A base de inseguridades {KND} {2/4}

Nov 15, 2013 21:27

Título: A base de inseguridades
Fandom: Codename: Kids Next Door [aka Los chicos del barrio]
Rating: T (tal vez se vaya a M+)
Categoría: slash
Capítulos: 1
Pareja: 1/4, 1/2 (aka Nigel/Wally, Nigel/Hoagie. Básicamente la primera y claras menciones de la segunda, pero la primera es la importante)
Resumen: La adolescencia es una etapa difícil y llegar a ella siendo un KND es aún peor. Aún peor si descubres cosas que no deberías saber. O no quieres saber. O no pensaste alguna vez que podrías saber y ahora no sabes qué hacer con ellas.
Notas: Como siempre, gracias de aquí a Plutón a Caín. Creo que esto se está desviando un poco, pero confío en que podré llevarlo al final.
De algún modo, lo que pasa es que la necesidad es mucha.


Decir que Wally lo vio venir sería decir mentiras porque Wally nunca veía venir las cosas. Veía venir los golpes, por eso era el capitán del equipo de lucha de la escuela; pero cuando le dijeron que era el capitán, definitivamente no lo había visto venir.

Esto tampoco lo vio. Lo golpeó como un muro de concreto, como cuando vas en por la calle, parpadeas y antes de que puedas saberlo ya te has embarrado de lleno contra un teléfono público. Lo golpeó aunque no había sido un golpe, y si hubiera sido un golpe quizá lo hubiera podido parar. Ahora que no sabe cómo ni cuándo ni exactamente qué, no está seguro de que de haberlo visto hubiera querido detenerlo, porque en realidad no sabe qué es lo que está sucediendo.

Lo último que sabe es que Nigel le ha invitado a un helado.

Jamás, no porque no sean buenos amigos sino porque no tienen mucho que compartir en realidad, ni mucho en común ni mucho menos, así que jamás en todo el tiempo que tenían de conocerse, no después de que se hubieran presentado formalmente para pertenecer al mismo equipo, se habían sentado juntos a una mesa y conversado sin absolutamente nada más que hacer, ni planes que planear, ni asuntos que discutir, simplemente sentarse en algún sitio y tener una conversación.

Hasta entonces Wally no se había dado cuenta de que no tenían nada de qué conversar. Pero ni darse cuenta detuvo la conversación, porque al parecer no importa qué tan diferente y distante fueras de alguien, si eres un adolescente y estás sentado comiendo helado con un chico que conoces de prácticamente toda tu vida, seguro que habrá algo qué decir.

Fue cuando atravesaron la puerta que Wally se dio cuenta que algo andaba mal. No sabría qué era hasta meses después, y cuando se diera cuenta sabría que había sido en ese momento en el que todo se había torcido irremediablemente, que ya no tenía remedio, y que aprendería a hacerse de la vista gorda. Que aprendería a engañarse diciendo que las cosas no estaban pasando cuando le sucedían justo frente a los ojos y hacía como si tuviera las manos amarradas y no pudiera hacer nada para detenerlas, porque no sabía cómo, y más que otra cosa, no sabía si realmente quería detenerlas, por mucho que se dijera que daría todo para pararlas. Porque la boca sabe decir mentiras a la perfección, pero la mente siempre guardará un espacio para la verdad; y la de Wally, por muy pequeña que los demás pensaran que era, tenía espacio suficiente.

Iba emocionado, a Wally siempre le había gustado el helado, mucho más si era gratis (no tanto como a Abi, pero le gustaba el helado, ¿a quién no le gustaba el helado? Había que estar loco para que no te gustara el helado, y él estaba un poquito fuera de sus cabales, pero no así de tanto). Entraron al establecimiento y no podía decir que no se sintiera bien que la gente no lo mirara con el desprecio con que lo miraban cuando tenía diez, y tenía que admitir para sí mismo y con la boca bien cerrada, que un par de años más encima tal vez no estaban tan mal, si no sólo no lo iban a mirar como sobrante nunca más, sino que también tenía algunos privilegios; y no dejaba de ser injusto que los otros niños no pudieran gozar de ellos, esa era la razón por la que no habían abandonado el equipo, pero eso no impedía que tuviera derecho a disfrutarlo, se repetía constantemente para no olvidarlo.

