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Fandom: Criminal Minds
Pareja: Aaron "Hotch" Hotchner/David Rossi, mención de Derek Morgan/Spencer Reid.
Notas: ¡Agarró wifi! Así que rápido rápido rápido. ¿Recuerdas lo que escribí para tu cumpleaños? Pues esa era mi base para otro fic, que pensé que no llegaría a escribir. Y mira como son las cosas, me equivoqué :) Pececitos mil, hon. Espero que te guste.
Rating: PG-13 por el final.
Palabras: 2767 palabras.
Teaser:
- Deja vu -, murmura David, mientras García reparte reyes y reinas sobre la mesa.
- El fenómeno del Deja vu es efecto de la falta de descanso -, dice Reid, mirando las cartas con el ceño fruncido. Lo dice como si no se diera cuenta de estar hablando -. Cuando las neuronas fallan a hacer sinapsis. Debería salirte un príncipe, justo... -, hace un 'mm' cuando García saca el dos de corazones.
En retrospectiva, lo único que a David le sorprende es haberse sentido tan profundamente trastornado por algo relativamente lógico.
Tenía once años cuando descubrió que quería besar a una compañera de clase lo mismo que a su mejor amigo, un chico delgado y desgarbado cuyo nombre ya ni siquiera recuerda. Pocos años después, uno de sus compañeros de soccer le empujó bajo las graderías y no le besó tanto como morderle la lengua. Y David no se quejó, aunque entonces salía con una chica. Recuerda haber estado vagamente excitado y profundamente confundido. Recuerda no atreverse a preguntarle como supo, aunque ahora asume que debió delatarle su comportamiento, un niño con pensamientos extraños una generación justo antes de los '70, y tan fundamentalmente joven que el recuerdo le hace sentir viejo.
Recuerda también la primera vez que vio a Aaron Hotchner, porque era el más joven del equipo, y el único a quien no le brillaban los ojos por estar trabajando con David Rossi. Era incluso más seco que ahora, más compuesto.
De pronto recuerda a Hotch diciéndole: - Tienes que trabajar con el equipo -, y entonces recuerda a Hotchner encogiéndose de hombros y diciendo, acerca de hacer equipo con David: - No es gran cosa -, con una sonrisa pequeña, y Morrison levantando la cabeza apenas, con expresión incrédula.
- ¿Hiciste un chiste? Hiciste un chiste. ¡Hiciste un chiste!
Recuerda al antiguo equipo, su antiguo trabajo, con algo parecido a la nostalgia, pero menos triste. Es lo que hasta ahora asumía sentir por Hotch. Una amistad profundizada por los viejos tiempos.
Entonces Hotch se detiene en su oficina en una hora imprecisa de la noche, y deja un café caliente sobre el escritorio, murmurándole un cansado - buenas noches.
David asiente y el asunto terminaría así, como termina regularmente, de no ser porque su mente asume besar a Hotch como el siguiente pasó natural de la ecuación de comportamiento.
Tiene la fortuna de no ser un hombre impulsivo y pensar antes de actuar, pero el impulso mismo le sorprende, obligándole a detener cualquier otro pensamiento que estuviese corriendo por su cabeza.
Casi puede verlo. Levantarse, besar a Hotch como distraído, antes de volver al trabajo. Un beso de buenas noches, cariño, nos vemos en casa, algo sacado de I Love Lucy, terriblemente inadecuado y ridículo.
Y es el primer impulso que David sintió al ver la taza junto a su muñeca.
Hotch se inclinó, Dios santo, se inclinó junto al escritorio, cejas levantadas y hombros encogidos hacia el pecho.
David se pasó una mano por la cara.
- Me voy a casa.
- ¿Estás bien?
David echó a un cajón sus notas, miró sus zapatos antes de levantarse, miró la pared y la puerta, antes de mirar a Hotch.
- Nos vemos mañana -, dijo.
Y pasó de él, sin reconocer a Morgan o Prentiss en el camino, fingiendo un cansancio envolvente sin dificultad alguna, sintiéndose una mentira por omisión viva y sabiendo que Hotch le estaría mirando hasta que las puertas del ascensor se cerraron frente a él.
El luego es, en este caso, ahora, en su auto, esperando una epifanía que probablemente ya procesó alguna parte de su mente, antes que su consciencia.
