Título: Lo bueno del lado oscuro
Fandom: Digimon
Claim: Ken/Miyako
Summary: Si quiere seguir saliendo con ella, ¿entonces por qué Ken la evita de repente? Post-Digimundo.
Advertencias: Ninguna
Notas: Para
albaclara por el meme de besos. Todavía me siento en pañales en cuanto al fandom, pero estoy un poco más confiada con esta viñeta… Ken/Miyako fue mi OTP de la niñez. Espero cumplir tus expectativas, nena.
La primera salida casi no se podría llamar cita oficialmente. Habían salido a almorzar un sábado y luego fueron a un nuevo parque de diversiones. No se tomaron de las manos ni hablaron de ningún tema que tanteara lo romántico, pero cuando Ken le dio el peluche que ganó en uno de esos juegos de puntería, Miyako quiso pensar que esa salida no había sido como una de las tantas que habían tenido. Era algo así como una cita.
La segunda vez lo fue de verdad. Iban hacia la estación de trenes, ya que Miyako iría aquel fin de semana a visitar a su padre a Kyoto. Mientras conversaban de la escuela, Ken le preguntó si había visto ésa nueva película que estrenaron en la semana. Ella ríe y dijo que no, aunque le gustaba mucho el actor principal. Y de alguna extraña manera, Ken la invitó y quedaron de encontrarse el siguiente sábado en el cine luego del almuerzo.
El fin de semana pasó rápido, y la semana también. Miyako en un abrir y cerrar de ojos se encontró caminando hacia la entrada del cine acordado.
Como era de esperarse, la conversación fue ágil y divertida; no se aburrió para nada. Pero cuando notó que Ken trataba de sentarse al otro extremo de su butaca para no tocarla o que la dejó en la puerta de su casa y prácticamente corrió, la chica se sintió inmensamente confundida.
Lunes llegó, y Ken apenas la saludó. Se sentaban en asientos cercanos, por lo que Miyako no podía evitar mirarlo de vez en cuando, a pesar de su enojo y turbación. En el almuerzo, el chico se fue a sentar con otros de la clase y tampoco hicieron pareja de laboratorio de Biología.
Fue el jueves mientras ella terminaba de escribir un ensayo para Inglés cuando él apareció a su lado. Ya todos se habían ido a sus casas, pero ella seguía allí porque le gustaba sentarse en los jardines y contemplar los cerezos desnudos por los efectos del otoño. La inspiraba, le dijo cuando Ken le preguntó por qué aún estaba en la escuela.
-No te entiendo -soltó, de repente. Él la miró sorprendido. Miyako tiró la lapicera sobre el cuaderno, ahora olvidado sobre el pasto, y lo taladró con la mirada a través de los lentes-. De todas las personas con las que querría estar aquí, es contigo. No por nada nos las arreglamos para quedar en la misma escuela y clase… Y de repente me alejas. ¿Qué ocurre, Ken? -preguntó, observándolo fijamente-. ¿Por qué quieres cortar lazos?
-¿Cortar lazos? -sus cejas se alzaron como muestra de incredulidad-. ¿Te refieres a que quiero negar el pasado que nos une?
Miyako abrió la boca, pero la cerró al darse cuenta que no sabe cómo transformar sus pensamientos en palabras. Se limitó a bajar la mirada y arrugar un puñado de pasto.
-No hablamos del Digimundo. Acordamos no hacerlo, para no sufrir más por haber perdido la posibilidad de ir. Y aún así… -la voz se le estaba empezando a quebrar, y prefirió silenciarse antes de dejar que el remolino de emociones se apoderara de sus acciones.
Varias hojas secas caían al suelo, en lo que parecía ser una eternidad. Miyako deseaba que dijera algo, o sino, que se fuera y dejara de torturarla así. Ken no sólo era su mejor amigo en la escuela, también era la persona a la que podía confiarle su vida. Habían pasado por mucho juntos, en el Digimundo y en éste, y sus inconsecuentes actitudes la enloquecían.
Para su sorpresa, él no hizo ninguna de las dos. Las pálidas manos de Ken le tocaron la barbilla y la obligaron a levantar la mirada gentil, pero decididamente.
-Temo no ser suficiente para ti -dijo en voz baja. La chica podía darse cuenta de lo difícil que le era admitirlo-. Maté muchas criaturas, me cegué por el poder y… A veces me pregunto qué habría pasado si no hubiera cambiado, si hubiera seguido así. Habría llegado al mundo real para…
-Sin embargo, nada de eso pasó -Miyako abrió sus palmas y se limpió el pasto marchitado-. Volviste a ser el chico bueno y salvaste el día. Varias veces -añadió, con una sonrisa.
La mirada de Ken estaba en ella, pero perdida. Parecía estar contemplando el pasado, y cómo los eventos hipotéticos podrían haber cambiado el presente. Miraba hacia los condicionales, a un presente alterno. Uno donde él seguía siendo El Emperador de las Tinieblas y tenía ansias de gobernar cada centímetro de tierra existente en el universo.
-Y quisiste juntarte con la más extraña del grupo. Hiciste los arreglos para poder transferirte a la misma escuela y soportas estos monólogos que me encanta tener cuando sé que tengo la razón y tú piensas demasiado -se le acercó un poco-. No te preocupes más, Ken. Ya no eres así, y por supuesto que eres suficiente para mí… Eres más que suficiente.
Algo pareció encenderse en la mirada de Ken, y de pronto él la contemplaba como si la escuela, los cerezos, el mundo existiera. Sólo estaban ambos, uno frente al otro.
-Siempre hay algo bueno en el lado oscuro, Ken -exhaló mientras acortaba el palmo de distancia que los separaba.
Fue un beso corto y seco. Labios abrazándose con nerviosismo, pero con deseo. Ken le tomó la mano, y lo sintió temblar. Miyako se sintió sonreír, y se preguntó si él se habría dado cuenta de ello.
Él fue en primero en romper el contacto.
Se miraron por un prolongado rato, hasta que ella recogió el cuaderno.
-Puedo terminar esto en la noche. ¿Quieres ir a tomar un helado?
-Claro que sí, Miyako.
Salieron de la escuela tomados de las manos, y una vez que habían puesto un pie en la calle, los labios de Ken chocaron contra los de ella. Pero esta vez con intensidad.
Miyako pensó que el pasado era parte de nuestra historia, y no por eso se debía reprimir ciertos sentimientos a causa de ello. En especial cuando ella formaba parte de ese pasado, y estaba en el presente y esperaba también estar en el futuro. Porque desde que conversó por primera vez con Ken años atrás en el Digimundo, una noche de insomnio mientras acampaban en el bosque, ella supo que le iba a ser difícil vivir sin incorporarlo en su vida. Lo había aprendido a amar desde aquel entonces. A él y a su lado oscuro.
FIN