Olvido

Nov 05, 2010 07:33

Atardecer. Los últimos rayos del sol bañan una desértica playa en una pequeña isla cuya silueta se recorta contra el violáceo horizonte. Sube la marea y las olas del mar chocan contra las rocas o mueren sobre la arena, mojando unos pies ancianos y arrugados. Son los únicos que desde hace tiempo hoyan la tierra de esa isla perdida.
Olvido. Destino al que todos nos vemos abocados. Una tumba guarda el recuerdo de aquellos que vivieron y que ahora no están. Nadie supo jamás de su existencia. Nadie los lloró cuando desaparecieron. Sólo yo los recuerdo pero¿por cuánto tiempo?
Tiempo. ¡Qué extenso y rápido nos parecía en nuestra juventud! Un tiempo del que pensamos que jamás disfrutaríamos como el resto de los mortales. Con la muerte siempre al acecho¿quién hubiera dicho que unos santos como nosotros, unos guerreros, vivirían más que cualquier otra persona? Mas la vida se convirtió en una trampa que encerraba a la muerte. Una muerte más segura y certera de lo que nunca creímos experimentar.
Noche cerrada y oscura. Las nubes ocultan el brillo de las estrellas. Ni siquiera la voz de los grillos pone su nota de vida a este cementerio. Tumbas, lápidas, tierra removida y huesos. Eso es todo lo que queda de lo que una vez llamamos humanidad. Tras la batalla contra Hades y la destrucción del reino de los muertos, las almas de todos los seres vivos desaparecieron. ¿Acaso fueron a algún lugar o las devoró la corriente del tiempo? Nadie lo supo nunca.
Silencio. En los años siguientes todas las voces se fueron acallando. Primero fueron los insectos. Una noche las luciérnagas dejaron de alumbrar. Luego los pájaros silenciaron para siempre sus cantos. Poco a poco, todos los animales del planeta fueron muriendo. Ya sin posibilidad de renacer, la nada los absorbió.
Amanecer. Los todavía cálidos rayos del sol se reflejan en lo que una vez fue una ciudad rebosante de vida. Ahora, ni siquiera la hierba puede hacer suyas estas ruinas. Camino descalzo sobre los restos del cemento abrasador y sólo un sentimiento tiene cabida en mi alma…
Tristeza. Tras las plantas y animales, les llegó el turno a las personas. La fuente de la vida se había secado y, con ella, todas las almas que esperaban su reencarnación. Nunca nacieron más niños.
Desesperación. Seiya fue el más afortunado de nosotros. Muerto en el hades, nunca tuvo que presenciar este horrible espectáculo. Sangre, muerte, dolor, destrucción, violencia... La caja de Pandora había sido abierta y en esta ocasión no había nadie que volviera a cerrarla. Como si los cuatro jinetes del apocalipsis cabalgaran sobre sus raudos corceles recorriendo la Tierra, así se fue extinguiendo la raza humana. Como si nunca hubiera existido.
Soledad. De toda la vida que una vez pobló nuestro mundo, sólo quedamos nosotros. Ése fue nuestro castigo por desequilibrar la balanza. Tuvimos que presenciarlo todo y sufrir nuestra impotencia (...)

Olvido de Andromeda de Etiopia

autor: andromeda de etiopia, fandom: saint seiya, tema: cita favorita

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