Parte 1
“Esto es real”
Sam se aferraba a esa frase, se aferraba a frase con toda su alma. Era difícil, sumamente difícil porque cada vez que el demonio se presentaba a él y comenzaba a hablarle, de cualquier tópico o tema. Simplemente no podía evitar escucharle. Era como una radio vieja, un programa malo del cable que no quería ver pero que no podía simplemente apagar.
Porque una cosa era no responderle, y otra cosa era escuchar. Y de las dos todos saben que la peor de las opciones es la segunda. Porque solo los idiotas no son capaces de notar los mensajes subliminales de los afiches publicitarios.
INCITACIÓN.
Escuchar es otra cosa, más directa, más asertiva. Pero Sam sabía, sabía que si le respondía, entonces iba a entrar y no habría marcha atrás para él. Por eso, se aferraba a las palabras que su hermano le daba.
Dean siempre sabía lo que era mejor, Dean solo quería protegerlo, Dean era en el fondo el más maduro de los dos, Dean era el salvador después de todo. Claro que su hermano no podía evitar que Lucifer se presentara y comenzara a hablarle, claro que no. Pero podía estar ahí, simplemente estar. Y Sam sabía que su hermano también lo necesitaba. Ambos estaban heridos, heridos por Castiel, cansados de las idas y venidas entre la tierra y el infierno, deshechos por tantos horrores a los que ya estaban acostumbrados.
En conclusión: Simplemente hechos un par de trapos viejos y descuidados, sin saber que más hacer con una vida en la que solo existia tres cosas constantes.
Muerte, moteles y monstruos.
Y aunque Sam sabía, ya a estas alturas que no había otra vida para ellos. La aceptaba, estaba resignando a ello, a que su vida fue salvada por la misericordia del destino, a pesar de ser la llave para desatar el apocalipsis y destruir el mundo. Ahora lo único que podía hacer era cuidar del mundo, y los Winchester solo conocían una cosa además de meterse en problemas.
Cazar.
Y sabía que cazar era lo único que podían hacer en este punto de sus vidas, porque simplemente no había más que eso. Se suponía que aquel era un premio, tranquilidad, paz y aunque Sam podría perfectamente estar feliz con ello, no lo estaba. Y no porque tuviera que lidiar con doscientos años de traumas sicológicos, joder que estaba vivo, agradecía estarlo pero simplemente algunas veces se preguntaba si todo a lo que estaba destinado era a ser una especie de juguete para el cielo y el infierno. Tenía que haber más ¿No? La misericordia de Dios tal vez.
Estaba mirando por la ventana, intentando olvidar la presencia de Lucifer a su lado, pidiendo en su cabeza que Dean se apresurara con el café y el periódico. Lucifer siempre estaba con él, algunas veces conseguía ahuyentarlo y conseguir algo de paz durante el día pero en las noches….En las noches simplemente Lucifer daba todo un monologo.
Por eso le extraño que a esta hora del día Lucifer estuviera hablando, y le sorprendió aun más que sin importar cuantas veces se tocara la herida, Lucifer simplemente no desaparecía.
-Sammy tengo un chiste ¿Quieres oírlo?-le preguntó animado, dando un pequeño salto sobre el colchón.
Sam pudo sentir el movimiento pero simplemente le ignoró y siguió mirando por la ventana, en cualquier momento Dean cruzaría esa puerta…En cualquier momento.
-¿Cuál es el instrumento favorito de Batman?-le preguntó mirando al hombre a su lado.-¡El ukelele!-y se largó a reír.-¿Lo entendiste Sam? Divertido ¿No?-
Sam ni se inmuto. No pudo evitar pensar que los chistes de Lucifer cada vez se ponían más malos, bueno en ningún momento le parecieron graciosos tampoco pero el demonio tenía últimamente la desagradable obsesión de contarle chistes.
Lucifer suspiró, estirándose sobre el colchón.-Aww Sammy, eres tan aburrido. No te has reído con ninguno de mis chistes.-dijo, fingiendo un puchero como si fuera un niño pequeño.-Tengo otro de Batman ¿Quieres oírlo?-le preguntó, incorporándose nuevamente.
Sam no respondió “En cualquier momento…” pensó para sus adentros.
