Jan 26, 2010 14:51
Satoshi no recuerda mucho del coma, como suele pasar en los mangas que Mion solía prestarle para leer, a pesar de que el nerviosismo que acarreaba su situación familiar le impedía leer una sola página sin temblar, pensando que de un momento a otro entraría su hermana llorando en la habitación porque uno de sus tíos acababa de hacerle algo horrible o bien viviendo su horrenda premonición realista. Es como un sueño lejano y al mismo tiempo, tiene la impresión de que algo sucedió mientras que dormía con el suero pegado a su brazo. Algo que guarda relación con las nuevas estrellas en el cielo y su repentina falta de emociones.
-05.Tienes razón cuando tratas de aprender más sobre los humanos, porque te aseguro que no sabes nada sobre nosotros. Absolutamente nada.
Huang salió del Hospital Irie sacudiendo la cabeza y prendiendo un cigarrillo incluso antes de abandonar la sala de espera, ante las miradas atónitas e irritadas de algunas señoras mayores, que ningún buen concepto estaban formándose de ese forastero. Mao se asomó por un callejón. Parecía que corría desde el basurero del edificio, en el que seguramente husmearía entre los ventanales o cerca del conducto de ventilación, decidiendo qué tan buena idea sería explorar por ahí. Huang detuvo levemente la marcha, más por cansancio (sus pulmones se agitaban fácilmente, la edad, la cerveza o el tabaco juntos, además de los putos Contratistas que tenía que mantener a raya, desde luego, le dificultaban a uno las cosas ya bastante como para que una rubia oxigenada se le echara encima con aires de geisha-enfermera consagrada para actos más impuros que entretener en el ademán de las agujas) que por consideración. Mao le hizo la pregunta fatal, que nubló con un insulto y cambiando el tema, comprendiendo que desde los ventanales cubiertos con papeles de viejos diarios, había espiado la escena y que no le bastaba con haberse sacado los restos de lápiz labial del cuello para tratar de olvidar su repugnancia hacia esa clase de mujeres.
-Quería más información sobre el sindicato. Y así pretendía conseguirla...-Sus ojos fríos zanjaron la conversación.
-12.Sólo hay una forma de enfrentarse al miedo: tener miedo. Tener miedo, y seguir adelante y hacer lo que tienes que hacer.
Mion caminó con él hasta la parada, aunque ese día tenía mucho en qué pensar y su abuela le dio permiso de retrasarse para hacerlo como las jóvenes de su época lo hacían cuando estaban deseando casarse, así que a pesar de estar sonrojada el doble al recordarlo, se daría la licencia de hacer el camino largo a pie a su casa. No iba a tomar el mismo bus, pero quería iniciar conversación con ese joven chino que tanto la intrigaba. Tenía un semblante amable, al menos por momentos, cuando no dormitaba con la escoba o el trapeador a un lado, que parecía taciturno. Como si en realidad no hubiera venido a hacer la labor de Conserje. Mion se preguntó si acaso no huiría de una relación desdichada o buscaría en esa pequeña población a una vieja amante u objeto de deseo. Sin embargo, el bus 201 llegó demasiado pronto para su gusto y a penas pudo empezar la conversación acerca del clima, el trabajo, los deberes y las pocas palabras que entendía en japonés ese joven y guapo llamado Li Kan Shou.
-20.Gracias, la próxima vez que me salves la vida intenta hacerlo sin romperme los huesos.
No es que se hubiera perdido siquiera. Llevaba a Mao consigo, que incluso pensaba que era mala idea salir a deambular antes de recibir las inyecciones pertinentes de las que les habló la enfermera esa de piernas largas y senos exuberantes que parecía salida de una revista pornográfica. Pero quería sentir el aire de la villa contra su piel, aunque pudiera usar a su espíritu para explorar. Aún le gustaba esa carne que ocupaba, ese fragmento de humanidad del que no había conseguido desprenderse, quizás porque se hallaba aún cómoda. Pero a veces se olvidaba de percibir más de lo necesario para moverse a su alrededor: una niña ciega, caminando con un bastón, con los cabellos claros en un lugar donde la etnia tendía a ser diferente. No es que fuera a ser atropellada o algo así, pero estaba al tanto de lo inútil de las palabras en ciertas situaciones, en especial cuando no encontraba motivación para pronunciarlas.
-¡Qué niña tan linda! ¡Quiero llevármela a casa! No puedes andar sola por ahí a estas horas, te puede robar alguien menos amable que yo...
Le tomaban del brazo con gran entusiasmo y la arrastraban. Mao se desasió, probablemente para ir a buscar a Hei y Huang. Yin recordó vagamente a Kiko.
-24.Así que aquello de allí es el manicomio. Siempre sospeché que acabaría aquí.
