preocupaba más por los demás que por sí mismo.
-Buscaba venganza.
-Buscabas a tus padres. Eso dice mucho de ti. - Se terminó de sentar a su lado y se recostó contra su cuerpo-. Y por todo eso, te quiero.
Kaito permaneció unos segundos en silencio, sonriendo, mientras tanto.
-Sabías que él, que Claude, te…
-Shhh. - Le puso un dedo en los labios, sin cambiar de posición-. Ahora duerme, anda. Que hemos tenido una noche agitada. - Aquel comentario hizo sonreír al muchacho, que la cogió de la cintura y la tiró sobre la cama.
-¿Te apetece seguir un poco más?
Título: Simplemente él.
Autor:
hikari_world Fandom: Original. Tercera parte de la saga.
Personajes: Kaito Monroe / Melisa Standford / Claude Thibault
Reto: Jeux à troix. ¿Qué tiene él que no tenga yo?
Resumen: Melisa permaneció boquiabierta durante unos segundos, incapaz de responderle con exactitud porque no lo sabía con certeza. Simplemente Kaito tenía algo que no se veía capaz de resistir.
Palabras: 734.
Notas: Situada al final de la historia. ¡Spoilers!
Simplemente él.
Claude dio otro sorbo a su taza de café, con sus ojos claros fijos en el líquido oscuro que rellenaba el recipiente. No pasaban de las ocho de la mañana, y llevaba despierto cerca de dos horas. A penas si había pegado ojo, sabiendo que Melisa estaba durmiendo unas pocas puertas más delante de la suya propia en la habitación de su medio hermano. Por eso, cuando el reloj había marcado cerca de las ocho, se había levantado, ido hacia la cocina y se había preparado una buena taza de cargadísimo café.
En ese momento suspiró. En realidad no odiaba a Kaito. Ahora no. En el fondo se habían terminado llevando bastante bien, a pesar de todo lo que había pasado. De hecho, creía que era por eso por lo que al final habían terminado conectando. Sin embargo, había algo dentro de él que le dolía al verle, porque sabía que el amor de su vida le había escogido a él. No obstante, no era nadie para interponerse. Si Melisa le quería a él, no pensaba hacer nada para evitarlo.
-¿No es un poco temprano para que estés despierto?
Alzó la mirada al escuchar su voz, y se le cortó la respiración al verla con el pelo suelto y ataviada únicamente con una de las camisetas de su hermano. A pesar de que él no era excesivamente corpulento y alto a ella le quedaba grande. Avergonzado, agachó la cabeza y se centró en el líquido ardiente que tenía entre los dedos, para que su cabeza no se fuese a otros lugares. La escuchó mover una silla y sentarse junto a él.
-No podía dormir. - Dijo al final.
-¿No… te habremos despertado, verdad?
Negó con la cabeza.
-¿Entonces? - le puso una mano en el brazo. Claude se estremeció y la apartó.
Se hizo un silencio bastante incómodo en el que ninguno de los dos supo qué decir. Ambos querían preguntarse y contarse miles de cosas, pero no sabían por dónde empezar.
-Seguramente termine mudándome a otra casa. - Dijo él.
Sarah giró el rostro.
-Es por mi culpa, ¿verdad?
Su silencio se le hizo más duro que cualquier otra respuesta que pudiese haberle dado.
-¿Por qué, Melisa? - Eso atrajo su atención-. ¿Qué tiene él que yo no tenga? - su voz estaba tan cargada de dolor y sufrimiento que por un momento sintió una compasión tremenda por él.
Melisa permaneció boquiabierta durante unos segundos, incapaz de responderle con exactitud porque no lo sabía con certeza. Simplemente Kaito tenía algo que no se veía capaz de resistir. Pero no podía responderle eso, porque no podía considerarse como una. Caviló y caviló. Hasta que al final, se hizo a la idea de lo que podía decir.
-Tú eres un muchacho muy bueno y dulce, Claude. Siempre lo has sido. Y algún día encontrarás a alguien que te ame y a la que ames. Y…
-¡Pero yo no quiero a alguien! - le cortó, haciéndola apartarse un poco.
Permaneció tranquila, no obstante, y le quitó la taza de las manos, que le temblaban, apretándolas con fuerza.
-Tienes dieciocho años. Eres un niño solamente, y me tienes completamente idealizada, Claude. - Aquello le sorprendió, y por un momento no pudo apartar la mirada de ella-. Seguramente me ves como cuando tenías quince años, como una chica mayor que te ha tratado bien cuando en tu casa tu padre te pegaba palizas. Yo creo que sólo te has aferrado a la idea que te has hecho de mí, y no a mí. Realmente no nos conocemos tanto como para que puedas amarme. ¿Entiendes lo que te quiero decir?
Claude agachó la cabeza y asintió, algo apesadumbrado. Melisa sonrió con tristeza y le dio un beso en la frente.
-Eres un amor, Claude. Si mi presencia aquí te incomoda procuraré no venir hasta que te encuentres con fuerza para enfrentarme. No quiero que sufras.
-No… No lo hagas. No es culpa tuya. No…
-Tómate ese café, anda. - Le soltó las manos y se levantó-. ¿Te apetecen unas galletas para acompañar?
-Claro. - Dijo con suavidad, intentando sonreír.
No sabía si lo que le había dicho era la realidad o no, pero lo cierto era que le había aliviado bastante el corazón. Sin embargo, no pudo apartar la vista de su figura delgada y blanca. Suspiró, al pensar que si en algún momento debía olvidarse de ella, no iba a ser precisamente cercano. Pero podría con ello.