-¿Qué le pidió Batman a Batichica?-volvió a preguntar nuevamente Lucifer, otra broma seguramente.-¡El Batrimonio!-dio un aplauso largándose a reírse, cayendo sobre el colchón de la cama.
Dios ese sí que era uno malo ¿Qué fijación tenía Lucifer con Batman? Algo en eso le recordó a Dean cuando todavía solía ser un idiota con sentido del humor, aun lo era. Solo que ahora era un idiota con sentido del humor pero con problemas de alcohol. Claro que Sam no le iba a recriminar nada, Dean no le escucharía ¿Cuándo lo hacía?
Sin embargo Sam no pudo evitar hacer una pequeña mueca, le había parecido gracioso…Tal vez un poco.
-Oh sabía que te haría reír Sam ¿Quieres escuchar otro?-le dijo sentándose sobre el colchón una vez más.-Este va de…-
Y por fin, la puerta del motel se abrió.-¿Sam?-llamó la voz, era Dean. Sam suspiró en alivió, apresurándose hasta la entrada.
-Joder Dean ¿Por qué te demoraste tanto?-preguntó Sam arrancándole el café prácticamente de la mano y dándole un sorbo con rapidez. Ignorando la presencia de Lucifer que seguía en la cama, mirándolos a ambos.
-¡Hey! ¡Eso es mío Sam!-exclamó Dean con molestia a lo que Sam se giró a ver a su hermano, tenía un pedazo de tarta en un plástico trasparente a medio comer, a Sam no le costó sumar dos más dos y se acercó a su hermano, olfateándolo. Cosa que puso algo nervioso a Dean.-¿Sam…?-
-Hueles a café, y esa cosa está a medio comer.-le dijo, sin apartarse de Dean.
-Uy creo que ahora es cuando viene la escena de celos.-comentó Lucifer con gracia.
-Por eso te demoraste tanto, seguramente estabas jodiendo con alguna tipa mientras tomabas café y tarta.-espetó Sam contra su hermano.-Así que el café es mío, idiota. Por dejarme aquí como un estúpido. No tenemos tiempo para esto.-
Dean rodó los ojos, Sam siempre tan melodramático por todo.-Cierra al boca ya, perra.-le contestó con sarcasmo.-¿Y que sí estaba tonteando con alguna tipa? ¡Soy un hombre!-se excusó, como si aquella afirmación fuera una excusa.-Tengo necesidades de afecto.-
-No Dean, estamos en un caso ¿Lo olvidaste? Concéntrate en eso.-le dijo Sam volviendo a su tono serio a lo que Dean simplemente resopló con sus labios.
-¡Eso Sammy! ¡Díselo!-exclamó Lucifer.
-Como sea.-dijo finalmente, dando por zanjado el tema. ¿Cómo van las cosas con Lucifer? ¿Sigue funcionando el truco de la mano?-le preguntó Dean con voz seca, no había preocupación en su voz. Pero Sam el conocía, Dean estaba preocupado. Sam solo hizo una mueca extraña.-¿Está aquí? ¿Ahora mismo?-le preguntó.
Sam suspiró pesadamente, dejando el café en el borde de la mesa y finalmente se giró, echando un vistazo a la cama. Lucifer se había ido, la cama estaba vacía.-Ya no…Estaba contándome chistes.-
Dean resopló divertido.-Oh no me digas que está en plan de contarte chistes para que ligues con él…- se suponía que era algo gracioso, pero Sam simplemente le asesino con la mirada.-Vale, lo siento. Inapropiado y aburrido, lo sé.-
Sam no le dijo nada y simplemente volvió a la mesa, dándole un sorbo a su café.-Encontré algunas cosas que podrían tener relación con el fantasma.-le dijo a Dean esperando a que su hermano se le uniera. Sin embargo Dean entró al baño.
Sam rodó sus ojos y suspiró, echándose en su silla con cansancio.
Sam estaba seguro, debía haber algo más. Algo más que lidiar con su hermano, soportar al diablo y cazar a lo sobrenatural. No es que quisiera una vida normal, simplemente ya no era algo accesible para él. Cinco minutos después Dean reapareció, secándose las manos con su cazadora.
-Bueno, veamos que tienes ahí Sammy.-le dijo Dean.
