Drabblethon XXIX
Titulo: Obsesión manual
Fandom: Harry Potter
Paring: Gabrielle Delacour/Ginevra Weasley
Prompt: Dedos
Advertencias: Femslash. Lemon.
Extensión: 446 palabras- que hacen un total de 8444 para el dekasem
Notas: Es conveniente leer antes " Obsesión oral".
No era que a veces a Ginny le causara repulsión la lengua de Gabrielle hurgando en cada centímetro cuadrado de su piel. Todo lo contrario. ¿No les ha pasado alguna vez que simplemente no tienen ganas? ¿Qué quieren darse vuelta y dormir, o hablar de algo tranquilo, o pasar la mano lentamente por esa geografía tan conocida, suave, casi viciosamente? ¿Qué no tienen ganas de sexo desenfrenado, ni siquiera de recibirlo? Bueno, Ginevra Weasley, ser sexual por excelencia si los hay, había veces en las que no tenía ganas.
Pero Gabrielle era medio veela, y en la cama ese carácter casi animal era el que predominaba más a menudo que el de preciosa francesita educada para hornear pasteles y vestir la última moda como un guante. Y Ginny sabía que a Gabrielle no le importaba si ella tenía ganas o no, si ella quería sexo, simplemente lo tomaba, y siempre terminaba con la cabeza enterrada en su pubis entre el vello pelirrojo. Obsesión oral, lo llamaba Gabrielle.
A Ginny le fastidiaban un poco esas situaciones- dejando de lado el placer- pero habían dejado de causarle tanta molestia desde que descubrió que existía un modo mediante el cual podía vengarse.
Uno, dos y hasta tres dedos. Jugueteando, tocando suave, rozando apenas. Abriendo poco a poco los labios, para volverlos a cerrar, haciéndole cosquillas al clítoris. Gabrielle se retorcía como posesa y pedía por Merlín, por todos los dioses- y por algún ente en francés que Ginny solo oía nombrar bajo esas circunstancias-, que la penetrara, que le diera más, que le permitiera sentirla. A Ginny le gustaba hacerla sufrir un rato.
Pero cuando la piel de Gabrielle estaba tan perlada de sudor que era casi tan plateada como su cabello, y el cuerpo exhausto pedía clemencia de esa excitación que causa la anticipación del placer que no llega, Ginny la penetraba (no por darle el gusto, sino porque era ella misma la que ya no soportaba ni un segundo más.) La penetraba con los dedos índice y mayor de la mano derecha- sin complicación alguna; Gabrielle estaba tan húmeda y abierta como una fruta madura- y los arqueaba apenas en la punta- hasta que la espalda de Gabrielle se arqueara del mismo modo. Ginny sabía exactamente cuál era la forma de darle placer.
Cuando juntas escuchaban a alguien hablar de angustia oral, y Gabrielle reía, Ginny sabía exactamente en que estaba pensando. Entonces se acercaba a su oreja, le lamía apenas el lóbulo y le decía con un tono de voz entre amenazador y sensual, que era mejor que Gabrielle se curara de esa obsesión oral, si no quería seguir sufriendo las consecuencias de la obsesión manual.
Fandom: Harry Potter
Paring: Gabrielle Delacour/Ginevra Weasley
Prompt: Dedos
Advertencias: Femslash. Lemon.
Extensión: 446 palabras- que hacen un total de 8444 para el dekasem
Notas: Es conveniente leer antes " Obsesión oral".
No era que a veces a Ginny le causara repulsión la lengua de Gabrielle hurgando en cada centímetro cuadrado de su piel. Todo lo contrario. ¿No les ha pasado alguna vez que simplemente no tienen ganas? ¿Qué quieren darse vuelta y dormir, o hablar de algo tranquilo, o pasar la mano lentamente por esa geografía tan conocida, suave, casi viciosamente? ¿Qué no tienen ganas de sexo desenfrenado, ni siquiera de recibirlo? Bueno, Ginevra Weasley, ser sexual por excelencia si los hay, había veces en las que no tenía ganas.
Pero Gabrielle era medio veela, y en la cama ese carácter casi animal era el que predominaba más a menudo que el de preciosa francesita educada para hornear pasteles y vestir la última moda como un guante. Y Ginny sabía que a Gabrielle no le importaba si ella tenía ganas o no, si ella quería sexo, simplemente lo tomaba, y siempre terminaba con la cabeza enterrada en su pubis entre el vello pelirrojo. Obsesión oral, lo llamaba Gabrielle.
A Ginny le fastidiaban un poco esas situaciones- dejando de lado el placer- pero habían dejado de causarle tanta molestia desde que descubrió que existía un modo mediante el cual podía vengarse.
Uno, dos y hasta tres dedos. Jugueteando, tocando suave, rozando apenas. Abriendo poco a poco los labios, para volverlos a cerrar, haciéndole cosquillas al clítoris. Gabrielle se retorcía como posesa y pedía por Merlín, por todos los dioses- y por algún ente en francés que Ginny solo oía nombrar bajo esas circunstancias-, que la penetrara, que le diera más, que le permitiera sentirla. A Ginny le gustaba hacerla sufrir un rato.
Pero cuando la piel de Gabrielle estaba tan perlada de sudor que era casi tan plateada como su cabello, y el cuerpo exhausto pedía clemencia de esa excitación que causa la anticipación del placer que no llega, Ginny la penetraba (no por darle el gusto, sino porque era ella misma la que ya no soportaba ni un segundo más.) La penetraba con los dedos índice y mayor de la mano derecha- sin complicación alguna; Gabrielle estaba tan húmeda y abierta como una fruta madura- y los arqueaba apenas en la punta- hasta que la espalda de Gabrielle se arqueara del mismo modo. Ginny sabía exactamente cuál era la forma de darle placer.
Cuando juntas escuchaban a alguien hablar de angustia oral, y Gabrielle reía, Ginny sabía exactamente en que estaba pensando. Entonces se acercaba a su oreja, le lamía apenas el lóbulo y le decía con un tono de voz entre amenazador y sensual, que era mejor que Gabrielle se curara de esa obsesión oral, si no quería seguir sufriendo las consecuencias de la obsesión manual.