"Atlantis", Harry/Draco NC-17

Jul 25, 2009 13:05



¡Hoy termino el tercer fic de la saga! Me queda sólo la última escena por escribir, la vuelta a casa para el verano. Eso es pan comido ^^ Y para celebrarlo, he escrito un PWP inspirado en la foto supersexy de Draco que colgué hace unos días.

Título: Atlantis
Fandom: Harry Potter
Pairing: Harry/Draco
Resumen: Harry, agobiado y deprimido por la ruptura con Ginny, se anima una noche a ir al nuevo local de moda, Atlantis.
Calificación: porno, babes, no leáis si no tenéis más de diecisiete años o podríais quedar traumatizad@s para siempre XD 
Disclaimer: Todito de Rowling.

    Atlantis

Atlantis estaba causando furor en el mundo mágico.

Por fin los veinteañeros tenían un local donde acudir a beber copas, escuchar música rock y bailar hasta el amanecer. Una discoteca, en suma; toda una revolución para el tradicional mundo mágico.

Harry se había resistido a ir durante algún tiempo, más ocupado en sentirse desdichado porque Ginny le había dado la patada argumentando que a su relación le faltaba pasión y verdadera comunicación. ¡Sólo porque él la había respetado, tratado como a una dama! Harry había tenido muchas esperanzas puestas en Ginny, se había imaginado casado con ella, teniendo hijos a los que bautizar con nombres geniales, como James Sirius, Hedwig Dobby y cosas así. Y ahora, sólo porque no se había comportado como una bestia rezumante de hormonas y sedienta de sexo, como había sido caballeroso, ella le había dejado.

Mujeres. No sólo tenían partes del cuerpo un poco curiosas, sino que resultaban desconcertantes.

Pero Dean y Seamus adoraban ir a Atlantis y una noche ellos dos, que habían convencido previamente a Ron y Hermione para que se les unieran, lo convencieron para que saliera de su casa y fuera a conocer el local.

Harry, para ser sinceros, se esperaba un sitio horrible y espantoso, pero tuvo que reconocer que no estaba tan mal. Había tubos de cristal a modo de columnas con peces de colores nadando dentro, paredes azules como el mar y cómodos sillones del mismo color en los que sentarse si no se quería bailar. El techo estaba encantado, y simulaba el oleaje visto desde dentro del agua. La música era buena y sonaba alta, pero no ensordecedora.

Seamus encontró unos sillones vacíos en los que sentarse y él y Dean se fueron a pedir bebidas para todos. Servían bebidas muggles y mágicas, así que Harry se pidió una cerveza normal.

-¿Te gusta el sitio? -le preguntó Hermione.

-Sí, no está mal -contestó.

La verdad era que empezaba a alegrarse de haber salido aquella noche. Aquello era más divertido que tirarse todo deprimido en el sofá a escuchar una y otra vez el éxito de Las Brujas de Macbeth “Sin ti más me valdría estar muerto”. Quizás eso no había sido muy saludable para su estado anímico. Ese momento de la canción en el que sonaban campanas tocando a muerto no era muy alegre, si uno se paraba a reflexionar.

-Ten -dijo Seamus, tendiéndole una cerveza.

Harry le pegó un buen trago a su botella y dos rondas más tardes se sentía lo bastante borracho como para querer bailar -porque sobrio, nanay-. Los demás también tenían ganas de menearse un poco y se marcharon todos juntos a la pista de baile. Harry se lanzó a ello, meneando brazos y piernas con liberalidad.

-Eh, Harry, esa chica de ahí no te quita ojo -dijo Ron, al cabo de un par de canciones, dándole un codazo cómplice.

Harry la miró; era bastante guapa, le sonaba de haberla visto por Hogwarts. Pero era demasiado pronto, no estaba preparado para dejar atrás a Ginny. Quizás más adelante, cuando pasaran los años y el tiempo mitigara ese terrible golpe podría recoger los tristes pedazos de su vida e intentarlo de nuevo, más cínico y más desencantado que cuando era un joven inocente lleno de ilusiones.

-Te estás poniendo emo otra vez, ¿verdad? -dijo Hermione, mirándolo críticamente.

-No, qué va -contestó Harry, poniéndose un poco rojo.

-Toma otra cerveza -dijo Dean, apareciendo oportunamente a su lado y poniéndole una botella en la mano-. Tenemos veinte años, Harry. ¡Nuestra única obligación ahora es divertirnos!