Lo segundo que hizo después de sentarse fue quedarse petrificado. No lo sabría hasta meses después, cierto, pero eso no impedía que en ese momento algo no tuviera sentido. Estaba sentado en una heladería, en una mesa para dos, pensando en un enorme banana split con jarabe de chocolate y extra helado cuando se dio cuenta que estaba en una heladería, en una mesa para dos, con otro chico. En una heladería con Nigel. En una mesa para dos. Y algo no terminaba de encajar, y quizá, sólo quizá si Nigel le hubiera dado un par de minutos más hubiera podido darse cuenta, porque no es que fuera tonto del todo, sólo se tardaba un poco más en razonar, y necesitaba más tiempo para llegar a conclusiones complejas.

Se le olvidó cuando el helado estuvo en la mesa y la conversación fluía como agua. No puede recordar exactamente de qué hablaron, sólo puede recordar que Nigel se reía y eso se sentía bien, porque era difícil hacer reír a Nigel. Porque Nigel era el líder y, nadie lo sabía, pero a Wally siempre le producía satisfacción agradar al líder, le hacía sentir un poquito más grande, un poquito mejor, un poquito más capaz de lo que se esperaba de él, porque nadie esperaba mucho de él.

Nigel se reía y Wally no se dio cuenta que en otra situación probablemente hubiera rodado los ojos y le hubiera llamado idiota con la sonrisa apenas asomando y ahí hubiera terminado la conversación, pero esta vez se terminó el helado, se terminó una malteada, casi le dio indigestión, pasaron dos horas y media y Nigel seguía escuchando, hablando de vez en cuando, y sonriendo como si se le hubiera olvidado que había problemas en el mundo, niños sufriendo injusticias por ahí, sentimientos que no habían sido dichos y que debían doler; y era raro, cuando eso cruzó por la cabeza de Wally un segundo y el siguiente pensamiento en hilo fue "nah", pensó "nah, seguro que está mejor ahora" y se sintió aliviado por ello.

Debería haber preguntado. Debería haber dicho "eh, Nigel, cómo te va con eso, ya sabes, con Hoagie", y ahí probablemente se hubiera terminado la conversación, "eh, por qué no te metes en tus asuntos" le hubiera dicho Nigel, seguro "no porque me hayas visto tienes derecho a estar preguntando", no porque lo sepas significa que ahora eres más listo, que tengas que saberlo todo, eso le hubiera dicho Nigel y Wally hubiera fruncido el ceño y se hubiera quedado callado, terminado su malteada y largado de ahí a encerrarse en su habitación, jugar videojuegos y escuchar algo de música; pero no preguntó, en parte porque no estaba seguro de que debiera hacerlo, y en mayor parte porque Nigel se estaba riendo, le estaba contando de aquella vez en que él y Lizzy se habían colado de noche en la piscina pública y habían dejado una bomba de chicloso en la silla del salvavidas, porque Lizzy quería tener una cita y Nigel quería hacer algo divertido. Wally no lo sabía, que Nigel tenía una parte de él que no era diplomática y que también sabía hacer algunas cosas sólo por placer; lo supo entonces, cuando Nigel carraspeó, puso la cara serie y le dijo "No es lo que crees, ese salvavidas se había estado quedando con los flotadores de los niños pequeños para que no pudieran entrar al agua", y se había tenido que reír, sin darse cuenta de qué era eso, ligero y fácil que le nadaba dentro al darse cuenta que Nigel se había sonrojado y estaba intentando justificarse.

Se había quedado callado porque lo estaba pasando bien, porque Nigel le había invitado un helado, porque estaban sentados en una mesa para dos y antes de que se diera cuenta ya se habían dado las seis y su madre lo iba a colgar si no llegaba a casa para la cena.

No fue sólo una vez. La semana siguiente a esa fueron a la pizzería; la siguiente a esa, al parque de diversiones; la siguiente a esa, al acuario, porque él tenía que hacer una tarea de la que se había estado quejando todo el día hasta que Nigel se ofreció a acompañarlo.

