Pues aquí estoy, he tenido una inspiración cochinota y me ha salido un nuevo pwp. Estreno kinky nuevo, el spanking, o azotes o como queráis llamarlo.
Por eso este fic está dedicado a todas/os los que me habéis hecho así de pervertida con vuestras geniales historias y traducciones. ¡Besos!
Título: Aprenda a estudiar con Draco Malfoy.
Fandom/Pairing: Draco Malfoy/Harry Potter.
Género: PWP
Clasificación: NC-17
Disclaimer: Todo de Rowling, excepto la vida sexual divertida.
Advertencias: ligero bondage, spanking (no es BDSM)
Resumen: Harry tiene que aprobar un cursillo de Psicomagia. Y Draco, como buen novio que es, está listo para echarle una mano y motivarlo a estudiar.
Aprenda a estudiar con Draco Malfoy
Harry estaba tumbado en el sofá mientras repasaba los apuntes del cursillo que estaba haciendo sobre Psicomagia. Era una materia bastante árida que le hacía pensar en todos los chalados con los que se había cruzado en su vida, pero sabía que era importante para su trabajo como auror y estaba decidido a vencer su inconstancia con los estudios y aprobar el examen final.
Entonces oyó el ruido de la puerta. Era Draco, que llegaba a casa. Harry sintió cómo se formaba rápidamente una erección dentro de sus pantalones, perfectamente consciente de lo que iba a pasar en unos pocos minutos. Porque Draco había decidido ayudarle a estar bien concienciado para sacar adelante el cursillo y oh, vaya si estaba ayudando.
-Hola -saludó Draco, entrando al salón. Iba vestido con unos pantalones grises y un suéter granate de cuello vuelto, todo al estilo muggle, ya que vivían en pleno Soho londinense.
-Hola -dijo Harry, levantándose para darle un beso. Su boca sabía ligeramente a cerveza de mantequilla y su calor y la sensación de la lengua de Draco rozando apenas sus labios aumentó la erección de Harry.
Draco lo miró con una sonrisa juguetona y después lo llevó de la mano hasta el sofá. Harry sintió cómo su corazón aumentaba la frecuencia sus latidos. Draco y él se sentaron juntos y Draco se acercó para lamerle perezosamente el cuello en dirección al lóbulo de su oreja.
-¿Has estudiado mucho hoy? -preguntó, su aliento causando escalofríos en Harry.
-Sí -aseguró.
Draco alargó una mano y acarició la entrepierna de Harry, quién cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás con un suspiro ahogado.
-Bueno, ahora lo veremos.-Le dio un beso en el cuello-. ¿Por qué no te desnudas para que te pregunte la lección?
Harry se puso en pie, notando ya que las rodillas le temblaban un poco, y obedeció mientras Draco usaba su varita para hacer aparecer sobre el sofá un anillo para el pene y una de sus bufandas de seda. Cuando se quitó los calzoncillos, Harry ya tenía una erección completa y miraba el anillo con la garganta seca: aún no había decidido si lo odiaba o lo adoraba.
Draco se arrodilló frente a él y le lamió lentamente la polla desde la base hasta la punta. Harry gimió, lamiéndose los labios, y dio un ligero respingo cuando notó el anillo deslizándose por su erección.
-Date la vuelta -le pidió Draco, poniéndose en pie.
Las ataduras no siempre formaban parte del juego. Harry sentía por ellas lo mismo que por el anillo. Prometían una larga y desquiciante tortura, pero el placer más exquisito al final. Draco empezó a atarle las manos a la espalda y Harry se dejó hacer sin oponer resistencia, respirando ya entrecortadamente.
-¿Te aprietan? -le preguntó Draco.
-No, estoy bien.
Draco le tomó entonces del brazo para darle la vuelta y se lo quedó mirando con ojos golosos y territoriales al mismo tiempo. Harry ya había visto esa mirada en él docenas de veces, pero no pudo dejar de enrojecer un poco, pensando en el aspecto que debía tener, desnudo, con aquel anillo brillando en la base de su erección y las manos atadas a su espalda, dejándole a su merced.
-Oh, Harry… -dijo Draco, sonando casi sin aliento.
Entonces se acercó a él y le besó con fuerza, abriéndose paso con la lengua en busca de la suya. Harry se lo devolvió ansiosamente, forcejando un poco porque los brazos le pedían abrazar el cuerpo que tenía frente a él. Pero Draco se separó, respirando hondo, para calmarse, y después de compartir una sonrisa cómplice con él se volvió a sentar en el sofá y se dio unas palmaditas en el regazo.
-Venga, empecemos el repaso -dijo, con voz insinuante.
Harry se lamió los labios, que sabían a Draco y aún hormigueaban del último beso y se colocó con cuidado atravesado sobre su regazo, dejando el culo al alcance de su mano. Draco abrió ligeramente las piernas y atrapó la erección de Harry con ellas mientras lo mantenía en equilibrio sobre su regazo con la mano izquierda. Harry gimió con anticipación, sabiendo lo que iba a pasar, deseándolo. Entonces Draco recogió los apuntes que él había dejado sobre el sofá y los hizo levitar frente a él.
