Tercera parte y última parte del fic. La nueva, vamos. Si no habeis leido las otras partes os recomiendo que las leais primero para enteraros de que va.
III
La temperatura era agradable y por eso, y solo por eso, Cuddy siguió a House por las calles de Nueva Jersey en busca de aquel parque misterioso que tanto cautivaba a House. Este le había dicho que algunos días hacía lo que estaban haciendo, compraba comida en el McDonalds y la comía en uno de los merenderos que había el en parque viendo a la gente pasar. Bueno, eso último no lo había dicho pero Cuddy estaba segura que esa era una de las razones por las que iba a aquel lugar.
Seguramente sin nieve era aún más bonito aunque ver las copas de los árboles de color blanco era una experiencia gratificante. Había nevado la noche anterior pero las temperaturas habían subido desde entonces derritiéndola y formando charcos que sorteaban como podían sin llenarse los zapatos de barro.
-Allí -señaló House a un merendero que estaba cerca del lago.
-Es un sitio precioso, House -dijo ella mientras se dirigían allí.
-Para que veas que sé tratar bien a mis citas -le guiñó un ojo.
Cuddy iba a repetir que aquello no era una cita, sino una simple comida entre amigos, pero se calló. Tampoco quería pensarlo demasiado pero ella no iba a comer con un amigo a ningún parque, aunque eso era lo de menos.
Le asustaba que aquella comida sí que se estuviera convirtiendo en una cita de verdad. Eso la ponía nerviosa porque no sabía cuando podía y debía decirle que no a House.
Disfrazó ese nerviosismo con una sonrisa, como siempre hacia cuando House la sacaba de sus casillas y tenía que tragarse las ganas de gritarle hasta que se quedara ronca. Sin embargo House no pareció advertirlo, afortunadamente para ella, porque se estaba acomodando en uno de esos merenderos que había por ahí que parecía relativamente seco pero Cuddy no quiso comprobarlo por si misma, al menos en ese momento.
-Con lo cómodos que estaríamos en el McDonals -dijo mientras dejaba el paquete sobre la mesa, que aunque no lo parecía pesaba bastante.
-Comer en un McDonals es para fracasados que no tienen con quien comer. El parque es más... romántico, sobre todo en un día como hoy que solo faltan esos angelitos colgados en las copas de los árboles como tu has hecho con todas las paredes del hospital. No notas como el aire huele de manera diferente? Las horas de los árboles empiezan a salir, los pájaros... -mientras decía esas cosas hacía gestos exageradamente teatrales.
-House, te has tomado algo mientras caminábamos sin enterarme.
Porque parecía que se había tomado más vicodinas de la cuenta que estaba colocado
-Oh, vamos Cuddly -ella tragó saliva cuando House dijo ese nombre que le traía demasiados recuerdos- Solo intentaba animar esa cara de vinagre que tienes desde esta mañana. Creía que te gustaba este día.
-Eso era antes.
No quería que viera que al pronunciar ese nombre le habían venido a la mente imágenes del pasado, sobre todo porque hacía veinte años que nadie la llamaba así. Así que se dispuso a abrir el paquete para ver que contenía ese misterioso menú de San Valentín.
Sin embargo todavía resonaba en su cabeza ese apodo y no podía dejar de recordar las veces que en la universidad, él la llamaba de ese modo. Casi siempre cuando estaban abrazados después de tener sexo y siempre para hacerla rabiar porque a ella no le gustaba que la llamara así. En aquella época House tampoco hacía caso a lo que le decía. Ella suponía que era como un apelativo cariñoso, como cariño, amorcito y todas esas tonterías. House la llamaba Cuddly aunque ella se hartara de pegarle, en plan broma claro y en esos momentos no tenía nada de mimosa.
Cerró los ojos un momento para concentrarse en lo que estaba haciendo. Notó como House la estaba mirando sin hacer nada con una intensidad que la hacía estremecerse de tal manera que tenía que poner los cinco sentidos para ver lo que había dentro del paquete que estaba abriendo.
Ahogó un pequeño grito en su garganta cuando miró el contenido de la caja de cartón. Sus ojos se posaron en House que también estaba inspeccionándolo, pero había una diferencia con la expresión de su cara. House sonreía.
-Que es esto? -preguntó poniendo los brazos en las caderas y levantando una ceja.