Y como siempre, esa misma noche se encargaron del fantasma, últimamente era de lo único que se ocupaban: Fantasmas, eran tan aburridos, al menos así lo pensaba Sam. Siempre solían ser los mismos: Vengativos.
Fantasmas matando personas, fantasmas atormentando personas, fantasmas mutilando personas, fantasma embrujando personas. Fantasmas, los seres sobrenaturales más interesantes del universo.
Esa noche cuando volvieron del cementerio, Sam estaba exhausto porque le toco desenterrar el cadáver aunque al final Dean se apiadó de él y cavó lo que restaba. Luego de quemarlo volvieron al motel porque al igual que Sam, Dean estaba cansando y sin ganas de conducir en la carretera. Así que saldrían mañana por la mañana.
Sam agradeció eso, quería dormir. Y tenía la sospecha de que Lucifer no se aparecería esa noche, no tenía fundamentos para ello, Lucifer siempre se aparecía en la noche pero tenía ese presentimiento o tal vez solo fuera esperanza.
Y como esperó, Lucifer no se apareció y Sam pudo dormir como no lo había hecho en semanas, sin embargo en la comodidad de sus sabanas no pudo evitar pensar si tal vez Lucifer tuviera un chiste para la extraña forma en la que él y Dean vivían sus días post-apocalipsis. Y por primera vez en mucho tiempo, Sam soñó. Soñó algo agradable.
O al menos eso fue lo que pensó la primera vez.
Sam se removió entre sus sabanas, se sentía tan cómodo y cálido, como si no quisiera salir de la cama. Ni siquiera se percató de que en realidad que era la piel de otra persona la que le brindaba tal calidez pero claro, estaba demasiado adormilado como para notarlo.
Y entonces, el despertador.
“A la baticueva A la baticueva A la baticueva” Acompañado de la típica melodía tediosa de Batman.
Sam abrió sus ojos de golpe ¿Quién mierda ponía el despertador tan fuerte?
Y sin darse cuenta terminó golpeando a la persona que estaba a su lado, quien cayó al piso con todo su cuerpo.
-¡Joder!-exclamó una voz. Al tiempo que Sam posó sus ojos sobre sí mismo.
Estaba sin ropa, y no un “sin ropa” de esos cuando nos vamos a dormir, no. Un “sin ropa” que significa, desnudo, lo cual dejaba entrever que probablemente y en grandes probabilidades había terminado teniendo sexo con alguien la noche anterior (¿O todas las noches anteriores a la noche anterior?)
-Oh Dios…-balbuceó Sam, tragando saliva nerviosamente. Entonces examinó toda la habitación con su mirada, las paredes eran rojas, rojas como la sangre y el techo era de color blanco, además de una alfombra que cubría todo el piso que se veía bastante fina y cara. ¿Dónde mierda estaba? Y más importante ¿Dónde estaba Dean?
No pudo seguir desvariando más porque apenas giró su mirada unos cuantos centímetros se encontró con unos ojos muy azules, atravesándole con la mirada. Y no cualquier ojos azules.
-Lucifer…-balbuceó Sam con un hilo de voz. Y no era simplemente Lucifer, era un Lucifer muy desnudo y por cierto, muy atractivo. ¿Sería porque las laceraciones en su rostro y cuerpo ya no estaban?
-Hace tiempo que no me decías así Sammy.-dijo con una pequeña sonrisa Lucifer.-No desde la universidad.-le dijo mientras apagaba el despertador con una mano. Y no cualquier despertar, uno con forma de…¿Batman? Y entonces posó sus manos sobre sus caderas.
Sam parpadeó, incomodo y alejó su mirada. No quería bajar un poquito más y encontrarse con el pequeño “amigo” de Lucifer.-¿Sam?-le dijo, notando la incomodidad del castaño.-¿Pasa algo?-
Oh y entonces para Sam todo se le hizo muy claro, como si leyera un libro para niños pequeños: Estaba atrapado en uno de esos tantos universos perfectos, genial.
-¿Sam?-le llamó Lucifer, esta vez con más preocupación en su voz.
-No podrías…No sé ¿Ponerte algo encima?-le dijo Sam, ocultando una parte de su rostro con una de sus manos sin embargo Lucifer simplemente elevó una ceja.
