Puede o puede que no pero realmente PUEDE que intentar escribir tres frases sobre Kara Thrace teniendo sexo hayan constituído los dos minutos más vergonzosos de mi vida, y no ha ayudado nada basarme en las escenas que comparte con Sam en la cuarta temporada y cómo es y cómo reacciona. Ellos dos. Haciendo cosas. KARA Y SAM.
So.
Kara/Six. 1536 palabras. Me abstendré de enumerar sus errores y os dejaré ese privilegio a vosotros, en los comentarios. Pre-serie. El feedback bueno también está permitido. Fíjaos, está permitido de todas las clases!
Dedicado a
jycel, que no recibió su legítimo amigo invisible porque la menda no estaba en posición de terminarlo. :( Un abrazo, feliz año nuevo, siento la tardanza y espero que te guste o, en su defecto, no te saques los ojos por mi culpa ni nada. Debería haber más sexo y menos gilipolleces, peroperopero *no tiene excusas así que se embarulla*
OOC ahead.
(Vale, eso último se me escapó.)
La teniente Thrace, Kara para los amigos y Starbuck para los compañeros y enemigos, lucía un vestido rojo por primera vez en su vida, regalo de su ¿amigo? ¿”amigo”? ¡¿novio?! (relación aún en proceso de ser definida), mientras observaba a su comandante, a su presidente y a varios otros tipos de aspecto importante riéndose las gracias los unos a los otros con mirada satisfecha.
-No soportaré esto durante un minuto más sin alcohol.
-Tu copa tiene alcohol -respondió Zack con tono calmo, mirando en la misma dirección que ella.
Kara se llevó dicha copa a los labios y tragó su contenido de una sola vez.
-No el suficiente, Adama. No el suficiente.
Le tendió la copa, que Zack Adama cogió de forma automática, antes de alejarse en dirección a la puerta.
La pregunta que predominaba en su cabeza en ese momento, por encima de todos los condenados misterios de la humanidad y las colonias, era por qué, por qué, una celebración que le habían vendido con el nombre de “fiesta” estaba resultando ser, a ojos vista, una puta reunión de políticos y altos mandos donde el resto de honestos oficiales y trabajadores del ejército, pobres mortales, estaban ahí para mirar, sonreír, callar y, para tocar más los cojones, beber poco y mal.
En opinión de Kara, lo mínimo que se merecía tras media hora de esa tortura era un buen whisky y menos vino de pijos.
-¿Te has perdido?
Kara dio un respingo de sorpresa y se giró hacia la entrada de la bodega. La voz provenía de una silueta curvilínea e interminable que apoyaba un antebrazo en el marco de la puerta y sujetaba con la mano libre un cigarrillo encendido. Por lo demás, resultaba difícil distinguir algo a causa de la luz que la iluminaba desde atrás.
-¿Esto son botellas y dentro hay alcohol, verdad? -Su voz pudo ser un poco (sólo un poco) más áspera de lo normal. No estaba acostumbrada a que la cogieran desprevenida.
-Sí.
-Entonces estoy justo donde quiero estar -le dio la espalda a la intrusa para volver a ponerse de puntillas frente a una de las estanterías de aspecto más antiguo de la bodega. Encima del vino de pijos, en las baldas cercanas al techo, estaba el whisky, y tuviera que trepar o no, una de esas botellas iba a ser toda suya. Una como mínimo. Se estiró todo lo que pudo pero apenas alcanzó a rozar con los dedos la balda de vino anterior a las de whisky. Maldijo en voz alta y bajó la vista a la zona de sus pies. Estaba intentando deshacerse de un zapato a base de bruscos movimientos en el aire cuando la sintió a su espalda, bloqueándole la poca claridad que llegaba allí desde la puerta. Kara se volvió con brusquedad y le clavó el codo en un costado accidentalmente. La otra mujer dio un paso atrás con agilidad y se miraron a los ojos con fijeza, sin emitir ningún sonido.
Kara fue la primera en desviar la vista, llevada por la curiosidad; arrastró su mirada por toda la figura que tenía frente a ella. Una figura que, si tenía que ser honesta, era bastante tirando a perfecta (alta, llena de curvas y embutida en un vestido imposiblemente ceñido). Una figura cuyos ojos, cuando Kara volvió a posar los propios sobre ellos, aún la observaban sin mostrar ninguna expresión. Unos ojos que podían pudrirse en el infierno si lo que estaban esperando era que Kara se disculpara por haberla hecho daño después de que la chica perfecta la hubiera sobresaltado por segunda vez consecutiva sin autorización previa. Sólo Kara tenía permiso para hacer esas cosas
También fue Kara la primera en romper el silencio, con tono impaciente y más brusco que el anterior.
-¿Y bien? ¿Se te ha perdido algo a ti en la bodega, o en mi espalda?
-¿No querías una botella de whisky?
Kara comenzó a responder sin saber muy bien, como siempre, qué iba a salir de su boca, cuando la vio alzar un brazo que sostenía una de esas preciosas botellas.
Entrecerró los ojos. No apreciaba la ayuda externa en casi ninguna circunstancia, mucho menos cuando no era requerida, pero su necesidad de un trago de algo fuerte era entre desesperada y terminal y de todas formas no pensaba agradecérselo. Tomada la decisión, Kara cogió la botella y no le quitó los ojos de encima a la otra chica mientras probaba su contenido.