-Hamburguesas, patas, ensalada... comida y bebida y sabes... esas cosas que impiden que nos muramos de inanición y que a ti se te van al cul...
No continuó porque la mirada asesina que ella le estaba lanzando haría callar a todo el mundo y dejarlo mudo hasta el día del Juicio Final.
-Se lo que es House, lo que estaba preguntando es porque, a excepción de las hamburguesas, solo hay una cosa de cada.
-Muy fácil, es un menú compartido. Lo que me ha fastidiado ha sido lo de las hamburguesas. Creía que tenía que luchar por tener la mayor parte.
-Eres un crío y lo sabes, verdad?
House no le hizo caso y empezó a sacar las cosas del paquete y a ponerlas sobre la mesa. Cuddy intentó no pensar que tal vez esa mesa no reunía las condiciones del Ministerio de Sanidad para comer sobre ella, así que tenía su vista fija en un pato blanco y negro que nadaba por el lago que tenían al lado. Sin embargo la exclamación de House le sacó de esa imagen tan entretenida.
-Sabía que estos chicos no me fallarían.
A no ser que los chicos de House estuvieran metidos en el paquete, cosa probable porque así se explicaría porque pesaba tanto, él no se refería a sus ayudantes, aunque en un momento Cuddy pensó en girar la cabeza y comprobar que no se acercaban sonrientes por haber chafado su cit... su comida. Pero no eran esos chicos a los que House se refería, sino a los del McDonals y Cuddy comprobó a que se debía su sonrisa cuando se fijó en un trozo de papel a cuadros rojos y blancos que House sacaba de ahí.
Un mantel a cuadros, genial. Ahora eso si que se parecía a un picnic en el campo, solo faltaba que se sentaran en el césped, imposible porque estaba lleno de barro, a contarse batallitas de la universidad.
-Oye, que puedo yo solo, eh? -se quejó House mientras apartaba la caja como podía para extender el mantel sobre la mesa.
-Como te veía tan dispuesto... -ella le ayudó sosteniendo la caja con toda la comida
-No tengo suficientes brazos para hacer dos cosas a la vez, en realidad puedo hacer dos cosas a la vez pero no sería con los brazos.
Cuddy puso los ojos en blanco mientras él ponía el mantel. Cuando parecía que estaba plano ella dejó otra vez la caja, esta vez sobre el mantel y se inclinaba sobre la mesa para sacar las cosas y dejarlas allí. Esta vez House tampoco hacía nada. Se habría quedado exhausto tras la ardua tarea de colocar ese trozo de papel sobre la mesa. Sin embargo cuando acabó encontró una razón más simple, él le estaba mirando los pechos. Ela carraspeó y House pareció salir de su ensimismamiento.
-Que te parece?
-Que es la primera vez que en el día de San Valentín comeré comida basura.
Dos hamburguesas, una ensalada, un paquete de patatas y un refresco con dos aberturas para las pajitas constituían todo el menú. Todo, menos las hamburguesas, de tamaño extragrande por supuesto.
-Algún día tenía que ser la primera vez. Pero no te quejarás de la compañía, eh?
-Bueno -Cuddy sonrió mientras bajaba la cabeza para que él no la viera- No está mal -pausa de unos segundos mientras lo miraba de reojo para ver su reacción. House también sonreía- Pero las he tenido mejores.
-Ouch -House simuló que se le había clavado algo en el corazón- Ibas muy bien Cuddly, ahora como castigo no te daré ensalada.
Cuddy intentó reprimir una carcajada mientras veía que House cogía el recipiente donde estaba la ensalada -con dos tenedores pegados en otra bolsa aparte- y se la ponía en su espalda. Parecía un niño de siete años intentando provocar a su madre. Ella se sentó a su lado con cara triste.
-Bueno... Yo no te daré patatas! -gritó de improviso mientras hacía lo mismo que él pero con la bolsa de patatas que quemaba un poco en su mano.
-Ey! No es justo! Yo no te he dicho nada malo.
-Me estoy cobrando todas las veces que si lo las hecho. Ya sabes lo que dicen, la venganza se saborea mejor en frío.
Era un juego y ambos lo sabían porque habían estado jugando casi desde que se conocieron. Consistía en retar al otro para ver cual aguantaba más. Normalmente esos juegos se quedaban en tablas por algún elemento externo que les interrumpía, pero ahora solo estaban ellos dos, sentados en el merendero de aquel parque mirándose fijamente, intentando que el otro claudicara.
