Lo que tengo es un castillo en el cielo- Glee- Plaine

May 03, 2012 03:07

Título: Lo que tengo es un castillo en el cielo
Fandom: Glee
Personajes: Blaine Anderson. Noah Puckerman. Quinn Fabray. Menciones de Kurt Hummel, Rachel Berry, Santana López, Beth Corcoran, Shelby Corcoran.
Parejas: Plaine. Menciones de HummelBerry, pasados Quick y Klainchel.
Extensión: 1791 palabras
Advertencias: Angst. Like... angst. Menciones poco precisas y seguramente bastante desacertadas a cuestiones médicas relacionadas con EM. 
Notas: No puedo escribir a estos dos sin angst, y me están partiendo el corazón. Seguramente haya una segunda parte, más adelante en el desarrollo de la enfermedad de Puck, a lo que se hacen unas vagas menciones en esta parte. Simplemente no me da el alma para escribirla ahora.

Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.

Semilla en la tierra- Carlos Chaouen


En el fondo, Blaine Anderson siempre supo que nació para el dolor.

Bueno, por supuesto, jamás lo diría con tantas palabras delante de nadie, porque está bastante seguro de que Santana sería capaz de dejarlo inconsciente de tanto golpearlo en la cabeza. Pero que se cuide de decirlo en voz alta delante de Santana, o delante de cualquiera, en realidad, no quita que realmente lo piense muy profundo en su fuero interno.

(A Blaine le da un poco de culpa pensar que está revolcándose en su desgracia dadas las circunstancias, cuando hay tanto que podría ser hecho, y asuntos más importantes de los que ocuparse, pero eso sólo le da culpa, y la culpa suma a la tristeza, y la tristeza suma al dolor, y al final del día todo es solo un gran círculo vicioso.)

En realidad no hay tanto para hacer, porque hace cuatro meses que se pidió la licencia indefinida en la universidad, y se dedica a hacer pequeños trabajos que puede hacer desde casa, y como él y Quinn se reparten a medias los turnos de la semana, con Kurt y Rachel haciendo rotación los fines de semana, la verdad es que técnicamente le queda mucho tiempo libre.

No hay tanto para hacer, pero hay mucho que lamentar, así que en la práctica no tiene tanto tiempo libre.

Sin embargo, la consideración es un poco inútil, porque hace dos años que Blaine ha dejado de medir su vida en cuestiones de tiempo y ha comenzado a medirla en dolores.

Primero fueron los dolores pequeños y esporádicos, que Puck se esmeraba puntillosamente en ocultarle, pero que Blaine descubría de todas formas, porque el día de hoy no podía aguantar la pantalla de la computadora más de quince minutos, porque veía todo demasiado brillante, y el día de mañana se tambaleaba en el lugar mientras intentaba caminar.

(Tiempo después, Blaine lograría sonsacarle que no era la primera vez que le sucedían esa clase de cosas y otras semejantes, que en realidad le venían sucediendo desde hacía muchos años, pero que nunca les había prestado importancia, porque nunca habían sido tan frecuentes ni tan desconcertantes. En el fondo, Blaine no se lo perdonaría nunca, ni se perdonaría el no haberlo visto él en casi diez años de estar juntos.)

Blaine está casi agradecido de aquella noche infame en la que no pudieron tener sexo y los dos terminaron en lágrimas, porque eso fue para Noah Puckerman la gota que rebalsó el vaso, y se dejó convencer en ver a un médico por primera vez.

(Casi agradecido, porque de todos modos era demasiado tarde, y Blaine se pregunta si no hubiera sido mejor que siguieran los dos en la ignorancia hasta el final. Se pregunta, también, si en algún momento de la historia no habrá sido demasiado tarde, si la historia hubiese sido diferente si hubiese arrastrado a Noah al médico cuando tenía dieciocho años y se le dormían a veces los dedos tocando la guitarra, pero la retrospectiva siempre es perfecta e implacable.)

Por supuesto, el diagnóstico no es del todo seguro- y la sola idea de que la única forma de asegurarlo es a través de una autopsia hace que a Blaine se le ericen todos los vellos del cuerpo-, pero de todos modos, el diagnóstico, la palabra en sí, la palabriquería médica en general, importan más bien poco. Lo que importa es la enfermedad en lo que la hace real y terrible, lo que importa es que Puck se le está deteriorando rápidamente entre las manos, y a Blaine le importa una mierda si la palabra que hay que usar para describirla tiene cinco letras o se pronuncia correctamente en francés- que no es el caso, en realidad el nombres es espantosamente sencillo, y encima responde a un adjetivo que multiplica mil veces su poder de destrucción.

Sin embargo, Blaine adopta la terminología para explicarse con ella frente a terceros, porque es mucho más sencillo utilizar esas dos palabras, que están relativamente al alcance de todo el mundo, google mediante, antes que hablar de los pequeños signos y de los dolores y de la frustración, y de la rabia, y de ese hombre maravilloso y lleno de carácter que a veces se le cae entre los brazos porque no es capaz de coordinar sus pies al momento de subir una escalera. Utiliza la terminología para explicárselo a Kurt y Rachel, que lo miran con los ojos muy abiertos y una pena y una lástima que Blaine cree que jamás podría recibir de buen modo. Utiliza la terminología para explicárselo a Quinn, comiéndose el orgullo y llorando lágrimas de rabia en el teléfono. Utiliza la terminología para explicárselo a Shelby y a Beth, porque es mucho más sencillo pronunciar esas dos palabras infames que ahondar en los detalles de la miseria, y además sabe que eso es algo que Noah nunca le perdonaría.