La otra mujer se llevó el cigarrillo a los labios y aspiró una larga bocanada de humo, casi imposiblemente larga. Sujetaba el cigarrillo entre el índice y el pulgar con evidente torpeza.
Kara alzó las cejas. La chica se dio cuenta.
-Es la primera vez que lo pruebo -explicó.
-Pues no pareces tener problemas para tragarlo -respondió con una mueca suspicaz.
-¿Lo estoy haciendo mal?
Kara resopló. La mueca de sus labios se parecía más y más a una sonrisa a medida que pasaban los segundos, observando a esa chica explosiva que rezumaba seguridad en sí misma sosteniendo el cigarro de forma ridícula.
Acabó por encogerse de hombros.
-No lo estás haciendo del todo mal, al menos en la peor parte -dijo señalando su boca con la barbilla-. Eso sí -Kara caminó hasta pararse a pocos centímetros de ella. Sin dejar de mirarla a los ojos, tomó la mano que sostenía el cigarrillo entre las suyas y lo colocó correctamente- de estilo, cero con cinco, guapa.
Torció un poco la cabeza después de hablar. Normalmente la gente no aceptaba pasivamente la invasión de su espacio personal con esa mirada inescrutable.
El silencio se alargó y Kara se percató de que aún sostenía la mano de la chica entre las suyas. La liberó lentamente, sintiendo una incomodidad poco propia en ella. O tal vez no fuera incomodidad sino otra cosa, otra cosa que era incómoda.
-Mucho mejor así -dijo finalmente.
La otra mujer llevó su mano libre a la mejilla de Kara, acercándose más a ella.
Por primera vez, la expresión de su rostro cambió.
Lo que hizo fue alzar las cejas, en sus labios bailando la insinuación de una sonrisa.
-Tú no eres como ellos -señaló la puerta con un movimiento de cabeza.
Kara dejó escapar todo el aire de sus pulmones y se descubrió sin aliento cuando respondió.
-Ni tú.
La otra mujer desvió sus dedos en dirección a su mandíbula, trazándola lentamente hasta la barbilla.
Kara carraspeó, e inmediatamente se cabreó. ¿Estaba haciéndole perder los nervios? ¿A ella?
-¿Y quién eres tú? -exigió saber de repente.
La joven respondió desviando la pregunta, sin variar el tono suave de su voz.
-Vengo en calidad de acompañante de Gaius Baltar. ¿Le conoces?
Le resultaba vagamente familiar. Tanto le daba. Dio un paso atrás y echó un nuevo trago de la botella, cada vez más irritada y sin molestarse en buscar el motivo. Se limpió la comisura de los labios con el dorso de la mano deliberadamente.
-Qué modales tan finos tenemos, ¿no, guapa? Pues ni puta idea de quién es.
-Seguro que le has visto en la televisión.
-Qué orgullosa pareces. Siento decepcionarte, pero la televisión me aburre. A mí me va más follar.
El silencio fue muy diferente esa vez, con esa última palabra tensándose entre ellas cada vez más. Un silencio mucho más agresivo y más, mucho más vivo. Kara la miraba con fiereza y la chica esbozó una sonrisa lenta y casi (Kara no estaba segura) jocosa.
Con un gruñido, Kara la agarró del cuello y no encontró resistencia cuando la atrajo hacia sí y le mordió el labio inferior posesivamente, sujetándola con fuerza contra ella.
Se puso de puntillas para besarla mejor, frotando un cuerpo contra otro en el proceso. Lo repitió una y otra vez, abriendo ligeramente las piernas, apoyando una contra sus caderas, con una a cada lado de la chica después de acostarla sobre el suelo y subirle la falda del vestido, bajarle los tirantes del vestido, arrancar tres botones del vestido mientras se lo quitaba.
Inesperadamente, ésta la atrapó con un rápido movimiento de sus piernas y al instante siguiente estaba a horcajadas sobre Kara, sosteniendo sus manos una a cada lado de su cabeza. Sonreía.
-Tal vez debería sonarte su nombre incluso sin televisión, Kara Thrace. Estás en su bodega.
Kara comenzó a exhalar una exclamación que era a medias sorpresa y a medias diversión y que fue sustituída por la que se escapó de sus labios cuando la mujer que estaba sobre su cuerpo movió las caderas con deliberada lentitud, haciendo presión donde la presión era necesaria, arqueando la espalda hasta lo imposible, con la cabeza echada hacia atrás y la boca entreabierta, pequeños dientes relucientes rasgando la piel de sus propios labios.
Y Kara siguió el ritmo que le marcó sin pensar siquiera en la posibilidad de no hacerlo o de cambiarlo, de repente un poco (más que un poco) desesperada, jadeante, sudando, moviéndose con todo el cuerpo, procurando atraerla más contra sí, gritando cuando unas manos que no eran las suyas entraron en su cuerpo con demasiada fuerza, provocando placer y dolor a su paso sin dejar sitio a ningún pensamiento, justo lo que siempre necesitaba, exactamente como le gustaba.
PD. Si pudiera gustarme más mi header estoy segura de que me gustaría. Siriusli. Pero es imposible y tal.
yokana_yanovick/Photoshop OTP.