-Pero a ti te gusta mi amiguito Sam ¿O que ya te olvidaste de anoche?-le preguntó, sin moverse un centímetro. Sin saber porque Sam se ruborizó muchísimo.-Y la noche antes de esa, y la noche antes de esa y….-
-¡Vale! ¡Entendí!-exclamó Sam haciendo que Lucifer parara, este sin embargo se sorprendió un poco.
-Alguien parece bastante tenso hoy…¿Quieres qué..?-le preguntó, subiéndose a la cama y acercándose hasta Sam, posó sus manos sobre los hombros de este y Sam se estremeció.-¿Quieres que te ayude Sammy?-murmuró, bajando sus tersos labios hasta el oído de Sam.-A relajarte….-
Sam gimió.
Sí, gimió ¿Por qué gemía? No se supone que el diablo que excitara, se supone que estuviera aterrorizado y huyendo en ese mismo instante…Pero aquel no era Lucifer, no podía Lucifer.-No…-intentó protestar pero era más que evidente que aquel “No” era solo una mentira.-Lucifer…-
Lentamente la mano de Lucifer comenzó a bajar por el torso de Sam, hasta su entrepierna y Sam pudo sentir el calor y lo endurecido que el miembro de Lucifer se estaba poniendo, duro como una roca. Caliente.
Sam volvió a gemir, sin siquiera intentar contener su gemido, por alguna razón no se sentía culpable al hacerlo. El sentirse tocado por el diablo, el deseo de que Lucifer recorriera con cada uno de sus dedos cada centímetro de su piel. No, no había culpa en lo absoluto.
Lucifer ya tenía su mano entre la erección de Sam, frotando su mano lentamente contra esta y haciendo que Sam gimiera en voz baja con cada roce que hacían sus dedos con la punta de su polla.-Lu…Luke.-sollozó.
Así era, porque de alguna Sam sabía que el nombre de aquel hombre no era Lucifer, aquel pensamiento estaba en su cabeza, como una fotografía, como un recuerdo ¿Quién era Luke?.-Más rápido.-Sam sollozó, cerrando sus ojos. Permitiéndose ahogar en aquellas oleadas de placer, eléctricas que le atravesaban por todo el cuerpo.
Escuchó una pequeña risa por parte de Lucifer, mínima, como la de un niño.-Oh Sammy, me encantas.-le dijo mientras pasaba un brazo por el costado de Sam, alcanzando uno de los pezones de este entre sus dedos, apretándolo y retorciéndolo juguetonamente. Sam se estremeció por aquel tacto, jamás le habían tocado así.
-No...Luke.-volvió a gemir, le gustaba. Le encantaba.
Lucifer sonrió y continuó retorciendo el pezón de Sam, disfrutando cada uno de los gemidos que salían de la boca de Sam y al mismo tiempo seguía manoseando el miembro de este con sus manos, sintiendo como cada vez Sam se ponía más duro.-Haces que me ponga tan duro Sam ¿Lo sientes?-
Oh y Sam podía sentirlo, claro que sí pero estaba demasiado perdido en el placentero vaivén en el que Lucifer lo mantenía. Entonces Lucifer le soltó, mientras acercaba su cuello para tocar sus labios con los suyos. Sam no se negó al beso, se entregó con todo lo que tuvo, explorando la cavidad de Lucifer con su lengua mientras el otro hacía lo mismo.
Lucifer comenzó a tocar su pecho son sus manos, subiendo y bajando por su piel de manera lasciva y posesiva. Sam simplemente pudo gemir.-Lucifer…-gimió, soltando una bocanada de aire mientras separaba por fin sus labios de los de Lucifer.
-Te encanta eso ¿no?-le dijo Lucifer, relamiéndose sus labios y apretó su mano entorno a la polla caliente de Sam que ya estaba goteando líquido pre seminal.
Sam estaba tan perdido en su cabeza que ni se dio cuenta cuando Lucifer le soltó y lo lanzó encontrar del colchón de la cama, mientras este se subía encima haciendo que ambos cuerpos se encontrarán.-Vamos Sam, mírame.-le dijo Lucifer con suavidad, una suavidad tan gentil que Sam jamás había oído.
Y entonces Sam le miró, abriendo lentamente sus ojos, con miedo e indecisión de lo que iba a encontrarse frente a él.