Ah, él también había sido así de despreocupado cuando…

-Harry, que no te pongas emo.

Harry suspiró, fastidiado, y le dio un nuevo trago a su cerveza. Nadie le entendía. Todo su brillante futuro había desaparecido con la marcha de Ginny. Había dejado un vacío que jamás nadie podría llenar, una herida que jamás cicatrizaría, una…

-Eh, ¿ese es el hurón? -exclamó Ron, interrumpiendo sus pensamientos.

Harry miró en la misma dirección que él mientras volvía a beber de su cerveza y estuvo a punto de tirársela por toda la cara. ¿Aquel era Malfoy?

No, aquel no podía ser Malfoy. Malfoy nunca… ¡Malfoy nunca había tenido ese aspecto! Lo del traje vale, porque Malfoy siempre iba muy endomingado, aunque solía elegir siempre ropa completamente negra y aquel no -llevaba una camisa de un color teja o uno de esos matices que sólo las mujeres y los decoradores era capaz de nombrar adecuadamente-. Pero Malfoy nunca había llevado barba de tres dias, nunca había llevado el pelo sin gomina, con el flequillo cayéndole desordenadamente sobre los ojos y definitivamente nunca había llevado los ojos sombreados en negro, un detalle que Harry podía notar incluso a aquella distancia.

Malfoy, en resumen, nunca había estado tan comestible.

-Ese no puede ser Malfoy.

-Yo creo que sí lo es -dijo Hermione.

Pensar que un hombre le resultaba comestible le habría sobresaltado si todo su cerebro no estuviera ocupado en imaginar lo que le haría a ese no-Malfoy si pudiera. Eran cosas muy poco caballerosas, por cierto. Harry sintió un impulso casi irresistible de apretarse contra aquel tipo, meterle la lengua hasta la garganta y averiguar qué se sentía al rozar esa mejilla áspera con la suya.

-Eh, colega, ¿te encuentras bien? -le preguntó Ron.

-Sí, sí, perfectamente.

Los pantalones le venían de pronto un poco estrechos y estaba teniendo unos impulsos un poco extraños hacia un tipo que se parecía a Malfoy, pero considerando otros momentos de su vida aquel no era de los peores.

-¿Harry?

-Voy a por otra cerveza.

Harry huyó hacia la barra, pero una vez allí no pudo evitar girarse y buscar al no-Malfoy por la pista. Lo encontró bailando con un chico y su corazón dio un respingo al darse cuenta de que se trataba de Theo Nott, un Slytherin del curso de Malfoy. Así que aquel tenía que ser él de verdad. Era increíble. ¡Era injusto! Si alguien merecía convertirse en un reclamo sexual ambulante era Neville, por ejemplo, que era un gran chico. ¡Pero no Malfoy!

Para acabarlo de empeorar, había que verlo moverse. Los tipos con traje y corbata no deberían tener permitido bailar así, como si fuera una manera más de practicar el sexo. Ni Draco Malfoy, vestido de cualquier manera. Estaba mal, lo trastocaba todo. Le hacía preguntarse cómo sería en la cama, se imaginaba esos ojos sombreados de oscuro fijos en él mientras le hacía una mamada, lenta, expertamente. Y Malfoy era un mal bicho, seguro que disfrutaba torturándole, haciéndole gemir y suplicar por más.

-¿Te sirvo algo? -dijo el camarero.

A ese Draco Malfoy, desnudo y en la cama.

-Un whisky de fuego -contestó en cambio, porque una simple cerveza no era suficiente como para lidiar con aquella revelación.

El camarero se marchó a servirle la copa y Harry se giró para contemplar disimuladamente de nuevo a Malfoy, quien seguía bailando, ahora solo, bajo las babeantes miradas de una buena porción del local. Harry frunció las cejas al pensar que alguno de los idiotas que lo estaba admirando de cerca podía conseguir llevárselo a la cama mientras él tenía que quedarse con las ganas, porque en el improbable caso de que consiguiera reunir la imprudencia suficiente como para acercarse a él y decirle algo, Malfoy le odiaba y probablemente se reiría en su cara.

-Aquí tienes -le dijo el camarero.

Harry le pagó la bebida y se la tomó casi de un solo trago. Después volvió a girarse hacia la pista, pero esta vez había gente bailando enfrente de él y no podía verlo. Una parte de él se dijo que quizás era mejor así, que debía volver con sus amigos y olvidarse de aquel momentáneo ataque de lujuria, pero esa parte no pintaba nada en aquel momento. Entonces pensó de pronto que podría haberse ido con alguien y sintió una agitación en su pecho tan reveladora como su erección. ¿Quién había sido? ¿Con quién se había ido Malfoy?

