Para la tabla Virtudes

Jul 04, 2009 17:48

Comunidad: retos_a_lacarta, fanfic100_es, 30vicios.
Tabla: Virtudes ( aquí), LDT ( aquí) e Ilusoria ( aquí).

Título: Sobre herbívoros.
Personajes: Dino Cavallone, Kyouya Hibari.
Prompt: #01 Caridad.
Resumen: Hibari también puede compartir sus cosas.


-Eso estuvo delicioso, ¿no crees? -exclamó Dino, estirándose en la mesa.

Hibari lo miró, arqueando una ceja. Le costaba creer que alguien que se comportara como un niño fuese tan fuerte como lo era él; sin embargo, en ese momento aquello no era lo que más le preocupaba. Miró su plato arrugando el ceño.

De repente sintió un revoltijo en el estómago que no supo determinar a qué se debía. Podía ser a causa de la comida que tenía en el plato. O podía ser porque en ese momento Dino lo observaba con una extraña expresión.

-¿No piensas comerte eso?

El italiano señaló el plato del moreno, cuya ensalada estaba prácticamente intacta.

-No como comida de herbívoros -murmuró con molestia, o tal vez, con hambre; porque sí, Kyouya Hibari tenía hambre.

-Si no lo quieres, ¿me la regalas?

Dino lo miró con ojitos de cachorro, y si bien Hibari quería golpearlo por hacerle ir a un restaurante de comida vegetariana ("No hace mal probar nuevos sabores, Kyouya"), simplemente asintió.

El rubio sonrió y se apoderó de su plato, mientras Hibari apoyaba el rostro sobre una mano y se acercaba la gaseosa con la otra.

Mientras lo veía comer, sólo podía pensar en una cosa: más le valía comer hasta satisfacerse, porque cuando reanudaran el entrenamiento, lo mordería hasta la muerte.

Título: Esa ave.
Personajes: Kyouya Hibari, Dino Cavallone, Hibird.
Prompt: #02 Pureza para Retos_a_lacarta, #04 Interiores para Fanfic100_es.
Resumen: Algo está molestando a Dino, y está relacionado con la pequeña ave que sigue a Hibari.


-Aquí tienes -dijo Dino, ofreciéndole una pequeña bolsa con el logo de un desconocido supermercado a Hibari.

El prefecto recibió el paquete y lo abrió con cara de pocos amigos; en su interior había un par de gaseosas y algo de comida.

-Dejamos de pelear y me trajiste hasta aquí, ¿para esto? -murmuró con molestia.
Dino rió.

-Por supuesto, debes alimentarte.

Hibari gruñó, sacando de la bolsa un pan y desenvolviéndolo. Dino se sentó a su lado, extrayendo del paquete una bebida.

-Hay algo que ha estado molestándome… -dijo el italiano luego de beber un sorbo de su refresco, señalando a la pequeña ave amarilla que hasta hace un momento los miraba desde la rama de un árbol, y que ahora volaba en círculos sobre la cabeza de Hibari-. ¿La conoces? Nos ha estado siguiendo todo el rato.

-Su nombre es Hibird -murmuró en respuesta Hibari, como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

Dino se quedó un momento mirando al ave y luego a Hibari, para luego volver al ave.

-Entonces es tuya… -exclamó con asombro el rubio, como si no pudiera creerlo.

Hibari dejó escapar un sonido gutural que bien pudo haber sido un gruñido. El Cavallone podía ser muy fuerte, pero tenía la tendencia a hacer comentarios estúpidos. Decidió que lo mejor era ignorarlo; así que tomó un pedazo de pan y lo molió en su mano. De inmediato la pequeña ave bajó de su órbita a la mano de Hibari y comenzó a comer animosamente lo que éste le ofrecía.

Notó que Dino lo miraba boquiabierto, pero antes de que pudiera hacer un comentario sobre lo molesto que le resultaba, el italiano saltó sobre él, rodeándolo con los brazos y sofocándolo en un abrazo de oso, causando que las migas que mantenía en la mano cayeran al suelo.

-¡Kyouya! Sabía que a pesar de ser un joven problemático y con tendencias sádicas, también tenías un lado amable.

Hibari apretó el puño; esta vez sí que lo mataría.