Una sonrisa de triunfo se formó en la cara de Cuddy cuando oyó unos sonidos que provenían de la barriga de House y este ponía los ojos en blanco.
-Bueno, vale, te doy la mitad de la ensalada si tú me das la mitad de las patatas. Pero vamos a comer que me muero de hambre.
Era increíble, había ganado! House estaba poniendo la ensalada sobre la mesa mientras abría la tapa para ver su contenido. Lechuga, tomate, maíz, zanahoria rallada... no estaba nada mal. Sin embargo ella todavía no soltó el paquete de patatas, que todavía quemaba un poco en su mano. Cogió una y se la comió. O al menos lo intentó porque en esos momentos estaba exultante y no se le ocurrió que si el paquete estaba caliente era porque las patatas también lo estaban. El resultado fue que se quemó la lengua.
Rápidamente intentó coger el refresco pero House vio sus intenciones y lo hizo él antes.
-Ajá! Ahora te tengo donde yo quería.
-Tú querías que me quemara la lengua con una patata frita? Recuérdame que nunca más salga a comer contigo si quiero salir ilesa.
-No me refiero a eso, sino al tenerte suplicando por algo.
-Yo siempre te estoy suplicando por algo, House -dijo ella mientras se acercaba lentamente hacía donde estaba él para quitarle de improviso el refresco- para que pases consulta, redactes tus informes, no dejarme en ridículo frente a nuestros benefactores... -Mierda, House había visto sus intenciones y lo ocultó detrás de su espalda-Y ahora dámelo!
-Bueno, si me lo pides así... -parecía que se lo iba a dar pero negó con la cabeza segundos después- No, quiero oírte chillar un poco más.
-No te quiero hacer daño.
-Wow, ahora te pones agresiva. Lástima que te hayas dejado el látigo en tu oficina.
-Quieres que te suplique? Pues bien, por favor Doctor House sería tan amable de pasarme el refresco antes que me tengan que amputar la lengua?
Casi podía sentir como las lágrimas se agolpaban en sus ojos queriendo salir, estaba segura que con un sorbo se le quitaría el escozor que sentía en la lengua, solo esperaba que House le diera el refresco, así que le tendió la mano y esperó en silencio mordiéndose los labios y poniendo esa cara de pena que a House le funcionaba casi todas las veces.
-Umm... no sé... una jefa que no pudiera hablar tendría sus ventajas, sobre todo...
-House! No tenías hambre? Pues toma las patatas -las dejó encima del mantel- y dame el maldito refresco!
-Sabes que esos chillidos tuyos me ponen a cien? -dijo él moviendo las cejas de arriba abajo.
-Eres un crío inmaduro -ella se levantó dispuesta a irse a buscar cualquier fuente que estuviera cerca de allí para aliviar el fuego que tenía en la boca.
-Vale, vaaale, no te pongas así -cogió una pajita y la metió en una de las aberturas- toma, antes estaba bromeando con eso de una jefa muda, no estas nada sexy así.
-Gracias -ella le sonrió irónicamente.
Bebió y se sintió mucho mejor. House ya había empezado a desenvolver la hamburguesa mientras comía patatas.
-Que boca más sensible que tienes -dijo apuntándola con una- para mí están un poco frías.
-Será que las vicodinas te han insensibilizado al dolor, porque siguen estando calientes -Cuddy masticó poco a poco intentando no tocar la zona dañada.
-Ey! No te metas con mis mejores amigas, que acaso yo me meto con esos sujetadores que hace que parezca que tienes dos tallas más de pecho?
-Los hombres siempre pensando en cosas tan profundas, vuestro cerebro tiene que echar humo -dijo ella antes de dar un bocado a su hamburguesa.
A pesar de que su apariencia exterior daba la impresión de que se escandalizaba cuando House la miraba de esa manera y se refiriera más veces a sus pechos y a su culo que a ella en el fondo le gustaba que él se fijara en esas cosas, por eso se vestía con esos escotes y faldas tan ajustadas. Le gustaba vestir así y se veía fantástica y le gustaba que a House se fijara en ella.