Quiere besar a Aaron Hotchner, Dios, mierda, y no es una epifanía. No es ni siquiera una sorpresa. Hotch es una parte de su vida, tanto como el equipo y su propio trabajo. Es una sorpresa que no haya ocurrido antes, aunque la lógica dicta que no es algo repentino. Lo único repentino es haber dejado de reprimirlo.
¿Y ahora qué?
La lógica, todavía, dicta que David debe hacer lo que cualquier hombre por su trabajo y cerrar la puta boca. Cosa que va a hacer de todas maneras. No habría objeto en hablar con Hotch, no mientras no sea absolutamente necesario.
Morgan es, predeciblemente, el primero en notar que algo va mal. Le invita una cerveza, un café. David sonríe cada vez, porque sería menos claro que le preguntase directamente.
- Sólo es cansancio -, dice, y agita la cabeza cuando Morgan ríe por la nariz -. ¿No tengo derecho a cansarme de vez en cuando?
- Rossi, todos aquí llevamos cansados desde nacer.
Pero luego Reid llama su atención haciendo un truco de magia junto a Prentiss y García.
Jordan los observa desde el rincón, con una sonrisa pequeña, reservada.
"Niños," piensa, casi a pesar de si mismo.
Hotch está a su lado, por supuesto que está a su lado. David ni siquiera necesita girarse.
- Deberías tomarte unas vacaciones -, le oye, y en la periferia puede ver que ni siquiera tiene el cuerpo hacia David, todo hacia el equipo, casi sonriendo cuando Prentiss se echa a reír con la espalda erguida sobre el asiento y Reid saca centavos de la oreja de Morgan.
David le da una mirada, tratando de expresar, "¿perdón? ¿Qué me estás diciendo?"
Hotch sonríe y baja la cabeza, luego la levanta y observando a su equipo detenidamente. Reid hace que Jordan saque una pluma de su cabello y Morgan parece sinceramente impresionado. Hotch no para de sonreír. Y David puede recordar estar aquí, en esta misma esquina, Morrison sacando de quicio a Gideon, el recién llegado, y David pensaba irse, ya, cada vez menos tiempo para el trabajo y más tiempo en clases, más para su sanidad mental y Hotchner a su lado.
- Deberías tomarte unas vacaciones.
- Derek piensa que nos haría bien un poco de -, pausa -, R & R.
Hotch levanta ambas cejas.
- ¿Hay algo en la agenda mañana? -, continua, dirigiéndose por fin directamente a él.
Hotch arruga un poco los ojos. ¿Cuando no? David ríe.
- ¿Bar? -, pregunta Hotch por el costado de la boca, pero ya está caminando hacia el resto de su equipo.
David agarra a Reid y lo empuja bajo el escritorio del SuDes. Por un momento todo lo que ve son las cosas esparcidas sobre la superficie: retratos de los doce muertos, ocho niños y cuatro chicas, sus rostros desfigurados, sangre, algunos lápices y borradores, carboncillo y tubos de óleo. Rostros despedazados y artículos de dibujo.
Sabe que es todo lo que verá hasta que el maldito hijo de puta esté tras las rejas o muerto.
Una de las balas da contra la pared del bunker y el rebote le da en la espalda. Alcanza a maldecir un poco antes de agacharse, oír dos o tres disparos y la voz de Reid murmurando algo, oraciones, quizá, aunque suenan, y David no puede no sonreír, quizá con algo de histeria, suenan como canciones de Bob Dylan-- y luego silencio.
- Reid -, Morgan se agacha en el resquicio de luz que da frente a ellos y cuando David trata de salir se da cuenta de dos cosas: Reid no se mueve, y su hombro duele como el infierno.
Cuando sale completamente y se levanta, Morgan se mete donde estaba él, y David sabe, sabe que Reid está consciente, al menos, probablemente en shock, pero por Dios, Dios. Se apoya en el escritorio, una mano sobre la cintura abierta de Tina Gómez y trata de respirar.
En un parpadeo, Prentiss está de pronto a sus pies, hablando en voz baja, y Hotch a su lado, mano en su hombro.
- Dave, ¿estás bien?
David agita la cabeza, tratando de no expresar en su cara las respuestas que sabe que Hotch puede leer.
- ¿Lo tienen?
Hotch asiente.
- Entonces estoy bien -, y se endereza, por fin, mientras Prentiss y Morgan logran a sacar a Reid, aún encogido en si mismo, mirándose las manos. Una marca morada va de su cuello a su boca y Morgan parece incapaz de mirarle más allá de los ojos.
