Comunidad:
reto_diario,
mision_insana.
Título: Atención a los baobabs.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Claim: Fran/Fuuta.
Tabla:
Random 5.
Prompt: Sufrir.
Advertencias: FYL o algo así. Spoilers del Arco del Futuro. OoC espantoso u_uU.
Notas: No me gusta :'D *Se va a llorar en un rincón por arruinar su propia idea tan espantosamente*.
Su relación con Fran nunca había sido de las mejores. Para empezar, el ilusionista sencillamente era incapaz de llevarse bien con la mayoría de las personas, por su costumbre de insultarlas, humillarlas a base de comentarios sarcásticos o sencillamente decir exactamente lo que más les molestaba. Y aunque Fuuta era bastante paciente, había preferido sabiamente alejarse de una persona tan “dañina” como Fran (principalmente porque estar cerca de él significaba estar en el centro de casi todas las explosiones que se producían en Namimori).
También había otro motivo por el cual prefería mantener distancia de él. En la lista de personas que Fran encontraba más entretenidas (y por “entretenidas” él entendía “más divertidas de atormentar con ilusiones”), Fuuta se encontraba entre los primeros lugares. No había necesitado ningún ranking que se lo dijera, bastó con un par de encuentros con él para enterarse de eso.
Aún tenía pesadillas con algunas de las ilusiones en las que Fran lo había metido, a pesar de los años.
Y como si los comentarios y las ilusiones perturbadoras no fueran suficientes, había un tercer motivo para no acercarse a Fran.
Era el discípulo de Rokudo Mukuro.
No necesitaba decir más que eso.
(Aunque tal vez era un poco discriminador en ese punto, ya que sólo lo tenía en cuenta con Fran y no con Chrome).
Tenía buenos motivos para alejarse del ilusionista. Muy buenos motivos, de hecho. Y aún así, el joven siempre parecía poder arreglárselas para arrastrarlo consigo a donde fuera. Porque siempre, siempre terminaban pasando más tiempo juntos del que Fuuta consideraría sano para su salud mental y física. Lo cual en realidad sencillamente le daba más razones para no querer nada con Fran.
Todo en ese razonamiento era muy lógico: Estar con el ilusionista simplemente le causaba problemas, así que lo mejor que podía hacer era evitarlo, ¿cierto?
El problema aparecía cuando tenía al joven encima suyo en esa cama, tomándole por las muñecas como si creyera que podría escapar de lo contrario (tal vez porque eso era exactamente lo que, considerando la situación, Fuuta debería haber hecho, pero que nunca, nunca haría), mientras sus rostros estaban tan cerca que sus labios casi podían rozarse. Era entonces, cuando miraba a esos ojos verdes que ya conocía demasiado bien para su gusto, que sabía que no había ni siquiera una minúscula parte de su cuerpo que quisiera alejarse de Fran.
Al contrario, consideraba que no estaban lo suficientemente cerca.
(Y seguía creyéndolo cuando ya no había distancia que separara sus labios, y se dejaba sumir en aquel beso que cada vez se tornaba más hambriento, aún cuando sabía que no llegarían a nada).
Si hubiera querido entender sus sentimientos en aquel momento (y no quería, estaba ocupado en cosas más importantes), le hubiera sido completamente imposible. Pero más tarde, Fran mismo sería quién le señalaría, haciendo uno de sus comentarios habituales, una posible causa de todos sus problemas con él.
“Eres un idiota masoquista”.
Y tal vez realmente lo era.
O tal vez, como Fran sabía que era así (más allá de lo que dijera o no), Fuuta sencillamente era un “idiota demasiado bueno para su bien”.
(Y eso era lo que le gustaba de él).