La comida tranquila, algunas bromas sexistas por parte de House que ella contrarrestaba con una mirada asesina y mucho ingenio. Él había acabado más pronto pero picoteaba patatas fritas del montón de Cuddy, lo que hacía que a veces sus dedos se rozaran “sin querer” cuando escogían la misma patata. A ella no le importaba que hiciera eso, tanto el rozarle como robarle patatas, ya que prefería ensalada. Al menos eso pensaba hasta que la ensalada se acabó, le quedaban pocas patatas y House seguía cogiendo.
-House, deja de cogerme patatas, son mías.
-Tu te has comido más de la mitad de la ensalada y yo no he dicho nada, así que por lógica me corresponde una parte de tus patatas.
-Creo que la parte de mis patatas que te corresponde ya te la has comido. Estas son mías, apenas he comido antes.
-Vaaaaaaaaaaaaaaaaaale, muy bien, todas tuyas.
Es tono afligido no consiguió convencerla. Tranquilamente acabó con la hamburguesa y se comió poco a poco las patatas. Tal vez más despacio de lo que podía haberlo hecho.
-No me quieres dar esa? Es la última. Apiádate de este pobre cojo.
Como House podía ser tan buen actor? Sabía que quería la patata por cabezonería más que por otra cosa, pero con esa mirada desvalida, ese tono apesadumbrado y esos morritos de niño de cinco años... Además de que se estaba acercando peligrosamente a ella. Una sensación rara en el estómago empezó a invadirle. Seguramente era la comida que le había sentado mal, no podía ser otra cosa. El nudo en la garganta era lo único que no cuadraba en el diagnóstico, tal vez debido a que cada vez estaban más y más cerca...
-No -su voz le salió sorprendentemente normal, aún teniendo a House a pocos centímetros, casi se podía decía milímetros.
-Bueno, tu te lo has buscado.
Sin darle tiempo a reaccionar se abalanzó sobre la mesa y cogió la patata frita. Un segundo después la enseñaba orgulloso en su boca, la tenía en sus labios, como un cigarrillo.
-Te gané.
Poco a poco la patata iba desapareciendo mientras se la comía orgulloso.
-De eso nada.
Debería haber pensado lo que iba a hacer antes de hacerlo. Ella era una persona sensata y siempre lo hacía, al menos cuando no estaba con House. Llegó demasiado tarde. House ya se había tragado la patata. Su plan consistía en intentar coger ese trozo de patata que sobresalía de la boca de House y comérselo. Solo quería sorprenderle y que él no ganara.
Ahora los sorprendidos eran los dos.
Labio con labio. Al principio con los ojos abiertos de la sorpresa. Luego con los ojos cerrados y dejando pasar los segundos.
Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...
Ninguno de los dos parecía muy dispuesto a despegar sus labios del otro.
Catorce, quince, dieciséis...
Tal vez los dos se pusieron de acuerdo para separarse, Cuddy no lo sabía. No lo sabía porque al segundo de hacerlo ya echaba de menos los labios de House contra los suyos. No sabía que los echaba tanto de menos, quería volver a probarlos, a recorrerlos con su lengua, comprobar que seguían igual que hacia veinte años.
Lo miro a los ojos ya que tenía su vista en sus labios. House la estaba mirando. Sonriendo. Ella también sonrió.
Los labios de House fueron increíblemente sexy cuando se pasó la lengua por ellos. Los necesitaba.
Pareció que House leyó sus pensamientos, o es que tus gestos decían que estaba tan patéticamente desesperada como realmente estaba. Las intenciones de él eran claras y ella no iba a hacer nada para pararlo.
Bueno, nada no iba a hacer. Participaría activamente en ese acontecimiento. Muy activamente. Tanto que su mano recorrió el brazo de House de abajo a arriba, pasó por sus hombros y por fin llegó a su destino, su nuca.
A pesar de que sus intenciones iniciales eran otras, el pelo de House era demasiado tentador para no juguetear con el, se quedó en esa posición, esperando, mirando fijamente esos ojos azules y viendo que al fin se acercaban más y más. Lentamente, como una tortura para ella. Hasta que al fin se acercaron tanto que Cuddy no pudo ver más que aquel océano embravecido.
Luego no vio nada. Lo sintió. Cerró los ojos mientras notaba el alieno de House haciéndole cosquillas en sus labios. Notó como la acariciaba en una mejilla -en esos momento su mente estaba demasiado ocupada para saber si era la izquierda o la derecha- al tiempo que sus labios se encontraban por segunda vez en pocos minutos.
