UA (OHSHC/Blood+] Sisterly Love.

Sep 23, 2009 10:31


Título: Sisterly Love.
Fandom: Blood+
Universo Alterno: Ouran High School Host Club.
Pairing: Saya/Diva.
Palabras: 2, 732.
Notas/Advertencias: Femmslash casi al final. Situación crack. Cosas sin sentido. Es lo más largo que he escrito en mi vida.


-Quiero formar un club, Amshel.

Ese había sido sólo el principio del final.

Ella se instaló no muy rápidamente, pero consiguió sobrevivir a la entrada de elegantes autos y miradas inquisitorias. Aprieta los codos contra su estómago, y pasa por el enorme portón que le daba una gélida bienvenida. "Veamos cuánto duras". Y claro, ella siendo ella entrando a esa escuela de ricos, después de toda una vida de clases medias, parecía cosa de chiste. Su hermano se lo dijo a tono de broma, ella sabía que iba a consideración.

Y ella lo consideró. Su padre, dándole el almuerzo y con una mirada de protección, le dio esas típicas palabras de apoyo que los padres dicen cuando saben que sus hijos se enfrentarán a cosas nuevas. "Todo irá bien". Sí. Ella sabe. Tal vez, se haya dicho esas mismas palabras a él mismo cuando decidió adoptar a tres niños de diferentes padres para vivir con él. Tal vez se lo ha dicho hoy, antes de salir, para que ella pueda alcanzar los sueños que él no pudo.

Y ahí esta, con el uniforme amarillento y los zapatos desgastados, con la mochila a medio pulir y el cabello corto algo peinado. Con su extraño color de ojos que nunca dejaba de impactar. Frente a un montón de miradas que van desde cierta sorpresa a consternación, que la observan con benevolencia, como si estuviera perdida. Ella, con los brazos a los costados y una ligera irritación, espera a que la presenten y pueda encontrar un lugar para sentarse.

-Otonashi Saya. Bienvenida a Ouran.

El eco decía, "sí, sí, bienvenida a nuestro nido de serpientes. ¿Cuánto dinero tienes?".

Pero está bien. Saya es una luchadora natural y la sonrisa que el chico rubio del fondo le regala, le tranquiliza.

La escuela a la cual su hermana se dirigió esa mañana quedaba a media hora de la suya en auto. A cuarenta y cinco minutos con su motocicleta. Pero Saya eligió el auto, claro, aunque le cobraran el tiempo es oro, por supuesto. Riku le dijo "no te lo tomes a mal" y Kai respondió que de dónde sacaba esas ridiculeces. El dinero es importante, y ahora más que ella ha entrado a esa escuela como por arte de magia.

-No tiene calificaciones tan despampanantes, y lo sabes.

Su padre hace como que no. Lo tira a loco y Kai ya está acostumbrado a ello. Es sólo que necesitaba hacer el comentario para poder marcharse tranquilo a la escuela, esta vez, solo. Sin Saya detrás de él para convencerle de tomar el camino largo porque "así se disfruta mucho más". Está bien, Ouran es una escuela tan exclusiva que él sabe que ella vendrá llorando a suplicar regresar. Lo sabe. O más bien, es lo que quiere.

-Ya vete, que se te hará tarde, Kai.

Se despide con un movimiento de mano sin darse la vuelta.

Cuando Kai y Riku se van, su padre deja de preparar los huevos duros y se pone a pensar con la expresión grave que ninguno de sus hijos le conoce.

Se paró en seco con su expresión neutra, al verla pasar.

La elegante mirada se posó en la sensación del momento. No le llegó a ver por completo, pues parecía ir con prisa y la gente se arremolinaba para verla, con disimulo, sólo para hacerle saber que eran mejor que ella. Sonríe. Ella también se dirigía para hacer lo mismo, qué tontería. No como ellos, por supuesto, pues ella sí poseía la clase. Ella no era igual que esos. Ni que la nueva, que corría a la clase donde su Solomon se encuentra.

Una pordiosera en el Instituto Ouran. Qué desgracia. Una gran desgracia como ella misma al despertar sola en casa, con su cuerpo blanco cubierto de heridas que sólo Amshel ha visto. Y Carl, cuando ella quiere perderse en algo que no sean sus propios pensamientos. Una desgracia como lo que guarda dentro y ninguno de los estúpidos a su alrededor saben.