-Así me gusta.-murmuró Lucifer con la misma suavidad de antes y besó una de sus mejillas con gentileza, sin embargo Sam se estremeció y volvió a cerrar sus ojos.
Lucifer siguió besando cada parte de la piel de Sam con sus labios, comenzando en el cuello, bajando cada centímetros con su lengua hasta que se detuvo finalmente en el pezón de Sam, que se veía sumamente duro por los retorcijones de antes.-Me encantan estos.-murmuró pero Sam no le escuchó, y comenzó a lamer con su lengua.
En ese punto Sam solo pudo pensar que Lucifer tenía la lengua más caliente y voraz de todas, es como si se lo quisiera devorar y a él le gustaba, le encantaba. Le gustaba tanto que no tenía vergüenza y hacer sonoro cada uno de sus gemidos a viva voz.-¡Ah!-
Lucifer soltó por fin su pezón, no sin antes darle una ultima lamida y frotó su cuerpo con el de Sam por unos segundos, haciendo que su erección tocara uno de los muslos de Sam, estaba tan duro. Sam no pudo sino volver a gemir ante la sensación. Lucifer se acomodó encima de Sam, quedando frente a frente con él nuevamente y entonces sonrió, intentando de que Sam le mirara nuevamente.
-Me encanta el sexo por las mañanas.-murmuro, hundiendo su rostro en le cuello de Sam por unos segundos.-Porque hueles tan bien en las mañanas Sammy.-
Sam se removió, aun sin abrir los ojos y por un segundo pensó en responderle a Lucifer con la misma coquetería que este usó pero se contuvo y simplemente gimió. Lucifer rio ligeramente, lamiendo el cuello de Sam.
-Estas tan raro esta mañana Sam pero me gusta.-agregó y subió su rostro hasta Sam nuevamente, buscando sus labios nuevamente a lo que Sam no quiso abrir sus labios.-Vamos, no seas así.-murmuró juguetonamente y Sam por fin abrió su boca.
Lucifer no dudo ni siquiera un segundo e introdujo su lengua una vez más. Fundiendo su boca desesperadamente con la de Sam, explorando cada centímetro de esa cavidad. Sam casi por instinto pasó sus brazos alrededor del cuello de Lucifer, aparentándolo a Lucifer más contra él. Lucifer tampoco le soltó, sin retroceder ni un centímetro de la boca de Sam hasta que unos segundos después y solo por la necesidad de respirar cortó el beso.
Sam gimió, dando una gran bocanada de aire. Dios que la necesitaba.
Lucifer pasó de su boca hasta su clavícula, succionando y lamiendo su piel haciendo que Sam se retorciera, hundiendo sus uñasen la espalda del otro hombre. Lucifer siguió succionando con su boca a lo que empujaba sus caderas contra las de Sam, haciendo que su erección y la de este se encontraran, frotándose una contra la otra.
Sam volvió a gemir ante la placentera fricción y se encontró moviendo sus caderas contra las de Lucifer también, este lanzó un gruñido ahogado y dio una última lamida a la marca en la clavícula del castaño.-Sam…-gruñó otra vez, frotando su cuerpo nuevamente contra el del castaño, esta vez con más desesperación, con más necesidad.
-¡Joder!-exclamó Sam, arqueando su cuello contra el colchón. Sintió como su miembro se endurecía una vez más mientras una sensación eléctrica recorría rodo su cuerpo.-¡Ah!-gimió en un grito, derramando su semen sobre su vientre.
Lucifer siguió frotándose, mojando su polla con el líquido blanquecino de Sam hasta que finalmente alcanzó el orgasmo y eyaculó, cayendo rendido sobre el cuerpo del castaño y respirando con dificultad. El corazón de Sam estaba acelerado y su respiración era irregular, solo entonces abrió sus pestañas dándose cuenta que hace mucho que no disfrutaba de un sexo así.
-¿Ahora estas mejor Sammy?-le dijo con diversión Lucifer, Sam se giró parar mirarle pero no dijo nada, Lucifer rio entre dientes, acercándose más depositando un suave y superficial beso sobre sus labios.
Y entonces Sam se quedó dormido, tal vez por el cansancio, tal vez porque se sentía demasiado cómodo en aquellos brazos o porque simplemente necesitaba dormir y saber que todo era un sueño. Un muy buen pero extraño sueño.
