Dotación anual de crack: reto "Debate"

Dec 17, 2010 01:03

Autor: ak_bennington 
Fandom: Bleach
Título: El efecto mariposa
Reto: Debate
Personajes: Orihime, Ishida, Ichigo, Ulquiorra
Género: General, humor
Rating: PG
Advertencias: Spoilers del final del arco de Hueco Mundo, UlquiHime implícito.
Número de palabras: 5421

Resumen: Para evitar el caos en Karakura necesitan recuperar los Shun Shun Rikka de Orihime. Pero están en Hueco Mundo...

EL EFECTO MARIPOSA

Definitivamente, los de la Sociedad de Almas eran unos cabrones. Siempre hacían lo mismo. Cuando algo no les convenía tenían dos formas de actuar, dependiendo de la gravedad de la situación. O bien aniquilar de raíz el problema (no había más que recordar la masacre Quincy o la eliminación de las almas modificadas) o desentenderse del asunto.

Un ejemplo claro de este último caso era el secuestro de Orihime por parte de Aizen. No decidieron participar hasta que se vieron amenazados, manteniéndose al margen en un principio y delegando toda responsabilidad en Ichigo Kurosaki.

Menos mal que siempre estaba Ichigo para encontrar un apoyo de última hora en caso de necesidad. Sin embargo, los últimos acontecimientos ponían de manifiesto la dejadez de la Sociedad de Almas y el cómo ese no hacer nada podía ponerse en su contra cuando ya fuera demasiado tarde.

Había pasado un tiempo desde que terminara la batalla contra Aizen, y desde entonces había reinado la paz en Karakura. Los ataques de Hollow acechando a los ciudadanos no habían desaparecido, pero era algo normal, formaba parte del ciclo natural, y no se habían sucedido en mayor medida que en cualquier otra ciudad del mundo. Todo estaba controlado…

… en apariencia.

Teniendo en cuenta el número de habitantes con cualidades especiales en la ciudad, era cuestión de tiempo que esa paz temporal se viera alterada.

Y cuando la Sociedad de Almas quiso tomar cartas en el asunto se encontró con un gran inconveniente: Ichigo Kurosaki seguía sin haber recuperado sus poderes.

Algo que podría haber sido muy simple si el chico tuviera de nuevo sus poderes, se había convertido en un gran problema. Ya era tarde para lamentar no haberle ayudado en todos esos meses en los que ni siquiera se habían preocupado por saber cómo iba su evolución. Había que convocar una reunión de urgencia para solventar el problema antes de que el equilibrio en el flujo de almas alcanzara niveles realmente preocupantes.

Como era de esperar, nadie de la Sociedad de Almas estaría presente, simplemente contactaron con Orihime para que reuniera a sus compañeros e intentaran encontrar una solución. Otra vez más, recaía en ellos toda la responsabilidad de algo que realmente no les pertenecía.

De este modo la joven, siguiendo las órdenes recibidas, reunió a los únicos que podían ayudar en ese tema. Y así se encontraron en un solitario parque de Karakura, Orihime Inoue, Uryuu Ishida e Ichigo Kurosaki.

-¿Qué eso tan importante que tenías que contarnos? Tengo que entrar a trabajar en media hora -dijo Ichigo mirando el reloj.

-Veréis… La Sociedad de Almas se ha puesto en contacto conmigo para que encontremos una solución a un grave problema -comentó Inoue.

Ichigo bufó, molesto. La Sociedad de Almas… Sólo oír ese nombre le ponía de mal humor. En realidad, todo lo relacionado con el mundo de los shinigami y los Hollow le ponía de mal humor, porque él ya no formaba parte de ese mundo.

No recordaba nada, y lo que sabía era por cosas que había ido averiguando o que sus amigos le habían contado. Era frustrante enterarse de su pasado, de cosas que ya había vivido como si le estuvieran contando la vida de otra persona.

-No sé cómo demonios pretenden que ayude en algo -protestó Ichigo cruzándose de brazos, resignado.

Ishida e Inoue le miraron con tristeza. Lo cierto era que llevaba razón. Quizá deberían haberle mantenido al margen para no causarle más dolor pues, tal y como estaban las cosas, Ichigo poco podía aportar.

-No te quejes tanto, Kurosaki -recriminó Uryuu- Si no te contamos nada, mal. Y si te lo contamos te pones en plan víctima. No hay quien te entienda.