Reid está murmurando en tono de broma: - ¿Por qué siempre yo?
Prentiss y Morgan le tocan la espalda, Morgan apenas y es quien retira la mano primero.
Jordan los espera en la puerta, con el teléfono al oído. David no podría apostar, es García.
- Reid estará bien -, dice Hotch. Entonces retira la mano de su hombro y todos se dan cuenta de que David está sangrando.
- Fue el rebote de una bala -, siente que es necesario anunciar, evitando mirar a Hotch -. Aguantaré hasta la ambulancia.
El camino hacia afuera se acelera entonces, y es sólo en su vista periférica que reconoce un cuerpo dentro de una de las habitaciones. Hombre, caucásico, demasiado adulto para ser una victima del Sudes.
- ¿Quién? -, pregunta a Jordan, que va a su retaguardia, imaginando a Morgan, el justiciero, y su personal modus operandi.
Jordan parpadea, sorprendida, se muerde los labios y mira a Hotch, pero entonces ya están fuera de la casa y las luces de los autos le recuerdan a David que tiene una herida profunda en el hombro y todo el asunto es una respuesta por si misma.
- ¿Deberías estas bebiendo tan pronto?
A David le toma un momento recordar que Hotch tiene una copia de la llave de su casa - más de una por cada miembro del equipo -, pero es un momento que se tomó después de oír la puerta. Cuando Hotch alcanza la sala de estar, David ya ha servido un vaso más de ginebra.
- No es tan pronto -, es todo lo que responde, levantando las cejas y haciendo un gesto al sillón frente a él y la mesilla. No lo es. Tres semanas, al menos. Casi cuatro. Aunque las suturas aún duelen de tanto en tanto (el doctor mencionó su edad y David dejó de oír lo que decía), pero la bala jamás entró, y por ello está bastante agradecido.
Hotch asiente, pero se dirige primero a la cocina. David se bebe los dos vasos de ginebra al seco antes de que Hotch regrese.
Es Prentiss y es Hotch, y la conversación probablemente tiene algún sentido, pero David se reprime procesarla como un método de defensa instintivo.
- Las regulaciones -- -, dice Hotch, y Prentiss lo está callando con una mano en su mejilla.
- ¿Le has hablado de las regulaciones a Penélope y su novio? ¿O a Derek y Reid?
Prentiss sonriendo suavemente y la cabeza de Hotch inclinada hacia su pecho con algo entre irritación y vergüenza.
- No puedo.
- Hotch --
Y entonces se dan cuenta del público. David sonríe e inclina la cabeza, tratando de gesticular una ridícula bendición que Hotch comprende, ojos cómicamente abiertos.
- Lo siento.
Se gira y sólo alcanza a oír un pequeño ruido de Prentiss, algo frustrado o irritado por la interrupción o por Hotch. David puede empatizar con el sentimiento.
En el Bureau, Reid trata de enseñarle a García un truco de cartas, mientras Jordan y Morgan observan con expresiones que tratan de no notarse más blandas, entre diversión y ternura. El resto de la gente, el no equipo, les mira al pasar con algo de confusión. ¿Por qué ellos, en su cargo mayor, pueden tomarse estas libertades?
David planea un certamen acerca de la presión psicológica del trabajo, haciendo hincapié en lo que debe soportar el Bureau día a día. García podría dar una charla.
Hotch aparece a su derecha, y Prentiss pasa de largo dándole una sonrisa nerviosa. David le hace un gesto con la cabeza. Prentiss se sienta junto a García. David y Hotch caminan hacia el grupo.
- Emily no es rubia -, dice, por decir algo. Es, de hecho, la continuación de una conversación terriblemente vieja, iniciada por Parker durante un viaje, cuando aún no tenían avión. Probablemente Hotch no la recuerde.
- No se trata de Emily -, dice Hotch, y la conversación es otra, hace cinco minutos y no con David.
Hotch no lo mira. Tiene las manos tomadas a la espalda y mira fijamente la baraja que Reid parte. En esa misma mesa jugaban póker Parker, Morrison y Lunacci, antes de ser transferidos o quemados por el trabajo.
Y Hotchner y David miraban, sonreían, charlaban a media voz.
- Deja vu -, murmura David, mientras García reparte reyes y reinas sobre la mesa.
