{viñeta: noche de insomnio} (original: sucia sociedad)
personajes. lázaro grimm, lioba espiro, raoul monster, marizza dalton.
tabla.
tres.
notas/advertencias. spoilers y angst, supongo.
palabras. 424.
(para
decolorins)
Baja las escaleras con cuidado. Cierra los ojos, pasándose una mano por la cara, y bosteza. Quiere quitarse el sueño, pero no puede.
(Tampoco puede quitarse ese sentimiento amargo de culpabilidad; y sabe que tiene qué vivir con él.)
Se encuentra con las luces de la sala encendidas. El cuerpo de un hombre se ve en el sofá. Está acostado, mirando fijamente la chimenea. Lioba lo reconoce, pero se extraña. ¿Qué hace despierto tan temprano? Aunque ahora que recuerda, no es tan temprano. De hecho es tarde. ¿O no? Sacude la cabeza un poco.
-Nunca es fácil comprender las horas cuando tienes insomnio.
Se queda parada ahí, con el blusón morado oscuro, esos pantalones cortos de color naranja chillón y el cabello revuelto. Abre la boca para decir algo, pero él se sienta correctamente en el sofá y la mira, con una sonrisa bajo sus labios.
-¿Raoul?
Él se encoge de hombros, levantándose. Se sacude el pantalón, y es entonces cuando Lioba nota el panqué que estaba comiendo. Muy probablemente en unas cuantas horas Nívea haga todo un drama por las hormigas que aparecerán al mismo tiempo que el sol por las ventanas.
-No tienes idea de cuánto nos parecemos. -sonríe. Su voz suena tétrica, calmada, ausente. Lejana y muy poco Raoul.
Lioba parpadea.
-¿Disculpa?
Pero él ya ha empezado a caminar hacia su habitación. La castaña camina hacia él, haciendo que se oigan sus pasos descalzos por la madera del suelo. Y con eso le basta a Raoul para detenerse, girarse un poco y mostrarle ese gesto ausente, triste... culpable.
-Amando a alguien que vas a terminar traicionando. -arrastra las palabras. La mira a los ojos, con una sonrisa llorona y el mismo gesto muchas veces antes mencionado. -Pero no vamos a decir nada, ¿cierto? Porque aunque todo cambie el final va a ser el mismo.
Se gira, da unos cuantos pasos encalcetinados (como los llama Rebecca) y abre la puerta de su habitación. A lo lejos oye la voz de Marizza, preguntando el por qué de su olor dulzón, y Lioba lo comprende. Sigue preguntándose el por qué, el qué, el cómo y muchas cosas más, pero lo comprende.
Sube las escaleras descalza, ignora cuando se golpea el codo con el barandal del segundo piso y se mete entre los cobertores de la cama y los brazos calientitos de Lázaro.
-¿Dónde estabas?
Lioba no sonríe, pero pretende hacerlo.
-Fui al baño.
(Castaños, con diferentes tipos de insomnio y, aparte, uno más mentiroso que el otro. Pero iguales al final de la factura.)