Ichigo le dedicó una breve mirada de odio pero en seguida la bajó para mirar al suelo. Le dolía. Aquella situación le dolía mucho pero tenía que admitir que, a pesar de todo, prefería estar al tanto de las cosas que pasaban aunque no pudiera hacer nada. Si ya era malo sentirse inútil, mucho peor era sentirse inútil y además, ignorante.

Era consciente de que en los últimos meses había habido un aumento de actividad sobrenatural en Karakura y no podía descartar que, si bien él no hubiera sido el objetivo inicial, pudiera convertirse en objetivo más adelante. Ya no se trataba sólo de él. No era su seguridad lo que le preocupaba sino la de su familia. Él ya no podía protegerles, ya no era un shinigami, así que agradecía cualquier información sobre lo que pudiera estar ocurriendo para poder alertar a los suyos en caso de necesidad.

-Me jode no poder hacer nada, ya lo sabéis -comentó Ichigo- pero agradezco que me hayáis tenido en cuenta para lo que sea que esté sucediendo. ¿Qué es lo que ha pasado, Inoue?

-El equilibrio se está rompiendo -dijo Inoue y, acto seguido, dirigió una mirada desconsolada a Ishida, dándole a entender que él era el culpable de todo.

El Quincy se estiró, subiéndose las gafas con gesto molesto.

-Vaya, así que ahora va a ser todo culpa mía -protestó en un murmullo.

Ichigo dio una patada a una piedra, frustrado y Orihime se encogió de hombros y trató de tranquilizar a Ishida poniendo una mano en su brazo, dándole su apoyo, no quería que sonara como si ella estuviera acusándole de todo.

-Bueno, lo es, pero en realidad no es todo culpa tuya -dijo la chica.

-Explícate -ordenó Ishida, visiblemente contrariado por el rumbo que habían tomado los acontecimientos.

No era tonto y tenía una idea de por qué estaban culpándolo a él. Lo que más le fastidiaba de todo era que no se valorara el esfuerzo que había hecho. Él era un espíritu libre, libre como el viento que, por circunstancias ajenas a él pero no ajenas a la Sociedad de Almas, ya no pertenecía a ningún grupo. Como el aire, podía tomar el rumbo que quisiera.

Si había tomado una decisión, bien podía tener claro la Sociedad de Almas que no lo había hecho por favorecerles, aunque se hubieran beneficiado de sus habilidades. Había decidido proteger la ciudad de Karakura, y por lo visto había pasado de ser una brisa inofensiva a un letal torbellino.

-Como ya sabéis, en esta ciudad existe una mayor concentración de personas con un nivel espiritual superior a la media y es por eso por lo que está más expuesta a los ataques que otra ciudad cualquiera -explicó Orihime, aunque eso era algo que ya todos sabían-. Por eso, últimamente ha estado habiendo más ataques de lo normal.

-Y el problema es que el equilibro se está rompiendo porque es Ishida quien se está haciendo cargo de todos esos Hollow -apuntó Ichigo.

-Sí, más o menos -dijo Orihime.

-¿Y así es como me lo agradecen? -se quejó el aludido- ¿Qué debería haber hecho? ¿Dejar a todos esos Hollow campar a sus anchas para no romper el equilibrio?

-¿Pero no había un shinigami encargado de la ciudad? -recordó Ichigo, impidiendo que Orihime contestara a su compañero.

-Se supone -y Uryuu rió amargamente- pero la verdad es que yo no lo he visto mucho. Si hubiera tenido que confiar la protección de la ciudad a él… no sé dónde estaría la mitad de la ciudad ahora.

-No, chicos, dejadme explicarlo mejor -intervino Orihime- El shinigami encargado de Karakura está aquí básicamente para realizar el funeral del alma a los espíritus de los muertos. En otra ciudad normal, donde los ataques de Hollow no fueran tan constantes, el mismo shinigami encargado de los Plus, también es el mismo encargado de los Hollow, pero aquí hay tantos ataques de Hollow que un shinigami no da abasto para realizar todas esas tareas.

-Pues entonces que manden a otro más ¿no enviaron a Rukia? -apuntó Ishida.

-La Sociedad de Almas no consideró necesario enviar a nadie más porque, supuestamente, no estarías tú solo a cargo de los Hollow -dijo Orihime refiriéndose a Ishida.

El Quincy frunció el entrecejo ¿qué significaba eso de que no debía estar él solo a cargo de los Hollow? ¿Quién demonios pretendían que le ayudara?

