Heero&Duo
Heero se sentía especialmente atraído por el olor de Duo. Lo notó una tarde calurosa, cuando estaba en la cocina y vio al trenzado preparando sabe-Dios-qué-batido. Se acercó para advertirle sobre dejarlos sin fruta en alguno de sus experimentos. Fue cuando sucedió. Una mezcla agradable lo hizo detenerse en seco. En principio asumió que era alguna rara combinación de los olores de la fruta, pero el perfume no desaparecía y parecía más cercano cuando Duo estaba con él.
Duo olía fresco, a naturaleza salvaje, a esa corriente indomable de viento fuerte que golpea tu rostro cuando sales de día de campo. No era costoso, no era sofisticado ni pretendía serlo. Era exactamente como Heero supuso que olería la libertad, de tener esta última, rastro de olor.
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