*Le gustaba esa torre. Era un entorno slencioso, majestuoso e ideal para practicar su pose de príncipe solitario... que no es tan pose ya. Dolor
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*Esperaba no encontrar a nadie en ese lugar. Aún está algo descolocada en el castillo, le cuesta trabajo no cuestionarlo todo y el ejercicio mental de 'Recuerda que si Rabi tiene pechos todo es posible' no siempre funciona.
Sus instintos le gritan que algo está mal, que es imposible que Allen y Rabi tengan aquella actitud tan resignada. Aún es nueva allí y la voluntad de buscar al enemigo y huir de allí liberando al resto es fuerte.
Quiere asomarse al mirador y pensar un rato. Pero una sombra en un rincón la distrae de su propio mundo. Se acerca a la persona que está allí agazapada.*
*Ahogado en su propia, horrenda miseria, se digna apenas a mirar hacia arriba y... pestañea un par de veces antes de sonreír con suavidad.* Hey. *Se incorpora, no exactamente de un salto, pero hace el intento, y le dedica una reverencia a la chica. ¡Buenas noches, hermosa dama!
Este es un sitio apartado. ¿Qué la trae por acá? * Y es que simplemente no puede dar tan penoso espectáculo a una chica tan linda, sobre todo, si no parece demasiado feliz como esta. Mejor intentar alegrarse, aunque sea un ratito y no funcione mucho, para alegrarla a ella. A fin de cuentas, hay prioridades. Su angustia personal es eso: personal.*
Pues, ¡Así es como suele ser! *Le toma una mano.* Es el sitio ideal para que almas contemplativas vengan a filosofar bajo la suave luz de las estrellas... *Y lo deja ahí porque no va a pensar en sus propios motivos. Necesita distracción.*
*Se lleva un dedo a los labios, mirándola bien, hasta que cae en la cuenta.* Oh, ¡Perdone mi rudeza, damisela! Sin duda su contemplación ha hecho olvidar mis modales... Mi nombre es Tamaki Suoh. ¿Cuál es el suyo? *Le cierra un ojo, sonriendo. En realidad, le hace bien esto. Se siente más en casa que en el castillo.*
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Sus instintos le gritan que algo está mal, que es imposible que Allen y Rabi tengan aquella actitud tan resignada. Aún es nueva allí y la voluntad de buscar al enemigo y huir de allí liberando al resto es fuerte.
Quiere asomarse al mirador y pensar un rato. Pero una sombra en un rincón la distrae de su propio mundo. Se acerca a la persona que está allí agazapada.*
Esto... buenas noches *saluda.*
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Este es un sitio apartado. ¿Qué la trae por acá? * Y es que simplemente no puede dar tan penoso espectáculo a una chica tan linda, sobre todo, si no parece demasiado feliz como esta. Mejor intentar alegrarse, aunque sea un ratito y no funcione mucho, para alegrarla a ella. A fin de cuentas, hay prioridades. Su angustia personal es eso: personal.*
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Venía a pensar un rato. Creí que no habría nadie aquí arriba.
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*Se lleva un dedo a los labios, mirándola bien, hasta que cae en la cuenta.* Oh, ¡Perdone mi rudeza, damisela! Sin duda su contemplación ha hecho olvidar mis modales... Mi nombre es Tamaki Suoh. ¿Cuál es el suyo? *Le cierra un ojo, sonriendo. En realidad, le hace bien esto. Se siente más en casa que en el castillo.*
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