-La Sociedad de Almas no contó con que Ichigo no recuperara los poderes, supusieron que lo haría, sobre todo teniendo a su padre para ayudarle -explicó la chica.

-¿El viejo? -Ichigo soltó una carcajada irónica- Vamos, deberían haberse informado mejor antes de suponer esas cosas. Mi padre no habla de ese tema.

-Ya, pero es que no sólo contaban contigo. También contaban con Sado y conmigo -repuso Orihime con expresión triste.

-De nuevo, es todo culpa de ellos por suponer esas cosas -se quejó Ishida, como si así fuera menos culpable del caos que había producido-. No pueden confiar en que estemos en plenas facultades o…

-Que estemos exentos de imprevistos -continuó Ichigo.- Nadie podía prever que Chad tuviera que volver a México un tiempo. Vale, es cierto que va a volver, pero ¿y mientras tanto? Deberían haberlo tenido en cuenta, joder.

-Y tus Shun Shun Rikka… -dijo Ishida.

-Están en Hueco Mundo -murmuró Orihime, sintiéndose culpable por no haber podido ayudar en todo ese tiempo. Y se excusó-. Yo tampoco sabía que esto iba a salir así, no pensé que los fuera a necesitar.

Ichigo la miró sorprendido. Nunca había sido muy observador y, en más de un año y medio que había pasado desde el final de Aizen, apenas había reparado en que su amiga ya no llevaba las horquillas. Si alguna vez se lo preguntó, seguramente pensó que las guardaba en casa y que no las utilizaba porque no era necesario. Era consciente de lo importante que eran para ella, habían sido un regalo de Sora, su hermano fallecido, jamás habría pensado que se las podría olvidar en Hueco Mundo.

-¿En Hueco Mundo? -preguntó Ichigo, una vez más sintiendo que se estaba perdiendo demasiadas cosas- ¿Cómo pudiste olvidarlas allí, Inoue?

Orihime desvió la mirada hacia un lado con tristeza. Tener que volver a explicarlo y… recordar, le resultaba muy doloroso.

-No las olvidé -murmuró con un hilo de voz-. Las dejé allí a propósito.

Tuvo que enfrentarse a la mirada estupefacta de Kurosaki y al chasquido recriminatorio de Ishida, claro indicio de que no era la primera vez que hablaban de ese tema. La joven ya sabía que Uryû no estaba muy de acuerdo con esa decisión, habiéndoselo echado en cara más de una vez.

-Por mucho que te lo hayamos contado no puedes hacerte la idea de lo duro que fue aquello -dijo Inoue, apenada por tener que sacar a la luz temas que Ichigo no era capaz de recordar, pero era él quien necesitaba la explicación, por mucho que le hiciera sentir mal no recordar nada de lo sucedido.

Ichigo asintió sin mostrarse afectado para no interferir en lo que su amiga tenía que contar. No hacía falta que fuera más explícita, sabía de sobra que se refería a lo ocurrido en la bóveda de Las Noches.

-Ishida y yo tardamos bastante más que tú en regresar a Karakura y fue en ese espacio de tiempo cuando fui capaz de darme cuenta de lo mal que había actuado -continuó la muchacha con voz entrecortada-. Tarde, como siempre, cuando ya no había nada que hacer y todo el daño estaba hecho. Había estado totalmente confundida, bloqueada y confiada en que todo saldría bien. Y sucedió todo lo contrario, todo salió mal. Por mi culpa, por no haber sido capaz de valerme por mí misma cuando podría haberlo hecho perfectamente sin tener que recurrir a ti como una niña estúpida e inútil.

-Tranquila, no te mortifiques más, no tiene sentido ahora -la consoló Ishida cuando la oyó sollozar-. Ve al grano y punto.

-Cierto, no tiene sentido ahora y es precisamente por eso por lo que renuncié a mis Shun Shun Rikka. No los usé cuando debí hacerlo ¿para qué los iba a querer si no?

-¿Me estás diciendo que los dejaste allí como una forma de expiar tus pecados? -preguntó Ichigo sin poder creerlo.

-Más o menos, sí -se adelantó Ishida para confirmar sus sospechas.

-¡Inoue! -le regañó el shinigami-. Sea lo que sea que pasó allí no creo que fuera para tanto como para renunciar a tus poderes.

Se sentía muy impotente ante esa actitud. Él había perdido sus poderes porque los había sacrificado por una buena causa. Su amiga, en cambio, había renunciado a ellos voluntariamente por una razón muy poco coherente.