Continúa andando. Las miradas la persiguen siempre, a todos lados, a todas horas. Y ella con su porte soberbio lo sobrelleva siempre con desolada sonrisa de princesa. Con su cabello largo, negro, interminable; con sus ojos azules, con un deje de enojo inherente. Con sus zapatos brillantes, con el uniforme resplandeciente, frente a un montón de miradas de extraños que se preguntan si esa belleza no es un antecedente del fatalismo.

Ella apresura sus pasos. Ya tendrá tiempo para hacerle saber a la chica nueva lo superior que es. Ya tendrá tiempo para voltear y gritarles a todos que no le importa. No descuida la elegancia, en su apresuramiento, claro. El porte es primero, porque sin él, no se podría sentir ella.

-Diva.

Llega al salón de Música, donde Amshel y Nathan la esperan. Lo único seguro que Diva tiene es eso. Hasta ahora.

Porque aún no sabe que su Solomon le ha sonreído a la chica de ojos rojos, idéntica a la princesa, como una manera de rebeldía a su reinado.

-Mi club, Amshel.

Para ser sincera, Saya aún no entiende del todo qué hace en esa escuela, tomando la clase de griego sin poder entender nada. Sus notas no son las mejores (mejores que las de Kai, sí, pero eso no llegaba a mérito) y su padre, con un semblante extraño, le avisó una mañana de domingo.

Saya no es tonta. Sabe que algo pasa, algo que tendría que ver con no tener memoria ni del orfanato del que aparentemente provenía. Sus dolores de cabeza consecuentes también le preocupan. Y esa chica que vio de reojo, de cabello larguísimo y piel muy blanca, le producen un malestar, una ansiedad, ganas de salir corriendo y decirle a Riku "ya llegué, aquí estoy, aquí me quedo".

Algo pasaba. Con esa escuela y todo en general. Menos con el rubio que le dio la única bienvenida sincera de apellido extravagante. Sale medio arrastrando los pies, porque ahora se siente en extremo cansada. Quiere buscar un lugar tranquilo para almorzar y estudiar un rato, porque se siente demasiado perdida entre clase de Aritmética y Ciencias. Ninguna chica de su clase volteó a verla después de la presentación ante el salón y ningún chico entabló conversación. Mejor así, supone.

Su uniforme amarillo de mangas blancas le incomoda. Aún recuerda cómo Kai se puso tan rojo de la risa como su cabello al verla, como princesita, lista para irse al castillo. Y con su estilo heterogéneo, resultó un poco peor. "Si tuvieras el cabello largo y ojos normales, tal vez sería un poco menos gracioso, Saya". Pero no los tenía.

Vaga por el enorme edificio con expresión de una persona que ve algo esplendoroso por primera vez. Busca en la primera biblioteca, y ruido. Apenas entra en la segunda y sale. Le dan ganas de entrar y hacer nuevas amigas, porque en esos momentos se siente un poco sola, pero se siente con el deber de, al menos, pasar decentemente las clases. Aunque no entiende qué hace allí, ni porqué le carmone esa sensación de expectación.

Cuando, sin querer, llega a la Tercera Sala de Música y abre la puerta, sus ojos rojos no pueden creer a los azules que encuentra del otro lado.

Ni el azul puede entender al rojo. Diva al fin tenía su capricho, cortesía de Nathan y Amshel (más de Nathan porque a él le encantaban ese tipo de ideas) y, cuando iba a preguntar justo por el rubio y por Carl, la puerta se abrió. Diva paró en seco nuevamente. Un momento de cámara lenta en el cual lo entiende todo, o al menos una buena parte, en dónde su cerebro atrapa las piezas de rompecabezas y puede romper a reír. A carcajearse.

Está ahí parada. Con un libro en la mano, un bento en la otra, la mirada sorprendida y los ojos carmesí. Tan andrajosa. Tan ingenua. Cómo la odia.

Y sin embargo sólo puede sonreír. Porque de seguro ella no sabe. Porque ella nunca ha sabido. Y no sabrá ni aunque la misma Diva la mire para abajo y la salude con esa sonrisa de antaño de la que seguro no se acuerda.