Iba a matarlo.

-¿Buscas a alguien, Potter? -murmuró de pronto una voz a sus espaldas.

Harry tuvo un escalofrío al reconocer la voz de Malfoy muy, muy cerca de su oreja, y rojo como un tomate, se giró hacia él.

-Mal… Malfoy, hola, no te había visto.

Malfoy sonrió mientras entornaba los ojos.

-¿No? Es curioso. Habría pensado que hace menos de cinco minutos me estabas follando con la mirada.

Dijo “follando” como si eso fuera sexo en sí mismo y Harry se puso aún más rojo, sintiéndose descubierto.

-¡No! ¡No, claro que no! O sea… a mí me gustan las mujeres.

Malfoy sonrió de nuevo, enseñando la punta de la lengua entre los dientes. Harry empezó a acusar la falta de sangre en el cerebro.

-Bueno, desde luego, yo no soy una mujer.

-No, claro.

De hecho, era su enemigo. Más o menos. Draco y él no habían vuelto a cruzar palabra desde la guerra. Él le había devuelto su varita por correo con una nota que decía “Gracias por el préstamo”. Draco había contestado con una nota que decía “Gracias a ti por salvarme la vida”, Aquello había sido todo; las pocas veces que se habían cruzado desde entonces, Draco se había limitado a dirigirle una silenciosa inclinación de cabeza a modo de saludo y a continuar su camino.

Después de dos años de indiferencia, resultaba perturbador observar aquellos ojos grises fijos en él con la intensidad de antaño. Pero en vez de la hostilidad de antes había algo que, por algún motivo, a Harry le parecía mucho, mucho más peligroso.

-Entonces si, por ejemplo, me acerco un poco más… ¿no sientes nada?

Malfoy se acercó a él, tanto que pudo notar el olor de la colonia que llevaba, el aliento cálido que escapaba de sus labios. Harry se puso aún más nervioso, sin saber si Malfoy estaba coqueteando de verdad con él o le estaba preparando una trampa para humillarlo públicamente.

-Pue… puede.

-¿Y ahora? -dijo, acercándose un poco más.

Harry apretó las manos contra sus muslos en un intento desesperado de no acercarlas a la cara de Malfoy -Draco-.

-No… no sé.

-¿No? -Draco le miró a los ojos, buscando algo que al parecer encontró-. Veamos ahora.

Y entonces se inclinó aún más hacia él, rozando apenas sus labios con los suyos. Harry explotó y se olvidó de todo mientras profundizaba el beso y atraía a Draco hacia sí. Draco se rió contra sus labios y abrió la boca, buscando su lengua como si fuera lo único que podía mantenerlo con vida. Harry sintió fuego por todo el cuerpo, un placer que arrasaba con todo y que jamás había experimentado con ninguna chica. Su barba raspaba un poco, pero sus labios y su lengua eran suaves y el contraste resultaba excitante. Y Draco seguía besándole enérgicamente, con una pasión y una fuerza que contrarrestaba con su lánguido aspecto, hasta que Harry tuvo la impresión de que todos los huesos de su cuerpo desaparecían y que todo lo que era capaz de hacer era quedarse allí y dejar que Draco hiciera lo que quisiera.

-Creo -dijo después de una gloriosa eternidad, recorriendo a mordiscos la línea de su mandíbula-, que eres gay, Harry.

-Sí.

Draco volvió a buscar sus labios y se colocó contra él de modo que pudo sentir su erección frotándose contra la suya. Harry gimió en medio del beso y buscó ansiosamente aquel delicioso contacto. ¿Cómo, cómo en nombre del Cielo, era virgen todavía? ¿Cómo había podido estar perdiéndose eso? Oh, si los besos con Ginny hubieran despertado en él las sensaciones que estaba despertando Draco, la caballerosidad no le habría importado una mierda.

-Vente conmigo -dijo entonces Draco, con voz ronca.

-Sí.

Draco le dio la mano y lo llevó rápidamente hacia una puerta disimulada cerca de los baños donde había un escritorio, un par de sillas y un sofá. Después cerró la puerta tras de sí y le dio un empujón amistoso hacia el sofá. Harry se sentó en él y Draco en su regazo, a horcajadas, de modo que sus erecciones volvieron a encontrarse.