Orihime era la más terrenal de ellos tres. La única que había sido inicialmente una simple humana. Aunque con la cabeza mayormente en las nubes era cálida y cercana como la tierra. Una apariencia sólida, sólo en superficie, que podía resquebrajarse o sumirse en terrenos pantanosos con facilidad.

-Todo terminó ¿vale? -saltó, molesta aunque llorando-. ¿Cómo iba a imaginar que, una vez que Aizen fue derrotado, iba a necesitarlos?

-Bueno, aunque no acabo de entender por qué lo hiciste, discutir no nos lleva a ningún sitio -dijo Ichigo tratando de arreglar las cosas-. Lo importante ahora es: ¿hay alguna forma de recuperar tus horquillas?

-Supongo que yendo a Hueco Mundo -dijo Inoue.

-Sí, claro, como si fuera tan fácil -intervino Ishida y a continuación preguntó con ironía-. ¿Alguno de vosotros sabe abrir una Garganta?

Por las miradas que ambos le dedicaron estaba claro que no.

-Siempre podemos recurrir a Urahara -propuso Ichigo.

-Urahara… Genial -dijo Ishida, con el mismo tono irónico de antes-. Cada vez que ese hombre mete la mano en algo, lo complica todo. Como si ya tuviéramos pocos problemas…

-Pues habrá que pensar otra manera -opinó Kurosaki, a quien no le pareció del todo desacertado el comentario de su compañero.

Los tres se pusieron a pensar en otras alternativas. Ante la mirada desconcertada de sus dos amigos, Ichigo sacó una pequeña libreta y se dispuso a consultarla. En ella había ido apuntando las cosas que sus compañeros le habían ido desvelando además de algunos apuntes que había hecho antes de perder por completo sus poderes. Apuntes que en su momento él consideró muy importantes y se apresuró a anotarlos sabiendo que más adelante no podría recordarlo.

Al cabo de un rato, en el que el shinigami leía con detenimiento su cuaderno, ninguno parecía haber encontrado una solución hasta que Ichigo habló con voz entusiasmada.

-¡Mirad! -exclamó para llamar la atención y citó algo que tenía en la libreta-. Según tengo apuntado aquí, tanto los poderes de Chad como los de Inoue se deben a la proximidad del Hougyoku, y el Hougyoku no era otra cosa sino un catalizador de deseos.

Tanto Ishida como Orihime se quedaron mirándole esperando algo más. Aquello por sí solo no aclaraba demasiado.

-¿No lo veis? Si Inoue desarrolló los poderes porque ese era su deseo, puede que también su poder en sí se base en eso -explicó Ichigo.

-¿Qué estás insinuando? ¿Qué simplemente deseando que regresen sus horquillas van a hacerlo como si tal cosa? -rebatió Ishida.

-Sí -afirmó Ichigo.

-¡Oh, por favor! Ojalá todo fuera tan… tonto -protestó Ishida, cruzándose de brazos.

-No perdemos nada con intentarlo -intervino Orihime.

-¿Ves? -dijo Ichigo dirigiéndose al Quincy como si la chica le hubiera dado la razón-. Nadie mejor que ella conoce sus poderes.

-Esto…-murmuró Inoue sin querer dar lugar a malentendidos-. No he dicho que vaya a funcionar, sólo que no perdemos nada con intentarlo.

-Bueno, pues intentémoslo. Si no funciona, pues ya pensaremos otra cosa -dijo Ichigo, pasando totalmente de la mala cara de Uryû, a quien todo aquello le parecía una estupidez-. Concéntrate y desea que vuelvan.

Orihime se concentró. Y así estuvo durante un buen rato hasta que casi perdieron toda esperanza. Estaban a punto de desistir (y claudicar ante la mirada inquisidora de Ishida, que les gritaba sin voz que cada minuto que pasaba era tiempo desperdiciado en tratar de buscar una solución lógica) cuando de repente una fina grieta se abrió en el cielo de Karakura.

Sorprendidos, miraron hacia ella y vieron cómo volvían las horquillas de Orihime, que volaron hasta quedar prendidas de nuevo en su pelo.

Pero no fue eso todo lo que ocurrió. Estaban demasiado entretenidos celebrándolo (y reprochándole a Ishida su actitud rancia) para advertir que la Garganta no se cerró inmediatamente. No fue hasta que una nube de polvo se levantó junto a ellos cuando se dieron cuenta de que las horquillas habían vuelto con un inesperado invitado.

La nube comenzó a disiparse y pudieron entrever una figura conocida.

