Título: Anécdotas para un alemán
Fandom: Fullmetal Alchemist
Claim: Edward Elric/Alfons Heiderich
Vicio: Escribir
Tabla: Vicios
Advertencias: Animeverse, fluffy.
Prompt #20: Escribir
Era curioso. Alfons tardó en percatarse, pero un día llegó a la conclusión de que, cuanto más escribía una persona, su caligrafía sólo iba a peor. Edward era una de esas personas. El alemán le había conocido prácticamente entre papeles; sus manos, especialmente la izquierda, habitualmente presentaba manchas de tinta negra. Cuando Alfons revisaba sus apuntes, especialmente si estaban escritos en alemán, a menudo se desesperaba tratando de encontrarle significado a un puñado de florituras sin sentido, que más que palabras, eran churros dibujados.
Y fue esa horrorosa escritura la que en aquella ocasión rompió un poco el recién adquirido romanticismo entre el alemán y el alquimista.
La silenciosa biblioteca de la universidad de Munich se encontraba en la planta baja. De vez en cuando los estudiantes que querían aprovechar el escaso buen tiempo de la ciudad, pasaban cerca de las ventanas. Alfons mantenía la vista entre las líneas de un pesado libro de física, cuando unos golpecitos en la ventana más cercana le distrajeron.
Su compañero de piso -y actualmente, también de cama-, había escrito algo en un trozo de papel que sujetaba contra el cristal de la ventana para que Alfons pudiera leerlo. Parecían tres palabras, pero, para variar, eran poco legibles y el alemán no logró entenderlas. Miró a Edward, se encogió de hombros y negó con la cabeza, indicándole a Edward que no sabía lo que le quería decir. El alquimista se señaló el pecho con el dedo índice, y luego señaló a Alfons, desconcertándolo aún más.
El joven alemán observó al compañero que estaba sentado frente a él, buscando ayuda, pero compartía la misma expresión de desconcierto, con el deje de una sonrisa en la comisura de los labios. Cuando volvió a mirar a su compañero de piso, le vio con la cabeza apoyada en el cristal, desesperado.
Alfons perdió la paciencia: se levantó, se dirigió hacia la ventana y la abrió para encararle.
-¿Qué quieres? -bufó, molesto.
Edward arrugó el ceño con una mueca de disgusto.
-¡A ti, idiota! -replicó, señalando el papel, indignado.
Detrás de Alfons, las risitas de sus compañeros rompieron el silencio de la biblioteca, y éste no pudo evitar sonrojarse.
-Antes de montar un espectáculo así, aprende a escribir -gruñó, justo antes de cerrar la ventana ante las narices del alquimista y volver a su sitio.
Edward pestañeó, incrédulo. Hacer tal ridículo le había traído un considerable dolor de cabeza, y una espectacular superación de su vergüenza, y le había salido el tiro por la culata.
Unos nuevos golpecitos le sacaron de su ensimismamiento; era Alfons. Con otro papel. Éste decía, claramente “ich liebe dich auch”.