- El fenómeno del Deja vu es efecto de la falta de descanso -, dice Reid, mirando las cartas con el ceño fruncido. Lo dice como si no se diera cuenta de estar hablando -. Cuando las neuronas fallan a hacer sinapsis. Debería salirte un príncipe, justo... -, hace un 'mm' cuando García saca el dos de corazones.
García sólo se ríe y Morgan se acerca, para apoyarse en la mesa y flirtear con ella, ellos. Prentiss entorna los ojos. Jordan observa sin moverse, los estudia, sonríe.
La chica tiene futuro.
- Deberías ir a casa -, dice Hotch, y antes de que David pueda contestarle por lo que parece la millonésima vez que está bien, maldita sea -. Te acompaño.
Y entonces Prentiss dirige la mirada sólo ligeramente en su dirección; preocupación hacia Hotch, cautela hacia David.
David coge su chaqueta y mira el reloj de la pared, tratando de conectar la información de la que dispone. Son casi las diez de la noche.
Marcharían temprano, incluso en una noche sin caso.
Morgan, Reid, García y Jordan les están mirando. Prentiss reordena la baraja, proponiendo un juego de snaps.
Se despiden rápido, y Hotch se excusa para ir por sus cosas en la voz más pequeña que David ha escuchado de él alguna vez.
No se le ocurre una situación donde haya pasado algo similar antes, una referencia o proceso de análisis. Nada.
Igualmente sabe, de pronto, exactamente lo que está pasando.
Mira a Emily, hasta que Emily le regresa una mirada ligeramente desafiante, toda cejas levantadas y labios apretados, "¿yo qué?". David se ríe, genuinamente sorprendido, y puede ver que en su oficina, Hotch les está mirando, con una pequeña sonrisa en la cara.
Cuando regresa del baño, Hotch trata de sentarse y David lo empuja de regreso a la cama muy suavemente.
- Duerme un poco -, dice, ayudándole a desabotonar su camisa con una mano y pasando la toalla sobre su abdomen con la otra.
- Tú también -, murmura Hotch, con los ojos cerrados, en un tono que busca ser serio y severo, pero se pierde en el adormecimiento. David trata de no reírse.
- Quiero leer un poco -, le pasa una mano por el cabello, dos dedos apenas -. Te despertaré en unas horas.
- La cafetera --
- Sé donde está -, interrumpe, levantándose -. Duerme.
Antes de que David haya terminado de dar la orden, Hotch ya está respirando pausado y profundamente.
David lee un par de horas, escuchando el reloj y el silencio del teléfono, esperando alguna llamada del equipo. Que no haya novedades es una bendición maldita.
Cuando aún no sale el sol, pero el cielo empieza a aclarar, David apaga las luces y se dirige a la habitación de Hotch otra vez. El pasillo está oscuro, pero no tropieza. Conoce la casa de noche, se da cuenta. Ahora conoce esta casa de noche.
- ¿Prefieres los huevos revueltos o fritos? -, pregunta desde el marco de la puerta, con fingida seriedad. Hotch abre los ojos y trata de sentarse bruscamente, pero David vuelve a empujarlo a la cama por los hombros.
- ¿Qué hora es?
- Te queda más de media hora para dormir. Tranquilo -, dice, subiendo una mano a su cabello otra vez. Hotch hace un ruido gutural y entierra la cabeza entre el colchón y su mano -. A menos que incendie tu cocina.
Hotch ríe con los labios cerrados y David toca su mejilla para girarle la cara.
Es una serie de besos sin objeto, fuerza o apuro, coronados por uno largo, húmedo, Hotch desabotonando su camisa con dedos torpes y David riendo cuando lo obliga a soltarse y caer en la cama.
- Lo dejo en tus manos -, murmura Hotch, entre bostezos.
- Huevos a la ranchera, entonces -, David se oye sin aliento y divertido.
Hotch levanta una mano y hace un gesto vago que puede interpretarse como "lo que quieras". Se gira en la cama, esconde la cabeza. David se ríe tan bajo como puede, caminando hacia la cocina.
Bajo su risa puede oír el sonido de su móvil, e inmediatamente a su espalda, los ruidos de Hotch vistiéndose mecánicamente.
David contesta, - Agente Rossi -, mientras pone nuevamente la cafetera. JJ reporta un caso con, posiblemente, una victima aún viva. Necesita urgentemente que todos se reúnan en el Bureau. Ahora.
Cuando Hotch le quita su taza, apareciendo a su derecha y sobándose la cara con una mano, David olvida sorprenderse.
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