Era Ulquiorra.

Fue un acto instantáneo. Orihime dejó a un lado cualquier otra cosa que no fuera darle la bienvenida. Corrió hacia él profiriendo una sarta de grititos entremezclados con frases apenas inteligibles pero entre las que destacaban “Oh, Ulquiorra ¡Ulquiorra! ¡Estás vivo!” y cosas por el estilo.

Le abrazó efusivamente cuando llegó hasta él.

Y fue como si abrazara a una puerta.

Rígido y con los brazos caídos a los lados, únicamente se movió por culpa del peso de la chica que se le había agazapado al cuello, sin corresponder lo más mínimo al abrazo. Los músculos tensos denotaban que estaba poniendo todo su empeño en no moverse así que inmediatamente regresó a su posición original, como si fuera un siempretieso.

Orihime se encontró con que su emoción inicial no era correspondida y eso era algo que no se había esperado. Le miró a la cara para ver si podía sacar algo en claro de su reacción. Estaba serio, pero claro, eso tampoco era algo significativo porque así era la cara de Ulquiorra habitualmente.

Cuando Ulquiorra alzó los brazos para apartarla de él fue cuando quedó demostrado que algo no andaba bien.

El Espada la hizo a un lado y avanzó dándole la espalda. Orihime, en shock, se deslizó lentamente hasta quedar de rodillas en el suelo.

-¡Ulquiorra! ¡Ulquiorra! -exclamó con la voz rota, exigiendo una explicación.

-Ulquiorra, Ulquiorra -la imitó el aludido con un claro deje despectivo en su entonación-. ¿Ahora resulta que sabes decir mi nombre? Yo pensaba que sólo sabías decir “Kurosaki-kun”.

A Ishida se le escapó una risita ahogada. No era el mejor momento para reírse pero tenía que admitir que el Arrancar había tenido ahí un buen punto. No obstante, en seguida se le congeló la expresión cuando notó que Ulquiorra se dirigía hacia él.

Se puso en guardia por si acaso viniera en actitud hostil.

Ulquiorra era como el agua. Normalmente tranquilo y pacífico pero que, en un abrir de ojos, podía convertirse en algo muy peligroso. Tenía la capacidad de cambiar de estado, como todos los Arrancar, no sólo podía pasar de ser pacífico a ser un témpano de hielo sino a algo mucho más destructivo como un tsunami. Ishida lo sabía y tenía que estar preparado por si decidía liberar su verdadera forma.

Inoue se arrastró detrás de Ulquiorra pidiendo perdón y excusándose. Tenía todo el derecho a estar molesto, todo lo que había pasado en el bóveda había sido culpa suya por ser tan dependiente, por pedir una ayuda que realmente no necesitaba porque, en realidad, ella nunca había estado en peligro, Ulquiorra no pretendía hacerle nada sino más bien todo lo contrario, protegerla y mantenerla a buen recaudo en Hueco Mundo.

-¡Estás bien! ¡Estás vivo! Eso es lo que importa ¿no? -exclamaba sintiéndose impotente.

-Desde luego si estoy vivo no ha sido gracias a ti -le espetó Ulquiorra.

Ni en todo el tiempo que había pasado con él en Hueco Mundo había sido tan cruel con ella como lo estaba siendo en ese momento. ¿Sería capaz de hacer algo para arreglarlo?

Ishida se llevó la mano a la muñeca cuando vio que el Espada estaba a pocos centímetros de él. Debía tener el arco preparado por si hiciera falta.

Pero no la hizo, y la expresión del Quincy cambió por completo a otra bastante avergonzada e incómoda cuando Ulquiorra se situó junto a él y le pasó un brazo por los hombros como si fuesen amigos de toda la vida.

-Él hizo mucho más por mí que tú -dijo Ulquiorra, estrechando a un perplejo Ishida que no era capaz de reaccionar más allá de una risita nerviosa y recolocarse las gafas innecesariamente.

-Bueno… ejem… tampoco fue para tanto -dijo Uryû tratando de quitarse importancia para no hacer sentir peor a su amiga.

-Sí que lo fue, fue muy valiente y loable por tu parte. Te lo agradezco y siento haberte cortado la mano, pero no me diste otra alternativa, si no te hubieras entrometido… -se excusó el Arrancar.

-No pasa nada, Orihime me la curó después -dijo Ishida.

Y Orihime vio la oportunidad de intentar que al fin la escuchara y explicarle sus motivos. Ya había llegado arrastrándose hasta los pies de Ulquiorra.

