Crepúsculo. Edward/Bella

Jun 24, 2007 20:18

Reto para:
deepclouds 
Fandom: Crepúsculo. 
Pairing: Edward/Bella.
Rating: PG.
Número de palabras: 354.
Notas: Situado justo al principio del libro, cuando Edward y Bella apenas se conocen.

Pero los vampiros sienten el frío tanto como los mortales, y la sangre de una víctima es, a menudo, el alivio rico y sensual del frío.
Entrevista con el vampiro - Anne Rice.

Era una imagen preciosa e irreal, atrapada en un cuento fantástico, como sacada de la fantasía del vampiro. Fuera hacía frío. Ella caminaba por el patio, ajena a todo, resguardada de la lluvia por un gracioso chubasquero de color azul. Las gotas de agua le mojaban el final del pelo y parte de la barbilla, creando un reguero húmedo que seguía por su mandíbula y terminaba en su cuello. Blanco y limpio, como el de una niña. Edward se preguntó cómo debía oler, cómo debía saber aquella piel bajo la cual latía la sangre. La sangre que sabía, tal vez por instinto, sería la más dulce que jamás había probado. Frustrado por lo que sentía, se aferró al muro de ladrillos, apretando la frente contra su dureza, deseando no desearla como lo hacía. Y cerró los puños tan fuerte que se hizo daño, mientras se empapaba bajo el torrente de agua helada. Bella ya casi había llegado al resguardo del edificio de enfrente, donde tendría lugar su siguiente clase, y él no pudo evitar pensar Necesito acercarme, sólo será un momento, no le haré daño; y al segundo siguiente estaba caminando tras ella, de una forma tan sigilosa que ni la propia Bella se dio cuenta. La fragancia de su piel mojada lo envolvió, y escuchó atentamente los latidos tranquilos de su corazón. Ingenua, preciosa en su ignorancia. Deseó alargar la mano y rozarla con sus dedos. Su piel debía estar caliente, al contrario que la de él. La fantasía de tenerla bajo él, con el cuello a unos centímetros de sus labios, pasó por su mente mientras alargaba el brazo para retenerla. Pero Bella alcanzó entonces el pasillo donde la lluvia ya no arreciaba, se quitó su chubasquero y entró en el edificio. Él sintió que las sienes le martilleaban mientras la veía alejarse. Síguela, es tuya, le decía el vampiro que llevaba dentro. Se arrodilló sobre el suelo mojado y apretó los dientes contra el labio hasta hacerlo sangrar. Esa niña no tenía la culpa de su maldición. Debía protegerla de sí mismo, aunque eso le conllevara tener que huir de Forks.

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