-Al parecer tenemos a una oveja perdida.

Nathan habla porque sabe que si lo hace ella no habrá vuelta atrás. Al parecer él sabía. Por supuesto que Amshel sabía. De seguro Solomon se imaginaba que algo así sucedería. Y Carl. Y James. Diva se contiene como la dama que es, pero en realidad desea la sangre. La chica enfrente suyo no parece poder articular palabra, tampoco.

Diva supone que ver a la versión hermosa de ti mismo no debe resultar fácil de digerir.

A ella le resulta casi imposible.

El almuerzo cayó al suelo antes de que Saya pudiera pedir disculpas por interrumpir e irse. Lo cual habría echo si frente a ella no estuviera ese espejo, que le regresa una imagen de cabello largo y ojos contrarios a los suyos. Una gran impresión. Ni la soberbia decoración del dichoso Instituto le hubiera impresionado tanto.

Se consideraría tonta si lo hubiera echo.

Una oveja perdida, sí, probablemente. Tan perdida que alucina y ve a su otra yo del otro lado del salón. Bastante perdida. Este día no ha sido el más normal de su vida, si es sincera.

-Ah, Haji.

Saya no lo comprende al principio. La hermosa chica pronuncia esas palabras y deja de mirarla. Por un momento sale de sus labios "No me llamo Haji", pero en seguida lo entiende. Se da la vuelta, todavía no pronuncia palabra alguna, el almuerzo continúa regado y Saya quiere respuestas.

Un chico altísimo se encuentra a su lado. Tiene el cabello largo, envuelto en una coleta, y la mira fijamente, como si hubiera encontrado que hace tiempo había perdido. Ella siente algo parecido, tiene ganas de salir corriendo, porque no comprende. Nada. La chica hermosa luce atónita, estupefacta.

-El club se ha reunido solo, Amshel.

Su voz tiene un timbre que hace que la piel se le erice. ¿Es que nadie preguntará quién es esa chica del cabello corto que está entre esa gente que ya se conoce? Saya está a punto de ponerse a gritar. Nadie ha preguntado su nombre. Así que comienza por pedir unas disculpas atrasadas.

-Lo siento.

Todos la observan. La chica bella, con sus ojos escrutadores, le sonríe por primera vez pero con un deje de perversión que Saya cree recordar. Con esa impresión cae al suelo, no ha comido nada, no ha entendido nada en clases, no sabe qué demonios sucede y hay algo en todos ellos que se le hace pesado, asfixiante.

Como si supieran quién es ella y ella no.

La escuela tiene enfermería, por supuesto. Huele a alcohol, a algodón, a hospital. Cuando despierta, Saya cree oler sangre también. Una sensación que le sacude el cuerpo. Abre lentamente los ojos y la ve, sentada, mirando por la ventana.

-¿Quién eres?

La pregunta le debe parecer estúpida, por lo que deja decir su precioso rostro. El parecido es increíble. Sólo que esa chica sí se ve bien con el uniforme amarillo.

-¿Quién eres tú?

Sonríe otra vez. No hay nadie esta vez al lado de ella, no está el hombre de la barba y ojos brillantes, ni el chico rubio de semblante peligroso. Sólo está ella. No sabe cómo se llama. Quiere saberlo. Pero a la vez preferiría que se alejara y dejarla irse con Kai y Riku a cenar.

- Volverás al club, hermanita.

Mastica las palabras, las suelta como veneno. Le pregunta, "¿Acaso eres estúpida?" y Saya podría responder que casi. Que no sabe en realidad, que si ella le puede decir. Pero lo más importante es que quiere saber a qué se refiere con hermanita. Huele a alcohol, a sangre, a las dos cosas mezcladas. ¿Por qué?

-Todo estaba planeado. Creo que soy igual de tonta que tú, Saya, hermanita.

La escucha reír. Recuerda la risa. Se acuerda de dos luces azul eléctrico que le gritaban que la odiaba. Huele a sangre y Saya no puede borrar de su mente al chico alto a su lado.

-Diva.

No ríe. Lanza carcajadas largas que penetran en sus oídos y le provocan ese dolor, ese que se encaja en el cuerpo cuando recuerdas algo muy doloroso.

Como a tu gemela.

-Un club. Qué hilarante. Me encanta. Hasta en eso pensaron.