-Es eso lo que te ha molestado ¿verdad? Que no intentara recuperarte a ti también.

-Es mucho más complicado de resumir -dijo Ulquiorra con desdén-. Te comportaste como una estúpida cuando sabías que no pretendía hacerte daño.

-¡Lo sé! ¡LO SÉ! Y por eso te pido perdón mil veces. Y si no traté de recuperarte es porque no pensé que podría funcionar. Te… desvaneciste, no tuve tiempo, y una vez que te habías convertido en cenizas no sabía que mi poder pudiera ser de ayuda en un caso así. Más tarde pude reflexionar sobre lo ocurrido y me di cuenta de todos mis errores y es por eso por lo que dejé en Hueco Mundo mis Shun Shun Rikka… No los usé en el momento que más los necesité ¿para qué iba a quererlos más adelante? Nunca se me presentaría otra oportunidad tan importante como aquella, que ya desperdicié.

-Tú poder es el rechazo de los eventos, nadie mejor que tú debería saber que podría haber funcionado -dijo Ulquiorra y añadió-. De hecho, funcionó.

-¿Cómo que funcionó? -preguntó Orihime sin saber a qué se refería.

-Tus Shun Shun Rikka actuaron por voluntad propia y me restablecieron sin que tú se lo hayas ordenado -comentó Ulquiorra, empezando a derretir su fría fachada. Después de todo, Orihime no era más que una humana, y como tal, con muchos defectos. Quizá debería tomar en consideración lo que decía pues parecía bastante sincera.

-¿Y cómo es eso posible? -preguntó Orihime con los ojos muy abiertos.

-¿A mí me lo vas a preguntar? -respondió Ulquiorra.

Fue entonces cuando Ishida intervino, saliendo de su estupor. Todo empezaba a cobrar un poco de sentido, sobre todo si tenían en cuenta el modo en que habían hecho volver las horquillas de Orihime.

-Creo que por el mismo motivo por el que conseguiste traer de vuelta tus horquillas -explicó Ishida-. Simplemente lo deseaste.

Orihime se ruborizó. ¿Admitirlo delante de Ulquiorra? ¿Delante de sus amigos? No era el momento para volver a comportarse como una niña tonta. Quizá fuera la ocasión perfecta para que Ulquiorra dejara de estar enfadado con ella, así que decidió tragarse todos sus complejos y no pensar en la opinión que sus amigos pudieran tener de ella. No estaba dispuesta a tener que cargar con el peso de haber desaprovechado una oportunidad de oro.

-Sí, lo deseé -dijo, mirando a Ulquiorra a los ojos-. Todo había sido demasiado traumático, no fui capaz de reflexionar y pensar con claridad hasta que regresé a Karakura, y fue entonces cuando me di cuenta de lo mal que lo había hecho contigo. Lamenté no haberlo intentado siquiera. Deseaba que estuvieras vivo. Lo deseaba tanto…

El Espada pareció conmovido, al menos para los standares de Ulquiorra, que ya era mucho decir.

Sin embargo, no hubo lugar a respuesta por su parte porque en ese momento, alguien que se había mantenido al margen, se manifestó con un sonoro grito.

-¡¡¡¡EHHHHH!!!! -chilló Ichigo, harto de no entender nada-. ¿QUERÉIS HACERME EL FAVOR DE DECIRME QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO AQUÍ?

El pobre ex-shinigami estaba totalmente perdido y avanzaba hacia ellos tanteando con las manos por delante como si fuera un ciego. Al parecer había otra persona allí, Ulquiorra, pero sólo lo había deducido por lo que había oído a Orihime ya que él ni era capaz de verlo u oírlo.

Le habían contado lo que ocurrió en la bóveda, así que el Espada no era un total desconocido para él. En principio temió que hubiera vuelto para tomar la revancha. Un mal momento para hacerlo, sin duda, pues era imposible luchar contra alguien a quien no podía ver. Pero rápidamente comprendió por el contexto que el Arrancar no había venido con esa intención.

Había visto a Orihime chocar contra una pared invisible, la había visto arrastrarse y agarrarse a algo inexistente al igual que había visto a Ishida ser estrechado por algo que no podía ver. Y por si eso no fuera frustrante de por sí, había que añadir que se tuvo que contentar con la mitad de la conversación.

No tenía ni idea de qué problemas podía acarrear el tener a Ulquiorra allí, pero al menos podía contentarse con que Orihime hubiera recuperado sus horquillas, y no sólo eso, sino la certeza de que su teoría sobre los deseos había sido acertada.