-¿Qué sitio es éste?

-El despacho del dueño.

-¿Le conoces?

-El local es mío, Potter.

-Oh…

-¿Has estado alguna vez con un hombre? -murmuró, cerca de sus labios, mientras le acariciaba el cuello con los dedos. Sus ojos tenían un algo febril, ansioso, y a Harry le alegró saber que por lo menos estaba tan afectado por todo aquello como él.

-No.

Draco hizo un ruidito que podía significar cualquier cosa.

-Estoy demasiado caliente para poder prepararte como me gustaría -ronroneó, haciendo que Harry se preguntara, aún más excitado, qué quería decir con eso de prepararle-. Lo haremos de otra manera, ¿quieres?

-Sí.- Cualquier manera sería bienvenida, aprobada y celebrada como merecía.

Entonces Draco sacó su varita, hizo un hechizo y los dos quedaron de golpe sin pantalones ni calzoncillos. Draco, además, se había quedado sin chaqueta y su camisa estaba desabotonada y el nudo de su corbata deshecho. Harry dio un pequeño jadeo sobresaltado, consciente de su media desnudez, de la de Draco, de la tremenda erección que éste tenía, su cuerpo esbelto, salpicado aquí y allá por cicatrices, sus pequeños pezones rosados. Después Draco se apuntó con la varita en su propio culo y pronunció lanzó un conjuro no verbal que le hizo lanzar un mmmmmm sexy y satisfecho.

-¿Qué es eso? -dijo, casi sin voz al comprender que iba a follarse a Draco.

-Un hechizo para lubricar.

Y entonces se movió un poco sobre sus caderas para colocarse de otra manera, le agarró la polla con la mano y se empaló él mismo con un movimiento lento, pero decidido. Harry se sintió casi como si le hubieran dado un calambrazo; todo lo que pudo hacer fue echar la cabeza hacia atrás y exclamar oh oh oh a medida que desaparecía dentro de Draco. Nada, nada en el mundo se sentía sobre aquello.

-Draco… -farfulló, como pudo-. Draco…

-¿Te gusta?

-Oh, sí. Sí, ya lo creo.

Draco se inclinó hacia él; Harry se sentía hipnotizado por aquellos ojos sombreados de oscuro y abrumado por el estrecho calor que rodeaba su polla, dura como una roca. Los labios de Draco se cerraron sobre los suyos en un beso exigente mientras su cuerpo se alzaba ligeramente para dejarse caer de nuevo. Harry gimió contra la boca de Draco y luego éste repitió el movimiento una vez, y otra vez lanzando pequeños jadeos. Tal y como estaba recostado apenas tenía forma de llevar algún tipo de control, sólo podía dejar que Draco siguiera su propio ritmo, duro y salvaje. La ropa que llevaba el molestaba, habría deseado sentir el pecho de Draco contra el suyo, pero a la vez le volvía loco esa imagen de Draco con la camisa blanca entreabierta y la corbata, dejando ver el rubor que le había aparecido en el pecho.

La tensión iba creciendo rápidamente dentro de él; ya había estado muy caliente antes de entrar en esa habitación. Y Draco estaba follando como si lo quisiera rápido también. Harry se sentía acalorado y estremecido, y de su boca sólo salían exclamaciones de placer y el nombre de Draco. No podía pensar, sólo besar, lamer y chupar cualquier parte de Draco que quedara al alcance de su boca, acariciar su pecho lampiño, agarrar sus caderas, masajear su culo. La erección de Draco estaba frente a él, incitante, con unas pequeñas gotas perladas en la punta y Harry se descubrió de pronto masturbándole decididamente al mismo ritmo de su cabalgada. Se sentía caliente y dura en su mano, se sentía bien. Y obviamente había hecho lo correcto, porque Draco echó la cabeza hacia atrás mientras lanzaba gemidos asfixiados de aprobación y sus movimientos se volvieron más erráticos. Harry se excitó aún más y todo el universo se concentró en la exquisita mezcla de dolor y placer que estaba irradiando desde sus huevos.

-Draco… Draco…

No iba a aguantar más, lo sabía, la presión era inaguantable, y cuando Draco se volvió a inclinar sobre él y le mordió en el cuello, su cuerpo pareció explotar en mil maravillosos pedazos. Harry echó la cabeza y gritó mientras sus caderas se movían espasmódicamente y se vaciaba a latigazos dentro de Draco. Medio perdido en una bruma perfecta, oyó gruñir y jadear a Draco, y gotas de semen cayeron sobre su cara y su camiseta.