-Diva. Tú, tú eres Diva.

Siente un peso ajeno en su cama y sabe que es ella. Sabe que la hermosa chica de piel blanca y largos cabellos negros es Diva. Lo recuerda como un pecado.

- Sí, sí, tú, tú eres Saya.

Sabe que sus labios forman una sonrisa cuando los posa sobre los propios. Pero su mirada parece desagarrada, como si, al igual que ella, hubiera recordado algo doloroso. Algo que no debía haber recordado. Algo que nunca debió salir de Ouran, de la Sala de Música, de la mente.

-Hermanita Saya.

En ese momento, Saya sólo recuerda cómo Diva se desmorona.

Y lo recuerda todo por partes. Encuentra, poco a poco, las respuestas a todas las interrogantes en los ojos de los estudiantes de Ouran. El secreto. Diva. El chico alto, el rubio de su clase. Sus ojos rojos y los azules de ella. La palabra "Host Club" le taladra el cerebro y entonces sí, Saya lo ve todo en cámara rápida en un segundo.

Es casi la hora de que Kai llegue y su padre, sentado en una de las mesas, lo espera junto con David. Sabe que su otra hija tardará un poco más.

-Será duro para ella.

-Fue lo correcto.

-Si lo olvidó fue por algo, David.

-Porque tú lo quisiste. Ella no sufría tanto haciéndolo.

No contestó. No podía. Lo que sí puede es gritar exasperado.

-¡Se vestía de hombre, por favor!

No era lo peor. Algunas veces se vestía de vampiro, otras con traje con corbata incluida. Pero no era lo peor, no. La rutina que llevaba a cabo con la hermosa chica, eso sí, era inquietante.

A Solomon no le fastidiaba tanto, dicho sea de paso. La vio llegar, a la antigua clase pero sin memoria, y sólo pudo sonreírle como anticipación a lo que sucedería después. "Lo vas a recordar y, entonces, veremos cómo te sientes". Ver cómo se siente Diva, también. A reinaugurar el club, ahora que las dos estaban de nuevo, una obra maestra.

Llega a la Enfermería pero por lo que escucha, da la media vuelta y se va.

- Es una encrucijada. Sabes que eres una chiroptera, hermana Saya. Pero te apenas de la realidad.

Está completamente roja. Asocia ya los comentarios de Kai sobre el uniforme que no le quedaba por el cabello corto y los ojos extraños.

-No lo haremos de nuevo, Diva. Yo te lo dije.

-¿Hacer qué?

Enrojece más. No se refería a "eso", pero Saya se atraganta. Tal vez la sonrisa torcida de Diva y la dirección en la que va su mano tengan algo que ver.

-Juré que no lo haría más. Por eso lo olvidé. El club. Y Haji me apoyó en todo.

-No me dejarás por razones tan estúpidas, hermanita Saya. Te estuve esperando.

El beso mojado que viene después deja a la chica de ojos carmesí sin argumentos, como hace tiempo ya, cuando hacía su rutina junto a Diva de "sisterly love" para entretener a los clientes del Host y todos sospecharon que no era tan de broma. Hasta Carl y Haji tuvieron sus dudas.

-Llenemos el espacio, hermana.

-Diva.

Las puertas del Host Club de la Preparatoria Ouran abren sus puertas una semana después, en el Tercer Salón de Música.

Dejan ver a una Saya con un elegante traje, parada junto a la silla donde su gemela, la reina de los cabellos largos, recibe a los clientes sonriendo con desdén.

-Bienvenidos.

Saya sabe que aunque vuelva a caer a propósito para escapar de todo eso, Diva y su despecho la traerán de vuelta aunque vaya hasta el mismo infierno. "Las gemelas vampiro nunca van a separarse, ni aunque mueras, Saya, hermana."

Haji y los cinco caballeros de Diva están detrás, algunos sonriendo con la boca, y otros más con la mirada solamente. Una gran proeza, "se pueden sentir orgullosos, caballeros."

El padre de Saya, desde su casa, ha perdido una batalla y Diva, después de su sufrimiento de princesa caprichosa, las gana todas.

Al menos por esta ocasión.

!dotación anual de crack, claim: saya/diva, universo alterno: ohshc/blood+

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