Título: De depredadores y sus víctimas.
Personajes: Kyouya Hibari, mención de Mukuro Rokudo.
Prompt: #03 Paciencia para retos_a_lacarta, #22 Enemigos para fanfic100_es.
Resumen: Colaborar con herbívoros era definitivamente algo que odiaba hacer; sólo una cosa impedía que dejara de hacerlo: El bebé le había dicho que si continuaba con ellos tendría la oportunidad de volver a enfrentarse a él.


Permanecía recostado en su cama, con los brazos cruzados tras la nuca y la mirada perdida en algún misterioso lugar del techo. Sus pensamientos, por supuesto, no estaban ahí.

Sabía que al día siguiente tendría que combatir, y sólo por eso Dino había decidido que lo mejor era que no combatieran para que el prefecto se encontrara en sus mejores condiciones (aunque claro, por mucho que esa fuera su intensión, si Hibari quería pelear, nada podía hacer; y si no lo tenía claro, el moreno se hizo ver cuando lo golpeó con fuerza en las costillas).

Sacó el anillo que permanecía en su bolsillo y lo observó con aburrimiento. Todas las peleas que se habían llevado a cabo los días anteriores habían sido a causa de aquellos pequeños objetos, y él no acababa de comprender por qué eran tan valiosos (estaba seguro de que Dino se lo había explicado, pero estaba tan inmerso en la pelea que no le prestó mayor atención). Los encontraba fastidiosos y no quería perder el tiempo con esas batallas sin sentido; él bien podía con todos ellos. Colaborar con herbívoros era definitivamente algo que odiaba hacer; sólo una cosa impedía que dejara de hacerlo: El bebé le había dicho que si continuaba con ellos tendría la oportunidad de volver a enfrentarse a él.

Sólo aquel pensamiento hizo que una tétrica sonrisa asomara en su rostro. Le haría pagar por lo que le había hecho, y ganar en la batalla era un paso que le acercaría más al ilusionista.
Sabía que sólo era cosa de tiempo para volver a verle; sólo tenía esperar y seguir colaborando con esos herbívoros.

Y con tal de obtener lo que quería, Hibari podía ser muy paciente; al igual que los depredadores cuando acechan a sus víctimas.

Título: Límite.
Personajes: Kyouya Hibari, Dino Cavallone.
Prompt: #05 Concentración.
Resumen: Sin importar qué tan fuerte o tenaz podía ser una persona, todos tenían un límite de lo que podían soportar.


Sin importar qué tan fuerte o tenaz podía ser una persona, todos tenían un límite de lo que podían soportar. Dino era conciente de este hecho, y cuando vio a Hibari cubierto de heridas, con la sangre resbalando por sus manos, cayendo y dejando manchas escarlata bajo él, y tambaleándose ligeramente con la mirada perdida, supo con certeza que él ya había alcanzado el suyo.

Sólo en ese momento prestó atención a su propio estado: él mismo estaba cubierto de heridas y sin duda tremendamente adolorido debido a los duros golpes que el guardián de las nubes le había propinado sin misericordia con sus tonfas. Por supuesto, gracias a su experiencia (y sin duda al implacable entrenamiento de Reborn) el joven jefe mafioso podía soportar estar en esas condiciones.

Las piernas de Hibari temblaron y sus rodillas cedieron. Apoyando un tonga en el suelo, el estudiante evitó que su rostro se golpeara contra la superficie del concreto. Jadeaba y temblaba, pero de sus labios no salía palabra alguna.

-Hey, Kyouya -dijo Dino con voz despreocupada, aunque la expresión de su rostro claramente indicaba lo concernido que se encontraba por su estado-. Dejemos el entrenamiento de hoy hasta aquí, ¿te parece?

Por supuesto, aquello era más una orden que pregunta. Se acercó al chico, que aun permanecía en el suelo apoyado con una rodilla y un tonfa, y le tendió una mano, sonriendo con afabilidad. Hibari apenas levantó la cabeza, mirando por un momento la mano frente a sí y luego al rubio que se la ofrecía.

-Vamos -le alentó el rubio-. Dame la mano, no muerdo. Luego Romario atenderá tus heridas; no quiero que te dé anemia por culpa de toda la sangre que has perdido…

Las comisuras de los labios de Hibari se levantaron ligeramente, y Dino dio un salto hacia atrás justo cuando uno de los tonfas del prefecto cortaba el aire frente a sí. Como acto reflejo, el mafioso sujetó con fuerza su látigo, mirando no sin algo de curiosidad al guardián que se ponía lentamente de pe.