-¿Listo?
-Sí.
-Primera pregunta. ¿Qué hechizos sirven para diferenciar a un esquizofrénico de una víctima de un Confundus?
Esa era fácil.
-El Finite Incantatem y el Revelo Dementia.
Draco le acarició el culo con las yemas de los dedos.
-Muy bien. Segunda pregunta. ¿Cuáles son las características de la Locura Negra?
-Perturbaciones en el aura mágica, mala dentadura y… risa maniática.
¡Smack! Draco le dio una palmada en el culo, no lo bastante fuerte para hacerle daño de verdad, pero sí lo suficiente como para hacerle dar un respingo por la sorpresa.
-Te falta una.
Harry notó un hormigueo caliente y delicioso en la zona que había recibido la palmada y trató de pensar. Se lo pasaba bomba con los repasos de Draco y realmente estudiaba, pero nadie en su sano juicio podía concentrarse en esas cosas estando desnudo, maniatado y con una erección de caballo.
-Palidez excesiva.
-Correcto -dijo Draco, acariciándole de nuevo-. Tercera pregunta. ¿Quién describió por primera vez el síndrome del mooncalf borracho?
Mierda. Nunca se acordaba de los nombres extranjeros.
-¿Mikhail Orlov? -aventuró.
¡Smack! ¡Smack! ¡Smack! La palma de Draco cayó tres veces sobre su trasero con un ruido seco y Harry tuvo la impresión de que cada uno de esos golpes lanzaba un calambrazo de placer a su erección, que dolía mucho más que su culo en ese momento.
-Josef Maksimov -le corrigió Draco.
Su método era sencillo. Veinte preguntas. Tres azotes por fallo. Si fallaba menos de cinco, Draco le desataría y haría exactamente lo que Harry le pidiera. Si fallaba más de cinco, además de llevarse unos cuantos azotes por el camino y diez más al final, tendría que hacer lo que Draco pidiera. Ninguna de las dos opciones, a decir verdad, tenía inconveniente alguno.
Draco fue haciéndole una pregunta tras otras. Harry acertaba la mayoría, lo cual le parecía un milagro, considerando el poco oxígeno que le llegaba al cerebro en esas circunstancias, pero los fallos aparecían también, intermitentemente, y entonces Draco le daba sonoras palmadas al culo que le hacían culebrear y tratar de frotarse contra las piernas que le tenían atrapado. Un sollozo empezó a subirle por la garganta, pero no tenía nada que ver con los azotes. Estaba absolutamente caliente, sudoroso, necesitado. Sentía el culo sensible y las caricias de Draco cuando acertaba le estaban afectando ya tanto como sus palmadas.
-Draco… -gimió.
-Sólo quedan dos -dijo Draco, con voz algo ronca y temblorosa. Harry notaba perfectamente su erección presionándole contra la cadera-. Pregunta decimonovena: ¿Qué poción se utiliza contra los hechizos de amor de clase A?
-El antídoto estándar y… y… ¿una medida de poción reconstituyente?
Harry sabía que la había fallado antes de que la mano de Draco cayera sobre su abusado y seguramente enrojecido trasero. Ni siquiera tenía muy claro cómo se llamaba.
-Ya llevas seis fallos, Harry -dijo Draco-. A veces creo que te gusta demasiado que te dé unos azotes y contestas mal a propósito.
-No lo hago a propósito -protestó Harry. Pero no iba a negar lo otro. No se trataba del dolor, más que soportable. Era todo, la mano de Draco, la sensación de estar indefenso, de confiar en él. Quizás era un poco pervertido, pero si él lo era, Draco sin duda también, y eso le consolaba bastante.
-Última pregunta: ¿Cuáles son los síntomas de la hiperactividad mágica?
Harry contestó como pudo mientras la mano de Draco paseaba sobre su culo; uno de sus dedos se insinuó en su entrada, presionando suavemente sin llegar a penetrarlo. Harry estaba medio loco ya de placer y sabía que apenas acababan de empezar.
-Has acertado -dijo Draco-. Pero has fallado seis veces, así que ya sabes lo que eso significa. Voy a tener que darte unos cuantos azotes más para que aprendas a concentrarte más cuando estudias y después… bueno, después ya veremos lo que hacemos.
Harry asintió, apretando los dientes para no gemir y Draco comenzó a darle las diez palmadas extras, haciéndolo contornearse sobre su regazo, no sabía si huyendo del golpe o buscándolo. Sus manos trataron de protegerse instintivamente una vez más, pero estaban atadas con firmeza. Los azotes siguieron cayendo a un ritmo fogoso y rápido, y a cada golpe Harry dejaba escapar un jadeo ahogado.