Ese encuentro no fue tan fugaz como el primero. Ni tan tranquilo. El parque desapareció para ellos, estaban mucho más ocupados recorriendo el cuerpo del otro y saboreando los años perdidos como para oír los truenos a lo lejos y mucho menos para ver que unos nubarrones grises se formaban encima de ellos.
La lluvia empezó a caer poco a poco.
Gotas pequeñas al principio. Cuddy notó como una le cayó en su cara. Era la vuelta a la realidad.
-Está lloviendo! -miró hacia arriba poniéndose una mano a modo de visera para protegerse.
-Tampoco es para tanto, son cuatro gotas. Además dicen que lo besos en la lluvia son más apasionados.
La volvió a atraer hacía él. Cuddy no opuso resistencia en un principio, pero el sonido de un trueno hizo que cambiara de opinión.
-Vamonos House -dijo rompiendo ese beso y separándose de él- Nos vamos a mojar.
Se levantó y empezó a recoger las cosas. O al menos lo que quedaba de ellas ya que la caja de cartón que había servido para meter las cosas estaba inservible por la lluvia.
-Jo, ahora que empezaba lo interesante. No podemos acabar lo que hemos empezado?
Ella sonrió recordando las sensaciones de unos minutos atrás. Quería acabarlo. Porque no? Cuando eran jóvenes no les importaba que lloviera o nevara para disfrutar de los besos que se daban. Sin embargo negó con la cabeza, ya no eran jóvenes.
-No -pronunciar esa palabra le producía un gran esfuerzo por su parte pero la lluvia empezaba empaparles y tenían que salir de allí. Alguien tenía que ser la mayor en esa pareja.
-Tu boca dice no, pero tus ojos me dicen que sí -dijo él sugerentemente.
-Y mi mano dice, vamos levántate de ahí.
Le tendió la mano para ayudar a que se levantara. Por unos segundos pensó que no se la iba a coger, conocía a House y era demasiado orgulloso para aceptar ayuda. Sin embargo él la sorprendió haciéndolo con fuerza. Cuddy tiró de él y House ayudándose de su bastón se levantó. Aun así, se quedaron cogidos de la mano, sintiendo su tacto y mirándose fijamente. Estaban cerca. Muy cerca. No sentían la lluvia cayendo sobre ellos. Dejando el bastón apoyado sobre el banco en el que estaban sentados y sin perder el contacto visual House puso un mechón rebelde del pelo rizado detrás de la oreja de Cuddy.
La respiración de ella pareció incrementarse cuando vio lo que House pretendía en ese momento. Era lo contrario a lo que quería pero cuando sus labios se juntaron dejó de pensar racionalmente...
Oh, mierda, porque se separaba? Ella todavía quería seguir con aquello y ahora era House quien paraba. Porque sonreía?
-Eres una mentirosa.
Las gotas de lluvia le caían por la cara y eso le hacia parecer más sexy. Cuddy gruñó con fastidio.
-Todo el mundo miente, no?
Sus ojos azules la miraron con extrañeza unos segundos. Luego adquirieron un brillo que ella todavía no había visto en ellos.
-Tu no eres todo el mundo. Al menos para mí.
Aquellas palabras la dejaron sin respiración. Esas palabras significaban realmente lo que estaba pensando? Gregory House se estaba declarando bajo la lluvia? Lo miró sorprendida, intentando asimilarlo. Bajó su vista hacia sus manos todavía entrelazadas. Cogió su otra mano y sonrió. Alzó la cabeza. House la miraba un poco preocupado. Tal vez pensara que lo iba a rechazar.
-Tu también eres único para mí.
La cara de él se iluminó por momentos, señal que había comprendido el significado de esas palabras en su nuevo código secreto. Cuddy tuvo la tentación de decir “Si tu abandonas, ellos ganan” pero sabía que House no lo comprendería porque ni ella sabía que significaban esas palabras que se le habían formado en su mente.
Un relámpago rasgó el cielo y el trueno resonó unos segundos después. Cada vez llovía más.
-No se tú House, pero yo no querría recordar este día como el día que pillamos los dos una neumonía por estar bajo de la lluvia durante demasiado tiempo.
-Vale, me has convencido porque yo quiero recordarlo por otra cosa.
Caminaron todo lo deprisa que podía House intentando alejarse del barro que parecía que se multiplicaba por momentos y a pesar de su cuidado sus zapatos se mancharon sin remedio. Cuando salieron del parque se pararon bajo de unos balcones para que House descansara un rato.