La visión de Hibari cubierto en sangre y con una sádica sonrisa grabada en su rostro y la satisfacción brillando en sus ojos como si el dolor hubiese desaparecido hubiera resultado perturbadora para cualquiera; sin embargo, Dino no pudo evitar sonreír.

-Guárdate la preocupación para alguien a quien le interese -dijo Hibari-. Esta pelea ha estado tan aburrida que estuve a punto de dormirme.

El rubio rió melódicamente mientras asumía una pose defensiva y contemplaba al chico de pelo negro abalanzarse sobre él. Cuando se trataba de pelear, nada podía distraer a Hibari; ni siquiera su propio estado.

Título: Fanatismo.
Personajes: Kyouya Hibari, Dino Cavallone.
Prompt: #06 Consagración para retos_a_lacarta, #057 para fanfic100_es.
Resumen: Dino se dio cuenta que el fanatismo que profesaba Hibari por Namimori posiblemente le traería uno que otro problema.


Dino no tenía de mucho para quejarse; claro, Hibari no estaba interesado en saber más acerca del anillo que se le había entregado, pero mientras estuviese dispuesto a pelear, estaba bien. Ya podría encargarse de la charla luego, cuando tuviese tiempo.

Ahora ambos se miraban jadeantes y cubiertos con heridas, pero sonrientes. Ninguno podía negar la emoción que les causaba encontrar a alguien cuya fortaleza estuviese a su nivel.

Sin embargo, el italiano levantó las manos en señal de rendición.

-Kyouya, es hora de almorzar.

Hibari arrugó el ceño, pero en vez de quejarse o simplemente ignorarlo y seguir peleando -como Dino temió por un segundo-, suspiró y bajó sus tonfas, dirigiéndose a puerta que conducía a las escaleras. No podía negar que luego de estar toda la mañana peleando le daría hambre. Y esa era una necesidad que incluso los carnívoros no podían ignorar.

Acercó la mano a la manilla de la puerta, pero se detuvo antes de tocarla.

-¿Qué sucede? -preguntó Dino al ver que Hibari se había quedado inmóvil.

Fue suerte que aún tuviera el látigo en la mano, porque de lo contrario no hubiera alcanzado a defenderse del repentino ataque del prefecto.

-¡¿Qué sucede?! -volvió a preguntar, intimidado por la fiera mirada de Hibari.

-La puerta -murmuró este con rencor, volviendo a arremeter contra el rubio.

Este lo esquivó, aprovechando el movimiento para examinar la susodicha puerta. Todo bien, todo en su lugar, a menos que... ¡Ah! Una grieta en la puerta. Era pequeña y se encontraba cerca de la manilla. Dino se negaba a creer que aquella fuera la razón de la furia del moreno, pero fuera de eso, la puerta estaba en perfectas condiciones.

-¿La grieta? -se atrevió a preguntar, con escepticismo. Si bien no hubo respuesta, el destello en los ojos de Hibari fue suficiente-. ¡¿La grieta?! Pero si sólo es... una grieta. No puedes esperar menos con lo violento que eres, ¡Es como si se estuviese llevando a cabo una guerra aquí!

-Cualquier daño a la propiedad de Namimori será severamente castigado -respondió Hibari sin prestar atención a la incrédula mirada de Dino-. No permitiré que nadie dañe Namimori.

Dino se estremeció; la entrega de Hibari por su Instituto rayaba el fanatismo. No; lo superaba con creces. Dejaba el fanatismo como un simple juego de niños. Mientras se despedía mentalmente de su almuerzo al tiempo en que se defendía de los brutales ataques del moreno, se le ocurrió que lo mejor sería llevarse a Hibari mientras durara la pelea de los Anillos; si era capaz de enfurecerse por una mísera grieta, quién sabe qué haría al ver su amado Instituto con las marcas que de seguro dejaría el conflicto.