Al llegar a diez, Draco se detuvo y le acarició el culo, masajeando deliciosamente la carne.
-¿Estás bien?
-Sí -dijo Harry, aunque creía estar a punto de explotar.
-Ven… -Draco le ayudó a incorporarse un poco y luego buscó sus labios, besándole con más voracidad aún que antes-. No sabes cómo me pones, Harry… No tienes ni idea…
-Oh, créeme, la tengo -replicó, medio mareado por las ansias de correrse.
Draco le acarició el pelo.
-Arrodíllate sobre el sofá, cara al respaldo.
-¿No vas a desatarme?
Sus labios se curvaron en una sonrisa juguetona.
-No, todavía no. Vamos, arrodíllate.
Harry obedeció y Draco le ayudó hasta que quedó con las piernas abiertas y medio cuerpo sobresaliendo por encima del respaldo. Con las manos en la espalda no se sentía muy seguro, pero eso formaba parte del juego. Allí arrodillado, consciente de lo expuesto que estaba a la vista de Draco, se preguntó si iba a follárselo ya o tenía planeado algo antes. Y la respuesta le llegó cuando la lengua de Draco empezó a insinuarse cálidamente entre sus nalgas. Harry sintió su propio culo abriéndose y cerrándose con anticipación y dio un pequeño grito cuando Draco empezó a lamerle fervorosamente, bañándole en saliva.
-Oh, Draco…
Harry adoraba que lo follaran con la lengua. Si hubiera hecho menos de cinco fallos habría obligado a Draco a hacerle eso; al parecer lo había obtenido, de todas formas. La lengua de Draco se movía con decisión, tratando de hundirse en él, y Harry se dejó llevar, gimiendo, sollozando, pronunciando su nombre con desesperación. La única razón de que no se hubiera corrido aún era el anillo que rodeaba su endurecida polla; como había temido al vérselo puesto, le negaba su anhelado, necesario orgasmo.
-Draco… Ya… Ya no puedo más.
Pero Draco continuó un buen rato, reduciéndolo a una masa palpitante y temblorosa. Para entonces Harry ya no era capaz de pensar nada, sólo sentía la lengua de Draco volviéndole loco, sus manos sujetándole las caderas mientras le separaba las nalgas con los pulgares. Quería correrse con tanta fuerza que temía empezar a llorar de frustración allí mismo.
Por fin Draco se detuvo. Harry giró la cabeza como pudo y vio cómo se quedaba desnudo a golpe de varita. Su erección no tenía nada que envidiar a la de Harry: estaba listo para follarle y Harry no podía esperar un segundo más.
Draco se colocó entre sus piernas abiertas, frotándose contra él, y le besó en el cuello. Después, con dos empujones secos, se introdujo en él hasta el fondo. Harry se empujó contra él.
-¡Sí! Draco, quítame el anillo…
-Todavía no -dijo, empezando a moverse dentro de él.
-Draco… Draco…
Harry ya no podía más, tenía realmente la sensación de que iba a perder el conocimiento. Sus manos forcejeaban tratando de soltarse para ir a su erección y proporcionarle el final que buscaba desesperadamente. Y mientras, Draco se lo follaba a ritmo cada vez más rápido, llenándole, enloqueciéndole, haciendo que su cuerpo se sintiera como una olla a presión a punto de explotar, siempre a un instante inalcanzable del orgasmo.
-Draco… No puedo más… Quítamelo… Por favor… Por favor…
Draco lo embistió con más fuerza y de repente, cuando Harry ya pensaba que iba a morirse porque nadie podía pasar por eso y sobrevivir, la presión desapareció y el orgasmo estalló dentro de él. Harry gritó con toda la fuerza de sus pulmones mientras largos, ardientes chorros de semen salpicaban su pecho, su estómago. Su cuerpo cayó sin fuerza hacia delante mientras Draco alcanzaba su propio orgasmo unos segundos después y se desplomaba sobre su espalda.
-Harry… Harry…
-Las manos -protestó, como pudo.
Draco le desató y Harry se giró usando sus últimas fuerzas para abrazarle, apretándole contra su propio cuerpo.
-Te quiero -murmuró Draco.
Harry esbozó una sonrisa cansada.
-Y yo a ti.
Dos semanas después, Harry saludó de muy buen humor a un impaciente Draco
-¿Y bien?
-Aprobado -presumió Harry-. Me he sacado un nueve.
-Eh, ¡enhorabuena! -le felicitó Draco, dándole un sonoro beso-. Sabía que lo ibas a hacer bien.
Harry lo miró con una falsa expresión de reproche.
-Pues es un milagro, porque he hecho todo el examen con una barra de hierro en los pantalones. Por tu culpa, la psicomagia me pone cachondo.
Draco se echó a reír.
-Era de esperar. Pero no me negarás que mi método de estudio no es efectivo.
Harry se rió también, pensando en los últimos días y asintió.
-El mejor.
Fin