Podría restregárselo por la cara a Ishida durante días.

Ulquiorra se apartó al ver que Ichigo se acercaba peligrosamente, antes de que chocara con él. Miró a la mujer en busca de respuestas. Aquella actitud era demasiado extraña, nada que ver con el Kurosaki que él había conocido.

Orihime, en cambio, le hizo un gesto como de que ya se enteraría. Era mucho más apremiante poner al corriente a Ichigo.

Entre ella e Ishida le explicaron lo que había pasado. Ichigo dejó de deambular y optó por sentarse, así no podría chocar con nadie. Más o menos era lo que había supuesto.

Se dispuso a consultar de nuevo su libreta, ya que ahora podían contar con los poderes de Orihime y sabían cómo funcionaban, tal vez hallaran una solución al tema de los Hollow.

Después de un rato, Ichigo alzó la cabeza de repente. Por su expresión, todos supusieron que había vuelto a encontrar la clave de algo. Desde luego, Kurosaki estaba en racha ese día.

Pero nada más lejos de la realidad.

-¡Lo noto! ¡Lo estoy sintiendo! -exclamó y procedió a aclarar a qué se refería, seguramente nadie estuviera entendiendo nada-. ¡A él!

Señaló hacia donde pensaba que estaba Ulquiorra, pero se equivocó. Se dio cuenta cuando oyó una voz lejana a sus espaldas. Pese a que la oía muy bajito supo reconocerla perfectamente.

-¡También puedo oírle! -dijo, dándose la vuelta hacia donde había escuchado la voz de Ulquiorra-. A ver, di algo.

-Cabrón.

Confirmado. Podía oír a Ulquiorra. Y no sólo eso, sino que era capaz de ubicar dónde estaba gracias a su voz. Le propinó una patada que, sorprendentemente, acertó de lleno en su espinilla.

-No te pases -advirtió Ichigo.

Tanto Orihime como Ishida no podían creer que Ichigo pudiera sentir el reiatsu del Espada e incluso ser capaz de escuchar su voz. Era una muy buena noticia, un avance extraordinario después de meses sin éxito.

-¿A qué crees que puede deberse? -preguntó Orihime.

-Supongo que el estar cerca de un reiatsu muy poderoso -contestó Ichigo, no se le ocurría otra razón.

-Es posible -intervino Ishida-. Tiene sentido. Hasta el momento no has estado en contacto con un reiatsu de ese nivel, en todo este tiempo sólo has estado en contacto con nosotros y Hollow de escasa importancia.

Ichigo sintió que su llama interior volvía a surgir. Era como el fuego, siempre lo había sido, impetuoso y con un poder de destrucción fuera de lo normal, pero a la vez cálido y acogedor, protector de su familia y sus amigos. Y lo había echado tanto de menos que no creía que alguna vez pudiera volver a sentir ese calor abrasador por dentro.

Ahora que la llama había vuelto a prender, no podía permitir bajo ninguna circunstancia que volviera a extinguirse. No lo soportaría.

-¿Piensas quedarte aquí mucho tiempo? -preguntó Ichigo al Arrancar.

Aunque pudiera sonar fuera de lugar o incluso amenazante, el aludido respondió:

-En realidad, no. Sólo vine a devolverle a la mujer sus horquillas.

Nadie hizo caso a la cara acongojada de Inoue, porque lo que escucharon a continuación les dejó consternados.

-Pues llévame contigo a Hueco Mundo -propuso el shinigami.

Ulquiorra alzó una ceja, escéptico, aunque obviamente Ichigo no pudo verlo.

-¿Es una broma? -preguntó el Espada.

-¡Eso! ¿ES UNA BROMA? -preguntaron Ishida e Inoue. Ichigo se había vuelto loco.

-No, no es ninguna broma, lo digo totalmente en serio.

-Pero… ¿y tu familia? ¿qué dirá? -quiso saber Inoue.

-¿Mi familia? Es el menor de los problemas, como si fuera la primera vez que desaparezco sin decir nada -dijo Ichigo-. Chicos, pensadlo bien. Parece que tengo la oportunidad de recuperar mis poderes, quizá si voy a Hueco Mundo, rodeado de Hollow, ese proceso se acelere y lo consiga más rápido. Además, si Ulquiorra se va, no tendré a nadie que pueda ayudarme a hacerlo. No veo otra alternativa.