-Oh… -suspiró Draco sin aliento, dejándose caer sobre su él y apoyando la frente sudorosa en su hombro.

Harry no podía moverse y no quería que Draco se moviera. Ahora entendía por qué todo el mundo estaba así de obsesionado por el sexo. Ahora entendía por qué la pobre Ginny le había dado la patada. Sólo había una cosa que no entendía.

-¿Por qué? -preguntó como pudo.

-Te has vuelto sexy… y me estabas mirando… como si quisieras esto.-Draco se separó de él para mirarlo a la cara. Su pecho aún subía y bajaba tratando de recuperarse del esfuerzo-. ¿No es mejor… que pelearse?

-Oh, sí, sí, mucho mejor -contestó vehementemente. Ahora que todo había pasado, le costaba creer que hubiera pasado. Por un momento, se preguntó si no habría sido todo un extraño sueño. Pero el cuerpo de Draco era cálido y real y despertaba en el suyo unas sensaciones que Harry nunca habría creído posibles. Necesitaba un poco de tiempo aún para asimilarlo. Pero quería acostumbrarse a aquella delirante situación, quería acostumbrarse a aquel Draco sexy con ideas geniales-. ¿Podemos volver a hacerlo?

Draco abrió mucho los ojos.

-Necesito por lo menos un cuarto de hora.

Harry se echó a reír. No había sido tan divertido, pero de repente sentía la cabeza ligera, como si las tres cervezas que había tomado le hubieran emborrachado de pronto. La vida, en aquel momento, parecía lo más grande que se hubiera inventado nunca.

-Dentro de quince minutos estaría bien. Pero me refería a otro día.

Estaba claro que a Draco le gustaba la idea, pero esbozó una sonrisita burlona.

-¿Aunque vaya afeitado y con los ojos sin pintar?

-Oh, puedes ir como quieras -le aseguró-. Quiero saber qué estabas pensando hacerme antes de saber que nunca había estado con un hombre.

Draco hizo un ruidito complacido y sorprendido.

-Mmm, Potter, ¿quién podría resistirse? -Entonces volvió a besarlo, paladeándolo esta vez muy lentamente, acariciando el interior de su boca con la lengua. Harry se quedó medio atontado y soltó un débil quejido cuando Draco terminó el beso -. Está bien, mándame una lechuza.

-Mañana -prometió Harry.

Draco sonrió y se levantó, provocando una protesta unánime de todo el cuerpo de Harry.

-Ahora vete con tus amigos. Deben de estar buscándote por toda la discoteca.

Harry se dio cuenta de que probablemente tenía razón y se levantó también para vestirse de nuevo y asearse con un hechizo. La magia no alejó del todo el olor a Draco que parecía haber impregnado su piel, pero no era algo que le molestara en absoluto.

-¿Tú no vienes?

-Después. Tengo cosas de dueño que hacer.

Harry sonrió.

-Está bien… Nos vemos mañana.

-Adiós.

Harry salió entonces del despacho tras echarle una última mirada y regresó al lugar en el que había visto a sus amigos por última vez. Se sentía mejor que en toda su vida, tanto que parecía incapaz de dejar de sonreír tontamente. Tenía que invitar a algo a Dean y a Seamus por haberlo convencido de ir a Atlantis. Era sin lugar a dudas el mejor sitio al que había ido en toda su vida.

-¡Harry! -Era Hermione, acompañada de Ron, Seamus y Dean-. ¿Dónde te has metido? ¡Te hemos estado buscando por todo el local!

-Oh… Por ahí -contestó, todavía con la sonrisa curvando sus labios.

-Pensábamos que estabas agobiado por lo de Ginny y te habías marchado -dijo Ron.

-¿Eh? -Por un momento, Harry no supo de que le estaba hablando-. ¡Oh, Ginny, claro! No, no, estoy bien. Estoy perfectamente.

-Estás raro -replicó Dean.

Pero Harry no quería dar explicaciones aquella noche.

-Venga, vamos a bailar.

Los demás se miraron entre ellos, pero aceptaron. Y mientras buscaban un hueco para bailar los cinco, Harry se acercó las manos a la cara para oler a Draco una vez más y pensó que sin lugar a dudas aquella había sido una gran noche.

Fin

saga, slash, harry potter/draco malfoy

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