El uniforme de Suecia.
Autor:
fright_ranger
Claim: Suecia/Finlandia.
Advertencias: Ninguna.
Rating: Everyone.
Resumen: A Finlandia le gustan los militares.
Notas: Éste lo escribí en un rato así que no lo pensé mucho, pero recordé todo lo que estuve alegando sobre cómo amo a los hombres en uniforme que tuve que hacer algo con eso xDDD Y bueno, Berwald es Berwald... Así que podría decirte que en este fic, yo soy Tino(???). Y todas las que se identifiquen con él.
Para: musa_hetaliana
Militares
Tino inclinó el rostro, ligeramente ruborizado. Las manos de Suecia en su cuello acariciaron sin querer el borde de su mentón, y finalmente los broches de su camisa estuvieron cerrados y con la cruz de metal pulcramente colocada en su sitio.
Levantó entonces la mirada. Berwald se había quedado de pie frente a él, tendiéndole la gorra blanca con una mano.
Habían sido convocados aquella mañana a una reunión en la sede de las Naciones Unidas, y tras haber abandonado perezosamente la cama y haberse dado un baño, ambos comenzaron con la laboriosa tarea de colocarse los uniformes.
Suecia había terminado ya de vestirse, pero a Finlandia siempre le había costado un poco más, y el sueco era precisamente el encargado de ayudarle con los últimos detalles, como los botones más altos, las cintas de sus botas, el sombrero y la cruz blanca sobre su pecho. Parecían tareas sencillas, pero para Tino, quien se pasaba la mayor parte del tiempo observando a Berwald vestirse, aquello resultaba una tarea de magnitudes titánicas.
Pero es que sencillamente era imposible no hacer caso de la piel desnuda de su espalda bajo la toalla blanca tras la ducha, o el modo en que la camisa se le ceñía al torso o los botones de su abrigo se abrazaban unos a otros, satisfechos y orgullosos del cuerpo musculoso bajo su protección. Las mejillas de Finlandia enrojecieron furiosamente, tomando el gorro blanco de las manos aún desnudas de Suecia, y se cubrió la cabeza hasta los ojos con ella.
-Gracias, Su-san.- masculló, entre dientes, y entonces levantó el rostro para mirarlo. El sueco le sonreía amablemente, y Tino se ruborizó todavía más, inclinándose precipitadamente para anudarse las agujetas.
Cuando abandonaron su casa y Suecia lo tomó de la mano, el finlandés sonrió también, comprendiendo en aquel momento el orgullo de los botones negros en el abrigo azul: Berwald era terriblemente apuesto, y él pensó, conforme avanzaban por las calles nevadas, cuán atractivos le parecían los militares.
fright_ranger
Claim: Suecia/Finlandia.
Advertencias: Ninguna.
Rating: Everyone.
Resumen: A Finlandia le gustan los militares.
Notas: Éste lo escribí en un rato así que no lo pensé mucho, pero recordé todo lo que estuve alegando sobre cómo amo a los hombres en uniforme que tuve que hacer algo con eso xDDD Y bueno, Berwald es Berwald... Así que podría decirte que en este fic, yo soy Tino(???). Y todas las que se identifiquen con él.
Para: musa_hetaliana
Militares
Tino inclinó el rostro, ligeramente ruborizado. Las manos de Suecia en su cuello acariciaron sin querer el borde de su mentón, y finalmente los broches de su camisa estuvieron cerrados y con la cruz de metal pulcramente colocada en su sitio.
Levantó entonces la mirada. Berwald se había quedado de pie frente a él, tendiéndole la gorra blanca con una mano.
Habían sido convocados aquella mañana a una reunión en la sede de las Naciones Unidas, y tras haber abandonado perezosamente la cama y haberse dado un baño, ambos comenzaron con la laboriosa tarea de colocarse los uniformes.
Suecia había terminado ya de vestirse, pero a Finlandia siempre le había costado un poco más, y el sueco era precisamente el encargado de ayudarle con los últimos detalles, como los botones más altos, las cintas de sus botas, el sombrero y la cruz blanca sobre su pecho. Parecían tareas sencillas, pero para Tino, quien se pasaba la mayor parte del tiempo observando a Berwald vestirse, aquello resultaba una tarea de magnitudes titánicas.
Pero es que sencillamente era imposible no hacer caso de la piel desnuda de su espalda bajo la toalla blanca tras la ducha, o el modo en que la camisa se le ceñía al torso o los botones de su abrigo se abrazaban unos a otros, satisfechos y orgullosos del cuerpo musculoso bajo su protección. Las mejillas de Finlandia enrojecieron furiosamente, tomando el gorro blanco de las manos aún desnudas de Suecia, y se cubrió la cabeza hasta los ojos con ella.
-Gracias, Su-san.- masculló, entre dientes, y entonces levantó el rostro para mirarlo. El sueco le sonreía amablemente, y Tino se ruborizó todavía más, inclinándose precipitadamente para anudarse las agujetas.
Cuando abandonaron su casa y Suecia lo tomó de la mano, el finlandés sonrió también, comprendiendo en aquel momento el orgullo de los botones negros en el abrigo azul: Berwald era terriblemente apuesto, y él pensó, conforme avanzaban por las calles nevadas, cuán atractivos le parecían los militares.