Sus amigos, aunque no les gustara la idea, tenían que admitir que no parecía haber otra opción.

-De todas formas ahora mismo soy inútil aquí -añadió Kurosaki-. Podéis arreglároslas sin mí, pero si me voy, es posible que en poco tiempo pueda volver para ayudaros.

-Si Kurosaki se va, yo también -propuso Orihime y aclaró al ver los celos en la mirada de Ulquiorra-. Pero no por eso. Sino porque Ulquiorra está vivo y yo… siento que ya no pertenezco a este mundo.

-Genial ¡Fantástico! -se quejó el Quincy-. Vinimos a buscar una solución y ahora todos os queréis ir a Hueco Mundo y dejarme a mí todo el marrón. Oh, no ¡eso sí que no! Como si fuera poco que la Sociedad de Almas me haya culpado a mí de todo.

-¿Cuál es el problema? -preguntó Ulquiorra.

Le contaron lo que pasaba con los Hollow y lo que había desencadenado el que Ishida fuera el único capaz de hacerles frente.

-Bien, si lo he entendido correctamente, el problema es el flujo de almas entre el mundo humano y la Sociedad de Almas -dijo Ulquiorra, y todos asintieron-. ¿No has pensado que si haces frente a esos Hollow desde Hueco Mundo no interferirás en ese flujo?

Ishida abrió mucho los ojos. Al final iba a tener que venir Ulquiorra a resolverles la papeleta. Menudos inútiles estaban hechos.

-No, pero… en Hueco Mundo hay muchos Hollow… -dijo el Quincy.

-Ya, pero el problema es la concentración de Hollow que acuden a Karakura. Puedes intentar detener ese flujo desde Hueco Mundo para que el número de Hollow sea aceptable. La cantidad de Hollow que haya en Hueco Mundo no interfiere para nada en el equilibrio de vuestros mundos -explicó Ulquiorra.

Una idea brillante, pensaron todos, y absolutamente coherente.

-Bien, pues entonces yo también me voy -zanjó Ishida.

-¿Nos vamos entonces? -propuso Ichigo, impaciente por volver a estar restablecido lo antes posible.

-En ningún momento he dicho que vaya a llevar a nadie -dijo Ulquiorra.

-¡POR FAVOR! -suplicó Ichigo, que intentó agarrarse a Ulquiorra pero se dio de bruces contra el suelo. El Espada era más hábil y listo para aprovecharse de su lamentable situación.

-Por favor… -pidió Inoue.

Y como dos tetas tiran más que dos carretas…

-Está bien -cedió el Arrancar-. Me temo que alguien se va a poner muy contento cuando te vea -comentó refiriéndose a Ichigo, aunque la expresión de Ulquiorra era como si se avecinara algo sumamente molesto.

-¡Oh, Grimmjow! -gritó Ichigo. Si no sólo estaba Ulquiorra sino también Grimmjow, recuperaría sus poderes muy pronto. No podía esperar para luchar con él.

Ulquiorra abrió de nuevo la Garganta, y cuando se disponían a entrar, Inoue comentó:

-Guardaste mis Shun Shun Rikka porque esperabas que algún día volviera a Hueco Mundo a por ellas ¿verdad?

-Como sigas haciendo ese tipo de preguntas embarazosas te quedas aquí, mujer -respondió Ulquiorra.

Y si hubiera llevado gafas, se las habría subido y recolocado como cuando Ishida se sentía incómodo.

Orihime no pudo evitar girarse y hacer un signo de victoria a la vez que gritaba para sus adentros ¡Bien!

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Semanas más tarde, Chad volvió a Japón y no pudo creer lo que encontró. La ciudad de Karakura era un caos, había Hollow por todas partes. Trató de contactar con sus amigos pero no había manera, además, nadie sabía explicarle qué había pasado con ellos pues habían desaparecido de la faz de la tierra de la noche a la mañana.

Obviamente no sabía que estaban en Hueco Mundo tratando de arreglar la situación. O por lo menos, hasta que Ichigo recuperara por completo sus poderes.

Él, lo único en lo que pudo pensar era en que menudo panorama le habían dejado. Si es que no podía dejarles solos…

Aclaración:
Grupo "Los 4 elementos"
Orihime-Tierra-pareja
Ulquiorra-Agua-pareja
Ishida-Aire-personaje molesto
Ichigo-Fuego-personaje con actitud renovada y perturbadora

autor: ak_bennington, !dotación anual de crack, fandom: bleach

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