-Y bien, que hacemos?
Cuddy miró su reloj.
-Son más de las cuatro! A las cinco tengo una reunión. Pero con esta lluvia... Si al menos hubiésemos venido en coche... -le recriminó a House
-Tampoco es para tanto y además ya nos hemos mojado, que más da un poco más?
Le tiró del brazo para que lo siguiera y ambos se dirigieron hacia donde estaba la moto de House.
-Está mojada -dijo ella cruzándose de brazos cuando llegaron.
-Tu también estás mojada.
Lo había dicho con tanta doble intención que Cuddy se sonrojó involuntariamente y bajó la mirada unos momentos. House había empezado a sacar las cadenas que envolvían las ruedas de la moto y pareció no darse cuenta. Luego sacó los dos cascos y le tendió uno.
-Ahora tienes el pelo hecho un asco así que no te preocupes por eso.
Que gracioso. Sonrió irónicamente mientras se ataba el casco. House ya había colocado el bastón en el soporte especial para ello y estaba poniendo en marcha la moto.
-Vamos sube, los peces gordos te esperan.
No era una de esa clase de reuniones la que la esperaba pero no quiso entretenerse explicando a House que era una simple reunión contable, así que subió a la moto y se apoyó en House sin los prejuicios de la vez anterior mientras lo rodeaba con sus brazos a la altura de la cintura.
-Ey! Cuidado, que acabo de comer.
-Lo siento -ella aflojó aquel “abrazo”
-No te preocupes, no permitiré que te caigas de la moto.
Es un alivio, pensó decir ella irónicamente, pero no pudo porque los motores rugieron con fuerza y empezaron a recorrer las semidesiertas calles de New Jersey.
El perfil del Hospital se divisó diez minutos después y House condujo su moto hacia el protector aparcamiento subterráneo.
-Por fin -Cuddy se bajó de la moto y estuvo a punto de ponerse a saltar de alegría por estar en un sitio con techo.
-Tan mal te lo has pasado en nuestra cita que te alegras que haya acabado?
Ella no le hizo caso por un momento, se estaba secando el pelo como podía dando vigorosos movimientos de cabeza y retorciéndoselo.
-Me lo he pasado genial, House, no digas tonterías.
Éste se veía un poco decepcionado.
-Genial? Ya está? Ese es tu veredicto?
No contestó sino que se dirigió hacia donde estaban los ascensores. House las seguía y Cuddy aminoró la marcha porque quería que la alcanzara. Quería saber si lo que había pasado continuaría pasando o simplemente fue la magia del momento en aquel parque. Uno de los ascensores estaba en esa planta y Cuddy subió a él, pero espero a que House también lo hiciera.
Se acercó a ella, dejándola casi sin espacio personal. Cuddy estaba apoyada en la pared y notaba como la ropa mojada se le estaba pegando al cuerpo.
-Solo genial?
Cuddy sonrió mientras apretaba el botón de la planta baja.
-He tenido citas de San Valentín donde no he acabado empapada.
-Creo que podría hacer algo para compensar ese contratiempo.
Si había magia en el parque allí también la había, lo cual quería decir que no era pasajero lo que pasaba. Las puertas del ascensor se cerraron y empezó a subir. Solo tardó medio minuto pero en ese tiempo las bocas de ellos se buscaron y se encontraron repetidas veces dentro de ese espacio cerrado.
Una sacudida seguida de un “ding” les indicó que Cuddy había llegado a su destino. Debía de tener una pinta horrible para presentarse así en el vestíbulo del hospital, pero en esos momentos le no le importaba lo más mínimo. Estaba feliz.
Aún así se adecentó un poco en el tiempo que las puertas se abrían. House se había alejado de ella a una distancia políticamente normal y ya echaba de menos esa cercanía que habían tenido hacia unos segundos. Suspiró. Era hora de separarse y cumplir su deber como decana del hospital.
-Emm... Cuddy -la voz de House sonó a sus espaldas mientras salía del ascensor y rezó para él no hiciera un numerito de lo suyos.
-Sí?
-Yo no soy tu admirador secreto
House desapareció sonriendo tras las puertas del ascensor dejando a una Cuddy totalmente desconcertada.
Ella también sonrió mientras se dirigía a su despacho. House siempre aprovechaba sus oportunidades.
FIN