El diagnóstico le permite a Blaine, además, establecer nuevos límites y nuevos parámetros para su dolor y sus esperanzas. Blaine sabe, más o menos, con qué cartas está jugando, y en base a eso, puede saber qué esperar y qué es puro milagro. Puede saber qué es lo razonable que suceda- aunque eso no signifique que duela menos- y qué es un dolor adicional.

Un dolor adicional, es por ejemplo, que en las noches de llanto, esas noches de las que Puck no quiere que nadie sepa, y que por eso para Blaine son como dos puñales clavados en el pecho, llame a Quinn entre sollozos.

Blaine lo entiende, realmente lo entiende… pero eso no hace que duela menos. Pero Blaine nunca fue un controlador, y en el fondo sabe que jamás se perdonaría el no haber hecho todo lo que está en sus manos por aliviar el padecimiento de Puck aunque sea en lo más mínimo, así que Blaine se traga el orgullo y se quema los ojos llorando mientras le suplica por favor, Quinn, ven a verlo, sé que no le debes nada, pero te quiere a ti a tu lado, y yo ya no puedo soportarlo.

Quinn reserva un vuelo de emergencia y al día siguiente está en Nueva York con apenas lo puesto y un bolso de mano. Blaine se demora lo justo y necesario para darle las gracias con la voz quebrada y sin poder mirarla a los ojos, y los deja solos mientras se refugia en el departamento de Kurt y Rachel.

Kurt y Rachel lo reciben casi como en los viejos tiempos, y Blaine no sabe si eso es un alivio o un dolor adicional, porque definitivamente no se besan, pero duermen los tres juntos acurrucados en la misma cama, y nadie nunca va a llegar a conocerlo tan bien como KurtyRachel, pero Blaine se siente tanto o más intruso que al final de las buenas épocas, y no puede ignorar el nudo en la garganta que le taladra la cabeza con un sonido espantosamente parecido a la risa de Noah

Quinn lo llama por teléfono tres días después, y no está llorando, porque Quinn Fabray no llora, pero su voz suena cansada y a Blaine le da la impresión de que debe haber envejecido como diez años en esos tres días. Quinn no le pide, le ordena con su voz suave pero final que vuelva a la casa, y Blaine y su naturaleza dócil nunca fueron capaces de resistir esa clase de apelativos.

Cuando vuelve, se la encuentra de pie, apoyada contra la puerta, lista para irse, y le dice que vuelve a New Haven a poner sus asuntos en orden, y conseguir un sitio donde vivir en Nueva York y traerse una cantidad decente de ropa y Blaine asiente con la cabeza mientras siente que el estómago se le llena de ladrillos. Se abrazan, y vas a necesitar ayuda, Blaine, no vas a poder hacerlo sólo, pero voy a estar para eso, para ayudarte, no para reemplazarte, porque no quiero hacerlo, y aunque quisiera, no podría. No se dicen adiós cuando Quinn parte hacia el aeropuerto con los ojos húmedos.

Blaine no puede dar dos pasos dentro de la casa que se topa con Puck que lo escudriña con los brazos cruzados sobre el pecho.

- No me acosté con ella.- Y Blaine no está seguro si es una confesión o un desafío.

Blaine suspira, se acaricia las sienes con el pulgar y el dedo mayor de la mano izquierda.

- Lo sé, Noah.

- No pareciera importarte.

- No me importa.

- No te entiendo, Anderson.

- Noah, en tu momento de mayor debilidad, conmigo durmiendo a tu lado, pedías por ella entre lágrimas. Frente a eso, el que te acostases con ella sería prácticamente irrelevante.

A Puck le tiemblan las piernas, y Blaine se apresura a acercarle una silla y ayudarlo a sentarse con una eficiencia perfeccionada en las últimas semanas.

- ¿No puedes entender que no podía soportar la idea de no haber solucionado mi historia con ella de una vez por todas? Quinn y yo llevamos veinte años de historia a la espalda, Blaine. Veinte años y una hija. No es tan sencillo ignorar eso, y si me muero mañana, quisiera irme con la conciencia tranquila de que, por una vez, no nos dejamos nada en el tintero. Y si me muero mañana, quisiera que fuese contigo durmiendo a mi lado, Blaine.

Y por primera vez desde el diagnóstico, por primera vez desde el comienzo de esa espiral infernal, Blaine se permite llorar delante de Noah, que lo obliga a sentarse a horcajadas en su regazo y lo aferra contra su cuerpo y le acaricia los rizos oscuros mientras procura no estallar él mismo en lágrimas.

Blaine llora por el dolor acumulado, por el dolor inherente y el dolor adicional, llora por la rabia y por la culpa, llora por la frustración y la infinita tristeza. Llora por Quinn, y llora por Beth. Llora por Noah y su vida truncada, llora por la terrible fatalidad del destino. Llora, principalmente, por el miedo, y la pérdida, y el miedo irrefrenable a la soledad.

Llora porque el sufrimiento de Noah lo destroza, pero no puede evitar llorar porque va a perder su ancla a tierra.

Se abrazan largo y tendido, como hacía meses que no se abrazaban, y por primera vez esa noche hacen planes a futuro y proyecciones, dadas las nuevas circunstancias, y hablan de lo que saben, de lo que les han dicho y de lo que siente uno y presiente el otro sobre esa enfermedad terrible que se cierne sobre ellos como una tormenta.

Por primera vez esa noche, Noah deja que sea Blaine quien lo inyecte en el abdomen, y nunca, en diez años de convivencia, Blaine había sentido tanta intimidad.

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