Lo siguiente que supo fue que habían roto una pecera, que corrían a la salida y Nigel le había tomado la mano para esconderse en un callejón porque si no él se hubiera enfrentado a los guardias de seguridad y Nigel no quería ir a la correccional con apenas quince años; que estuvieron escondidos ahí durante veinte minutos antes de salir y seguir corriendo, que cuando llegaron a la casa del árbol estaban mojados, Abigail los miró, levantó una ceja, tomó una soda y se fue a su habitación, que Nigel se encogió de hombros y le arrojó una toalla a la cabeza, y que sacó una B en su tarea.

Lo siguiente que sabe, porque cuando lo piensa se siente tan mareado que todo es como una sucesión de imágenes, es que está recostado en su cama, en su casa, en la habitación en la que casi nunca duerme desde que consiguió un equipo y compañeros, amigos, y que está pensando, fingiendo que limpia el piso porque su madre no lo va a dejar salir hasta que no haya más papeles en la alfombra aunque él no pase más de dos horas ahí a diario; está pensando, pensando en Nigel, pensando en cómo es que dos hombres podrían salir juntos, porque para Wally no tiene sentido (aunque si ha de ser honesto consigo mismo, la verdad es que el concepto de "salir" y "noviazgo" en sí no tiene todavía mucho sentido, y cree que es porque jamás lo ha vivido), le cuesta trabajo que tenga sentido con una chica, y pensarlo con un chico le es como mil veces más difícil, ¿qué se supone que hagan dos chicos en una cita?

Piensa que quizá, si no es tan diferente de una cita cualquiera, podría tener una pista si acaso supiera cómo es una cita normal, y se maldice un poquito porque el único que sabe que ha tenido una cita, es Hoagie. No va a decirle nada, sólo le va a preguntar cómo es una cita, qué hace la gente en una cita, por qué la gente se empeña en tener citas, deben ser divertidas porque si no la gente no se empeñaría tanto en ellas, ¿no?, y es una persona curiosa, Wally necesita respuestas, porque no se ha atrevido a preguntarle nada a Nigel y sabe que no va a comenzar ahora, y esa es la razón por la que se escapa por la ventana aunque son las ocho de la noche.

Camina despacio, su cerebro perdido en las ideas que se quedaron atoradas ahí y no está seguro de en qué momento llega a la casa de Hoagie, donde Tommy le abre la puerta y le dice que su hermano está en su habitación; está trabajando en algún proyecto, porque la habitación está oscura y Hoagie siempre trabaja a media luz. Tiene las manos llenas y el plato de frituras casi vacío y su amigo apenas lo mira cuando entra, le dice que le dé un segundo en lo que termina de ensamblar un tornillo y pone esa sonrisa burlona cuando Wally por fin se atreve a preguntarle, como quien no quiere la cosa. Le pregunta que quién es la afortunada y le insinúa por todos los medios lo orgulloso que está si por fin se atrevió a invitar a salir a número Tres, a pesar de que le insiste que es mera curiosidad, no desiste hasta que Wally se ha marchado de ahí con una respuesta más o menos esclarecedora.

Y no es hasta que Wally está de regreso en su casa, el piso por fin limpio y las once y quince en el reloj, que Wally se da cuenta.

Que no importa cómo lo mires, ni cómo lo digas, está casi seguro de que Nigel lo ha estado invitando a salir.