Hei se recuerda que está encubierto mientras que escucha los desvaríos de los enfermos mentales en la sesión de grupo y también se aclara cuál es su objetivo a erradicar. El último testigo de la masacre de Hinamizawa, en la cual se vio envuelto al aceptar un trabajo relacionado con el sindicato, como meros agentes de segunda a llamar a escena en caso de que hubiera que detenerse al mandamás de una clínica que desarrollaba un arma bactereológica. Es difícil no pensar de repente en Amber cuando observa la sonrisa de la doctora que dirige la terapia, pidiendo exhalaciones y juntando las manos. Pensar en Amber es pensar en Pai, pensar en Pai es pensar en Yin, llegar a Yin es de algún modo rozar el recuerdo de Sou y finalmente a Mao-Pencha. Todo en un flash que le hace apretar los dientes.
-32.Vale, olvida el ataque. Volvemos al plan “B”. ¡Correr!
Hei trata de no suspirar cuando recibe las órdenes superiores de abandonar ese pueblo miserable, con la información recaudada y casi sin mover un dedo contra la supuesta fuerza autónoma que deberían enfrentar. Pero hace una mueca y Huang le da un codazo, nuevamente insultándolo. Con la Reina muerta, el virus ya no está meramente latente y hasta los jodidos Contratistas han de volverse locos, si es que el pueblo entero no se vuelve así de fuerte y rápido, según las investigaciones. No quiere estar allí cuando suceda. Son órdenes, además. Al menos, casi no hubo sangre en sus alambres, que no fuera de testigos desafortunados.
-34.Bueno, mi dignidad está herida.
Shion convence a Satoko de que entren a desarmar el cuarto de Satoshi y las dos lloran como histéricas, se sostienen las manos y caminan con cuidado hacia el interior, que huele pesado, ambas imaginándolo acostado en el futón, escuchando discos y contando el dinero que ganaba-primero con la ansiedad de largarse, luego para comprarle el oso de peluche más grande del mundo a su hermana menor. La sonrisa de Shion es de devota esposa que ha enviudado y la de Satoko de una niña que perdió a su joven padre. Pero ambas han convenido en que ese que partió para siempre no era el muchacho que se entregó al Dios de las Tinieblas y cayó en coma durante tantos meses, el que las deslumbraba a ambas por motivos diferentes. Ese las asustaba incluso a ellas (aunque de alguna forma lo comprendían perfectamente, como si hubieran estado en su piel, durante el desarrollo de otros mundos de desenlace más triste incluso que este) y quería estar solo. Concedido, aunque duela deshacer su viejo lecho.
-09.¿Dónde habéis estado? Ya no podía esperar más. Os creía muertos, y la verdad es que si vuestra explicación no me convence, os mataré yo misma.
Huang les gritó a ambos. A Yin por haber salido del límite estipulado, dejarse ver por transeúntes más observadores de los habituales en la ciudad, solo para perderse en un pueblo pequeño como un puñado de arena. A Hei por gusto, más que nada. Era lógico sonreír, acercarse a Yin en el partido de cartas organizado por los habitantes de Okinomiya y prácticamente secuestrarla, asegurando que era su hermana menor. A pesar de la cantidad de cejas levantadas en torno a ellos y el juramento de uno de los mejores alumnos de la escuelilla de la zona de hacerle pagar por aguafiestas.
-39.Ahora tengo una nueva superstición: cada vez que no estoy preocupado, me preocupo.
Pensarían que era una niña mona que venía de la mano de Yin, si ella no les hubiera dado el alerta con un movimiento de la cabeza. Luego su semblante cambió por completo. Parecía no solo adulta, sino ancestral. Hei se resistió a ponerse en guardia completamente, aunque las manos buscaron la máscara y los alambres como acto reflejo casi innato, desde los oscuros tiempos en compañía de Pai. Mao arqueó el lomo y Huang mostró los dientes antes de preguntar por motivos, que pronto ella enumeraría. Ese mundo de ellos terminaría pronto y no podía tener otro desenlace con forma de masacre sobrenatural.
-13.Él no habla por hablar. Si él decía que algo gordo había ocurrido, es que algo gordo había ocurrido.
Contra la entera naturaleza de un Contratista (a menos que se apegara a la libre descripción de Amber), él si pensó en escribirle a Satoko y Shion acerca de sus planes, pero sabía de los riesgos y la absurdidad del contenido, la repercusión que podría tener en las vidas de ellas, que seguramente eran lo bastante apacibles como para no necesitar siquiera una intervención de memoria extra, que lo convirtiera más que en un muerto, en una ausencia total. Sin embargo, imaginó la carta al punto de incluso sentir el papel contra los dedos y verse poniendo el punto final, con una ligera sonrisa melancólica.
autor: zara_arlt,
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