Cuando Sam se despertó se encontraba somnoliento, casi como al principio de la mañana, solo que esta vez su cuerpo apenas estaba cubierto por algunas partes de las sabanas de la cama y no había nadie a su lado.
Lentamente se incorporó sobre el colchón. Seguía ahí, en esa habitación y recordó que estaba atrapado, atrapado en un mundo donde aparentemente solía-bastante seguido al parecer-tener sexo con el diablo. Oh, la culpa.
-Oh ya despertarte.-dijo una voz detrás de él Sam se giró, era Lucifer ¿Esperaba a alguien más acaso? Perfectamente vestido con una chaqueta de cuero, camisa y vaqueros, además de un bolso de color castaño por su hombro derecho. Sonreía, y de parecía bastante contento.
Y entonces Sam lo volvió a pensar…Era bastante guapo. ¿Por qué?
Lucifer se le acercó, aun sonriente y le dio un pequeño beso en los labios.-Nos vemos a la noche, disfruta el día libre.-le dijo y caminó hasta la puerta del dormitorio.
-¿A Dónde vas?-preguntó Sam, no pudo contener la pregunta. Fue como si simplemente se le saliera. Lucifer se giró, enarcando una ceja.
-¿A la universidad? Tengo clases hoy ¿Recuerdas?-le contestó.
Sam se mordió el labio inferior, dándose cuenta que seguía en paños menores y se metió en las sabanas de su cama.-¿Desde cuando?-le volvió a preguntar, tapándose con las blancas sabanas hasta la cintura.
Lucifer le sonrió entre divertido y confuso, acercándose lentamente hasta él.-No lo sé ¿Desde hace diez años quizás?-le respondió sarcásticamente aunque Sam no pudo comprenderlo del todo, entonces se acercó más, tocándole la frente.-¿Te sientes mal Sam? Estás raro.-
Rápidamente Sam apartó la mano de Lucifer de su frente, no le gustaba ser tratado como a un niño.-No, estoy bien. Suerte.-le contestó, intentando sonreír pero solo le salió una mueca extraña. Una que aparentemente Lucifer se compró porque le terminó besando por unos buenos segundos.
Y para cuando se despidió Lucifer seguía tan sonriente como siempre. Sam suspiró, había cosas que no se explicaba, recuerdos que no recordaba tener y que sin embargo estaban en su cabeza.
Entonces se estiró sobre el gran colchón y se detuvo a mirar el techo del dormitorio, era tan blanco y basto.
Por ejemplo, sabía que aquel hombre exactamente igual al recipiente de Lucifer, Nick, sin embargo no era ninguno de los dos y aun así tenía la misma apariencia…. Sabía que su nombre era Luke y aunque no lo tenía muy claro, sabía que tenía alguna especie de relación amorosa con él pero Sam no se explicaba aquello ¿Cómo podía saber cosas que nunca había vivido? Y aun más, si fuese un mundo creador por algún tipo de monstruo ¿No tendría más sentido simplemente no saber nada al respecto?
Y Sam sabía que el resto de las memorias estaban enterradas en su cabeza, como si estuvieran esperando a ser descubiertas.
-Joder….-murmuró.
Aun no se lo podía creer, estaba en un mundo alterno-como si de por si ya no hubiera visto suficientes mundos alternos en su vida-y encima en alguna especie de relación romántica con Lucifer, quien realmente no era Lucifer…¿O tal vez sí? Y aquello le hacía eco en su cabeza, porque el nombre “Lucifer” se le hacía muy conocido.
Y por eso estuvo más de diez minutos viendo la perilla de la puerta, aquella puerta era lo que lo mantenía seguro en ese dormitorio, apartado del horrible mundo perfecto, esperaba no tener algún gato que las parejas gay siempre tiene o algo así. Era aquel pomo el que lo mantenía a salvo de todos esos recuerdos que tenía en su cabeza ¿Qué tipo de trabajo tendría en este mundo? ¿Y Dean? ¿Jessica seguiría viva? ¿Y sus padres?
Cotidiano, como si aquel nombre perteneciera a esos recuerdos enterrados y esperando por ser descubiertos.
Pero como siempre, en Sam Winchester fue valiente y lo hizo: Salió del dormitorio, armado con solo una sabana.
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