Se levanta de un brinco y se golpea la cabeza con los guantes de box que tiene colgados sobre la cama, un grito ahogado y antes de poder reaccionar a lo que su cuerpo está haciendo, ya ha bajado las escaleras corriendo, la sudadera desacomodada, la expresión perpleja, y Nigel se frota los ojos como si lo hubiera despertado, lleva el pantalón del pijama y camiseta de tirantes, no trae los lentes puestos y Wally nunca sabrá cómo le queda el cabello al levantarse, porque Nigel no tiene cabello, la prueba absoluta de que daría su vida por lo que cree y jamás le recriminaría nada a nadie en el camino, la prueba total de que es el mejor lider que Wally vaya a conocer jamás, de que es la persona a la que ciegamente ha estado siguiendo, aquel en quien confía plenamente, tanto que si le dice "eh, Cuatro, ponte en la marca de la X, te vamos a lanzar al espacio para ver cuánto alcance tenemos", lo haría, lo haría porque es su lider y confía en él. Y está ahí de pie, con la expresión confundida y una pequeña sonrisa al ver quién era quien tocaba la puerta, lo saluda "Wally, ¿qué haces aquí, has visto la hora?" y no se está quejando, suena a que le preocupa la razón, como si intuyera que algo va mal, que algo podría haber sucedido y está listo para lanzarse encima de quienquiera que haya hecho cualquier cosa que hubiera podido ocasionarle algún problema, y Wally no necesita que lo defiendan y todo el mundo lo sabe, pero Nigel lo haría igual de ser necesario, así que traga grueso y de pronto tiene ganas de llorar un poco, quizá, sólo quizá; ganas de regresarse a casa y no saber nada, porque Nigel es el mejor tío al que conoce, pero tiene que saber. Tiene que saber porque lo único que ahora sabe es que no entiende un carajo.

Así que le pregunta, esperando que le responda "¿Qué? Claro que no" y poder marcharse a casa después de sacar todo ese aire que se le ha atorado en los pulmones con la incertidumbre. Pero le pregunta, y lo único que recibe como respuesta es un "Bueno... supongo que no exactamente", y no es lo suficientemente idiota como para no saber que eso no significaba un no, y que el hecho de que fuera un sí dependía sólo de lo que él mismo dijera, y todo el mundo se le viene encima, porque, ¿cómo mierdas pasó?, si hacia un par de horas él ni siquiera sabía a qué se refería.

-Eh, Nigel -le dijo, y sabía que se le había cortado el aire -¿estamos saliendo?

Y nunca en su vida había odiado tanto una definición.

Tal vez vio algo en su cara, probablemente que estaba llena de pánico, pero Nigel lo invita a pasar a su casa sin decir una sola palabra más. Sabe que le están temblando las manos, y que fue muy iluso cuando creyó que podía hacer aquello sin que el rubio se lo tomara de esa manera, que uno no puede simplemente salir con alguien y hacer como que no sólo porque la otra persona no es lo suficientemente avispada para darse cuenta de la situación. Nigel siempre ha sabido que Wally no es tan idiota, sólo demasiado disperso, quizá. Que es más lento de reacción que los demás, pero no tan idiota.

Le tiemblan las manos y se muerde la lengua por la espera y no respira hasta que Wally entra por la puerta, y sabe que está abusando de su ingenuidad de nuevo, porque si el güero fuera completamente consciente de la situación, probablemente no habría accedido a entrar.

Le da una soda y espera a que recupere la respiración que no perdió corriendo sino pensando; quiere explicarle las cosas, decirle cómo pasó, que él no tenía la más mínima intención, pero la verdad es que ni siquiera él está seguro de cómo fue que sucedió. Un minuto le estaba diciendo que le gustaban los chicos, al siguiente estaba pensando que Wally no se había alejado de él por ello, que quizá podrían conversar ya que no parecía tener ningún problema con su presencia, y después creyendo que es buena idea invitarlo a comer helado, y si la invitación le sonó como si no debiera hacerla, la verdad es que no quiso darse cuenta; y si sonó como si tuviera alguna clase de esperanza, prefiere pensar que no lo sabe.

Sabe que todo fue su culpa, que ellos obviamente no están saliendo porque Wally definitivamente no lo haría y dos personas están saliendo sólo si ambas saben que están saliendo, y el único que se hacía ilusiones pensando que estaba saliendo con otro chico era él. Wally no tiene nada que ver. "No tiene nada que ver" se repite.

En realidad Nigel se había dado por vencido. Se dio por vencido el mismo día que Wally lo atrapó besando a Hoagie, pero no había sido capaz de admitirlo en voz alta porque le sabía estúpido pensar que había pasado todo ese tiempo persistiendo en algo que sabía perfectamente que jamás iba a suceder; le gustaba Hoagie, ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo había pasado pensando en él, pero también había perdido la cuenta de todas las veces que supo que no iba a suceder, que algo no ensamblaba no importaba lo mucho que él pudiera quererlo, y que estaba demasiado ocupado con cosas realmente importantes como que se legalizara el consumo de soda en menores de trece años y las madres dejaran de hacer que sus hijos limpiaran sus closets como para estar fantaseando cosas de adolescentes, porque los niños del mundo lo necesitaban siempre que pudiera hacer algo por ellos.

