Tabla: Digielegidos
Fandom: Digimon
Claim: Hermanos Ishida/Takaishi
Personajes: Yamato Ishida, Takeru Takaishi.
Tema: #1 Unión
Nº de palabras: 750 (que hacen un total de 4198 para el
dekasem)
Notas: Para ser sinceros, esta escena me la inspiró Las Crónicas de Narnia
Advertencias: Ninguna
1: Unión
Takeru se mordía los labios casi hasta hacérselos sangrar mientras veía a Yamato enredándose en una lucha con visos de volverse despiadada. Porque aunque sabía que eran sus problemas, y que se hubiera sentido muy culpable si a su hermano llegaba a pasarle algo grave, a la vez no podía evitar sentirse tremendamente rabioso.
TK siempre había sido el nene de mamá, el consentido, el que no daba dolores de cabeza, porque para eso, siempre había estado Yamato, eternamente problemático con su carácter impetuoso y cínico. Pero Takeru sentía en lo más profundo que necesitaba someterse a alguno de esos trances, que presentía como tan de hombres, y Yamato nunca se lo permitía.
Una vez terminada la disputa por la interrupción del orden público, lo observó fijamente mientras Yamato sacudía la cabeza para sacarse el cabello de un ojo que, sin lugar a dudas, comenzaría a hinchársele en menos de lo que se tarda en decirlo.
- Takeru, no me mires así, por Dios.
Y, por supuesto, el menor bajó la vista.
- Y no pongas esa cara de cachorrito apaleado, ¿quieres?
Takeru no se contuvo más, le lanzó a los pies la mochila que había estado sujetándole, y comenzó a caminar rápidamente por la calle desierta, con los brazos cruzados, furioso. Yamato resopló y lo alcanzó en dos pasos largos. Lo tomó del cuello, como cuando eran pequeños, y TK se retorció como un animalito rabioso.
- ¿Se puede saber que demonios te pasa?- Takeru no respondió, y continuó mirando el suelo con ese gesto adusto y ofendido que hubiera provocado desmayos en más de una chica, pero que a Yamato sólo le arrancó una mueca. Se acercó y le posó una mano en el hombro, apaciguador.- ¿Piensas decírmelo de buena voluntad o voy a tener que sacártelo con tirabuzón? Sabes que no me gusta verte así.
Esta vez fue Takeru quien resopló- y Yamato no pudo evitar que se le escapara una sonrisa, (una sonrisa de esas que eran tan suyas, torcidas, de medio lado, y algo escalofriantes para quien fuera buen observador) porque sí, demonios, eran tremendamente parecidos.
- Y tú sabes que a mi me gustaría que me dejaras ocuparme de mis propios asuntos.
Así que ese era el quid de la cuestión.
Yamato abandonó todo intento de afabilidad, y se dio media vuelta.
- Olvídalo.
Takeru apretó los puños y las mandíbulas lo suficientemente fuerte como para juntar coraje para replicarle.
- ¡Tengo catorce años, Yamato! Si no es ahora, ¿cuándo?
El mayor se encogió de hombros, todavía de espaldas.
- Cuando yo me muera, tal vez.
El menor meneó la cabeza, violentamente, aunque sabía que su hermano no podía verlo. Siempre hacía lo mismo. Solucionaba los problemas de su hermano a puño cerrado, y luego se negaba a escuchar la conversación posterior. Cuando estaba de buen humor, decía que era porque Takeru tenía el don de la palabra, mientras que él era un desastre, y no podía darse el lujo de permitir que lo convenciera.
- No es así, Yamato. Las cosas no se resuelven de este modo.- Se mordió los labios antes de animarse a decirle algo que nunca antes le había dicho.- Necesito que me dejes plantarme como hombre.
Los hombros del mayor se convulsionaron, y Takeru creyó oír que Yamato se estaba riendo.
- ¿Plantarte como hombre? No me hagas reír, Takeru.
- ¡No, no te rías! ¡Es algo importante para mí!
- No, Takeru. Estás muy equivocado. No necesitas que yo te permita resolver tus problemas con los puños para ser un hombre. Tal vez eres un poco pequeño para darte cuenta, pero lo notarás con el tiempo. Además, nunca te lo permitiré, así que vete haciendo a la idea. Si quieres que sea sincero, te dejaría golpearte libremente con alguien por un único motivo: por el honor de Hikari.- Takeru sintió que se desinflaba, y no era sólo por el efecto sedante que siempre tenía sobre él el nombre de la castaña, sino porque ¿cómo podía discutir con su hermano mayor sobre algo que él insistía que era muy joven como para comprender?- Mientras tanto, yo estaré para resolver todos tus problemas que puedan ser resueltos.- Se acercó a él, y lo tomó de los hombros. Se miraron fijo a los ojos, que eran casi idénticos, y ambos no pudieron evitar reconocer algo de si mismo en el otro.- Porque eres mi hermanito menor, y te juro que me cuesta romper el cordón umbilical casi más que a mamá.