Título: Medianoche.
Personajes: Kyouya Hibari, Chrome Dokuro, Mukuro Rokudo.
Prompt: #07 Desinterés para Retos_a_lacarta, #15 Medianoche para 30vicios y #042 Triángulo para Fanfic100_es.
Resumen: Pasaba la medianoche y aún no conseguía conciliar el sueño. Sabía que fuera de su habitación todo era silencio, sin embargo no podía alejar de su mente el monótono sonido emitido por los aparatos que mantenían apenas con vida a la portadora del anillo de la niebla, Chrome Dokuro.


Pasaba la medianoche y aún no conseguía conciliar el sueño. Sabía que fuera de su habitación todo era silencio. Era conocimiento de todos lo mucho que él odiaba el ruido, y por eso le habían dado la habitación más apartada de la base para que pudiera descansar. Sin embargo no podía, porque sin importar cuánto tratara, no podía alejar de su mente el monótono sonido emitido por los aparatos que mantenían apenas con vida a la portadora del anillo de la niebla, Chrome Dokuro. Odiaba ese sonido tanto como cualquier otro, pero la idea de que éste se detuviera le producía una angustia desconocida hasta ese momento. ¿Por qué debía preocuparse tanto por la vida de aquella muchacha?

Cuando se dio cuenta, sus pies ya lo estaban llevando a la fría sala de la enfermería, donde los pitos y los zumbidos poco a poco se unían a los que ya resonaban en la mente del moreno, haciéndole estremecer. Al menos, yendo allá podría asegurarse de que todo seguía en orden, y entonces podría dormir.

Conocía el camino lo bastante bien como para no necesitar de luz alguna para llegar a un lado de la camilla donde la chica descansaba, si es que a eso se le podía llamar descasar.

Aún en la oscuridad podía ver la palidez de su rostro. Desde que la conocía, siempre le pareció que ella había tenido una apariencia frágil, pero ahora las marcas oscuras bajo sus ojos no hacían más que acentuarla. De vez en cuando un estremecimiento recorría su cuerpo, y su rostro se crispaba en una mueca de dolor como reflejo.

El anillo en su mano emitía un tenue brillo, única prueba de que su dueña aún continuaba luchando, manteniendo apenas la delicada ilusión de órganos vitales que hasta entonces otra persona se encargaba de mantener.

Hibari la observó en silencio, escuchando cómo sus ocasionales jadeos se fundían con el sonido de las máquinas de soporte vital.

Impelido por una súbita urgencia, delineó con un dedo la línea de su mejilla hasta llegar a su mentón. Su piel estaba fría, pero por dentro pudo sentir calidez. Una última caricia, y entonces se reclinó lentamente sobre ella. Podía sentir su débil respiración contra sus labios, podía oler su dulce aroma. Era la primera vez que se permitía estar tan cerca de ella, y todo porque su guardián ya no estaba con ella. Al menos, no por el momento.

Se detuvo apenas sus labios rozaron los de ella, sin atreverse a llegar más lejos. No era que no quisiera, pero aprovecharse de la convalecencia de la joven no era el método que él hubiera preferido para hacerlo. Se quedó quieto, aspirando su aliento casi como si su vida dependiera de ello. La quería. La deseaba. Sin embargo...

-Mukuro...-sama.

Apretó los labios con frustración, retrocediendo sólo lo suficiente para examinar el rostro de la chica. Su expresión había sido reemplazada por una de sufrimiento, mientras una solitaria lágrima asomaba de su ojo sano. Aún en sus sueños él estaba presente, y esto hizo que su odio hacia él creciera aún más.

Volvió a reclinarse, depositando suavemente un beso donde la lágrima se negaba a caer. Pudo sentir el sabor a sal en su boca, y de algún modo se sintió aliviado.

Se enderezó y se alejó, mirando atrás sólo cuando se encontró en la puerta de la habitación. Contempló la trémula figura de Chrome sobre el lecho, como si fuera una princesa dormida esperando el beso del príncipe azul que la despertaría de su sueño.

Pero aún cuando lo deseara, sabía que él no era su príncipe.

Y sólo por un momento, Hibari deseó que Mukuro volviera con vida, sólo para poder ver la dulce sonrisa de Chrome nuevamente.

tabla: ilusoria, !fanfic, claim: hibari, claim: mukuro, comunidad: retos a la carta, tabla: ldt, claim: hibird, tabla: virtudes, claim: chrome, comunidad: fanfic100_es, comunidad: 30vicios, claim: dino, fandom: katekyo hitman reborn!

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