Nigel se había convencido de que podía pasar su vida así, con Lizzy haciéndole compañía y él ocupándose de su trabajo siempre que su equipo estuviera a su lado.

Entonces llegó Wally y le dijo que lo había visto y él no fue capaz de decirle que nunca jamás iba a volver a suceder, que ese beso era un cierre, quizá porque en algún lugar de su mente pensó que el rubio no debía saber que su líder se había rendido, ¿qué clase de líder es uno que se rinde? Aunque no decirlo no lo hiciera menos cierto.

Él no lo dijo, Wally no lo juzgó, y una semana después estaban comiendo helado, y él se estaba riendo, dejando una puerta abierta. Y antes de que pudiera darse cuenta ya se estaba haciendo ilusiones falsas, y ahora tenía a Wally sentado en el sillón de su sala, muy lejos de no estar confundido, ¿y qué podía hacer él si todo era su culpa?

-¿Por qué estamos saliendo? -Y pese a todo fue Wally el primero en romper el silencio.

-Nosotros no... es decir, tú no

-Creí que te gustaba Hoagie, ¿por qué rayos querrías 'salir' conmigo?

Y ahí estaba LA pregunta.

Nigel no "quería" salir con él. Simplemente sucedió, y fue mejor de lo que esperaba, y le gustó mucho más de lo que quería, un poco porque no había salido con nadie antes, un poco porque la falta de sentido común de Wally siempre terminaba en extrañas sorpresas.

Wally miraba hacia el piso, el ceño fruncido como cada vez que estaba confundido y a punto de ponerse molesto, posiblemente un poco violento, y Nigel pensó "sabes qué, al carajo", y lo muy estúpido que era darse por vencido sin siquiera haberlo intentado, y lo muy no molesto que estaba Wally todavía sobre el hecho de que hubiera estado saliendo con él sin siquiera saberlo, así que se puso en pie, todo el líder que creía que había comenzado a dejar de ser, aquel chico al que todos ellos estaban dispuestos a seguir, alguien que sabía qué hacer, que siempre estaba seguro incluso cuando no sabía si los resultados serían buenos, porque lo que hacía lo hacía por el bien; y tal vez esto no tenía mucho que ver con aquello, tal vez no sería bueno para nadie, pero si un líder decide que algo se debe hacer, entonces es algo que se debe hacer, no importa que haya que arriesgarse a sí mismo en el camino siempre y cuando sus compañeros no resulten heridos y, tal vez no era tan buen líder después de todo, pero le iba a demostrar a Wally que todavía era alguien en quien se podía apoyar si era necesario, que no era el cobarde que espera que otro chico esté dormido para darse por vencido de forma oficial.

Tal vez no era el mejor lider del mundo, pero ahí, poniéndose de rodillas a la altura de su oficial de batalla, la mano en la frente para apartarle el cabello y completamente entero, seguro de sí mismo como no lo había estado desde que no podía hablar sin que le fallara la voz y no porque dudara sino por la estúpida pubertad, Nigel le dijo en voz baja y mirándolo a los ojos "Ya no importa, Wally". Está bien, Wally, lo que tú quieras está bien, pero déjame hacer esto una vez y entonces te regreso tu vida.

Y fue un beso corto. Un roce de labios con presión suave, un rubio petrificado y una lengua tanteando sólo por encima. Fue un beso corto, pero cuando terminó, Wally no salió corriendo por la puerta, se limitó a decir "Oh", como si de pronto entendiera, o como si hubiera dejado de ser importante entenderlo. "Oh".

Y "oh" dijo, "¿entonces sí estamos saliendo?" y, "¿es así como se supone que uno es gay?" Y más curiosidad que rechazo, porque a Wally no le gustaba estar confundido, y primero tenía que entender qué era lo que Nigel estaba pasando, y entonces podría decir qué le estaba pasando a él.

Y si no pensó que a él le gustaba Kuki, fue porque se había quedado pensando en otra cosa desde aquella tarde en que Nigel se sentó a hablar con él.

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